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Solo tómalo. por DelPacifico

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Notas del capitulo:

PACIFISTA ON.


Muchisimas gracias por los reviews, son tan buenas personas ;w; 

No planeaba subir este capítulo sino hasta dos días más, pero bueno, aquí lo tienen. 

Desde ahora en más le digo que las cosas comenzarán a complicarse, y puede que me odien. 

 

 

Autor/a: DelPacifico.

Disclaimer: Diamond no Ace no me pertenece, esta grandiosa obra pertenece a Yuji Terajima. 

 

 

Solo tómalo.


All/Sawamura. Or Not?

 

 

 

 

 

 

 

Katsuyuki boqueó un par de veces sin articular nada en concreto. No resultaba para nada extraño que Narumiya irrumpiera en la privacidad de su habitación, por la noche. Las peleas internas, nada serias, del equipo eran principalmente por la falta de consideración del pitcher estrella con sus compañeros, incluso los titulares. Lo que si era absolutamente fuera de lo común era la mejilla inflamada del rubio, a eso sumado su expresión de molestia, y las lágrimas amontonadas en sus ojos ya hinchados. Sin solicitar mayor cuestionamiento lo dejó ingresar, apartándose.

 

Mei ingresó manteniendo el silencio, negado a dar explicaciones. Fruncía el ceño e incluso mantenía los labios fuertemente apretados. Shirakawa conservaba su mente ocupada en como tomar la palabra, porque era natural pedir al menos una explicación de su estado. Había tenido un mal presentimiento cuando el as abandonó esa tarde la práctica para ir a tomar una ducha, alegando que tenía una cita.

 

Como el pitcher gozaba de una alta popularidad, al igual que el resto del equipo titular, este hecho en particular no era para nada peculiar. Tanto él como Carlos que habían oído a Mei presumir que él si tenía una vida amorosa, no lo encontraron específicamente anormal, dejándolo ser.

 

¿Acaso el pitcher habría sido descortés con su acompañante?

 

De ser así, aseguraba una sola cosa, esa persona tenía una mano pesada. El rostro de Narumiya estaba inflamado, ocupando una escala de tonos rojizos. Iba hasta el punto en que estaba en la necesidad de entrecerrar uno de sus ojos dada la inflamación.

 

Unos golpes en la puerta lo alertaron, provocando que brincara en su sitio. Al igual que Mei, los otros titulares solían aparecerse sin previo aviso, podría ser Yamaoka o Kamiya. Sin embargo, al abrir la puerta no se encontró con alguno de sus compañeros de año, sino con la expresión impasible del capitán del equipo. En ese momento un pensamiento atravesó su mente con velocidad.

 

Mei estaba jodido.

 

Y por Kami, él no intervendría en el castigo divino. Prefería echar de frente al pitcher antes de sufrir en manos del capitán, que si bien no era una mala persona, tendía a mostrarse rencoroso al distribuir la cantidad de entrenamiento a los jugadores que lo molestaban. Él no planeaba molestarlo.

 

– ¿Mei? – preguntó con pesadez. Aparentemente no tendría que apartarse, y ofrecer a su estrella al hambriento depredador, este había venido específicamente por el pitcher. Honestamente era un alivio. Le brindó espacio como hubiera hecho con Narumiya para que diera con su objetivo. – Siento las molestias. – dijo con cortesía. Si bien su capitán era un monstruo en la práctica, no carecía de modales en lo absoluto. Tan solo asintió.

 

Desde donde estaba observó los hombros del cuarto al bate tensarse. Él solo esperaba que no iniciaran una discusión en su dormitorio. Francamente deseaba dormir un poco, esperaba que no fuese mucho pedir. No hubo mayor drama, por fortuna, solo observó cómo su senpai arrastraba sin consideración alguna al herido, recibiendo fuertes quejas –obviamente ignoradas–, por parte del pitcher. Cuando los perdió de vista emitió un suspiro pesado, sería más sencillo de tener compañeros medianamente cuerdos.

 

Narumiya dejó de resistirse a medio camino, guardando silencio ante el obvio e innecesario maltrato que sufría. No deseaba particularmente llamar la atención de los otros miembros del equipo, mucho menos con su lamentable estado. Su bello rostro estaba desfigurado. Si encontraba a ese tal Sanada en el campo, se encargaría de destrozarlo. Eliminaría la palabra piedad de su diccionario.

 

Debido a sus pensamientos, poco amables, no notó el momento en el cual llegaron a la habitación del capitán. El cuarto al bate lo lanzó sin consideración a su cama, ordenándole con una voz profunda, amenazadora, que si intentaba levantarse él mismo le dejaría la otra mejilla inflamada, e incluso peor. Tragó las palabras que nacían en su garganta, de vez en cuando guardar silencio era apropiado.

 

Fijó sus ojos en los movimientos del mayor, notando como iba hasta el armario que le correspondía, y de este cogía un botiquín blanco con una cruz roja. En otro momento haría burla de la supuesta amabilidad del capitán, pero ahora, con esa mirada que le advertía que si el más mínimo comentario burlón abandonaba sus labios le golpearía sin piedad, podía contenerse.

 

Torció el gesto al sentir el algodón contra su piel, el olor del alcohol invadía sus fosas nasales, aturdiéndolo.

 

Contrario a su creencia principal, los movimientos que realizaba eran precisos, y destilaba una inusual amabilidad. Francamente estaba tan sorprendido como aterrado por esta nueva faceta.

 

– No te preguntaré porque demonios tienes la cara así. – tomó la palabra, matando el silencio que persistió desde la habitación de Shirakawa. Narumiya frunció el ceño contrariado, se supone que debería preocuparse más por su pitcher. – Intenta cuidarte más, si tu rendimiento decae afectará al equipo. – y ahí estaba, el hombre que solo podía pensar en béisbol y llevar a su equipo a la victoria. Mei también anhelaba la victoria, sin embargo le disgustaba la insensibilidad del cuarto al bate.

 

– Verás…

 

Y sin saber el porqué, le confesó absolutamente todo.

 

 

.

 

 

– Eso es todo, a las duchas. – dictaminó el entrenador, consiguiendo dispersar a los jugadores. El equipo respondió con un ossu general. Kataoka llamó a Tetsuya, debían discutir ciertos asuntos del próximo juego que disputarían. Acordaron que sería una hora después de la cena, todo para ofrecer al jugador suficiente tiempo para descansar lo suficiente. – Hasta entonces. – se despidió desapareciendo en compañía de Rei, quien le hablaba entusiasmada de las estadísticas actuales de los jugadores.

 

Yuki fue a encontrarse con sus compañeros de año, inmiscuyéndose en la conversación que seguían. Aparentemente Sawamura no iría a las duchas, sino que estaría entrenando con Norifumi un poco más. El asunto ya dejaba de ser decepcionante para tornarse ridículo. Alguna fuerza sobrenatural estaba jugándoles una mala pasada. Tetsuya esperaba honestamente que dicha mala fortuna no se extendiera al béisbol cuando tenían un partido tan próximo. A su lado Isashiki bufó incordiado.

 

Al parecer todos aún mantenían el deseo de contemplar la desnudez de cierto pitcher.

 

No había ahondado mucho en los sentimientos de sus compañeros, principalmente porque estaba muy ocupado con los suyos. Suponía que debían estar frustrados al verse ofuscados continuamente. Él no comprendía mucho de los supuestos sentimientos hacia Sawamura. No lograba asegurar que sentía por él algo profundo como amor. Si quiera considerarlo era una estupidez monumental. Lo suyo era atracción en su máxima expresión.

 

No negaba que se derretía internamente cuando lo veía en el montículo, tan apasionado. Eijun era la clase de persona que te robaba el aliento con solo verlo. Sus ojos caramelo, su piel acanelada, su contagioso entusiasmo, la bella sonrisa que les enseñaba. Todo en conjunto hacía una peligrosa combinación, ciertamente letal para él y sus compañeros.

 

Ahondando un poco más en aquello llamado sentimientos, podía asegurar que últimamente no se sentía bien. No se trataba de Sawamura, sino de aquel que lo acompañaba soltando improperios contra Norifumi. Desde que Eijun había dejado de dirigirles la palabra –aunque en este momento el hecho estaba en el olvido–, comenzó a pasar más tiempo con Isashiki, más de lo usual. Incluso el día anterior compartieron un almuerzo ameno, solo ellos dos.

 

Generalmente compartían con todo el equipo que cursaba el tercer año de preparatoria. Pero últimamente solo eran ellos. Sus personalidades distaban, y había algunos roces por sus comentarios o la constante furia que emanaba el explosivo tercero al bate. Incluso siendo este el caso, no lograba afirmar que el asunto le era desagradable.

 

Condujo una mano a su pecho, sosteniendo el sudado uniforme entre sus dedos con fuerza. De nuevo ahí estaban esos latidos constantes cuando pensaba el asunto.

 

¿Podría ser…?

 

– Tetsu. – nombró Jun irrumpiendo en su mundo. Parpadeó un par de veces, confuso, antes de observarlo, declarando que le prestaba atención. – ¿Irás a batear después? – preguntó a la par que hundía sus manos en los bolsillos, acción que le daba un aire desinteresado. Yuki lo conocía, sabía que era solo una actuación. Lentamente había aprendido a reconocer ciertos comportamientos en su compañero, por ejemplo su cuestionamiento actual aunque fingiera ser desinteresado, realmente quería entrenar con él.

 

Asintió sin dudarlo. – No haría nada más. – responde con tranquilidad. Y ciertamente no se ve a sí mismo haciendo otra cosa a altas horas de la noche, que no sea pasar tiempo con Isashiki –y el resto de sus compañeros, pero no venía al caso–, era una costumbre adherida fuertemente a él. – Iré luego de la reunión con el entrenador.

 

– Ya veo.

 

El que la conversación muriera ahí no era necesariamente incómodo. Sin usar palabras, ellos se comprendían. A su muy peculiar modo estaban compenetrados.

 

Ryosuke quien no pasó por alto la conversación, sonrió, pues su hipótesis con respecto a Sawamura no estaba lejos de ser cierta. Quizá, solo quizá, él también tendría una oportunidad de romper aquellas barreras establecidas desde la aparición de Eijun.

 

– ¿Pasó algo bueno, Ryo-san? – inquirió Kuramochi. No escondió su gesto, por el contrario amplió su sonrisa. – Luces feliz. – agregó después.

 

– Podría decirse.

 

 

.

 

 

Norifumi exhaló profundamente, lanzando seguidamente a la red. Limpió el sudor que caía sobre su frente con el antebrazo, sonriendo satisfactoriamente, su control no era especialmente resaltante, pero hasta él lograba fijarse que estaba mejorando.

 

– ¡Sorprendente! – el grito de Sawamura le arrebató un respingo. Debido a lo concentrado que estaba al lanzar, olvidó que estaba rodeado del resto de los pitchers, véase Sawamura y Furuya. – ¡No perderé! ¡Aquí Miyuki Kazuya, atrapa para mí!

 

– No seas ruidoso, Sawamura. – reprochó Miyuki frunciendo el ceño. Fue hasta el sitio indicado para atrapar los lanzamientos, posicionándose. – ¿Y por qué no solo puedes decirme senpai? – inquirió. Desde que lo conoció Eijun se mostraba reticente a comprender que él era su senpai, y que por lo tanto le debía respeto.

 

– ¿Ah? ¿Qué tonterías dices, Miyuki Kazuya? – contestó confundido el pitcher. Kazuya torció los labios, indignado. – Tú no eres un senpai. – dijo con tanta naturalidad que el cátcher no podía sino ofenderse, así pues abandonó su puesto. – ¡Geh! ¡Miyuki Kazuya, atrapa para mí!

 

Norifumi solo observaba la escena en silencio, era mejor no intervenir en el pequeño conflicto.

 

– Eijun-kun. – llamó Haruichi, adentrándose donde residían los jugadores. Con la sola presencia del Kominato Eijun parecía olvidarse de Miyuki, cosa que le molestó aún más. No volvería a coger una sola bola de ese mocoso insolente hasta que le rogara de rodillas por algo de su atención. – Tienes una llamada. – notificó.

 

Furuya se tensó en su sitio. Desde el día en que Haruichi se confesó, no habían hablado, ni siquiera en los horarios de entrenamiento. Ladeó el rostro en el lado contrario, dedicándose a estirar sus músculos para distraerse de la nueva presencia. El Kominato al recaer en su acción bajó la mirada unos segundos.

 

– ¡Gracias, Haruichi! – gritó Eijun mientras marchaba hasta la salida. Era extraño recibir una llamada a esas horas. Wakana no solía llamarlo, principalmente se comunicaban a través de mensajes de texto, seguramente debería ser su madre, o incluso su padre, pero definitivamente no era su abuelo, aquel sujeto no le llamaría jamás por cuenta propia.

 

Con una sonrisa amplia se encaminó hasta la recepción, saludando animadamente a la mujer encargada del dormitorio.

 

– ¿Moshi-moshi?

 

Chris suspiró pesadamente. Sus músculos estaban agarrotados, los ejercicios de recuperación lo traían exhausto. Planeaba tomar un merecido baño, y luego de eso encargarse de sus deberes, cuando estuviese libre de sus obligaciones dormiría plácidamente.

 

– ¿El abuelo…?

 

Fijó su vista en la recepción, ahí estaban la encargada, como siempre, y ahí parado con lágrimas acumuladas en sus ojos, estaba Eijun. 

 

Notas finales:

Dicen por ahí que si actualizo constantemente conseguirán una olla de oro (?

Hasta la próxima. 

PACIFISTA OFF. 


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