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Real wild child por Karmilla46664

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El ambiente era tenso en el gélido hospital. A pesar de estar en el pasillo, Kyuhyun podía escuchar los gritos en la habitación, confirmándose a sí mismo que fue una terrible idea llamar a sus antiguos suegros. La voz que sobresalía por encima del resto era la del padre de Henry. El cantante tenía ganas de entrar ahí y echarles a la fuerza. Todo lo que se oía eran insultos sobre la sexualidad de su hijo como culpable del intento de suicidio. Estaba a punto de levantarse y entrar cuando la puerta se abrió. Salió su hermana, ojerosa y con un “lo siento” escrito en la mirada.

-No pensé que el reencuentro con mi hermano sería de esta forma- suspiró abatida- postrado en una cama tras intentar quitarse la vida.

-Yo tampoco creí que llegaría tan lejos. La vida no nos prepara para este tipo de situaciones. Estaba desesperado, pensé que su familia debía saberlo pero ahora me arrepiento.

-Mis padres son muy religiosos: piensan que cualquier desgracia que pueda pasarle a mi hermano es por su homosexualidad. Les he intentado hacer entrar en razón pero mi padre es terco como una mula. Sin embargo, mi madre ha echado tanto de menos a Henry que lo único que quiere es que vuelva a casa. Se lo van a llevar a Canadá, Kyuhyun.- le dedicó una mirada significativa, casi como si quisiera leer el rostro ajeno.

-Y, ¿qué pretenden hacer? ¿Llevarlo a seminarios religiosos para “curar” su sexualidad? ¿Rociarle de agua bendita para sacar el demonio que lleva dentro y le incita a suicidarse? Lo vais a matar, si lo lleváis a Canadá a la fuerza va a empeorar.

-Mi hermano es más fuerte de lo que piensas

-¡NO! Tu hermano tiene una depresión tan enraizada que apenas puede levantarse de la cama por las mañanas. Lleváis años sin preocuparos de él, no sabéis en qué estado está. ¿De verdad creéis que conseguiréis algo obligándole a volver? Esa no es su casa, ahora su hogar está aquí conmigo. Dile a tu padre que su hijo es maricón, que lo acepte de una puta vez. Luchar contra eso sería luchar contra sí mismo, sólo conseguiréis que se tire de un quinto piso.

-Sé que quieres protegerle, Kyuhyun, pero mis padres también a su extraña manera. No estoy justificando a mi padre, es sólo que…

-Lo estáis condenando- la cortó con voz ahogada- Haz que tus padres entiendan que lo mejor para él ahora mismo es que vuelva al centro psiquiátrico. No podéis obligarle a irse, es un adulto.

-Mis padres han firmado un informe psiquiátrico en el que incapacita a Henry de tomar sus propias decisiones. A partir de ahora será como si fuera un menor de edad conflictivo al que tienen que vigilar constantemente. Lo siento, yo tampoco estoy de acuerdo con todo esto.

El más joven se llevó las manos a la cabeza, intentado ocultar su rostro cubierto de lágrimas. Había deseado incontables veces que Henry se fuera de su vida, pero aquella no era la forma ni el momento. Henry no estaba incapacitado, sólo enfermo. Sabía que la culpa no era de su hermana pero no podía evitar culparla internamente por su pasividad cómplice. Henry llevaba razón al haberse puesto histérico tras saber que había llamado a sus progenitores; ni de lejos se imaginaba que una situación como la que acontecía. Tomó una gran bocanada de aire y se decidió a entrar a la habitación. Fue recibido por la mirada condescendiente del padre, que levantó su mano derecha con intención de golpearle. La bofetada no tardó en desestabilizarle, aunque sentía que se lo merecía.

-No la tomes con Kyu, es mi culpa, ¡mía!- chillaba fuera de sí el extranjero.

-¡Este desviado te ha hecho esto! Mírate, no te reconozco- gritaba, por su parte, el padre de éste.

-No podéis llevarme, soy adulto- su voz apenas era entendible debido al nudo de su garganta por las lágrimas contenidas.

-¡Eres la vergüenza de esta familia!

-Fuera- susurró con un hilo de voz- Fuera de aquí, no quiero que os acerquéis a Henry en lo que queda de vuestras miserables vidas. Antes tendréis que pasar por encima de mi cadáver.

El padre hizo gesto de volver a golpear a Kyuhyun pero su esposa lo detuvo.

-No hagamos más escándalo o vendrá seguridad

-Escúchame bien, degenerado: mi hijo se viene con nosotros y ni tú ni nadie podrá impedírnoslo.

Aquello fue una sentencia que selló el destino del canadiense. Las siguientes horas fueron confusas y dolorosas, un coro de llanto y gritos por parte de los ex amantes, que se aferraban al otro desconsolados. No se puede decir que Kyuhyun no intentara por todos los medios retener a su ex, pero legalmente estaba bajo custodia paterna y no podía hacer nada contra eso. La despedida, si es que se puede llamar así, fue un abrazo en medio de un forcejeo entre Henry y su progenitor. Al extranjero apenas le salía la voz cuando fue llevado a la fuerza al interior del coche familiar. Se miraron a través de la luna del coche, empequeñeciéndose a medida que se alejaban en direcciones opuestas. Un sentimiento de derrotismo se había apoderado de la noche, calando ese sentimiento hasta el rincón más profundo de sus almas.

 

 

Después de meses, la élite de los inadaptados se encontraban reunidos en el diminuto ático del rapero. Bajo las inflexibles órdenes de Heechul, los amigos habían ido sin avisar a casa de éste para sacarlo de su retiro auto impuesto. Kibum lucía desaliñado y con una notable falta de higiene personal; desde lo ocurrido con el bajista no lograba levantar cabeza.

-Apenas duermo- confesó sin mirar a su mayores- estoy en una espiral de bebidas energéticas para mantenerme despierto y pastillas para intentar dormir. Vivo con constante ansiedad, la cabeza me va a mil por hora y no sé qué hacer para callarla. Quiero terminar con esto.

-No digas eso ni en broma- aseveró Siwon tomándole por los hombros.

-No me refería a quitarme del medio- le tranquilizó esbozando una sonrisa- sólo quiero dejar de pensar, silencio. Cuando consigo dormir tengo pesadillas con Yesung. Si como algo lo vomito. No sé qué hacer, me siento engañado y usado. Tenías razón, no es una buena persona.

Su mejor amigo lo abrazó, aunque más bien fue Kibum dejando caer todo su peso contra el pecho del más alto.

-Tienes que comer algo… No puedes estar así por mucho más tiempo, te vas a volver loco.

-Donghae, ya estoy loco. Estoy tan desquiciado que no sé si quiero darme de cabezazos contra la pared o estrangular a Yesung…

-¡Basta, se acabó! Aquí el dramático soy yo, no intentes quitarme protagonismo. Ahora mismo vas a ducharte, como si tengo que meterte a la fuerza bajo la regadera. Siwon, pide algo de comida china. Donghae, recoge este desastre- Heechul tomó aire y miró con ojos de comprensión al que era como su hermano pequeño- Vamos a recomponer tu vida, ¿de acuerdo? Vales más que todo esto, te mereces ser feliz, pequeño.

-¿Por qué a mí? ¿Es por burlarme del amor?

-Ya te lo dije, quienes se ríen del amor acaban enamorados- trató de bromear el modelo, sacando una media sonrisa a su amigo.- Vamos, te sentará bien una ducha, y nuestros olfatos lo agradecerán.

-Quédate a dormir esta noche- suplicó agarrándole por la muñeca. Los otros dos contemplaron a Siwon, quien se había quedado pálido

- No me pidas eso.

-Te necesito- volvió a insistir Kibum- y ya sabes cuánto odio dormir acompañado. Necesito a mi mejor amigo.

Viendo la cara de frustración y el debate interno que debía estar teniendo Siwon, el mayor arrastró a Kibum al baño.

-¿Vas a quedarte?- cuestionó Donghae tras varios minutos de sepulcral silencio.

-No puedo decirle que no, no a Kibum.

El otro asintió conforme con la respuesta. No le parecía bien que el rapero se aprovechara de la bondad del modelo pero la amistad de esos dos siempre había escapado de su comprensión.

Kibum salió del baño tras media hora: se había afeitado, recortado el pelo y las uñas además de haberse duchado y lavado el pelo. Heechul lo contemplaba como si hubiera restaurado una antigualla sacada de un vertedero. Debía reconocer que, a pesar de la negatividad que arrastraba el joven seguía conservando su habitual belleza.

-Hemos tenido una charla de pasivas ahí dentro.

Donghae no pudo evitar soltar una carcajada.

-Ilumínanos con tu sabiduría, oh gran Kim Heechul.

-No te burles o cuento los jueguecitos pervertidos que haces con Hyukjae- le amenazó el mayor, silenciando por completo al otro- Le he explicado que el primer amor siempre duele, como el primer desgarro anal.

-Eres todo romanticismo- ironizó el modelo.

-Al principio duele, sí, pero eso abre camino a nuevas y mejores pollas.

-No lo estás arreglando

-Lo que quiero decir es que esto es una experiencia de vida más, ahora tiene que aprender a no regalarse al primer chico sexy que vea y se tome las cosas con calma.

-Espera un momento, ¿qué sabes tú del amor y de tomarse las cosas con calma?

Heechul sonrió tímidamente ante la pregunta de Siwon, aunque trató que no se le notara.

-Digamos que estoy cambiando

-¿¡Estás saliendo con alguien!?- gritó Donghae, que casi se atraganta con el arroz frito.

-Tú, me ofende que te sorprendas. He pasado los treinta, ya es hora de que asiente cabeza. Además, está muy bueno.

Mientras que hacía un monólogo sobre las virtudes de su enamoramiento, Siwon no podía evitar estar pendiente del dueño del ático, quien tenía la mirada ausente en el plato de tallarines.

-Me quedo esta noche contigo- le susurró para que sólo él pudiera escucharlo.

-Sabes que no te lo pediría si no estuviera mal.

-Lo sé- afirmó el mayor con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

-¿Ryeowook…?

-Lo entenderá- fue todo lo que dijo.

Las horas pasaron en un suspiro. Los cuatro amigos habían conseguido restaurar la calidez en el ático, sacándole carcajadas a Kibum después de días hecho un mar de lágrimas. El único desorden que quedaba eran las botellas de soju y los envases vacíos de esa misma noche. Al alba, los amigos se despidieron, dejando al rapero y al modelo solos. De nuevo se había enrarecido el ambiente, pero un oportuno hipido por parte del menor hizo que las risas volvieran a brotar de sus gargantas.

-Creo que hemos bebido demasiado

-Sí, demasiado poco. Tomémonos la última antes de irnos a dormir.

-Kibum, estás borracho

-Vamos, sólo un poco más…-arrastraba las palabras acompañándolas con una expresión tierna que derritió al mayor.

-Vale, pero sólo una ronda más. Como siga bebiendo voy a acabar diciendo cosas que no debo.

-Cosas, ¿cómo cuales? ¿Tienes secretos?- le picó el menor levantando las cejas.

-Todos tenemos secretos.

-No nosotros

El modelo suspiró. Kibum lo observaba tras la botella, divertido por la idea de que guardara secretos.

-En primaria le pegué una patada en el estómago a un niño que me caía mal- confesó compungido el mayor, robándole una carcajada a su interlocutor- ¡No te rías! Aquel niño no hizo nada para merecerlo y encima lo tumbé.

-Eso no es un secreto jugoso. Además, tu delito ha expirado. A ver, déjame que piense- se llevó un dedo a los labios de forma inconsciente aunque a Siwon aquel gesto se le antojó sexy- ¿Qué es lo más guarro que has hecho con Ryeowook?

-No pienso contarte mis intimidades

-¿Por qué no?- preguntó escandalizado como si aquella pregunta no estuviera fuera de lugar.

-Porque esa información no te interesa

-Apuesto a que habéis follado un total de tres veces

-¿Qué te hace pensar que no lo hacemos?- Siwon parecía molesto, entrando en el juego del menor- Tenemos una vida sexual muy satisfactoria.

-No sé, es que sois tan…asexuales. No os imagino haciéndolo

-¡Gracias a Dios!

-Siwon, ¿alguna vez te desatas? ¿No te entran ganas de arrancarle la ropa en cualquier baño público y follarlo sin compasión?

Al mayor se le subieron los colores. Ellos no hacían esas cosas, eran una pareja tradicional. Ryeowook era bueno en la cama, pero sólo en ella. Cualquier momento subido de tono fuera de ese espacio era motivo de desagrado. No tenían arranques de pasión, ni muestras excesivas de deseo en sitios poco apropiados. Por algún extraño motivo Kibum había magullado su ego. Ellos eran pasionales a su manera.

-No son sitios para hacer ese tipo de cosas

-Pues a mí me la chupaste en el baño del bar de Hyukjae

Hacía rato que la charla había excedido el límite de lo conveniente, pero aquello fue la guinda. Siwon no sabía qué contestar a eso.

-Aquel día estábamos colocados de MDMA- trató de recuperar lo poco que quedaba de su orgullo.

-¿Me estás diciendo que no has sentido un irrefrenable deseo de coger a Ryeowook y masturbarle en un bus medio vacío? ¿O que no te lo follas frente a un espejo para que vea su cara de vicioso?

Siwon estaba acalorado, abochornado, y la culpa no era del soju que había bebido de más. No. Por su cabeza asomaban imágenes muy explícitas de él en esas situaciones…aunque protagonizadas por el hombre que tenía enfrente.

-Con él no me salen hacer ese tipo de cosas, llevamos poco tiempo.

-¡Pero si al comienzo es cuando más fogosa es la relación! Reconócelo, el sexo es aburrido.

El modelo lo miró soplando aire por su nariz. Aquello lo estaba cabreando.

-¿Insinúas que no lo hago bien, que no soy pasional?

-Tranquilo, sé de sobra de lo que eres capaz- bromeó sin un ápice de inocencia.

-Pues deberías callarte antes de suponer cosas sobre mi relación.

-Lo único que digo es que Ryeowook parece del tipo tímido y tú necesitas alguien que prenda tu fuego interno.

-¿Alguien como quién?

-Alguien como yo.

Siwon se abalanzó sobre su cuerpo. Estaba fuera de sí. Jamás había sido infiel a ninguna de sus parejas pero, ahí se encontraba, besando y acariciando cada centímetro de la piel de su mejor amigo. Kibum gemía ido, luchando porque el aire llegara a sus pulmones: no se habían quitado la ropa y ya tenía ganas de correrse. Había jugado sucio, había sido egoísta, pero quería sexo por despecho y el modelo estaba a mano. Ya tendría tiempo para los arrepentimientos y la auto flagelación, en ese momento sólo quería ser brutalmente embestido contra su punto G. La ropa volaba por todas partes, y sus cuerpos se enredaban en una danza de brazos, piernas, bocas, y genitales rozando el estómago ajeno. El más mínimo roce les hacía gemir, llevaban tiempo sin sentirse así ninguno de los dos. Kibum se incorporó con torpeza y tiró del mayor. Avanzaron como pudieron por la habitación hasta que la espalda del más bajo fue golpeada contra su escritorio. Como si fuera más ligero que el viento, Siwon lo alzó sin esfuerzo sentándolo sobre el mueble. Bajó por el pecho lampiño de su amante, dejando un rastro de saliva y culpa. Acarició con la punta de su nariz el camino de vello que descendía desde el ombligo hasta los genitales del menor, que jadeaba por la anticipación. Mirándole a los ojos con deseo contenido, se puso de rodillas y rezó a la lujuria engullendo por completo el falo de Kibum. Éste marcaba el ritmo agarrando con fuerza los castaños mechones del modelo, quien acariciaba a su vez la entrada del palpitante ano de su compañero. Quería demostrarle lo buen amante que era, tatuar en su piel morena toda la pasión que le profesaba. Sabía que Kibum estaba al borde del orgasmo, por lo que introdujo de golpe dos dedos, embistiéndole sin compasión hasta hacerle llegar en su boca. No paró de darle placer hasta que se hubieron disipado las últimas oleadas de orgasmo. Podía sentir la palpitante polla de Kibum en su boca, y eso lo excitaba más que cualquier cosa. El rapero se puso en pie, con las piernas temblorosas, y comenzó a masturbarle. No tenía muchas ganas de alargar más los preliminares, pero le debía una paja de cortesía antes de exigirle que le follara. Siwon parecía conforme, más que conforme su mirada perdida le indicaba que aquellas manos lo estaban llevando al séptimo cielo. Como pudo, lo tomó de la cintura y, tras un beso apasionado, lo arrastró hacia el baño. El rapero no sabía muy bien qué pretendía hasta que fue empujado con violencia hasta quedar su rostro pegado al espejo del baño. Sonrió de medio lado, encantado con lo que se venía. El modelo apuntó con su miembro y se dejó caer, siendo devorado por el interior del más bajo. Agarrándolo por los hombros y cruzando miradas a través del espejo, comenzó un movimiento fiero y certero que hizo gelatina las piernas del pasivo.

-Estabas deseando tenerme así, ¿verdad?

Siwon lo besó, no quería escucharle hablar. Si había reunido el valor de cometer aquella locura aún a riesgo de echar por la borda su relación con Ryeowook no era para escuchar las burlas del más joven. Sus bocas se separaron ya que los jadeos se acumulaban en sus gargantas. Azotó con fuerza las nalgas de Kibum quien se sorprendió pero no por eso lo disfrutó menos. Siwon se había tomado muy enserio la tarea de demostrarle cuán pasional y espontáneo podía ser, y él se dejaba hacer con gusto. Sintió una firme mano asiendo su miembro. El modelo gemía en su oído palabras inconexas, tratando de no aminorar el ritmo de las embestidas en lo más mínimo. Se observó a sí mismo, sudoroso y con los ojos vidriosos por el placer. Trató de no cerrar los ojos cuando un hormigueo le recorrió la espina dorsal y acabó corriéndose escandalosamente en la mano de su amigo, manchando los azulejos del baño. Siwon sonrió orgulloso, dejándose llevar él también.  Ya estaba hecho; cuando los últimos coletazos de orgasmo disiparon esa neblina de lujuria que había en su mente, se dio cuenta de lo miserable que se sentía. Había pensado que si lo hacía con su amor platónico sería una experiencia mística pero la realidad es que estaba cubierto de fluidos y su voz interna gritándole que se había comportado como un capullo. Uno de los mayores temores de Ryeowook era la infidelidad, porque Yesung le había hecho sentir inseguro en ese aspecto, y ahora era él quien cumplía el mayor temor de su pareja. Salió del interior de Kibum, quien había restaurado su habitual sonrisa pícara. Había satisfacción en su mirada, como si hubiera recuperado parte de su identidad. No hubo besos ni charla post coital, sólo una ducha tensa en la que ambos se habían sumido en sus propios pensamientos. Cuando Siwon se dispuso a meterse en la cama del rapero, este lo miró con incredulidad.

-¿Qué haces?

-Acostarme.

-Ya sabes que no me gusta dormir acompañado.

Si le hubieran hecho una radiografía al mayor se hubiera visto como su corazón se hacía añicos. Aquel fue el momento justo en que la imagen idealizada que tenía de Kibum se evaporó, dejándolo indefenso y con el corazón roto.

-Me dijiste que me quedara a dormir.

-En realidad me siento mucho mejor, y me has dejado agotado. Creo que dormiré del tirón.

Siwon se incorporó y se vistió furioso. Buscó sus zapatos que estaban desperdigados debajo de la cama. Con el poco amor propio que le quedaba, se plantó frente al rapero e intentó conservar algo de honor.

-Si esto era lo que querías desde un principio podrías habérmelo dicho y habernos ahorrado el teatro. Dices que te sientes engañado y usado por Yesung pero no te has parado a pensar ni por un instante cómo me hace sentir todo esto. Sois tal para cual, en realidad os merecéis el uno al otro. Vuelve con él y dejadnos en paz a Ryeowook y a mí. No quiero saber de ti, eres el ser más egoísta y despiadado que he tenido la desgracia de conocer. Me has usado aprovechando que siempre he sentido algo más que amistad por ti. Eres cruel, ojalá no haberte conocido.

Y se marchó, dejando con la palabra en la boca a Kibum, quien se había dignado a mostrarse arrepentido. En su fuero interno creía que el amor que sentía Siwon era incondicional pero hasta él mismo se había dado cuenta de que lo había empujado al límite. Las palabras del que había sido su fiel amigo le taladraban el cerebro. Puede que sí se mereciera a Yesung, puede que fuera tan miserable como él. Marcó el número de su ex y dejó marchar la última gota de dignidad que albergaba.

 

 

Quedaba tan sólo un día y medio para el concierto, y Jungsoo no sabía cómo gestionar todas esas emociones que le estrangulaban. No podía dormir, estaba irascible y los nervios le provocaban nauseas. Había tratado de enfocarse en la música, sin embargo el humor general de los miembros era bastante deprimente. Excepto Heechul, que por primera vez desde que lo conocía mostraba una actitud relajada y risueña. Tenía los dedos engarrotados de tanto tocar el teclado, necesitaba desesperadamente desconectar de todo y no sabía cómo. Sungmin estaba distante, cambiado, no sentía la misma complicidad que solían tener, así que no le apetecía tomar un té con él. El único amigo que consideraba verdadero era el batería, y sin embargo había resultado ser una rata mentirosa que había trabajado para KangIn. Lo más parecido a un amigo que tenía era el jefe de la Tríada, que le observaba con una sonrisa que no llegaba a sus ojos atigrados.

-Mi querido Lì Tè- aquella voz le provocaba escalofríos, aunque no sabía si de excitación o de pánico- Se me ha ocurrido una forma deliciosa de aniquilar a KangIn.

Se había acercado por su espalda, rozándole sutilmente el brazo. El chino sabía cómo erizarle los sentidos, cada roce, cada gesto era como una descarga eléctrica para él. Tragó saliva intentando soltar el nudo que se le había formado en la garganta.

-Ya hemos hablado de esto: un disparo limpio y se acabó. No quiero alargar la situación.

- Los chinos inventamos el Lin Chi; la muerte de los mil cortes- continuó Hangeng, haciendo caso omiso a las palabras de su súbdito-  Lo que hacían eran empezar a cortar lo innecesario: la carne, el pecho y el culo, y eran capaces de mantenerte con vida hasta que eras poco más que un corazón latiendo.

Zhoumi, que se había quedado al margen de la conversación, ahogó una arcada; aún se le venían recuerdos muy vívidos como el olor metálico de la sangre o los alaridos desesperados de un jefe de la Yakuza que cabreó al chino equivocado. Jungsoo miró con asco al líder, quien sonreía tranquilo como si no acabara de describir la cosa más nauseabunda que se le pudiera ocurrir a un ser humano.

-No- tan sólo una palabra, una sílaba, que le había costado horrores pronunciar. Se le había secado la garganta ante aquella barbaridad.

-También puedes ponerle ratas en el estómago y taparlas con una olla a la que le darías calor. Los bichos, al intentar huir, arañarían la piel hasta llegar a sus entrañas y devorarlas. Los españoles no son de mi agrado pero hay que reconocerles el mérito en cuanto a torturas inventadas por la Santa Inquisición.

-NO, ¡BASTA!- bramó el coreano, pálido- No pienso cebarme con KangIn. Me da igual cómo hagáis las cosas en China o las torturas de los europeos, la Kkangpae es de muertes limpias y efectivas.

No había caído en su error hasta ver cómo la cara de Hangeng iba mutando músculo por músculo a una mueca de rabia. En menos de dos segundos lo había agarrado del pelo y golpeado su cabeza contra la pared del despacho.

-¿Estás insinuando que sigues siendo fiel a la Kkangpae?

Jungsoo pensó que se echaría a llorar en ese instante. Era un hombre fuerte, bien podría haber un empate cuerpo a cuerpo contra el chino, pero estaba paralizado.

-Yo no…

-Creo que debo recordarte a quién perteneces. ¡Zhoumi!Zh”nbèi zh“ngqì yù (prepara el baño de vapor)

A punto estuvo de negarse a la orden de su jefe, pero ya había desobedecido una vez y su espalda seguía en carne viva. Miró con lástima al coreano, que les observaba a ambos con pánico en los ojos.

-Hangeng, por favor, me he equivocado, llevo días sin dormir y…

-¡Silencio! A no ser que quieras probar en tu propia carne alguna de las torturas nombradas- el teclista se mordió el labio. No sabía qué le había dicho en chino a ZhouMi, pero se figuraba que nada bueno. Fue arrastrado hasta lo que parecía una sauna, por lo que miró sin comprender al otro- Entra- se aferró al brazo del chino pero éste se deshizo del agarre y lo empujó de una patada hasta el interior del cubículo. Cerró la puerta y se observaron a través del cristal- Quánlì yǐ fù(a máxima potencia)

Éste hizo caso sin rechistar, viendo cómo Jungsoo se asustaba al notar el denso vapor. Hangeng observaba el espectáculo por la pequeña ventana de la puerta, aunque pronto se empañó. Se escuchaba al coreano golpear con todas sus fuerzas, sus alaridos ahogados por los gruesos muros.

-Hangeng, nǐ yào shāle tā (Lo vas a matar)- hizo el amago de detener el flujo de vapor ardiente, pero su jefe lo detuvo.

- Zài duō yīdiǎn, tā hái méiy’u xuéhuì shéi qiàn zhōngchéng (un poco más, aún no ha aprendido a quién le debe lealtad)- Los golpes se iban haciendo cada vez más leves, hasta desvanecerse. ZhouMi miró a su jefe esperando su orden, pero éste miraba impasible la ventana empañada. Durante lo que le pareció una eternidad se quedaron así, en silencio, hasta que con una mirada lo dijo todo. El más joven detuvo la máquina y, con rapidez, abrió la puerta y se adentró al cubículo sin importar el bofetón de aire caliente. Jungsoo se había desmayado y su piel estaba roja. Lo sacó en brazos y lo llevó al baño, donde lo tumbó en el suelo. Tomó unas toallas y las humedeció para envolver el cuerpo del coreano. No sabía si Hangeng les había seguido, o si le castigaría por socorrerle, pero había actuado por instinto. -Ràng tā kāngfù, tā bìxū quánlì shā sǐ Kāng“n (haz que se recupere, tiene que estar en plenas facultades para matar a KangIn)

La voz de Hangeng lo sobresaltó. Se giró para ver a su jefe, quien sonreía de una forma que le enfermaba. Aquel tipo era un sádico y, si por él fuera, lo habría matado hace años. Se sostuvieron las miradas retadoramente, pero tuvo que apartar la vista al escuchar los gemidos quedos del convaleciente.

-Agua- susurró con voz ronca.

ZhouMi no tardó el ahuecar sus manos y llenarlas de agua para que pudiera beber. Jungsoo se incorporó como pudo y observó al líder de la Tríada, que estaba apoyado en el marco de la puerta del baño con los brazos cruzados.

-¿A quién le eres fiel, Lì Tè?

- A ti- aseveró en apenas un hilo de voz.

Hangeng se adentró en el baño con un par de zancadas y se acuclilló frente al coreano, arrugando su siempre impoluto traje hecho a medida. Alargó un brazo, haciendo que el doliente cerrara los ojos con miedo.

-Buen chico- le animó, revolviéndole el pelo. Dejó caer su mano hasta depositarla en el antebrazo de Jungsoo, apretando con más fuerza de la necesaria. Entre el agarre y las quemaduras no pudo evitar que un par de lágrimas de dolor cayeran por su rostro- Esto es una advertencia, la próxima vez no seré tan benevolente.

Se levantó con gracia y se estiró el traje intentando que no quedaran pliegues en la zona de los muslos. Se acercó peligrosamente a ZhouMi, mirándose a escasos centímetros, y se marchó. Fue justo en ese momento cuando el coreano supo que había vendido su alma a la persona que podría hacer sombra al mismísimo diablo.

 

 

Por primera vez en su vida, Donghae se sentía seguro de sí mismo. Quizás fuera por el traje de alta costura, o porque Hyukjae lo observaba sonriente junto a la mesa del cátering, pero se sentía pletórico. El flash de la cámara, lejos de intimidarle, le hacía sentir como un idol. En ese estudio de fotografía de la compañía de modelaje, no había mirada que no estuviera puesta en él. Era como si hubiera nacido para ello, a pesar de seguir con la firme idea de continuar sus estudios de Derecho. Seguía las instrucciones del director, posando con la seguridad que le había proporcionado su experiencia como modelo artístico en la escuela de arte. El tiempo se le pasó volando, entre maquillaje, vestuario, flashes y comprobación de cómo habían quedado las fotografías. Se despidió del equipo con una reverencia y palabras amables.

-No te reconocía. Estabas tan… tan…- al barman no le salían las palabras pero esa sonrisa de orgullo y sus pupilas dilatadas lo decían todo.

-No sé cómo agradecerle a Siwon esta oportunidad.

-Ey, que el mérito es tuyo. Mírame, soy muy atractivo, pero no me sentiría con la confianza suficiente de hacer lo que tú haces. Eres genial.

Donghae le dedicó una sonrisa radiante, y el otro lo miró embelesado. Apenas quedaba rastro del joven asustadizo e inmaduro que conoció meses atrás. Se había convertido en un hombre independiente y seguro de sí mismo, con las cosas claras y una meta en la vida.

-Vamos, te invito a comer algo, estoy de buen humor.

-¿Me vas a llevar a comer carne?

-La verdad es que había pensado en ramen en algún puesto de barrio. Con eso de la matrícula apenas me queda dinero- se rascó la cabeza avergonzado por no haber caído en eso.

-No te preocupes, tu sugar daddy te invita- le guiñó un ojo, provocando que el modelo se ruborizara.

-¡No digas esas cosas en público!- una lluvia de manotazos cayó sin piedad sobre el brazo de Hyukjae, quien reía por la adorable agresividad del otro.

Caminaron en silencio por las transitadas calles. Ambos estaban deseosos de tomarse de la mano como cualquier pareja, pero debían conformarse con sutiles roces de sus dedos. El barman no quería otra cosa que esa tranquilidad conyugal. Despertar al lado de Donghae, ir a trabajar al bar, descubrir grupos locales y volver a casa con la certeza de que el día sería menos malo con ese compañero de vida. En ocasiones fantaseaba con la posibilidad de vender el bar y mudarse a la otra punta del mundo, lejos de KangIn y de todo lo que suponía estar en su punto de mira. El concierto sería al día siguiente y la verdad es que estaba temeroso de lo que pudiera pasar. El pub no contaba con una salida de emergencia y, para acceder, debías bajar por unas angostas escaleras. En caso de que tuviera que evacuar el bar si las cosas se ponían feas, podría haber heridos si se producía un atasco en las escaleras. ¿Mataría KangIn a su ex en pleno concierto? ¿Habría más gente de la Kkangpae merodeando por el local? ¿La policía descubriría que tiene drogas y le acusarían de ser cómplice de la mafia? Un nudo en el estómago lo atormentaba desde hacía una semana aunque trataba de no ser muy evidente para no alarmar a su pareja. En su fuero interno quería darle a Donghae una última noche de tranquilidad, jugando a ser una pareja normal, por si aquella era su última noche juntos. No podía dejar de mirarle, como si dejar de hacerlo supusiera borrarlo. Estaba perdidamente enamorado de aquel joven inocente, era su faro en la tempestad.

-Si me miras tanto me vas a aborrecer- la voz jovial del modelo lo trajo de vuelta al mundo real- ¿Qué quieres pedir?

Ni se había dado cuenta de que ya estaban sentados en un puesto cercano a su casa, ni que la camarera lo observaba con palpable impaciencia.

-Ehm, soju

Donghae esperó a que la señora se alejara para agazaparse sobre la mesa y pedir explicaciones.

-Estás en tu mundo, Hyuk. En realidad sí que me gusta que digas que eres mi sugar daddy, aunque estemos en público- se ruborizó ante su propia confesión, arrancándole una carcajada al de cabello caoba.

-Lo siento, tengo mil cosas en la cabeza.

-¿El concierto?

-No- negó rotundamente- Tú. Donghae: ya sé que no te lo suelo decir, pero te has convertido en parte esencial de mi vida. Desde la primera vez que te vi no pude pensar en otra cosa que no fueras tú. Me motivas a ser mejor persona, a levantarme de la cama y enfrentar el día… Sólo quería decirte que, aunque no haya un anillo de por medio, no concibo mi futuro sin ti.

El modelo estaba claramente en shock por la cursilada que acababa de soltarle Hyukjae, pero mentiría si dijera que no le emocionaban aquellas palabras. Él se sentía igual. Quizás no lo expresaba de una forma tan efusiva como el barman, que era de carácter pasional, sin embargo tampoco se imaginaba una vida sin él. Tenía miedo de que en el concierto lo hirieran, o algo peor. Había pensado en colarse, pero le había prometido no ir con la condición de que lo llamara cada hora. ¿Quién le aseguraría que tras el concierto todo volvería a la normalidad? ¿Por qué iba a dejar KangIn de usarlo si había encontrado en Hyukjae la gallina de los huevos de oro? No era tan inocente como su novio creía, sabía que estaba hasta el cuello de mierda y que difícilmente podría justificar que no era miembro de la Kkangpae. Lo cierto es que sí lo era: bajo chantaje y coacción, pero lo era. Y aún estaba aprendiendo a lidiar con esa parte de la vida del otro, sin involucrarse, haciendo la vista gorda cuando las cosas olían mal.

-Cuando el concierto termine, vuelve inmediatamente a casa. Cierra el bar como siempre, pero que sepas que te estaré esperando con las maletas hechas y un pasaje de avión.

Hyukjae se incorporó alarmado.

-¡No me dejes!

-Cálmate, nos vamos los dos.

-¿A dónde?

-No puedo decírtelo y correr el riesgo de que KangIn se entere.

-Hae, acabas de matricularte en varias asignaturas…

-Sí, pero la universidad es a distancia. Sólo tendría que volver a Corea una o dos veces al año por los exámenes. Vamos a dejar esta vida y empezar de cero. Si quieres un futuro conmigo haz algo para no acabar en prisión o con un tiro en el pecho. Te quiero, y estoy dispuesto a huir del país por ti. Sólo un día más.

Donghae lo observaba con una expresión seria y decidida, y eso le daba seguridad.

-De acuerdo, sólo un día más.

En el fondo, por mucho que deseara dejar esa vida, no podría hacerlo sin la ayuda del modelo. En ese momento, se sintió incluso más enamorado que minutos antes cuando le había abierto su alma.

 

 

 “No hay nada que puedas hacer más que afrontar las consecuencias de tus actos. Y te adelanto que será un infierno para ti.” Aquellas palabras que le había dedicado Kibum tras su último encuentro le habían dado el impulso necesario para hacer algo que llevaba tiempo evitando: quedar con Ryeowook. Era hora de cerrar ese capítulo de su vida, se lo debía al que fue su primer amor. Se habían citado en una cafetería-librería de Itaewon, siendo este un lugar neutral pero, a la vez, colmado de la poesía que le gustaba leer a ambos. Entre sus manos se hallaba el libro rojo de poemas que su ex pareja le había regalado. Ojeaba con atención las envejecidas páginas, las anotaciones que enmarcaban el texto y la fotografía de un pasado feliz. Quería devolverle aquel libro, sentía que lo anclaba al Jongwoon de años atrás. El viento trajo consigo el sonido de unas campanas que indicaban la entrada de un nuevo cliente. Alzó la mirada, encontrándose al pequeño hombre. Hizo un amago de sonrisa que no llegó a sus ojos, y cerró la tapa del libro. Ryewook lo observaba con seriedad, buscando en el rostro ajeno alguna señal que le advirtiera que debía marcharse sin mirar atrás. Sin embargo, el mayor desplegó su brazo izquierdo mostrando una mesa vacía, invitándole a sentarse. Como si estuvieran sincronizados, tomaron asiento en silencio, sin dejar de observarse. Jongwoon carraspeó incómodo y deslizó el libro rojo sobre la mesa caoba.

-Quería devolvértelo- el fotógrafo lo tomó, abriéndolo por una página al azar- Sé que es tu antología poética favorita, pensé que tiene más sentido que lo conserves tú.

-Tengo mi propio ejemplar, pero gracias por las molestias- ironizó el más joven. Cerró el poemario con violencia, provocando que la fotografía de ellos cayera suave, como el vuelo de una pluma. La observó con recelo, arrugas de molestia se formaron en su frente.- ¿Y esto?

-No tenía marca páginas y usé esa fotografía.

-¿En qué poema estaba?- preguntó con interés como si, por un momento, se olvidara de con quién estaba hablando y del dolor que albergaba en su alma.

El bajista tomó el libro, rozando sin pretenderlo los dedos de Ryewook, quien apartó la mano como si hubiera recibido una descarga eléctrica.

-“En medio de la calma, una hoja me llega volando/ Y va cayendo sobre mi corazón…”

-“El lugar donde cayó/ hondo y descarnado, / queda exactamente al lado de la herida/ que te mató/ sin tiempo para un grito…”- el joven recitó de memoria, con los ojos cerrados, aquel poema de Chon Sangyong.- ¿Por qué ese poema?

-Porque nadie habla de la pena, la muerte y la ausencia con tanta belleza como Chon Sangyong. Y porque me recuerda lo que hice.

-Creí que habías lapidado esos recuerdos.

-No puedo olvidarlo, y tampoco lo merezco. Mi castigo es vivir con ello, rezando para que algún día puedas perdonarme para así poder perdonarme a mí mismo.

-¿Vienes aquí en busca de un alivio para tu conciencia? Ve a confesarte a un sacerdote y no hurgues en la herida, bastante daño has hecho ya.

Estaba dispuesto a marcharse pero una mano lo detuvo. Se giró y se encontró a Jongwoon de rodillas, con los ojos acuosos.

-Te suplico que me des la oportunidad para hablarlo.

-Estás montando una escena- susurró avergonzado.

El mayor se incorporó y tomó entre sus manos el rostro aniñado del más bajo.

-Ryeo, nos merecemos pasar página. Dame la oportunidad de soltar la disculpa que lleva años atorada en mi garganta. Ya sé que eso no cambiará el pasado, lo hecho hecho está, pero necesito decirlo. Te quise más de lo que puedes imaginar, y ojalá haberte amado como merecías. Tenía una lucha constante con mis adicciones…Quería dejarlo aunque siempre acababa recayendo. Aquel día me di a mí mismo la licencia para consumir, sólo por una noche y porque era fiesta. Llevaba un par de meses limpio, pero eso me hacía estar de mal humor y pagar mis frustraciones contigo. Bebí, me metí más speed de lo que podía tolerar, y conduje sin pensar en las consecuencias de mis actos. Ahora, desde la distancia, entiendo que me gritaras, te hacía sentir inseguro; sin embargo, en aquel momento, sólo podía pensar en lo mucho que me cabreaba que no me estuvieras dejando disfrutar de mi “noche de libertad”. Quería que te callaras, quería dejarte en casa y volver a la fiesta para así amortizar el speed que galopaba por mi sangre. Aceleré, mi vista estaba nublada y la aparté de la carretera para encararte. Todo pasó demasiado rápido…Te llamé a gritos y tú no reaccionabas. Te desabroché el cinturón y te abofeteé en busca de una respuesta. Ryeo, ¡pensé que te había matado! Y tomé la peor decisión de mi vida. Salí del coche y, cojeando, me fui hasta la casa de mi camello, donde me escondí una semana hasta que las cosas se calmaron y dejaron de buscarme en el pueblo. Le pedí que me mantuviera informado de tu evolución pero lo único que sabía era que estabas en cuidados intensivos. En cierta forma me alegré de saber que no habías muerto.

-Me conmueve tu humanidad. Te quedaste sólo para saber si me habías matado y, como no lo hiciste, te fuiste a comenzar una nueva vida sin remordimientos.

-Eso no es así. No hice las cosas como debería pero te aseguro que de quien huía era de mí mismo, porque el sufrimiento de haberte hecho algo así me impedía mantenerme a tu lado. Vagué por el país, siendo un sin techo, pero la culpa me perseguía allá donde fuera. Ni que decir que fue la última vez que consumí nada. No sé cómo diste conmigo aunque fue un alivio masoquista el saber que habías sobrevivido al accidente.

-Y, ¿qué pretendes contándome todo esto? He dejado de escribirte las cartas si ese es tu temor. No quiero volver a saber de ti, Jongwoon, has conseguido lo que querías. Me cuesta creer que alguien a quien dices querer lo dejes agonizando en el asfalto, pero qué sabré yo; siempre fuiste diferente.

-Pensé que era hora de afrontar cara a cara lo que hice, darte la explicación que te mereces y dejar que continúes tu vida con una nueva persona que te quiere mejor de lo que yo lo hice.

En ese momento su móvil comenzó a sonar, mostrando el nombre de Kibum en la pantalla.

-¿No contestas?

-No, aún tengo una última cosa que decirte.

-Dime.

-De corazón deseo que encuentres la felicidad. Siempre, escúchame bien, siempre serás mi primer amor y habrá un sitio especial en mi corazón que lleve tu nombre. Ya no soy aquel imbécil toxicómano, y estoy convencido de que tú también te has convertido en una versión más madura y mejorada de ti mismo.

Se inclinó en señal de respeto y le dedicó una última sonrisa, esta vez sí llegaba a sus ojos. Ryeowook, en un acto impulsivo que poco tenía que ver con su carácter prudente, abrazó al más alto dejándose reconfortar por el calor del cuerpo ajeno.

-Adiós, Jongwoon.

-Adiós, pequeño.

No fue una despedida llena de lágrimas y drama, ya habían pasado por eso el día del accidente; tan sólo eran dos adultos que se daban la oportunidad de empezar de cero cada uno por su lado, enterrando así un pasado que sólo trae consigo amargura.

 

Jongwoon se dirigió a su antiguo piso, que seguía precintado. Tomó una soga que guardaba e hizo un nudo con maestría. La colgó de la lámpara del salón y la observó mientras marcaba el número de Kibum. Él también se merecía una despedida.

Notas finales:

Sé que llevo fuera de combate meses pero he estado trabajando en este capítulo desde Mayo. Quería ir cerrando el arco de algunos personajes antes del final. Espero que no me odiéis demasiado y que la espera haya merecido la pena: pronto nos veremos en el final.

 

Título del capítulo

Linkin Park - In the end


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