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Real wild child por Karmilla46664

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Notas del capitulo:

*Agacha la mirada ante los merecidos abucheos*

Lo sé, soy lo peor y os he dejado meses sin ningún capítulo nuevo :( Las musas no me favorecían y el tiempo libre escaseaba, espero que lo comprendáis y no os enfadéis demasiado.

Había dado vueltas sin rumbo fijo durante toda la mañana, incapaz de volver a su casa. No quería enfrentarse con la nueva carta que seguro habría en su buzón. ÉL había vuelto y no sabía con qué intenciones. Entendía que el pasado siempre vuelve, pero en esta ocasión deseaba alejarlo. Para colmo se había encontrado con Kibum, el amigo de Heechul con el que tuvo una noche de sexo desinhibido. No solía tener sexo con desconocidos, pero cuando vio a aquel chico de sonrisa deslumbrante no había podido resistirse. Y no es que encontrarse con él fuera una pesadilla, de hecho no le importaba repetir, pero por la cara del otro no le había hecho ninguna gracia. Por no hablar de los innumerables problemas que acumulaba el grupo gracias al líder. Finalmente el cansancio le pudo, por lo que regresó sin prisa a su casa. Saludó educadamente al tendero de la esquina, tratando en vano que le diese un poco de conversación y así hacer esperar la carta que le estaba aguardando. Pero definitivamente la suerte no estaba de su lado, por lo que entró, cogiendo el sobre ligeramente envejecido que descansaba en su buzón.  De nuevo no había remitente, aunque no hacía falta: esa pulcra caligrafía y el papel reciclado le daban la respuesta del misterioso destinatario. El papel ocre estaba impregnado del dulzón perfume de ÉL. Suspiró resignado, no tenía sentido seguir posponiendo lo inevitable. Casi podía escuchar la aguda voz del emisor susurrándosela al oído, haciéndole estremecer.


“En la senda de la vida y la muerte


que es este mundo


sin más partiste en silencio.


Nacimos de la misma rama


pero con hojas esparcidas


no sabemos a dónde ir


al primer soplo del viento de otoño.


¡Ay! Te esperaré cultivando el camino


hasta encontrarte en la Tierra Pura.”


 


Se trataba del hyangga* (*composición poética oral en forma de canción) “Réquiem para mi hermana” de Wolmyong. De nuevo el poema venía acompañado de una fotografía de él hacía unas horas con los chicos en el local de ensayo, de cuando se habían reunido para comprobar los desperfectos. ¿Significaba aquello que ÉL era el autor de semejante fechoría? No tenía sentido, si quería venganza no tenía por qué molestar también a sus compañeros. Se fijó en un detalle que había pasado por alto: Kibum estaba rodeado con rotulador rojo, marcándolo. Le dio la vuelta a la fotografía, esperando encontrar respuestas, pero no hubo nada más que un “Ni te atrevas”. ¿Le estaba amenazando? ¿Acaso creía que lo de Kibum era algo más que una aventura esporádica? Yesung se pasó la mano por el pelo en clara señal de desesperación. ¿Debía advertir al rapero de que corría peligro? Lo último que deseaba era dar explicaciones y, muy probablemente, el otro le tomaría por loco. ¿Cómo iba a decirle sin más que estaba en el punto de mira de ÉL? Ni siquiera podía decir el nombre de su acosador sin que le ardiera la garganta. Además, era la segunda vez que se encontraba con ese chico, quedaría como un desquiciado. Rebuscó en el cajón de su mesita de noche, sacando un libro de poemas que ÉL le había regalado. Se trataba de una antología de poemas coreanos, afición que compartían ambos. Pasó las hojas buscando su poema favorito, y encontró lo que buscaba: la única foto que conservaba con Ryeowook. La tomó entre sus manos con delicadeza, casi temiendo destruirla con sólo tocarla. Ambos lucían felices, mostrando sus dedos en señal de V. Por aquel entonces Yesung llevaba el cabello teñido de rubio, aunque volvió a dejárselo negro cuando sus vidas se separaron. Suavemente, deslizó sus dedos por la fotografía, como si estuviese acariciando el pálido rostro de su ex pareja, y una tenue sonrisa afloró de sus resecos labios. Lucían felices, ajenos al desastre que vivirían días después, arruinando su perfecta relación. Una solitaria lágrima se desprendió de la retina del bajista, que la dejó correr libre dejando un rastro salado por su cara. No era capaz de verle de nuevo, aunque le era imposible no preguntarse si habría cambiado su dulce sonrisa por una expresión derrotada. Quería seguir su vida con tranquilidad, como hasta ahora, pero una vez en su punto de mira no podría escapar. ¿Qué querría conseguir con aquellas cartas? Probablemente remover su dormida conciencia, aflorando en él un sentimiento de culpabilidad que creía enterrado. Se recostó en la cama y no tardó en quedarse dormido, sosteniendo entre sus manos la foto de ellos.


 


 


-Por los desperfectos nos os preocupéis, lo pago yo- se ofreció Siwon, siendo fulminado por la rabiosa mirada de su hyung.


-No se trata del dinero, sino de lo que hay detrás de esto. No podemos correr el riesgo de comprar nuevos instrumentos y que nos lo vuelvan a destrozar. Sean quienes sean está claro que no les hace gracia que vayamos a dar un concierto en el bar de Eunhyuk- el líder se había reunido con Heechul y sus amigos tratando de buscar una solución a todo aquello.


-Sin instrumentos no podemos tocar y a Siwon le sobra la pasta… ¿qué hay de malo en aceptar su generosa oferta?- preguntó el batería, sin remordimientos por aceptar el dinero de su amigo.


-¿Qué quieres a cambio?-preguntó desconfiado Jungsoo, nadie daba algo sin querer un favor de vuelta.


-No hace falta, de verdad que no me supone nada. Además, sé que lleváis dos años esperando una oportunidad como esta.


-No acepto el dinero de extraños, gracias- respondió secamente, desconfiando de las verdaderas intenciones del modelo.


-Está bien, hagamos un trato: os compraré instrumentos nuevos y a cambio me quedaré con el 5% de vuestras ganancias durante un año. ¿Trato hecho?- dijo tendiéndole la mano a Jungsoo, quien la estrechó conforme.


A pesar de que las intenciones de Siwon eran altruistas, el líder no estaba acostumbrado a ese tipo de trato, moviéndose desde pequeño en ambientes donde el interés primaba. Aunque tampoco era idiota y un 5% de las ganancias no supondría nada en comparación con perder la oportunidad de dar un concierto en el bar underground de moda.


Apenas había pegado ojo, debatiendo internamente si era buena idea visitar a Youngwoon a la cárcel. ¿Lo tomaría como una provocación? ¿Y si realmente no era el ex narcotraficante el que andaba detrás de todo aquello? Miró a Heechul, que hablaba sobre los instrumentos que necesitaban con Siwon. A simple vista su dongsaeng aparentaba ser una persona simplona y transparente, sin aspiraciones a largo plazo y con una promiscuidad preocupante. Pero, ¿y si él también escondía un pasado del que trataba de olvidar? Al fin y al cabo jamás le contó los motivos por los que ingresó al centro de menores. Nunca había lucido como un chico problemático aunque se las diese de bohemio. Podría describirle como arisco, testarudo, con un notable desapego emocional hacia todo el que le rodea, pero desde luego no era la clase de chico que se mete en problemas. Sungmin era otra opción: tal y como dijo el maknae, los problemas habían empezado con la llegada de su viejo amigo ¿Era posible que siguiese trabajando para Youngwoon y en verdad hubiera aceptado estar en la banda sólo para tenerle cerca? Por otro lado, también era un misterio las vidas de Kyuhyun y Yesung. Por primera vez en mucho tiempo se dio cuenta de que aquellos que consideraba amigos eran una panda de desconocidos con los que compartía tiempo. Por lo visto la herida de KangIn era más profunda de lo que pensaba, sintiéndose incapaz de relacionarse sinceramente con nadie.


 


 


-Muy bien, Henry, ¿cómo te sientes?


Aquella pregunta formaba parte de su rutina, por lo que recurrió a la respuesta automática.


-Mejor que nunca.


La psiquiatra lo miró con una sonrisa, negando en silencio ya que sabía que no lograría sacarle nada nuevo.


-Supongo que ya has escuchado la noticia, ¿me equivoco?


El aludido se tomó el privilegio de hacer una pausa antes de contestar, cogiendo un caramelo de la mesa de la doctora, saboreándolo un poco. Era de naranja, su favorito.


-Si- contestó con los carrillos graciosamente hinchados debido al tamaño del caramelo- Pero esperaba que me lo confirmase usted.


-Según los últimos informes, estás rehabilitado. Te vamos a dar el alta aunque necesitaras un seguimiento semanal para cerciorarnos de que tu progreso no se quede en anecdótico.


El paciente asintió complacido, cualquier cosa era mejor que seguir en ese centro de pirados.


-Y, ¿cuándo me marcho?


-Hoy mismo, si lo deseas. Puedes recoger tus cosas o pasar aquí la noche si no tienes donde quedarte en el mundo exterior.


Sintió náuseas por esa expresión que tanto había escuchado durante su estancia en el centro. “El mundo exterior” era el eufemismo utilizado por sus doctores para referirse a la vida más allá de esas blanquecinas paredes que hacían la función de cárcel. Era como si quisiesen aislarlos, tratarles como renegados de la sociedad, seres no válidos para convivir con otros humanos que no estuviesen bajo los efectos de medicamentos. Para algunos de sus compañeros, el estar en el centro les hacía sentirse protegidos, pero no era su caso. El sentirse enclaustrado en una cárcel para locos no hacía más que alimentar sus monstruos internos, aquellos sentimientos autodestructivos que le habían conducido hasta aquel páramo de dementes. Sintió picazón en las muñecas aunque trató de ignorarlo; no quería mirar sus cicatrices delante de la doctora, no iba a jugarse su libertad por un picor.


Caminó por los blanquecinos pasillos, cruzando su mirada con los que pronto serían sus antiguos compañeros. Se acabarían las terapias de grupo, soportando a un montón de desconocidos lloriqueando por lo mal que les había tratado la vida. No quería tomar más pastillas que le impidiesen pensar con claridad. Por fin dejaría de sentir la ansiedad oprimiendo su garganta, como si unas manos invisibles trataran de ahogarlo. Volvería a ser libre, sin tener a alguien vigilándole constantemente por miedo a que volviese a cometer alguna locura. Recogió sus pertenencias, cosa que no le costó demasiado dado la escasez de objetos personales que le dejaban tener. Caminó hacia la salida siendo acompañado por la doctora, no iba a despedirse de ninguno de sus compañeros ya que necesitaba salir de allí cuanto antes. Tomó un taxi hacia Seúl, e hizo al conductor dar vueltas por la ciudad sólo para recrearse observando los altos edificios y la multitud que caminaba ocupada entre sus calles. Era como volver a casa después de mucho tiempo fuera, se sentía infinito y lleno de vida. No le preocupaba lo que le fuese a cobrar el taxista, llevaba demasiado tiempo encerrado como para no darse un capricho. Cuando llegó al barrio que deseaba, pagó al conductor y buscó una cabina de teléfonos donde ponerse en contacto con la única persona que tenía en Corea.


-Kyu, ¿te acuerdas de mí?- preguntó con una radiante sonrisa esperando que su interlocutor contestase igual de entusiasmado. Nada más lejos de la realidad; al otro lado del teléfono, un pálido Kyuhyun había enmudecido. El pasado siempre vuelve y para el cantante no sería una excepción.


 


 


Donghae volvió a ojear los mensajes que el barman le había estado mandando a lo largo del día, sin preocuparse de contestar. Aún sentía la rabia de la paliza oprimiendo su estómago. Estaba cansado de las confrontaciones con su padre, aunque esta vez reconocía que había llegado demasiado lejos. Siempre trataba de excusarle; que lo hacía por su futuro, que sólo se preocupaba como cualquier padre, pero la realidad era que aquellas conductas agresivas de su progenitor no eran lo común. Su madre, ama de casa sumisa, callaba cada golpe que su marido le propinaba a Donghae, siendo cómplice silenciosa. Por primera vez tuvo el deseo de largarse de aquella lujosa casa o, más que el deseo, la necesidad. Aparentaba ser un chico rico con una vida perfecta, pero aquello no era más que un espejismo. A diario se veía sometido a presión por sacar unas calificaciones impecables, sintiéndose asfixiado. No podía salir y si lo hacía era a escondidas de su padre. Pero desde la noche anterior algo en su interior se había removido, como si el verdadero Donghae luchase por salir de su fuero interno y llevar la vida que realmente quería. Muy probablemente Hyukjae hubiese sido el activador de esa motivación, aunque odiaba pensar en que un completo desconocido pudiese poner su mundo patas arriba con tanta facilidad. Cuando la noche anterior se escapó para salir con los flower boys no pensó en conocer a nadie interesante y mucho menos perder su virginidad. Aunque lo que más le sorprendió de su propia actitud desinhibida fue el atreverse a salir del armario de esa forma tan descarada. Los únicos que sabían su condición sexual eran sus mejores amigos, para el resto del mundo debía seguir aparentando por ser el hijo de quien era. Si la homosexualidad no terminaba de estar bien vista en Corea, en las altas esferas de la sociedad ni pensarlo. Sospechaba de algunos compañeros de negocios de su padre, probablemente casados por guardar las apariencias y pagando a jovencitos para acostarse con ellos.


No quería seguir así, necesitaba un plan B, una salida de aquella vida que le habían programado sus padres. Abrió su ordenador, buscando en oculto becas para poder seguir estudiando sin necesidad de depender económicamente de sus padres pero, por desgracia, debido a la renta de estos no podría acceder a beca a menos que lo negasen como hijo. Si quería irse pronto necesitaba otra solución, por lo que buscó trabajo en varios campos, como la hostelería y el comercio, rezando para que ofreciesen un trabajo que le permitiera alquilar un pequeño piso. Durante horas apuntó números de negocios, buscó pisos baratos e hizo un esquema mental sobre cómo podría compaginar el trabajo y sus estudios sin morir en el intento. Sabía que Siwon estaría encantado de abrirle las puertas de su casa hasta que encontrase trabajo, pero prefería irse con los cabos bien atados y sin seguir dependiendo de los demás. Donghae estaba despertando de su letargo, tomaría las riendas de su vida de una vez por todas.


 


 


Tras haber hablado con Leeteuk y Heechul sobre los instrumentos, el modelo volvió a su rutina de trabajo. Dejó que la maquilladora hiciese su trabajo mientras revisaba la conversación que había mantenido con Kibum por Kakaotalk. Aunque el rapero se había disculpado por sus modales del día anterior, no podía evitar sentirse mal por romper la costumbre de su amigo. Debió pensárselo mejor antes de acabar acostándose con su mejor amigo pero la soledad le estaba martirizando. No es que estuviese sólo como tal, tenía buenos amigos y su personalidad amable y extrovertida le procuraba estar siempre rodeado de gente. Pero necesitaba sentirse querido, llegar a casa y saber que alguien le esperaba. A simple vista podría parecer que un chico tan atractivo y adinerado tendría que quitarse de encima los ligues, pero no era así. Había recurrido a páginas de contactos, a citas a ciegas e incluso frecuentaba con asiduidad bares gays, pero siempre volvía solo. Era un romántico, no quería sexo por sexo, él quería encontrar a su media naranja. Se levantó del asiento cuando el director de fotografía lo llamó.


-Empezaremos con los calzoncillos grises. Plano frontal. Trata de mirar a cámara como si quisieras follarte a cada chica que te vea en los anuncios- aquella frase incomodó a Siwon pero estaba acostumbrado, en su trabajo necesitaba transmitir un concepto con su pose así que era necesario las contextualizaciones del director, por muy bruscas que fuesen. Se colocó donde le correspondía, esperando las indicaciones de su jefe.- Kim, ya sé que estás en prácticas pero trata de no cagarla. El señor Choi es un conocido modelo y esta es tu oportunidad para lucirte. Quiero unas fotos que humedezcan a las amas de casa y que haga a los hombres creerse que con esos calzoncillos se verán igual que Choi- Siwon observó al fotógrafo en prácticas. Era un chico bajito, de sonrisa tímida y mirada complaciente. Sintió lástima por tener que lidiar con el estúpido de su jefe.- Bien, comencemos. Vamos, Choi, mira a la cámara, sé un dios del sexo. No vendemos calzoncillos, vendemos fantasías eróticas. Alza un poco más el mentón… y cruza los brazos en actitud desafiante. ¡Perfecto! - el joven fotógrafo trataba de captar distintos ángulos de la misma pose, necesitaba hacer un  buen trabajo para que le contrataran en aquella empresa de publicidad. – Pasemos a los calzoncillos de rayas azules. ¿Es que nadie sabe trabajar con rapidez?- el director daba órdenes a sus empleados, teniendo a un séquito de profesionales corriendo de un lado a otro con tal de complacerle.


La sesión transcurrió entre frases obscenas y mandatos impertinentes, haciendo que Siwon se prometiese a sí mismo evitar trabajar con ese director en un futuro. Vio al tímido fotógrafo guardar su cámara, tratando de pasar desapercibido. Se acercó a éste, queriendo captar su atención.


-Es bastante exigente- el aludido levantó la mirada algo confuso, sonrojándose inmediatamente- Quiero decir, haces bien tu trabajo, no es necesario que te hable de ese modo.


-Él es el director, debo aprender de él y me ha brindado una gran oportunidad al dejarme participar en esta sesión. Confía en mí y no voy a decepcionarle.


A pesar de su apariencia delicada, hablaba con seguridad, denotando que era un chico con las cosas claras. Eso le pareció muy atractivo a Siwon, que ya le había echado el ojo desde el principio. Al fin y al cabo, como decía Kibum, su perfil ideal de hombre era el de uno delicado y dulce y el fotógrafo encarnaba todos los requisitos.


-No hace mucho que trabajas para esta empresa, ¿verdad? No te había visto nunca y tu acento te delata.


De nuevo ese rubor adornando las mejillas del profesional.


-Hace poco que me mudé a Seúl. Necesitaba abrir mis posibilidades laborales y tenía un asunto pendiente con esta ciudad- no pasó desapercibida la curiosidad que se reflejaba en los ojos del modelo, por lo que se vio obligado a explicarse- Desde que iba al instituto soñaba con convertirme en fotógrafo y me prometí a mi mismo que no iba a parar hasta trabajar para una importante empresa en Seúl. Me gusta cumplir lo que me propongo, no soy de dejar los sueños a medias.


-¿Qué hubiese pasado de no poder trabajar como fotógrafo?


-Hubiera sido poeta, aunque hace tiempo que abandoné ese sueño- respondió con nostalgia.


-Quizás te parezca extraño pero, ¿te apetecería tomar una copa? Así podemos charlar más tranquilamente- Siwon se sentía nervioso, quizás había sido muy impertinente por su parte haberle hecho aquella proposición. Pero una sonrisa amable adornó el rostro del más joven.


-Encantado. Aún no he tenido el placer de salir por Seúl y qué mejor acompañante que Choi Siwon. Termino de recoger mis cosas y nos vamos.


-Oye- le llamó la atención antes de que volviese a ensimismarse con su cámara- no me has dicho cómo te llamas.


El fotógrafo sonrió con los ojos brillantes, tendiéndole la mano para formalizar su presentación.


-Me llamo Kim Ryeowook.


 

Notas finales:

Espero que la vuelta haya merecido la pena y no haya escrito un capítulo flojo para vuestro gusto. Comentad lo que os ha parecido, vuestras hipótesis o lo mala que soy por no actualizar antes kekeke

Intentaré ser más constante y sacar tiempo libre de donde sea, no os merecéis que os haga esperar tanto.

Kisses

 

CANCIONES:

Título del capítulo (Nickelback - How you remind me): Nickelback - How You Remind Me - YouTube


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