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Real wild child por Karmilla46664

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Una cálida luz envolvió a Henry: nunca se había sentido tan calmado en su vida. Los problemas se habían disipado, sentía que era el final. Sentía su cuerpo moverse a través de un túnel y una nebulosa de luces le deslumbraban. Podía escuchar voces aunque era incapaz de distinguir quienes las emitían. Le hacían preguntas y de su boca salían palabras vagas carentes de sentido. Estaba en paz, demasiado relajado como para poder articular palabra. Lo que fuera que estuviera sucediendo a su alrededor le traía sin cuidado. No fue hasta que escuchó a alguien decir “Le meteremos este tuvo hasta el estómago para obligarle a vomitar las pastillas” que volvió en sí, siendo consciente de dónde estaba. Abrió los ojos de golpe, asustado, encontrándose con un demacrado Kyuhyun que lo observaba con un dolor que desfiguraba su rostro. Sintió lástima de ambos aunque no tuvo tiempo de pensar en nada más ya que un grueso tuvo fue introducido por su garganta, quemándole y produciéndole unas insoportables ganas de vomitar. Ni siquiera era consciente de que estaba gritando de no ser por el semblante empapado en lágrimas del cantante. Durante los minutos más largos de su vida, su cuerpo luchaba por expulsar el intruso de su garganta. Cuando se hubo librado del dichoso tubo, vomitó, purgando las pastillas que había ingerido. Sus parpados se volvieron pesados, cayendo en un copioso letargo, evadiéndose de nuevo de la realidad que le rodeaba.

Cuando volvió a abrir los ojos supuso que era de madrugada dada la escasa luz que entraba por la ventana, aunque era difícil saberlo con exactitud debido a los neones encendidos. Kyuhyun estaba recostado en la incómoda silla de acompañante. Bajo sus ojos se intuían ojeras. Parecía estar teniendo un sueño agitado, ya que farfullaba en voz baja. Quería agradecerle que estuviera ahí con él, pero le dolía la garganta demasiado como para emitir sonido alguno. Se quedó observándolo hasta que el cantante abrió los ojos, perezoso.

-Hola- fue apenas un susurro, un saludo cotidiano, pero a Henry le sonó como a un “bienvenido de nuevo a la vida”.- ¿Cómo estás?

Quería decirle que bien, pero nunca se le había dado bien mentir. En su lugar optó por fingir una sonrisa.

-Todo lo bien que se puede estar en estas circunstancias- se sorprendió a sí mismo de haber formulado una frase tan larga en voz alta, a pesar de la ronquera de su garganta.

-Me imagino…- se incorporó del asiento, quedando sentado mirando sus manos entrelazadas. Parecía luchar con todas sus fuerzas por no derramar una lágrima- Deberías descansar.

-¿Quién te ha avisado?
-Por lo visto soy tu número de emergencia. Da gracias que me llamaron a mí en vez de a tu psiquiatra. Igualmente tendrás que ir al centro de salud mental para que te evalúen. Ahora estás en riesgo y deben tener un control para que no te infrinjas ningún daño.

Henry se sentía tremendamente culpable. Odiaba ver así al coreano. Si lo había hecho era porque quería callar sus pensamientos y terminar con su angustia, no se trataba de un retorcido plan para retenerlo. Si de algo había servido los meses ingresado en el centro psiquiátrico era para practicar el desapego con su ex.

-Gracias

-No- sonó más tajante de lo que pretendía. Se atrevió a levantar la mirada, posando su vista en el cuerpo tendido en la sobria cama de hospital- No tienes que darme las gracias. Tienes que dejar de hacerte esto a ti mismo, tienes que entender que hay personas a las que les importas. No puedes tomarte todas las pastillas a tu alcance y pretender que no nos dejarás destrozados al resto.

-Lo siento…

-Estoy demasiado enfadado contigo. Por dios, ¡podrías estar muerto! Aún no me creo que hayas llegado tan lejos… Esta vez ha sido diferente, ¿verdad? Esta vez sí que pretendías morir…- el silencio de Henry no hizo más que confirmar sus palabras- Lo que temía.

-Es muy duro, ¿sabes? El tener que lidiar día a día con mi mente. No tengo fuerzas para levantarme de la cama, no quiero seguir sintiéndome inútil y reemplazable. Mi cabeza no para de escupirme palabras hirientes, una nube espesa me impide pensar con claridad… Por supuesto que quiero morir, no sabes lo difícil que es vivir en mi cabeza. No puedo huir, vaya donde vaya está ese incesante susurro diciéndome que lo haga, que me suicide. ¿A quién iba a importarle? No valgo nada…

Kyuhyun se levantó de un salto, aunque trató de ser menos brusco al ver que había asustado al extranjero. Caminó hacia la camilla, quedándose al lado derecho, y acarició con suavidad los mechones castaños del otro.

-A mí sí que me importas, Henry. Quizás no de la manera que tú quieres pero eso no significa que no me duela verte así. Necesitas ayuda profesional, quizás te dejaron salir demasiado pronto…

-¡No quiero volver allí!

-Eso no lo decido yo, pequeño, el psiquiatra sabrá que es lo que más te conviene.

Estuvieron en la misma posición y en silencio durante cinco minutos. Ninguno sabía qué decir para animar al otro, si es que era posible.

-Túmbate a mi lado, por favor- fue el extranjero quien rompió el silencio.

El coreano obedeció sin rechistar, necesitando calor humano tanto como Henry. Un cúmulo de emociones invadían su estómago: miedo, frustración, alivio… Podría haberlo perdido, podría volver a intentarlo…esa posibilidad le mataba. Trataba de no pensar que aquella situación era culpa suya, pero era inevitable. Había sido demasiado cruel con el más joven aún sabiendo que le haría daño saber que había estado con Sungmin. Sungmin… Aquel hombre le traía loco, en el sentido más estricto de la palabra. Le desquiciaba, le irritaba, le daban ganas de abofetearle hasta borrar su engreída sonrisa. Sin embargo, su cuerpo se sentía irrefrenablemente atraído por él. Aquello no tenía lógica alguna.

-Henry- le llamó casi como un murmullo- No vuelvas a hacerlo. Por favor- su voz se quebró y cálidas lágrimas delinearon su rostro.

-No puedo prometértelo- estaba siendo dolorosamente sincero, pero realmente no podía prometerlo. Estaba exhausto. Era joven pero la vida le venía larga.

Kyuhyun lloraba desconsolado, agarrado a la bata blanca que le habían puesto al ingresarlo. No quería soltarlo, como si temiera perderlo.

-Sé que es egoísta pero no puedo dejarte hacerlo. No puedo. No puedo aceptar que no estarás. No lo hagas, te lo suplico- Kyuhyun parecía un niño perdido, se sentía abatido.- No te rindas.

-Ojalá fuese tan fácil- sonaba compungido. Le dolía seguir vivo porque eso significa seguir sufriendo. Pero ahí estaba Kyuhyun, suplicándole que le diera una oportunidad a la vida, y siempre le había costado decirle que no a su ex. Lo que tenía claro es que con eso no bastaba, no podía seguir vivo por alguien más. Tenía miedo de que le volvieran a ingresar, la ansiedad le roía el estómago de recordar las blancas paredes y el sabor de los ansiolíticos. El estricto horario y la extrema vigilancia. Aquel sitio olía a muerte y no quería volver.

-Vas a superarlo, sólo es una mala racha- el cantante se había recompuesto, aunque silenciosas lágrimas seguían cayendo de sus ojos.

-Eso espero…

Y era cierto. Ya que seguía vivo al menos esperaba que el dolor pasase. En realidad no quería morir, sólo quería acabar con la angustia que cegaba su alma.

Kyuhyun fue a por un café de la máquina del pasillo. Le había costado despegarse de su ex pero debía despejarse. Cuando volvió a la habitación se encontró a Henry hablando con el psiquiatra de guardia.

-Le subiremos la medicación- comunicó el doctor en voz alta- Le dejaremos ingresado otros tres días para supervisar su evolución psicológica. En cuanto a la institución mental de la que salió, el hospital pondrá una denuncia por negligencia. Usted no estaba para ser dado de alta. Se le asignará un nuevo psiquiatra.

-No creo que con eso baste- el coreano interrumpió al profesional, quien lo miró con escepticismo- Ya ha visto que no es suficiente con la medicación, necesita ayuda psicológica.

-Estoy convencido de que el psiquiatra asignado sabrá hacer su trabajo- objetó el doctor con suspicacia.

-Pues está claro que no se puede confiar en vosotros. Exijo que lo trate un psicólogo. Las pastillas sólo son un parche para el problema real, doblándole la dosis lo único que conseguirá es dejarlo atontado.- su voz se elevaba progresivamente.

El médico se giró para mirar a Henry.

-¿Está usted de acuerdo en que prefiere que lo atienda un psicólogo?- El extranjero miró a Kyuhyun y asintió. El profesional apuntó algo en una hoja- Aún así deberé subirle la medicación, es el protocolo. Le pasaré su expediente al jefe de salud mental para que evalúe qué psicólogo llevará su caso. ¿Hay algún familiar con el que pueda quedarse en caso de que le den el alta?

-Mi familia está en Canadá.

-Les llamaré- aseguró el cantante, ganándose una mirada de odio por parte del convaleciente.

-Sabes que llevo años sin hablarme con ellos- espetó airoso.

-Me da igual, son tu familia y tienen derecho a saber qué ha pasado- Kyuhyun no iba a dar su brazo a torcer. Movería cielo y tierra con tal de ayudar a Henry, y él mismo no se veía en condiciones de hacerse cargo. Había demasiados sentimientos de por medio.

-Les dejo a solas. En unas horas vendrán a examinarte de nuevo.

El médico salió de la habitación, siendo seguido por el coreano, móvil en mano. Cuando Henry se quedó a solas en la habitación no pudo evitar pensar en por qué se había distanciado de su familia. Aquellas personas que se suponían debían amarle y protegerle le habían dado la espalda al enterarse de su orientación sexual. Sólo su hermana le había apoyado. No quería verles. No por tener la misma sangre les debía nada. Para Henry, la familia eran aquellas personas que le querían y respetaban; y en esa definición no se reflejaban sus progenitores. Se sentía traicionado por el coreano: él sabía lo mal que lo había pasado por culpa de sus padres. Tuvo que dejar todo atrás para empezar una nueva vida y poder ser él mismo.

-Cogerán un vuelo mañana.

Ni siquiera se había dado cuenta de que Kyuhyun había vuelto, estaba demasiado sumido en sus pensamientos.

-No sabes lo que has hecho- masculló con rabia el extranjero.

-He hecho lo correcto- sentenció el mayor.

-Ojalá haberme muerto, así su viaje no hubiese sido en vano.

Sabía que Henry estaba siendo premeditadamente cruel con él pero sus palabras le afectaron. Quizás había sido una terrible idea y sólo había empeorado las cosas. Sea como fuere, el daño estaba hecho, aunque esperaba que el reencuentro no fuese tan desastroso como el extranjero vaticinaba.

 

 

Heechul comenzaba a comprender el sentimiento de tener mariposas en el estómago. Era un nerviosismo agradable que le mantenía activo y feliz. Podría acostumbrarse a aquella agradable sensación. Se había sorprendido a sí mismo observando de reojo a ZhouMi. El chino poseía una genuina sonrisa y una cálida personalidad que le hacía sentir un agradable cosquilleo por todo su cuerpo. Aquella noche habían dormido juntos pero sólo se abrazaron. Ninguno de los dos quería forzar las cosas. Cuando se despertó no hubo lugar para su característico mal humor mañanero ya que le esperaba un suculento desayuno compuesto de tostadas, café y un zumo natural. Era incapaz de recordar la última vez que se había alimentado en condiciones.

-Para conquistarme deberás de hacer algo más que unas simples tostadas. Están un poco quemadas, ahora que me fijo- quería hacerse el distante pero era incapaz de ocultar su amplia sonrisa. Jamás se había sentido tan agasajado como en ese momento. Sólo era un simple desayuno pero el gesto le había conmovido.

-Seguiré esforzándome hasta que lo consiga

Heechul pudo apreciar sinceridad en las palabras del extranjero. No quería admitirlo pero ahora entendía al enamoradizo de Siwon, aquello era adictivo.

-¿Vas a quedarte ahí plantado mirando cómo me como todo esto yo sólo?

ZhouMi no conocía de hacía mucho tiempo al coreano pero sabía leer entre líneas, por lo que se sentó a su lado aceptando la invitación. Ambos comieron en silencio, disfrutando de la compañía ajena. No había necesidad de decir nada, sólo compartir ese momento íntimo. Sabía que tendría represalias por parte de Hangeng pero merecía la pena a cambio de ver el brillo en la mirada de Heechul. No quería preguntarle sobre su pasado pero se podía intuir que había tenido una vida dura. Había alzado un muro que le hacía inaccesible emocionalmente a cualquiera, sus límites estaban muy marcados. Sin embargo parecía estar abriéndose a él y eso le hacía sentir afortunado. Quizás lo mejor para ambos era no hablar de sus respectivos pasados, sólo vivir el presente. Y, aunque quisiese, no podía ser del todo sincero con él. No podía contarle que su padre había sido un maleante que servía a la Tríada. Había sido tan estúpido de traicionar al señor Han, creyéndose más listo que el mismísimo jefe de la mafia. Ahora su cuerpo estaría descomponiéndose en alguna cuneta y él se veía en la obligación de servir a Hangeng, quien había tomado el legado de su padre, muerto en extrañas circunstancias. Él no era como su padre, no había tenido opción. De no ser por la deuda de su padre habría sido alguien mejor, una persona de provecho, no un asesino al servicio de los intereses de un psicópata. Cada vez que decía que dejaría el trabajo Hangeng asentía, con un brillo malicioso en sus oscuros ojos, sabedor de que no habría retorno. Siempre encontraría la manera de atraparlo en su juego, no había escapatoria: o la Tríada o la muerte. Estaba muy implicado, sabía demasiadas cosas como para que Hangeng lo dejase ir tan libremente. Su destino estaba decidido por las acciones de su padre, y le odiaba por ello. En cuanto al mafioso, no había dejado cabos sueltos. Había embarazado a unas seguidoras de la Tríada, quienes cuidaban a los vástagos de Hangeng como si fuesen las madres del nuevo Jesucristo. Estaban ciegas de amor por ese bastardo y harían cualquier cosa porque su hijo fuese el elegido para suceder el trono del terror de la Tríada. Desconocía el número exacto de hijos que tenía, estratégicamente perdidos en los puntos clave de China. A Hangeng no le importaban esos niños, sólo los veía como futuros soldados de su narcisista misión: hacerse con el monopolio de Asia. Lo más probable es que la mayoría acabasen siendo asesinados en la encarnizada lucha por ocupar el puesto de su progenitor. ZhouMi sentía lástima, ellos también eran víctimas de la tiranía de su padre.

Heechul observaba al chino. Su semblante se había ensombrecido de repente, como si un oscuro recuerdo le hubiese perturbado el desayuno. No quiso sacarlo de sus pensamientos, le daría su espacio aunque sólo fuese guardando silencio. No iba a presionarlo, entendía que habría cosas que no querría compartir con él. Sin embargo, su mano le traicionó. No se dio cuenta de que había entrelazado sus dedos con los del extranjero hasta que éste dio un brinco sobresaltado. Se ruborizó al darse cuenta de que su subconsciente había actuado en su nombre, brindándole una sutil caricia al chino que decía “estoy aquí”. No sabía que rondaba por su cabeza pero, en cierta forma, pudo empatizar con él. Antes de conocer a sus amigos no tenía en quién apoyarse, por lo que reconocía ese sentimiento. ZhouMi le sonrió, afianzando el agarre. Llevó la mano del coreano a sus labios, depositando un suave beso.

-Eres la criatura más hermosa que he conocido, Heechul. Y no me refiero al físico- se apresuró a aclarar al ver la mueca burlona que se había instaurado en la comisura de sus labios- Aún no me explico cómo pude atraer tu atención pero me alegro de que me hicieras esa llamada.

-Eres un poco cursi, pero me gustas así- dejó caer su cabeza en el hombro del chino- Quiero besarte, ZhouMi, pero temo no poder controlarme.

Miró hacia arriba sin cambiar de posición, encontrándose con la mirada ajena. El extranjero acunó su rostro y se acercó a sus labios sin llegar a tocarlos.

-Iremos a tu ritmo.

La distancia se esfumó, uniendo sus bocas en un delicado beso. Heechul comprobó que no sólo existen los besos demandantes y llenos de lujuria, sino que también se podía demostrar ternura y cariño. Para su sorpresa no quiso arrancarle la ropa, sólo disfrutó de ese lento beso y de las suaves caricias que le acompañaban a este.

Siempre pensó que enamorarse era de débiles pero nunca se había sentido tan vivo como en ese momento. Lo que no sabía es que para el chino aquellos sentimientos también eran nuevos: y no hay nada más puro que el primer amor.

 

 

Hyukjae se había quedado tocado tras la charla con KangIn. No se creía capaz de conectar a nivel humano con un tipo como él, sin embargo había sentido lástima. El mafioso insistía en que no era un asesino y que su sed de venganza nacía del dolor de haber sido traicionado por quien amaba. No podía decirse que hubiese cambiado su opinión sobre KangIn aunque ahora podía entenderle. Sabía que matando a Jungsoo no conseguiría callar la pena de su corazón pero no habría manera de convencerle de ello. No habían vuelto a hablar del tema, ambos fingían que aquella conversación no había pasado. Sin embargo, aún le rondaba en la cabeza la pregunta del mafioso: ¿Qué harías si el chico del culo bonito te robase todo y te delatara a la policía por posesión de drogas?” Quería creer que lo dejaría estar pero no podía mentirse a sí mismo. La verdad es que buscaría a Donghae y le daría una paliza… como mínimo. Antes de conocerle no es que fuese la persona más amable del mundo, poseía un carácter de mierda y una frialdad que sólo el modelo conseguía atenuar. Quería pensar que no era como KangIn pero ya no estaba seguro de nada. Donghae le motivaba a ser mejor persona y eso es todo lo que debía importarle.

En cuanto al modelo, éste estaba más hiperactivo de lo normal. Le habían llamado de la agencia de modelos, lo querían para un casting de un anuncio. Donghae no paraba de hablar sobre lo ansioso que estaba por empezar a trabajar.

-Hae, aún no sabes si te van a coger para el anuncio. Haz el favor de calmarte.

-Sé que no me debo hacer ilusiones peeeerooo…

Lo miró con ojos tiernos, como si fuese un perrito esperando recibir una chuche por haberse sentado. Era adorable, Hyukjae era débil a esa mirada.

-No es que no confíe en tu talento, está claro que eres un bombón- lo miró seductoramente, haciendo reír al menor- sólo que no quiero que te lleves una decepción.

-No me da miedo que no me cojan, me aterroriza más no intentarlo. Estoy aprendiendo a tomar retos y asumir derrotas, eso es lo que hacen los adultos, ¿no?

-Eso pregúntaselo a un adulto- lo abrazó por la espalda y lo tiró al sofá, cayendo él en lo alto.

-Tú eres un hombre de negocios

-Bueno, no estoy tan seguro de ser mucho más maduro que tú

-Has experimentado más

-En eso estamos de acuerdo- dijo moviendo sugerentemente sus caderas.

-No me refería a eso, pervertido- contestó con fingida indignación.

-¿Por qué no usas esa hiperactividad en algo más divertido?- sus caderas seguían moviéndose con insistencia.

-Eres insaciable, ¿lo sabías?

-Perdona, pero llevamos dos días, ¡DOS!, sin follar

-Sobrevivirás- dijo Donghae levantándose del sillón. Le gustaba dejarle con las ganas, se le quedaba una cara de frustración muy graciosa. Además, la espera merecía la pena, así se lo haría con más pasión.

-Hae… ¿crees que soy una mala persona?- su actitud juguetona había desaparecido, quedando sólo inseguridades.

-¿De nuevo con ese tema? No, no lo eres.

-Pero podría serlo

-Todos somos potencialmente malos. Ni siquiera creo que haya una persona que sea pura maldad. A veces hacemos cosas reprochables pero está en nuestras manos elegir ser buenas personas.

-Eso me tranquiliza- dijo con una sonrisa de agradecimiento.

-Deja de ser tan duro contigo mismo.

-Estar tanto tiempo al lado de KangIn me afecta

La mirada del modelo se ensombreció.

-¿Qué has hecho?

-No es algo que haya hecho, lo que me preocupa es lo que podría llegar a hacer… Prométeme que no te irás de mi lado.

-No tengo intención de hacerlo

-Me gusta quien soy cuando estoy a tu lado

-Puedo decir lo mismo- admitió el menor, besando los abultados labios del barman- Recuerda que no eres KangIn: jamás me enamoraría de alguien como él.

Aquellas palabras bastaron para calmar a Hyukjae.

-Estoy nervioso: en tres días es el concierto. Hae, por nada del mundo se te ocurra aparecer por allí, ¿entendido? Bajo ninguna circunstancia, júramelo.

-¿Qué es lo que temes?- preguntó con suspicacia.

-Las cosas se pondrán muy feas y no quiero verte involucrado

-Me estás asustando

Hyukjae suspiró.

-No puedo contártelo, Hae, pero no va conmigo si eso te hace sentir más tranquilo. KangIn se reencontrará con Jungsoo y la situación se puede ir de las manos.

-No hagas nada de lo que te puedas arrepentir

-Seré un mero espectador, eso puedo asegurarlo.

-No iré al concierto, pero te llamaré cada hora. Si no me contestas iré para allá. Así que, más te vale estar pendiente del móvil y no meterte en líos.

Hyukjae no estaba del todo conforme con ese trato pero veía determinación en la mirada ajena y ya sabía de sobra lo cabezota que era el modelo.

-¿Te jugarías tu futuro como fiscal sólo porque no te responda a una llamada?

-¿Cómo puedes pensar que podría quedarme tranquilo en casa sabiendo cómo están las cosas? No podré pegar ojo en toda la noche pensando que te podrían haber pegado un tiro. O a Heechul…-guardó silencio al recordar a su mejor amigo.

-Prometo contestar a todas tus llamadas. No dejaré que le pase nada a Heechul. Si las cosas se ponen feas haré que se encierre en mi despacho hasta que esté seguro de que no corre peligro.

-Eres un buen novio.

-Lo seré mejor cuando esta pesadilla acabe y deje de tener a KangIn merodeando por mi bar a todas horas. Quiero a ese tipo y a sus negocios bien lejos de mí.

-Pronto habrá terminado todo

-Eso espero

 

 

Jungsoo estaba de los nervios. Bueno, eso por decirlo suavemente. Los únicos que habían ido al ensayo el día anterior habían sido Sungmin y Yesung. Iba a estrangular al otro par como no se presentasen inmediatamente en el local. Le importaba bien poco que el ex novio suicida de Kyuhyun estuviese en el hospital: Yesung había estado ingresado y no faltó al ensayo. En cuanto a Heechul…

-¡¡¡TÚ!!!- Señaló con dedo acusador al batería, que entraba alegremente por la puerta- Más te vale haber tenido el mejor sexo de tu vida porque sino no te va a compensar el haber faltado al ensayo.

-No vi el mensaje

-No juegues con mi paciencia que es escasa. En tres días es el concierto y no hemos ensayado una mierda.

-Por favor, ¿a quién le importa? Sólo vamos a hacer covers de canciones que están más que escuchadas. A nadie le importan los gorgoritos de Kyuhyun. Si damos asco o no da igual.

-Agradezco tu opinión pero ¡¡¡toca la puta batería hasta que te salgan callos en los dedos!!!

A Heechul no le iban a amargar el día un par de gritos. Tuvo que morderse la lengua para no picar a Jungsoo. Algo había cambiado en su amigo y sospechaba que no era buena idea sacarle de sus casillas. Vio a Yesung dormir en el sofá roñoso, y se preguntó qué habría pasado entre él y Kibum para que estuviese durmiendo en el local.

-¿Y Kyuhyun?- cuestionó.

-De camino

Ni siquiera había notado la presencia de Sungmin, siempre callado y ausente, observando en un rincón. El cantante no tardó en aparecer, ojeroso y con un aspecto demacrado, como si hubiera envejecido diez años de golpe. Ensayaron, aunque ninguno parecía estar demasiado implicado en sonar bien. Jungsoo se iba a tirar de los pelos o a matar a alguien. La segunda opción era la más probable.

-Sonáis de pena

-Estamos cansados, Jungsoo, sé racional- trató de suavizar el ambiente Kyuhyun- Somos profesionales, lo haremos bien

-Exijo la excelencia, siempre. Los ensayos son importantes y nunca os lo tomáis en serio. Puede que haya gente importante en busca de nuevos talentos y más os vale hacerlo de lujo. No quiero ni una nota mala.

-Sino duermo mi voz se quiebra y no puedo alcanzar los agudos

-Tampoco es que seas el tenor principal de una ópera, relaja el ego- farfulló el guitarrista.

Para sorpresa de todos, Kyuhyun le ignoró completamente. Incluso el mismo Sungmin se asombró de que no surtiese efecto sus pullas; y eso lo enfadó notablemente.

-De aquí no se mueve nadie hasta haber tocado al menos una vez todo el repertorio.

No hubo más que decir. Cuando Jungsoo usaba ese tono no había quien le contradijera.

 

 

Sungmin estaba al acecho del cantante, como una gacela hambrienta. ¿Quién se había creído ese niñato para ignorarle? En cuanto tuvo ocasión de deshacerse del resto, lo acorraló.

-¿Ahora jugamos a ignorarnos?

Kyuhyun rodó los ojos. Lo que menos le apetecía en ese momento era un numerito del guitarrista. Estaban en mitad de la calle, ojos curiosos depositados en ellos y Sungmin a una distancia poco prudente de su cuerpo.

-Tómatelo como quieras, estoy cansado.

Trató de zafarse de su agarre, con escasos resultados.

-¿Vamos a tu casa o mejor en el local? Estos se han ido, o eso creo. Creo que a Yesung lo han echado de casa y ahora vive ahí.

-No vamos a ninguna parte juntos.

-Me gusta que te hagas el difícil pero no estoy muy paciente

-Que te entre en la cabeza; tú y yo jamás volveremos a acostarnos- sus cabezas estaban a escasos centímetros. Con suerte el cantante pudo esquivar el beso que pretendía darle el mayor.

-¿En serio prefieres al enclenque canadiense antes que a mí?

-No prefiero a nadie, sólo quiero dormir en mi cama sin que me acoses

-Eso no puedo prometértelo- dijo, lamiéndose el labio inferior

-¡Que me dejes!

El mismo Kyuhyun se sorprendió de su reacción. Había empujado a Sungmin, quien lo miraba entre sorprendido y furioso. Antes de que pudiese huir, el guitarrista lo tenía de nuevo acorralado.

-Acabarás suplicando que te folle- siseó con rabia.

-Eso no pasará

-Te apuesto que antes del Sábado te tengo con los pantalones bajados rogándome- esta frase la acompañó con una caricia poco sutil en su miembro. A pesar de separarle dos capas de ropa, podía sentir la mano del guitarrista agarrando con firmeza su miembro. A Sungmin le traía sin cuidado estar en mitad de la transcurrida calle, quería marcar lo que consideraba suyo- Acabarás cayendo.

Kyuhyun odiaba que el tipo estuviese tan seguro de sí mismo, pero se mantuvo firme. Al menos hasta que llegó a la seguridad de su casa, donde se tocó frenéticamente en la ducha. Odiaba el poder que ejercía Sungmin sobre él.

 

 

Kibum había vuelto esa misma mañana al ático. Para su sorpresa, no estaba allí el bajista esperándole con cara de arrepentimiento: eso le dolió. Se había concienciado en que lo vería, le gritaría hasta quedarse sin voz y quizás, sólo quizás, podrían reconciliarse. Pero no había barajado la posibilidad de que no apareciera.

-¿Huyendo de nuevo?

Cuestionó en voz alta, quizás con la absurda esperanza de que saliera de alguna parte en la que estuviese escondido. Inspeccionó cada rincón de la casa, que no era precisamente amplia, y se dio por vencido. Comprobó que en su móvil no había ningún tipo de interacción por parte del otro. Nada en absoluto. Enterró su cara en la almohada y gritó frustrado. Lo había vuelto a hacer, se había marchado con el rabo entre las piernas a dios sabe dónde. Sin embargo, sus cosas seguían en el mismo sitio que las dejó. Si se había propuesto empezar de cero en otra parte no tenía ningún derecho a dejar allí sus cosas, como un cruel recordatorio de que había pasado por su vida rompiendo sus esquemas. Metió toda la ropa, cartas, utensilios de aseo en una bolsa para tirarlo a la basura. O quizás lo quemaría todo. Pero no hice nada de eso, simplemente dejó la bolsa en una alejada esquina y la observó con cierta melancolía. Le ardía el pecho de la rabia. ¿Cómo se atrevía a abandonarle? Le había enamorado y luego lo había dejado sin ningún remordimiento.

-¿Por qué ibas a tener remordimientos? Ya lo hiciste una vez. Eres una persona horrible, Yesung… Jongwoon. Ni siquiera sé quién eres. Joder, estoy hablando sólo, ¡me estás volviendo loco!

Su móvil sonó, abalanzándose sobre él. Se sentía patético al albergar esperanza alguna de que fuese él.

-¿Diga?

-“¿Lo has echado de casa?”

Kibum rodó los ojos.

-Por supuesto que lo he echado, es un bastardo mentiroso- mintió, pero necesitaba conservar algo de dignidad.

-“Pues ahora está de okupa en el local de ensayo. Parece un alma en pena. Hazte cargo.”

Sin más, colgó, dejando al rapero con la palabra en la boca. De nuevo Heechul llamando sólo para darle órdenes. Se vistió con lo primero que tenía a mano, cogió las llaves del coche y condujo hacia el dichoso local. Se encontró con una escena bastante grotesca; el guitarrista acorralando al vocalista, quién parecía notablemente molesto de esa intrusión a su espacio personal. Deseaba que dentro no estuviese Jungsoo, no aguantaba a ese tipo. Cuando abrió se encontró el local vacío. ¿Y si Yesung había escuchado la conversación y se había ido? ¿Tan cobarde era en realidad? Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de unas bisagras oxidadas, las de la puerta del baño. El bajista lo miró sorprendido e incómodo.

-Si vas a irte ten al menos la decencia de despedirte- cruzó sus brazos, observando con recelo al mayor.

-¿Irme a dónde?

Parecía desconcertado.

-A dónde sea que vayas a huir. No quiero tus cosas en mi casa, puedes pasar a recogerlas cuando quieras.

-No voy a irme a ninguna parte, Bum. Tenía la esperanza de que pudiésemos arreglar lo nuestro- parecía dolido.

-Y, ¿por qué no has venido? ¿Por qué no me has llamado? ¿Por qué llevo más de 24h sin saber de ti?

-No tenía llaves ni dinero y se me gastó la batería del móvil. No quería esperarte en la puerta como un acosador, pensé que necesitarías tu espacio.

Parecía sincero, y Kibum estaba comenzando a flaquear.

-¿Has pasado la noche aquí?

-Sí. Por suerte estaba Sungmin ensayando por lo que pude entrar. Sino hubiese estado en la calle.- se hizo un incómodo silencio, ambos frente a frente incapaces de sincerarse- Kibum yo… Lo siento.

-¿Eso es todo lo que tienes que decir?- preguntó con acidez- Has tenido tiempo suficiente para pensar en algo mejor que decirme cuando me vieras, si es que realmente tenías pensado volver a verme…

-Lo siento en el alma, las cosas se han ido de control. No quería involucrarte

-¿Eso es lo que sientes, que me haya enterado de lo que hiciste?

-Sí, no, no sé. Tenía miedo de contártelo y que me dejases. Aprendo de mis errores, ya no soy esa persona. Hice algo horrible a una persona que no se lo merecía. Todos tenemos derecho a cometer errores y aprender de ellos, es parte del proceso de madurar.

-No, Yesung, lo tuyo no fue un error, fue un delito. Conducías bajo los efectos de a saber qué drogas y abandonaste a Ryeowook, quien estaba gravemente herido, sólo para salvar tu pellejo. Eres despreciable.

-Estaba asustado, se me fue de las manos. No era la primera vez que consumía tanto speed, la discusión me hizo enfadar y aceleré. Quería llegar pronto a su casa para dejarlo allí y zanjar la discusión. Me cabreaba sus celos enfermizos.

-Tú le hacías sentir inseguro con tus cambios de humor y tu desdén.

-¿Cómo sabes tú todo eso? ¿Has hablado con él?

-Sí, no sé de qué te sorprende. Merecía saber la verdad y no parecías muy por la labor de contármela. Eras un adicto que machacabas psicológicamente a tu pareja con tal de no admitir que tenías un problema.

-Nunca quise hacerle daño- dijo al borde de las lágrimas- Yo le quería, fue mi primer amor.

-Deja de excusarte, afronta lo que hiciste, admite que fuiste un ser despreciable que debería estar pudriéndose en la cárcel o en rehabilitación.

-Lo dejé, no he vuelto a consumir desde el accidente. ¿Sabes cómo me sentí al verle cubierto de sangre? No reaccionaba, pensé que estaba muerto. Había matado a quien más quería, no podía con el dolor- lloraba tan desconsoladamente que había comenzado a hipar. Parecía un niño temblando tras una regañina.

-Si así hubiese sido no tuviste las agallas de darle un entierro digno y velarle. Fuiste un egoísta, admítelo.

-No podía, no podía aceptar que estaba muerto por mi culpa. No podía verle en un ataúd. Y todo por una estúpida bronca.

-No, no fue la bronca, Jongwoon, fuiste tú colocado. Tú. Dilo.

-Sé que fui yo, ¡joder! Kibum, no te haría algo así jamás. Créeme.

-¿Qué me diferencia de Ryeowook? ¿Por qué a mí no me dejarías tirado y a él sí? Nadie se merece eso.

-No es eso, sólo que ya no soy el mismo. Estuve meses viviendo en la calle hasta dar con un piso barato donde vivir. Y, de repente, me llegaron cartas de Ryeowook y no sabía que pensar.

-No me das ninguna lástima, Yesung, ninguna.

-Pensé que no volvería a enamorarme hasta que te conocí. No me creía digno de tu amor y por eso no te lo conté. Quería empezar de cero también contigo.

-No me lo contaste para protegerte y guardarte las espaldas. En una cosa no te equivocas; no eres digno de mi amor. Crees que has madurado pero eres incapaz de afrontar las consecuencias de tus actos. Te escudas en mil excusas sólo porque eres débil.

-Te quiero. Lo siento- el llanto había disminuido de intensidad, mas no cesó.

- No puedo confiar en ti así que no puedo perdonarte y aceptar tus “te quiero”. ¿Sabes? Cuando amas a alguien no lo dejas morir sólo en una carretera. Deberías haberle golpeado el pecho, haberle dado oxígeno, gritado en busca de ayuda, cualquier cosa. Te hubieses quedado allí con él aunque hubieses acabado preso. Si yo fuese Ryeowook no me hubiese conformado con escribirte poemas, no: te haría sufrir hasta que tus disculpas fuesen sinceras.

-Puedo demostrarte que he cambiado, que soy mejor persona. Te quiero, Kibum, y eso no lo cambia mi pasado.

-No hay nada que puedas hacer más que afrontar las consecuencias de tus actos. Y te adelanto que será un infierno para ti.

Si en un principio tuvo alguna esperanza de volver a estar con Yesung, se había mentido a sí mismo. No podía ni mirarle a la cara sin sentir repulsión. Se dispuso a marcharse del local pero su voz lo retuvo.

-Te quiero, sería capaz de morir con tal de demostrártelo.

-Pues muérete- aseveró con frialdad, sin dignarse a mirarlo. No podría contener sus lágrimas por mucho más tiempo, por lo que salió sin mirar atrás.

Yesung observó cómo se marchaba el rapero, mudo por el dolor. Había sonado tan real… Lo quería muerto. Y quizás no merecía otra cosa. Se sentó en el sofá, llevándose las manos a la cabeza y volvió a llorar desconsoladamente. Acababa de perder lo único bueno que conservaba en su vida.

 

 

KangIn había tenido un día de resaca y arrepentimiento. No debió beber tanto ni sincerarse con el barman. Se había visto vulnerable y aquel era un lujo que no podía permitirse como jefe de la mafia. Debía aparentar frialdad, fingir no tener escrúpulos con tal de que le temieran. Había quedado como un patético borracho ante Hyukjae. Sin embargo ni el dolor de cabeza ni el arrepentimiento le habían servido como escarmiento. Ahí estaba de nuevo, vigilando desde la lejanía a Leeteuk. Parecía furioso, más iracundo de lo normal. Quizás él también estaba nervioso por el viernes. Jungsoo, aunque siempre había sido temperamental y un poco temerario, solía tener más autocontrol. Ahora parecía un matón violento, un descerebrado al que habría usado como camello. No, aquel no era el tipo inteligente y taimado que había conocido y del que se había enamorado. No sabía qué había cambiado en él pero se figuraba que algo tenía que ver con su nueva compañía, ese chino trajeado al cual seguía a todas partes. Si su gusto por los hombres no había variado debía ser un tipo tan poderoso como peligroso. Debía averiguar quién era ese tipo y qué se traía entre manos.

 

 

Hangeng podía ser muchas cosas pero estúpido no era una de ellas. Sabía que ZhouMi estaba actuando extraño por lo que mandó a uno de los suyos para que lo siguiera. Temía que estuviese pensando en traicionarlo pero, para su sorpresa, se encontró con una tierna imagen: el asesino y la puta, todo un clásico. Aunque no le molestaba que su mano derecha desfogase con algún chico de vez en cuando, había pisado terreno prohibido. Sabía que Heechul no era un problema, pero no le agradaba que hubiese escogido de amante a un tipo que había trabajado para la Kkangpae. A pesar de todo, actuó con naturalidad cuando llegó al karaoke. A ojos de cualquiera parecería estoico pero Hangeng podía oler su miedo.

- Hěn gāoxìng jiàn dào nǐ. Nǐ bù zài huā shíjiān zài kǎlāokle (es agradable verte. Ya no pasas tiempo en el karaoke)

ZhouMi tragó saliva. Conocía ese tono de voz y no auguraba nada bueno.

- W’ yīzhí zài kàn kāng “n (he estado vigilando a KangIn)

- Shuōhuǎng!!! Bùyào wàngjì w’ de zhìlì (¡¡¡Mientes!!! No te atrevas a insultar mi inteligencia)

- Xīchè méiy’u rènhé zuì'è gǎn (Heechul no tiene culpa de nada)- por primera vez se mostró abiertamente asustado. Sabía que su jefe era capaz de todo.

- Zhōumi, nǐ zhuì rù àihé ma? (¿Te estás enamorando, ZhouMi?)- fingió estar conmovido por tan emotiva noticia.- Zài w’men de zhíyè zhōng, méiy’u gǎnqíng de yúdì (en nuestra profesión no hay cabida a los sentimientos)

- Háng“ng, qǐng bùyào duì tā zuò rènhé shì (Por favor, Hangeng, no le hagas nada)

Cuando quiso darse cuenta tenía una pistola en la sien.

- Nǐ bù gěi w’ dìngdān, Zhōumì (tú no me das órdenes, ZhouMi)- disfrutaba al ver el miedo en los ojos de su subordinado.- Rúgu’ w’ yuànyì, w’ huì shāle nǐ.  Nǐ bù fúcóng w’, nǐ yīnggāi shòudào chéngfá. Suīrán nǐ yīzhí shì zhōngshí de g’u, su’yǐ w’ huì shì réncí de (Os mataré si quiero. Me has desobedecido y mereces un castigo. Aunque siempre has sido un perro fiel así que seré benevolente)

- Xièxiè (gracias)

- Sānshí biāndǎ hòu gěi tāmen (dámelas después de los treinta latigazos)

Sonrió burlón. Más le valía aprender la lección a base de golpes o, la próxima vez, acabaría muerto junto a su nuevo amante.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

CANCIONES

Título del capítulo (Slipknot - The Devil In I): (2) Slipknot - The Devil In I [OFFICIAL VIDEO] - YouTube


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