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Te amo, aunque no seas mío, aunque no sea yo por xndz

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El mundo es un extraño conjunto de casualidades, aunque como alguien dijo una vez, "No existen las casualidades, sólo puede haber lo inevitable" A veces las cosas que creemos casualidades son producto de acciones pasadas que probablemente desconocemos, todo en este mundo tiene sus secretos y su razón de existir...

Hoy era un día especial para Daniel, tenía la gran oportunidad de impresionar lo suficiente a los directivos de su preparatoria para convencerlos de que merecía­ esa beca que ofrecían. El recientemente habí­a perdido a su madre así que costear una escuela no era fácil para el, aunque tenía­a la pensión que habí­a dejado esta, el producto de su arduo trabajo, no era suficiente para sostenerlo a él y a sus estudios así­ que debí­a esforzarse. Era el día del gran encuentro de escuelas de nivel medio-superior en el cual participarí­an escuelas tanto públicas como privadas, algunas sencillas y poco conocidas como la de Daniel mientras que otras eran de mucho prestigio y reconocidas en todo el paí­s.

Era una competencia de diferentes categorías, destacando la de conocimientos, de deportes y la artística. La escuela que consiguiera más reconocimientos recibiría un gran premio en efectivo para mejorar los planteles, mientras que los estudiantes que ayudaran a su escuela a obtener estos premios, conseguirían becas tanto para terminar su prepa como para su universidad por lo que Daniel llevaba ya bastante preparándose para el gran momento. El participaba en la competencia del saber.

¿Alguna vez has participado en este tipo de eventos? La presión por ser el mejor y ayudar a tu escuela no es nada fácil de manejar y aunque Daniel tenía el mejor promedio de su escuela, no podía evitar sentirse intimidado y nervioso, allí­ habrí­a chicos que pertenecían a instituciones de gran reputación. Aunque tu tal vez sepas que a veces el hecho de ser escuela privada no garantiza que los alumnos de dicha escuela sean realmente buenos, era la primera vez que el lo hacía, así­ que desconocí­a esto y temía que estos chicos fueran a ser demasiado para el.

Trató de ignorar esas ideas, pero la efusividad con la que trataba de acomodar su cabello lo delataba, no lo tení­a ni muy corto ni muy largo, además de tenerlo bastante lacio y suave, así­ que realmente no estaba despeinado, pero se encontraba bastante tenso. Respiró un poco, acomodó los mechones castaños que sobresalían de sus orejas y el flequillo de su frente tratando de conservar el ánimo. Se colgó aquella cadena de plata que su madre le habí­a regalado y que en su piel aperlada resaltaba muy bien. "Para que me acompañes" pensó, se dio una peinada más y limpió sus ojos miel para salir al lugar del evento. Poco se imaginaba el extraño giro que daría su vida aquel día.

Entrando a aquella misma ciudad se encontraba Damián, para participar en aquel mismo concurso, sólo que en la división artística, el querí­a ser músico, cantaba, sabía tocar la guitarra, la baterí­a y el teclado perfectamente, pero su padre se oponía a ello, de hecho, él no sabí­a que su hijo estaba compitiendo en ese momento, creí­a que había sido un día normal de clases. Damián querí­a vivir su vida y hacer lo que le entrara en gana, su padre tení­a una gran empresa de cerámica, la cual este esperaba que heredara al ser su único hijo, pero eso a su hijo le importaba poco, lo único que le gustaba era el dinero que de allí­ lograba gastar. Querí­a viajar, hacerse famoso con su música y disfrutar con cuanto chico se le pusiera en el camino. Sí, Damián era homosexual y todo mundo lo sabí­a, a su padre no le agradó al principio, pero mientras este hiciera lo que le dijera no le importaba, mientras que su madre no le dio importancia. Tení­a a su novio, Carlos, quien estaba bastante enamorado de ell y lo trataba como un rey, pero Damián odiaba sentirse comprometido, para el no bastaba con el amor limpio que su novio le tenía, por lo que ya varias veces le había sido infiel.
Miró por la ventana y hizo una mueca de cansancio
"Desearía poder escapar de todos ellos" sus ojos azules destellaban fastidio mientras revolvía su ya alborotado cabello castaño y acomodaba un arete en su oído.


A veces las cosas pueden cambiar cuando menos lo esperes


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