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The Jackpot por Lord_Dara

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Notas del capitulo:

Holaaaaa :3 soy Dara y vengo con su actualización.

Se me había olvidado completamente que yo era la encargada de la actu de hoy. Me puse a hacer de todo y apenas (a las 4 de la tarde) lo recuerdo.

¡A leer!

Capítulo 4

 

Luego de mandar a sus hermanos a dormir y de asegurarse de que sí dormían, Hoseok se dirigió a la sala y se dejó caer en el sillón al lado de Yoongi. SeRa les había preguntado por qué salieron tan temprano, los mayores habían intercambiado una mirada cómplice y fue Jungkook quien la convenció de que seguro tramaban algo para su cumpleaños. Con el tiempo Jungkook había aprendido a interpretar las expresiones de su hermano mayor, por lo que sabía cuándo andaba mal o las cosas no estaban yendo bien.

 

Se quedaron en silencio unos minutos, con los pensamientos revueltos y sin saber muy bien qué decir sin estropearlo todo.

 

—No debiste hacerlo —dijo Hoseok, con un tono de voz que Yoongi no había oído desde hacía mucho tiempo—. ¿Qué dirá tu padre, estarás bien?

 

—Estaré bien, puedo arreglármelas —respondió el peli naranja, contemplando el pánico en los ojos de su mejor amigo—. Si no trabajas allí entonces yo tampoco.

 

Hoseok sonrió débilmente. Llevaban trabajando allí dos años, y a pesar de que el lugar fuera ruidoso y al principio fue molesto, le gustaba trabajar allí. Recordaba la duda que tuvieron al tomar el empleo, Yoongi no estaba muy seguro y Hoseok sentía nervios, hasta que al final se adaptaron. Pero ahora ya no tenía trabajo ahí, le iba a ser difícil conseguir más dinero para mantener a su familia. Algo debió haber hecho mal, se dijo, para que su vida diera un giro de 360° y todo se arruinara en menos de una hora.

 

Se cubrió el rostro con las manos y empezó a llorar. Las cosas estaban tan mal y no podía evitarlo, ni siquiera había cuidado bien de su mejor amigo, se sentía de lo peor.

 

Yoongi se acercó a su amigo y lo abrazó, dándole suaves palmadas en la espalda pero sin decir nada. Palabras era lo que menos necesitaban. Cuando Hoseok se calmó, Yoongi lo apretó fuerte y le revolvió los negros cabellos, sonriendo.

 

—Saldremos de ésta, ¿de acuerdo? —Dijo—, como hemos hecho siempre.

 

Hoseok lo miró y se sintió agradecido de que Yoongi estuviera ahí para él, que enfrentaran los problemas juntos y que le ayudara a levantarse cuando caía. Siempre habían sido ellos contra el mundo. A su mente llegaron las palabras de Taehyung, el chico que siempre le molestaba en el bar, y no pudo evitar sentirse molesto e impotente al pensar en que el otro chico de cabellos negros se había aprovechado de su mejor amigo. Suspiró, cansado.

 

—Lo siento —dijo. Yoongi le miró sin entender—. No importa, ¿vas a quedarte?

 

Yoongi chequeó la hora en su reloj, apenas eran las 12:10am. Iba a ser el segundo día que pasaba fuera de casa y seguramente su padre iba a estar molesto cuando lo viera. Se mordió el labio nervioso, y asintió.

 

Se quedaron hablando un rato antes de irse a dormir. Hoseok tuvo ganas de preguntarle a Yoongi cómo ocurrieron las cosas con el amigo de Taehyung, qué habían hecho, si lo había obligado o amenazado, pero no quiso recordarle aquella horrible experiencia, por lo que de ahora en adelante no permitiría que aquel chico se le acercara a su mejor amigo.

 

Quedaron en que irían a buscar trabajo en la tarde. Jin se había quedado con los hermanos del pelinegro y los había llevado a dar un paseo. Hoseok logró conseguir un empleo como repartidor en una pizzería en la que trabajaría las noches en semana y consiguió un puesto de medio tiempo en un restaurante popular los fines de semana. Yoongi no había tenido tanta suerte, por lo que se dirigió al restaurante y pidió que le aumentaran las horas.

 

Caída la noche ambos chicos se despidieron y se separaron. Uno iba aliviado y el otro preocupado, con el miedo corriéndole por venas.

 

Yoongi cruzó varias calles y caminó otras hasta llegar a la puerta de su casa. Estaba algo nervioso, se descubrió deseando desesperadamente que su padre estuviera dormido o fuera de casa. Suspiró y abrió la puerta. Varias luces estaban encendidas. Cerró la puerta tras de sí y se dirigió directamente a su habitación, pero su padre salió de ella. Intentó evitarlo pero el mayor lo detuvo.

 

—Necesito dinero —le dijo, extendiéndole la mano—. Dame dinero.

 

El chico abrió la boca para hablar pero del temor no pudo. Respiró hondo y dio un paso atrás.

 

—Papá, perdí el empleo, no tengo trabajo.

 

No lo vio alzar la mano. Cuando cayó bruscamente al suelo y la sangre empezó a manar de su nariz supo que le esperaba una larga golpiza. Dio unos pasos gateando para esconderse pero su padre lo tomó de la parte trasera de la camisa y lo levantó. Volvió a pegarle, esta vez más fuerte, cruzándole la cara de un bofetón. A Yoongi le ardió la mejilla izquierda y se le escaparon las lágrimas.

 

Era difícil para su padre calmarse, algunas veces paraba después de dos o tres golpes, a veces simplemente lo empujaba, y otras perdía el control completamente. Como en esta ocasión. A pesar de los gritos del joven y de los esfuerzos que hacía por levantarse y evitar los golpes o amortiguarlos con los brazos, el señor Min no se detuvo.

 

Porque su hijo tenía la culpa de la desgracia que había caído en la familia.

 

Seis años antes, su familia vivía perfectamente, no atravesaban por ninguna dificultad y vivían lo más unidos que podían. El señor Min sonreía siempre que observaba a su esposa, a su hijo de dieciséis años y a su pequeña de apenas cinco años. Cada verano iban de paseo a una casa de campo que habían adquirido cuando recién había nacido Yoongi y el verano del 2008 no fue la excepción.

 

Él descansaba en una hamaca junto a su esposa mientras Yoongi pescaba con su hermana en el lago que se encontraba a pocos metros de la casa, ambos reían fuerte y se quejaban cada que un pez se les escapaba. Antes de que la tarde cayera, la hermana de Yoongi dejó caer la caña de pescar al lago y soltó una carcajada como si esto hubiese sido divertido, el joven no se enojó, pues comprendía que su hermana era muy pequeña, además de que era tan dulce que se le complicaba reprenderla o mirarla mal.

 

Yoongi se concentró en mirar desde la canoa en qué parte había caído la caña de pescar, pensando en alguna idea para tomarla sin tener que entrar al lago. Escuchó cómo algo cayó de nuevo dentro del agua y lo ignoró creyendo que su hermana había tirado algo más. Se giró para mirar a su hermana y sintió que el alma abandonaba su cuerpo al encontrar el resto de la canoa vacía. No dudó en saltar al agua, sacó a la pequeña del lago mientras gritaba por ayuda, pero a pesar de todos sus intentos y los de sus padres, la pequeña no sobrevivió.

 

El dolor que su familia sintió fue grande, era obvio admitir que todos sufren ante la muerte de un familiar y que para una madre era difícil enterrar a uno de sus hijos. La señora Min no pudo con tanto dolor y dos semanas después de lo sucedido se suicidó, de la manera más sigilosa. Se encerró en su habitación, colgó una cuerda y luego se colgó ella. Yoongi fue el culpable de todo, o eso fue lo que su padre siempre escupió durante los años siguientes. A tal situación se le atribuían sus golpes, sus maltratos, Min Yoongi había arruinado la vida de su padre, a pesar de que su hijo fuera el más afectado le infringió dolor y culpa, además de prometerse hacerle pagar por haberlo dejado sin nada.

 

 

≡≡≡

 

 

No era la primera vez que sentía un lunes tan pesado. Al mediodía, cuando terminó sus clases, se sintió bastante cansado. Los tres últimos días habían sido bastante molestos y agotadores. Hoseok decidió caminar por el campus para despejarse y tratar de acomodar sus pensamientos antes de ir a trabajar al restaurante, necesitaba tener la cabeza fría para el resto del día. Se tomó algo ligero, cuando estuvo a punto de salir intercambió una mirada con Taehyung, su maldito dolor de cabeza.

 

Dio media vuelta para regresar por donde había llegado cuando vio que el otro le iba a dirigir la palabra. Taehyung abrió los ojos sorprendido y esfumó la sonrisa burlona que le había dado al pelinegro. 

 

—¡Tú! ¡Detente ahí!

 

No supo por qué empezó a gritar ni por qué sus pies empezaron a caminar en dirección donde se encontraba aquel chico que tanto le sacaba de quicio. Hoseok lo miró con desagrado, le tenía rabia a Taehyung, por su culpa había sido despedido. Cuando el más bajo lo alcanzó se lo quedó mirando, pensando en lo que decir.

 

—¿Qué quieres? —Dijo un inexpresivo Hoseok.

 

Al final Taehyung sonrió.

 

—No me mires así, es tu culpa que te despidiera —hizo un intento de puchero y luego miró más serio—. Nunca debiste cruzarte en mi camino.

 

Hoseok lo miró de arriba abajo y bufó con una media sonrisa.

 

—Eres tú el atravesado en mi camino.

 

A Taehyung le hirvió la sangre. ¿Cómo se atrevía él a responderle, y peor aún, con una sonrisa burlona? El pelinegro le dedicó una última mirada y dio un paso adelante dispuesto a marcharse... cuando de repente el chico más bajo alzó la mano y le dio una cachetada con la palma bien abierta. Hoseok tenía los ojos como platos y había quedado aturdido brevemente, para cuando quiso gritarle vio que Taehyung se alejaba a toda marcha.

 

Y esa fue la gota que colmó el vaso. Caminó a paso largo sin saber muy bien a dónde ir, estaba enojado. Tanto que quería gritarle a todos y empujarlos en el proceso. Cuando se detuvo se dio cuenta que había llegado al Anfiteatro, tomó asiento y miró la hora en su celular. Eran las 12:40pm. Se despeinó lo cabellos y sacó su móvil, presionando el número de marcado rápido y esperó a que le respondieran. Contestaron al cuarto timbre.

 

Hoseok, ¿qué sucede? —Yoongi hablaba débil, pero hundido en su enojo no se dio cuenta del tono que usaba su mejor amigo.

 

—No iré a trabajar hoy —escuchó que el otro le preguntaba por qué pero ya había colgado.

 

Se quedó el resto de la tarde estudiando en el mismo lugar. Sintió que le ardían los ojos y para cuando levanto la vista de su libreta de notas vio que el cielo ya no estaba tan brillante. Guardó sus cosas, estiró el cuerpo y se levantó, ya eran las cuatro de la tarde y debía ir a la pizzería. Caminó a paso tranquilo, ya se sentía un poco mejor, y a la distancia logró ver a Taehyung.

 

Quiso evitarlo rápidamente pero el otro chico tenía otra faceta que le dejó inmóvil. Taehyung, con el rostro sereno y a la vez tenso, sentado en unas mesas al aire libre y la suave briza acariciándole los cabellos, estaba leyendo. Hoseok se escondió tras algunos árboles para observar a ese chico que creía no tenía sentimientos ni cerebro, y mucho menos interés por la lectura. Podía estar de lejos pero lograba ver ciertas facciones. Taehyung sonrió y luego pasó a la siguiente página, sin darse cuenta Hoseok hizo lo mismo.

 

Siguió observando al más joven, haciendo nota mental de todos sus gestos. Taehyung perdió la concentración un instante, frunció el ceño y levantó la vista, pero Hoseok había logrado ocultarse antes.

 

 

Jimin estornudó mientras se cruzaba de brazos. Caída la noche, había tomado su auto y se había dirigido hacia el restaurante donde trabajaba Yoongi para secuestrarlo de nuevo, de todos modos sabía que no iría al bar porque había renunciado. Cuando lo vio salir el corazón le dio un vuelco. Yoongi iba bastante cubierto a pesar de que la noche estaba fresca y no hacía mucho frío.

 

Se acercó al otro, a la oscuridad de la noche su cabello tenía una tonalidad calabaza, un poco más oscuro. Al ver a Jimin se detuvo y miró a sus lados, nervioso.

 

—No voy a hacerte nada —dijo el pelinegro—. Quiero llevarte a un lugar

 

Yoongi no dijo nada, se lo quedó mirando. El pelinegro tenía una leve hinchazón rosa a un lado del labio, supuso que fue por el golpe que le había dado Hoseok. Jimin se acercó, lo tomó de la mano y lo guió hasta su coche, sorprendido de que el otro no pusiera resistencia. No hablaron en el transcurso del viaje como la otra vez, aunque Jimin no dejaba de mirar de reojo a Yoongi, que se veía bastante cansado.

 

—¿Puedes dejarme ir? —Dijo Yoongi con voz débil, recordando el maltrato de la noche anterior—. ¿Por favor?

 

Jimin hizo oídos sordos. Cuando llegaron y detuvo el auto, ayudó a Yoongi a salir de él y lo llevó hasta una casita de aspecto campesino que se veía bastante reconfortante. Debido a que sus padres estaban en casa y quería un poco de privacidad, decidió llevarse al mayor a su pequeño taller de arquitectura. Le gustaba pasar las tardes allí después de clases o cuando estaba estresado, amaba tallar figuras en miniatura y hacer maquetas.

 

Dejó que Yoongi pasara primero y encendió la luz. Lo que vio lo dejó con la boca abierta. La estancia estaba repleta de herramientas e instrumentos de los cuales no sabía su nombre; vio casitas en miniatura, pequeñas y hermosas figuras hechas de madera fina y bien pulidas. Se paseó por el lugar contemplando el trabajo que hacía el otro chico con sus manos. Jimin lo observaba con una sonrisa.

 

Dio unos pasos más, sintiendo que entraba a una guarida encantada, y sus ojos se centraron en una pequeña figurita, tallada de madera también, con forma de pájaro. Aún no estaba terminada, observó, parecía como si fueran a añadirle un tipo de láminas de metal.

 

Entonces recordó que no podía estudiar, que por más ganas que tuviera de recibir clases o asistir a una universidad no podría. Los ojos empezaron escocerle y sintió ganas de llorar. A su mente llegó la imagen de su padre empujándolo contra la pared y golpeándole los brazos con los duros puños. Se interrumpió su momento de admiración y miró con nerviosismo a Jimin.

 

—Tengo que irme, necesito salir de aquí pronto.

 

—¿Qué sucede? —Inquirió el menor algo asustado.

 

Yoongi no quería contarle sus problemas, por lo que prefirió ignorarlo.

 

—Llévame de vuelta ahora.

 

El pelinegro no quería dejarlo ir. Y le hería y ofendía que el otro quisiera alejarse de él como si fuera una amenaza. Yoongi volvió a suplicarle pero se negó.

 

—Te llevaré si te quedas un rato más —dijo—, quiero decirte algo. No está muy tarde de todos modos.

 

—¿Que no está tarde? —Yoongi retrocedió y se quitó la bufanda que llevaba puesta, estaba empezando a sentir calor—. ¿Qué vas a saber tú de si es tarde o no? Siempre haces lo que quieres, a ti el tiempo no te importa.

 

—¿Y qué es eso tan importante que debes hacer? —Jimin empezó a alzar la voz—. Sólo te estoy pidiendo que escuches lo que quiero decir.

 

Yoongi alzó los brazos al cielo y se llevó las manos a la cabeza. Si no llegaba pronto a casa, su padre iba a lastimarlo, y no quería eso. Miró a Jimin, el cual lo miraba fijamente, como escaneándolo. Al peli naranja le entró un escalofrío y se abrazó, apretando sus adoloridos brazos.

 

—¿Y qué es eso que quieres decir?

 

Pero Jimin no respondió. Tenía la mirada puesta en una zona de su piel entre el cuello y el hombro que tenía una tonalidad amoratada. Yoongi se percató y volvió a ponerse la bufanda, aunque de verdad moría de calor.

 

—¡Habla ya!

 

—¿Quién te lastimó así?

 

Jimin empezó a acercarse, Yoongi sólo retrocedió, hasta que sintió las manos del otro en su hombro y quedó petrificado. El pelinegro empezó a quitarle la bufanda, luego la chaqueta, y por último le levantó las mangas largas de la camisa para observar los moratones que tenía en su cuerpo. Ambos se quedaron en silencio. Yoongi se sintió avergonzado cuando el otro se alejó y le dio la espalda con expresión incrédula, como si le hubieran anunciado la muerte de una de sus mascotas.

 

Se volvió a ver al mayor y se miraron.

 

—¿Quién fue? —dijo, con algo de seriedad en su voz.

 

—Tengo que irme a casa.

 

Empezó a cubrirse de nuevo, tembloroso.

 

—¿Algún ladrón? ¿Intentaron atracarte afuera? —Preguntó, desesperado—. ¿Fue Hoseok?

 

Yoongi se detuvo y lo miró sorprendido. Jimin interpretó aquella mirada como un sí. «Entonces no lo sabía». Supuso que, al enterarse de que se había acostado con él, su novio lo había golpeado y lo tenía amenazado, por eso debía irse pronto. Por eso no quería contarle por qué la prisa.

 

—¿Hoseok? —Yoongi parecía confundido.

 

—Sí. Hoseok —dijo en tono seco.

 

A pesar de su estado de estupefacción, Yoongi logró reponerse.

 

—No, ¡no fue él! —se apresuró a decir—. ¿Por qué él debería golpearme?

 

—Porque es lo más obvio —continuó el menor—. Es tu novio, ¿no? Supo lo que hicimos la otra vez en mi casa, se enojó contigo y por eso te golpeó, ¿es eso?

 

Apretó los puños y bajó la vista, sintiéndose culpable por lo que le había pasado a Yoongi, dejó escapar un suspiro y entonces lo escuchó reír. Jimin levantó la vista y lo miró confundido, abriendo y cerrando la boca sin saber muy bien qué decir. Yoongi calmó su risa, dejando en su rostro la hermosa curva de una sonrisa. Pensó en su mejor amigo, en lo mucho que lo quería y extrañaba sus juegos infantiles.

 

Jimin notó aquella expresión de nostalgia en el rostro del otro y le interrumpió.

 

—Si no fue él, ¿entonces quién? ¿Te lastiman en tu casa?

 

Y fue como si hubiera despertado del sueño más agradable del mundo. Tomó su mochila, que se había caído al suelo, y miró aterrado la hora en su reloj.

 

—Por favor, debo irme.

 

—Está bien, no te preocupes —dijo, con un deje de duda en la voz—. No te va a pasar nada.

 

Yoongi lo miró y se dirigió al auto. Aunque le había dicho que nada le iba a pasar, por dentro temía por él.

 

Mientras conducía, Yoongi le iba indicando por dónde ir. Cuando el silencio volvió a reinar Jimin aprovechó la oportunidad para decir lo que quería.

 

—Quería disculparme contigo —miraba al frente, a la calle, pero podía sentir la mirada Yoongi puesta en él—. Por lo de la otra noche, y la anterior. Está claro que no me he portado muy bien... pero en realidad me siento mal, por eso quiero que me disculpes.

 

Esta vez sí miró a Yoongi, éste parpadeó unas cuantas veces y asintió. Aunque fue un gesto pobre, de verdad lo había disculpado. De nuevo quedaron en silencio mientras esperaban que un semáforo se pusiera en verde.

 

—Entonces... —Jimin volvió a hablar, esta vez con más cautela—. ¿Hoseok no es tu novio?

 

Yoongi se sonrojó y reprimió las ganas de reír, luego negó con la cabeza y Jimin asintió. El semáforo cambió a verde y el chico puso en marcha su vehículo. Agradeció que llegaron a una zona con poca luz. En aquella oscuridad Yoongi no se dio cuenta de que Jimin estaba sonriendo.

 

Cuando Jimin le dejó cerca de su casa, esperó a que se marchara para salir corriendo hasta llegar. Abrió la puerta cuidadosamente, sin hacer ningún ruido, rezando por que no fuera muy tarde. Una vez dentro se aproximó al living, donde su padre descansaba exhausto con la televisión encendida y las piernas apoyadas en una mesita, rodeado de varias botellas de licor. El chico suspiró entre aliviado y triste y fue hasta su habitación. Aquella noche durmió sin preocupaciones.

 

 

Salió de su despacho echando humos, derrumbando a todo el que se cruzaba por su camino. Caminó a paso largo al despacho, donde algunos empleados, al verlo, se levantaron e hicieron una venia. Viró los ojos y se marchó. Su mejor empleado, ese al que tanto adoraba, no había aparecido aquella noche, y aquello lo frustraba; le hacía pensar que todo iba a salirse de control. El señor Kim suspiró y se dirigió a la barra, donde pidió al barman que le preparara un Collins.

 

—¿Dónde está Chinhwa? —dijo en tono brusco.

 

El joven le miró con nerviosismo y terminó de preparar la bebida.

 

—Atendiendo el VIP —respondió y alzó la vista para llamar al susodicho—. Ahí viene.

 

El joven, que era bastante alto, se acercó a paso ligero, evitando con elegancia y buen humor chocarse con las personas que bailaban alocadas.

 

—¿Me necesita, señor?

 

—¿Dónde diablos está J-Hope?

 

Dio un sorbo largo a su bebida y miró fijamente al chico alto, que sintió cómo su buen ánimo empezaba a deteriorarse.

 

—No volverá más, dejó el trabajo.

 

El barman lo miró y Chinhwa le hizo un gesto para que no dijera nada. El volumen de la música empezaba a molestar al señor Kim, que tenía un enorme dolor de cabeza.

 

—Nada de eso. Llámenlo, localícenlo, búsquenlo, pero él debe trabajar aquí.

 

—E-es imposible, señor —respondió Chinhwa algo irritado—. Nadie sabe dónde vive.

 

—Pregúntale a su amigo Suga, el que siempre anda con él.

 

—Él también se ha marchado, señor.

 

Intervino el barman, ganándose una mirada de advertencia de Chinhwa, pero le importó poco. Se había aprovechado de una situación para deshacerse de un enemigo y eso le pareció injusto.

 

—Renunció al ver que su mejor amigo era despedido —continuó.

 

—¿Despedido? —El señor Kim se levantó de su asiento, mirando a ambos jóvenes—. Soy yo el que decide quién se va de aquí y quién no. ¿Quién lo despidió?

 

Los jóvenes se miraron y no respondieron. Una pareja se aproximó a la barra para pedir algunas bebidas, por lo que el barman aprovechó para salirse de la discusión. Chinhwa miraba al suelo apretando los puños. El señor Kim volvió a hablar.

 

—¿Quién fue?

 

El chico lo miró, tragó saliva y respondió:

 

—Fue su hijo, señor.

Notas finales:

Jimin es un amor, en serio, me gusta mucho este Jimin es que awwwwwwwwwwwwwww T_T es muy bello. Muchas gracias a todos los que han dejado sus reviews y OBVIO también a todos los que leen, espero que esos fantasmas algún día se animen y nos dejen tan siquiera un "Hola".

Por cierto, aquí les dejo los "looks" de nuestros hermosos chicos.

Hoseok - Yoongi - Jimin - Taehyung - Jin - Jungkook

La última vez que actualicé los dejé pero Amor Yaoi me hizo bullying y me apareció un error, casi me pongo a llorar porque estaba cogida de la tarde así que no pude ponerlos.

Cuidense bastante, nos leemos luego <3

¡Besos y abrazos!

 

PD: Lord me está llevando por el camino del mal y me está haciendo querer el SugaHope o como les digan T_T


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