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Cada mañana me levanto para realizar una rutina, despierto temprano para poder tener tiempo de tomar una ducha y preparar un desayuno para dos, algunas veces el tiempo me consumé y tengo que salir sin desayunar ni despedirme de mi actual pareja, un muchacho pelinegro que aparentemente está despierto todo el tiempo.
Su nombre es Nijimura Shuuzou, su actual trabajo lo obliga a mantenerse plantado frente a la pantalla de una ligera laptop donada por su magnífico jefe, mientras se rodea de una serie de papeles y fotografías desordenadas; recientemente nuestra rutina ha sido alterada debido que es enviado de manera constante a varias investigaciones de casos, maldigo a aquel jefe suyo, con cabello color cereza que apresa lo más importante que poseo. Y más aún a ese trabajo que le hace olvidarse de mí.
Cada que me despido de él veo que le crecen las ojeras al nivel de la frustración, acariciando su rostro para despertar un poco mientras ajusta sus lentes para lectura y apenas besarme ansioso por continuar leyendo alguna de las hojas de información que le hayan sido enviadas para analizar.
— Me parece que ya has puesto demasiado esfuerzo en ese estúpido caso —decidí discutirle una vez, harto de su distanciamiento con el mundo, y más importante, conmigo.
— Shougo, deberías entender que este sujeto es peligroso y no puedo cruzarme de brazos si puedo salvar tan siquiera a alguna persona —habló lento con el ceño fruncido y su labio superior elevado. Supuse que su caso actual se trataría de algún asesino, mucho más preocupante.
— Temes por la seguridad de un montón de gente que ni siquiera conoces, mientras que te importa un carajo lo que ocurre conmigo —le grité hasta el momento en que me sostuvo fuertemente de la muñeca hasta lograr besarme bruscamente y empujarme de nuevo lejos de él, algo típico en los pasados días. — Eres irritante Nijimura.
Una de aquellas noches de discusión, decidí huir del departamento que compartimos después de un bien merecido “Sí en verdad eres tan buen policía ¿cómo es que no encuentras a un simple criminal?”, me apropié por un momento de su coche mientras que enfadado buscaba entre calles algún bar en el que pudiera ahogar mis incomodidades. Al final decidido a caminar por un tramo de calle, las nubes comenzaron a opacar la luna mientras las lámparas temblaban forzosas intentando alumbrar un tramo de la oscura avenida; en el peor momento, asustado opté por regresar al auto por comenzar a sentir una presencia, una presencia tan leve que se reducía simplemente a una sombra acechando, no sólo a mí, sino que su existencia intimidaba inclusive a la oscuridad misma. Y ahora era yo el que había entrado a su rango de caza; hundido en el temor, terminé clavado bajo la luz de uno de aquellos faros que alumbraban tan tenuemente las calles, imposibilitado de encontrar a mi atacante cuando repentinamente un pesado olor a sangre mareaba mis sentidos hasta el punto de saborear la pesada sensación de metal en mi lengua. Un chillido de llanto por poco escapa de mi boca cuando logré acercarme al sitio dónde surgía aquel desagradable hedor, motivado físicamente por la mera fuerza de la curiosidad, encontrando lo más desagradable que mis sentidos pudieron detectar jamás; un cuerpo con la cabeza ausente continuaba expulsando borbotones de sangre que cubrían los restos destazados de aquel pedazo de persona, del estómago se escapaban sus intestinos en una ola que mareaba y perturbaba a la vista mientras que la sangre reciente se mezclaba junto con fluidos desconocidos.
Huí del lugar resbalando con un charco de sangre del suelo, escondiéndome de aquella sombra que, aunque al parecer ya no estaba presente, continuaba acechándome desde la lejanía, dispuesta a aparecer en cualquier momento en que permitiera mi existencia a su disposición. Por supuesto que llegué corriendo sudado al departamento, chillándole lo sucedido a mi adorado noviecito. Nijimura se mantuvo bastante escéptico en un principio, “¿Una sombra? ¿Una persona muerta? ¿Tú sin un teléfono y sin notificar la situación? ¿Intentas acaso denigrar todo mi trabajo para venir y llamar mi atención?... ¿Y el auto?” hasta que lo obligué a ir al sitio junto con uno de sus compañeros, un muchacho intrépido y moreno con un cuerpo que demostraba que en cualquier momento estaría listo para entrar a la acción. Terminamos en una maravillosa escena de crimen en la que aparentemente nadie se preocupaba más que por interrogarme como testigo que era.
— Me llamo Aomine Daiki, un gusto poder conocerte, Nijimura suele mencionarte a veces —me habló divertido el muchacho, le dirigí una molesta indignada a Shuuzou haciendo énfasis en aquellas palabras. “A veces” en ningún momento “Usualmente” o “Siempre” sino que, “A veces”.
Le hablé pocas veces, pero mis discusiones con Nijimura comenzaron a subir de nivel mientras que le insistía que necesitaba que abandonara la búsqueda de aquel asesino, él lucía incómodo por todo el caso y mucho más por el hecho de que me negara a hablarle más acerca del cuerpo que había encontrado, ¿qué se supone que le dijera? Después de todo nunca logré ver la cabeza perdida, afortunadamente. ¿Me creería que vi una sombra? Lo dudo, siendo un hombre de ciencia me pediría que no dijera estupideces y probablemente creería que ocultaba algo.
Desde que había pasado la aparición del cuerpo, me negaba a dormir solo. La sensación de que un par de ojos me miraban desde la ventana continuaba siendo intimidante y Shuuzou lo consideraba una especie de trauma por enfrentarme a un suceso tan desagradable, por lo cual aceptaba acompañarme. Una noche Nijimura finalmente se acostó temprano, aprisionando mi cuerpo con sus brazos, sus dedos acariciando ligeramente mí piel aunque su voz sonaba triste mientras suspiraba en mis oídos.
— Pienso que quizá puede que me estés engañando — habló intranquilo mientras que acariciaba mi pecho y besaba lentamente mi cuello, yo suspiré impresionado e indignado, tomando fuertemente una de sus manos para hablarle.
— Sería incapaz de engañarte, estoy enamorado de ti — le dije sinceramente antes de darme la vuelta y cubrir su cuello con mis brazos. — ¿Crees en verdad que te engañaría?
— No estoy seguro, lo preocupante es tu ausencia — susurró mientras se acercaba a sellar sus labios contra los míos, aferrando fuertemente mi cabello con sus firmes manos. Me acurruque sobre su pecho para abrazarlo con fuerza y mantenerme ahí para conciliar el sueño, escuchando varios susurros adormilados de parte de Shuuzou — Me preocupa que el caso pueda llegar a alterarte.
Desperté en el suelo de una habitación oscura. Cuando mis ojos finalmente pudieron adaptarse a la iluminación del lugar me di cuenta de que me encontraba en una especie de edificio abandonado, una ligera luz se filtraba a través de las ventanas rotas y mostraba la decadencia del lugar. Varias máquinas podridas por la ausencia de uso y metal esparcido por todas partes. Respirando agitado me mantuve recluido en el rincón en el que desperté, jadeante observando que había ocurrido, llevaba ropa oscura y mojada en lugar del pijama con la que me había acostado.
Me moví con el cuerpo entumido por la aparente posición en la que había dormido, tomando una vara de metal del suelo por si llegaba a necesitar defenderme. Porque sabía que estaba ahí nuevamente, aquella sombra que sin dudas estaría dispuesta a asesinarme esta vez. ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué yo? Estaba siendo amenazado, o quizá podría resultar siendo una trampa para Nijimura. Salir de ahí era mi prioridad.
Golpeando un candado en la puerta logre salir encontrándome en una calle desolada en algún sitio que poco conocía, quería evitarle problemas a Nijimura, así que llamarlo no sería una opción. Caminé hasta que pasadas un par de horas finalmente encontré un sitio conocido, llegando a casa después del amanecer. Toqué la puerta para encontrar a un ansioso pelinegro recriminándome preocupado en dónde había estado y con quien. Un silencio incómodo se mantuvo mientras intentaba entrar hasta que me soltó un puñetazo irritado.
— Si no deseas vivir aquí, lárgate de una vez — dejo la puerta abierta mientras que salía encendiendo molesto un cigarro, arreglándose encima su saco y cargando varios papeles. Su trabajo lo tenía estresado de nuevo — Y devuélveme mi coche.
Dándome un baño comencé a meditar la situación. Un Nijimura estresado, un golpe en la cara y ropa percudida era lo único que tenía, aparte de su enojo constante y preocupación sin sentido. No había manera que me creyera de cualquier modo, “Amor, amanecí secuestrado en un lugar desconocido, creo que el asesino que buscas me acosa” saliendo de bañarme me recosté en nuestra cama para reposar; una cama sencilla con un cobertor azul era todo lo que compartíamos, cuando él se encontraba en el departamento ni siquiera nos tomábamos la molestia de estar en la misma habitación, a no ser de que quisiera criticarme para conseguir pronto un empleo.
Nunca fui bueno trabajando, debido a los problemas que siempre tuve con mis jefes terminaba despedido y regresando a casa con uno que otro golpe. Mire sin interés el reloj que usaba Nijimura como alarma notando un detalle extraño.
— Nijimura, necesito que contestes algo importante — le llamé desesperado por teléfono.
— ¿Me escuchas dispuesto a hablar contigo? Después de que apareciste en la mañana con- — fue inevitable interrumpirle aún cuando sabía lo peligroso que resultaría tentar a su enojo en un momento así.
— Justamente de eso necesito hablarte — hablé ansioso esperando una oportunidad propicia para preguntarle, tomé su silencio como esa oportunidad — ¿Desde hace cuando que no había estado en casa?
Un momento de silencio se mantuvo en la línea, después de un par de segundos Nijimura comenzó a murmurar, estaba seguro de que él estaría dudoso, manteniendo su labio superior en una mueca que solía poner cuando encontraba algo irritante o confuso — …Cerca de una semana… ¿En dónde estuviste?
— No lo sé. — contesté sinceramente — Ayúdame.
Me confundía el hecho de que él se preocupara tanto en dónde estaba, hasta que note la cantidad de tiempo que había estado desapareciendo. Yo sabía en dónde estaba el auto, así que no tuve problemas en buscarlo para llevármelo. Pero no podría volver con Nijimura aunque quisiera, no había manera en la que pudiera volver a verlo, lo estaba engañando. Todo el tiempo lo hice sin siquiera saberlo. Entre al coche llevando apenas todo lo que pude cargar encima, un terrible olor de sangre se evaporaba dentro del coche, manchas desconocidas y oscuras cubrían el asiento trasero junto con un martillo y una sierra que se marinaban en un charco sanguinolento en el suelo del coche, mientras que un miedo descomunal me impedía tan siquiera atreverme a abrir la cajuela. Porque algo escurría ahí sin duda.
Quien podría decir que aquella sombra no era otra más que la mía, y que en el fondo le cause tantos problemas y estrés a Shuuzou sin intención. Necesitaba despertar de esa pesadilla ¿Él lo sabría? ¿Desde cuándo, en ese caso? ¿Cuántas personas habían sido?
Nijimura piensa que ayer, hace una semana y desde hace tiempo, que paso la noche con otras personas. Y oh dios, creo que él tiene razón.