Capítulo uno. Jinyoung.
Abro los ojos por la alarma fija en mi celular para despertarme exactamente a las seis de la mañana. Es mejor si me levanto temprano, la ganancia es una ducha larga y tranquilizante.
Es inevitable pensar en la noche anterior, no tengo ni la menor idea de porqué Hyuk siempre me habla entre semana. Si sabe que tengo clase de lunes a viernes, ¿por qué soy parte de su diversión cada martes?
Tampoco es tan malo en lo que hace, sin embargo, saber que me deja más adolorido de lo normal no me gusta demasiado. Empiezo a creer que piensa con la entrepierna y no con la cabeza realmente.
Controlo la respiración cuando me acomodo mejor en la cama, el dolor es tan punzante que siento se me va a desgarrar un músculo del abdomen por la fuerza, retengo algo de aire antes de lograr levantarme del todo y llegar a la ducha arrastrando los pies.
Es otro mismo día que los demás.
Igual de “reconfortante”.
—Todo sea por pagar la renta, la comida, ropa, la colegiatura—susurro conforme me quito el camisón que me prestó el idiota de Hyuk. Levanto la vista al espejo y lo único que encuentro en mi torso son marcas rojas y de dientes. Al menos me alegro que para lo bestia que es, sigue siendo cuidadoso con no dejarlas en mi cuello.
Suspiro cuando el agua se resbala por mi cuerpo lentamente, es el único momento en el que me siento tranquilo y yo mismo, porque, siendo sincero conmigo, todos me tienen en el peor concepto en la escuela. Pero qué más da, mientras consiga lo que quiero y necesito, la opinión de los demás es un punto muy aparte.
Cuando termino de asearme y vestirme, voy a la cocina y preparo algo de desayunar, lo que sea para calmar las tripas.
—¿Cómo te fue anoche? —pregunta Youngjae pasando un brazo por mi cuello.
—Recuérdame asesinar a Hyuk cuando lo mire—le contesto tajante.
Youngjae y Yugyeom son de las pocas personas en las que confío verdaderamente. Hasta ahora les da igual lo que hago y el por qué lo hago. Eso sí, no hay día que no me recuerden las consecuencias y más cosas como enfermedades, la moral, valores y más palabras sordas a mis oídos.
—¿Sabes que no lo tienes que hacer necesariamente, verdad? —me detengo y me giro a mirarlo, me encanta su preocupación pero ahora no estoy de humor para eso. Lo único que puedo hacer es sonreírle corto de emociones.
—He estado buscando trabajo, no creas que me quedo de brazos cruzado mientras me penetran.
—¡No tienes que ser tan explícito! —se tapa los oídos y sale corriendo, y mientras río divertido, el jalón de Yugyeom me asusta un poco pero veo hasta el final del pasillo, entre todos, el brazo de Youngjae despidiéndose para entrar a clase.
—¿Qué les has dicho? —cuestiona con una sonrisa, correspondo al instante dejando de lado la mirada de los demás.
—Créeme, no quieres saber.
Es lo último que puedo decirle antes de entrar a clase.
No hace falta recordar las miradas de los demás, junto con los murmullos que descolocan a más de uno. Suspiro dándome ánimos hasta llegar a mi asiento de entre la bola de hombres que piensan que mi cuerpo les pertenece.
—¿Cómo amaneciste, Junior?
—No empieces, Hyuk, no estoy de humor.
—Parece que te ha dado más fuerte de lo normal—escucho el comentario de Myungsoo y por más estúpido que sonase, es cierto eso, hasta cierto punto. Pero el beneficio de la duda es como para mí una señal de que estoy harto de sus comentarios.
—Pudo haber sido mejor—sonrío de medio lado al lograr que Hyuk y su séquito fuesen a sentarse a su lugar, sobre todo porque el enfadado es él y no yo.
Aunque sé que está más descolocado por mi respuesta ya que no es la de costumbre.
Todos entran al salón en el timbre, como los asientos son de dos personas, junto a mí corre Jackson a sentarse tan contento de verme, como siempre. En las clases que me tocan con él es muy atento, pero afuera no sólo habla mal de mí, es por él que todos saben que soy una…
—¡PUTA! —me giro asustado por el grito que suelta el chino, me doy cuenta de que se ha grapado el dedo por accidente. Quisiera no mostrar una pizca de preocupación pero al final cedo ante los instintos y acerco mis manos a las suyas.
—Qué idiota eres—susurro más para mí que para él, y no termina por entenderme, sólo está esperando que haga algo con su herida. Lo mejor que tengo entre mis cosas es un curita.
Así que sin esperar más, cuando la encuentro, la pongo en su dedo. Miro las hojas que acaba de grapar y me pregunto si es nuestro trabajo del mes, ese que siempre nos piden los maestros para ver si aprendimos algo, claro está que nunca aprendemos nada, no en ese salón, exactamente con esos idiotas que tengo por compañeros.
Confirmo mi duda, gracias a Dios Jackson ha puesto mi nombre en la portada a pesar de que no le ayudé este fin de semana.
—Lo siento por no ir—le recuerdo y a la vez me disculpo.
—Da igual, la cosa es que lo he acabado. Sé lo ocupado que estás la mayoría de los días—encuentro su tono sarcástico entre esas palabras.
—Lo que sea.
El maestro entra más tarde de lo habitual, a nadie le importa realmente, no mientras el tiempo perdido sea para cuchichear sobre la noche anterior de Hyuk y éste orgulloso de su gran logro, puedo ver la medalla imaginaria que todos le ponen cuando le palmean la espalda, y él comenta cada vez más alto que pedía por más y más.
Claro, dejaré que viva en su fantasía por ahora.
Cuando el profesor entra, los susurros y risas desaparecen, y eso me alegra. La bola se dispersa y todos tragan saliva cuando la palabra ‘tarea’ es pronunciada, es obvio que la mayoría no la hizo, excepto por algunos y entre ellos voy yo con Jackson, bueno, aunque Jackson es quien la hizo realmente.
—Como a los demás les da igual mi clase, no hace falta decir que tienen reporte y tarea extra—el maestro pronuncia al final, me hace feliz saber que Myungsoo no va a estar libre este día.
La clase empieza como de costumbre, y entre los tantos ejemplos que hace el profesor, yo tengo que ser uno de ellos, por eso cuando me pasa al pizarrón todo empiezan a hacer comentarios en doble sentido que saben sólo yo entiendo.
Cuando termino de resolver el problema, voy a mi asiento perseguido por las palabras alentadoras del maestro, porque él piensa que no soy como los simios que están en esa clase, claro que no lo dice con esas palabras pero el sentido sigue siendo el mismo.
—Junior, ¿estás libre hoy? Necesito que me des tutorías de matemáticas—dice Jongin muy seguro de sí mismo; los demás ríen.
—Te recuerdo que tienes que hacer trescientas veces “Debo hacer la tarea”.
Eso basta para que se voltee dándome la espalda y todos abucheen entre risas. Qué jodida diversión es aquí adentro.
Le pido al maestro ir al baño después de eso, y al salir el comentario de Gunwoo es más explícito que los demás.
—Va a masturbarse pensando en ti.
No hace falta escuchar el nombre para saber a quién se refiere.
El lugar es tan solitario hasta que entra un tipo de cabello rojo cantando un rap en inglés con unas hojas en la mano y obviando el hecho de que estoy enfrente de él mirándolo con curiosidad. Lo más seguro es que es nuevo, porque, bueno, no es necesario recordar que conozco a media escuela.
El muchacho sigue sin prestar atención hasta que topa conmigo y me hace retroceder un poco.
—Lo siento—se quita un audífono y voltea a mirarme preocupado, hago un ademán de que deje en paz la situación, que no necesito que tome mi brazo y busque una herida que es más que obvio no me he hecho, pero lo hace y cuando siento sus manos en mi piel es algo extraño haciéndome sentir algo igual de extraño.
—Estoy bien, no te preocupes—me alejo un poco volteo al espejo acomodando mi uniforme.
Y antes de salir, la voz profunda de ese pelirrojo me hace retroceder en mis pasos.
—¿Puedes ayudarme?
Eso creo.
Asiento con la cabeza y me acerco a ver las hojas que hay en sus manos.
—Necesito llegar aquí, pero con suerte y he encontrado los baños.
Es imposible no corresponder su sonrisa en ese instante; sólo que se borra de inmediato cuando me doy cuenta de que es al salón en el que estoy al que quiere llegar.
Me van a comer vivo.
—Soy Mark—escucho a mi lado, los pasillos son profundos que hacen que su voz retumbe con mayor fuerza, y sé que prefiero creer eso que otra cosa.
—Jinyoung, pero dime Junior. Todos me conocen por Junior—y es cierto, Hyuk piensa que mi nombre es Junior, así que, es mejor dejarle que crea eso a repetirle un millón de veces que mi nombre verdadero es otro.
Y da igual, porque al gemir es preferible que me llame de esa manera.
—¿Eres de intercambio? —le pregunto a Mark porque me doy cuenta de su nombre y ese origen americano que tiene.
—Intercambio y beca.
Debe ser el orgullo de sus padres.
—Genial.
Sólo que cuando entramos al salón, con el tipo nuevo a un lado mío, ya no es tan genial como antes.
—¡La nueva víctima de Junior!