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You're not my fuckin' soul mate (Kaisoo/Chanbaek) por Ms Ohorat

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Notas del fanfic:

Siempre quise hacer un fic como éste. Y es que Kyungsoo y Baek gorditos son, simplemente, adorables :'3

Notas del capitulo:

¡Hola! :D

Aquí les traigo mi nuevo proyecto, el cual estuve planeando desde hace meses. Sé que aún me faltan terminar con mis otros fics, pero no pude contenerme ;3;

Ya que éste sería como una especie de prólogo, no esperen a que sea tan largo, pero aquello no aplica a los otros capítulos. Esos SÍ VAN A SERLO. Lo aclaro para que desde ya lo tengan en cuenta, y, si hay alguna a la que no le guste leer demasiado, para que no se agobie tratando de leerlo :'D

En fin, las dejo con ésto y ¡espero que les guste!

 

Ocho horas antes de la maldición.


 


— ByunBaek, huye de allí.


 


El aludido apretó el Walkie-talkie que tenía en la mano contra su oreja al escuchar aquello y se mordió el labio inferior antes de contestar.


 


— ¿Viene hacia aquí?


— Afirmativo. El objetivo Orejas se está acercando a una velocidad de cien kilómetros por segundo.


— ¿Qué? —el chico arrugó la nariz—. ¿Qué no es eso algo imposible para una persona?


— Sí, lo es —contestó.


— Entonces...


 


Baekhyun apartó el aparato de enfrente de su rostro y respiró hondo. Luego, simplemente, asomó su cabeza de detrás de la pared en donde estaba escondido y observó casi con temor el patio de la escuela.


 


Casi pega un grito cuando vio a cierto sujeto parado a centímetros de él.


 


— ¡Aquí estás, Baekhyunnie! —exclamó el chico con una sonrisa mientras extendía los brazos con el propósito de atrapar al más pequeño de estatura.


 


El otro, sin embargo, lo esquivó ágilmente para ser alguien con una fisionomía algo complicada, y salió disparado hacia el punto de encuentro que habían acordado con su amigo.


 


— ¡Abortar misión! Repito, ¡abortar misión! —se escuchó gritar desde el aparato con aire agitado—. Objetivo Oveja negra hizo su movimiento. ¡Está detrás de mí!


— ¡Joder con éstos malditos! —gruñó Baekhyun—. 'Soo, a la guarida. ¡Nos vemos en la guarida!


— ¡De acuerdo!


 


Todo había comenzado en primer año de secundaria.


 


Era la primera vez en que Baekhyun y Kyungsoo pisarían un instituto tan prestigiado como aquel, y, a decir verdad, no se sentían del todo emocionados. Ambos habían decidido ir a la misma escuela desde que habían estado en la primaria, pero ir a una en donde, literalmente, todas las personas rebosaban de belleza y dinero como si fuese la cosa más normal del mundo, de hecho, no había sido el plan de ninguno de los dos ni por asomo.


 


Porque, a pesar de que se sentían bien con ellos mismos, el estar rodeados de individuos con cuerpos fenomenales y ropa cara no les hacía sentirse mejor. Sobre todo porque ellos, fuera de toda aquella naturaleza maravillosa, pesaban más o menos lo mismo.


 


Más o menos como unos noventa kilos.


 


Y ellos sabían que su peso no era el mejor de todos, pero nunca se habían quejado de nada. Es más, si tuviesen que elegir entre ser una tierna bola de arroz andante (como ellos solían llamarse por mero gusto) y un fideo escuálido y sin nada de carne encima, se quedarían, definitivamente, con la primera opción. Porque ellos no querían cambiar, ellos se agradaban mucho más así como estaban.


 


Sin embargo, sus compañeros de clase, y al verlos entrar por primera vez por la puerta del curso, no habían pensado lo mismo.


 


Ambos chicos se preguntaron por qué, siendo ellos tan amigables, los habían despreciado de esa manera desde que los habían visto. Según ellos, el tener sobrepeso no era algo de lo que se pudiera presumir, pero tampoco de lo que alguien se pudiese burlar, como lo hicieron todos ellos el resto de aquel año. Y empezaron a despreciar también, para qué mentir, a esa gente, pero al menos ellos tenían una muy buena razón para hacerlo. Aunque, a diferencia de sus compañeros, prefirieron seguir adelante con el ciclo escolar, ya imaginándose lo que les esperaba los cinco años que estuviesen allí, e ignorarlos por completo. Y hubiese estado bien si aquello hubiese seguido así el resto de los años. A ellos, por lo menos, les había estado funcionando.


 


Claro, hasta que había llegado aquel dúo brillante.


 


Cuando Kyungsoo y Baekhyun habían visto a aquellos dos chicos que atraían todas las miradas como si fuesen una especie de imán super potente, no les había gustado nada. Sin embargo, y al ver que justamente la mirada de ambos altos se había posado en ellos al segundo que los habían visto, como si estuviesen en serio desesperados por hablarles, decidieron que deberían darles una oportunidad. Después de todo, ellos sabían muy bien que, si no lo hacían, sería un tanto horrible.


 


Y lo hicieron. Se acercaron a hablarles con el mejor humor de todos, dispuestos a hacer nuevas amistades.


 


Pero lo que había ocurrido luego había sido... sencillamente desastrozo.


 


Porque puede ser que aquellos chicos brillantes, los cuales respondían a los nombres de Park Chanyeol y Kim Jongin, hayan sido como una especie de modelos sacados de una revista muy popular para todos los alumnos que asistían a aquella escuela, todo ellos sonrisa perfecta, cuerpo estructurado y caminar agraciado, pero ninguno tenía idea del problema que éstos dos tenían.


 


O, más bien, qué obsesión.


 


Desgraciadamente, Kyungsoo y Baekhyun habían tenido la desdicha de enterarse de qué iba aquella afición, y no había sido algo agradable. En resumen, ambos habían acabado por noquear a esas personas brillantes y salir huyendo de allí despavoridos, ya que el dúo que, en ese momento, yacía en el piso, inertes, resultaban ser unos maníacos a los cuales les gustaba apretar cosas blanditas, y mucho.


 


Sobre todo, a las personas que lo eran.


 


Desde entonces, los de estatura más baja habían estado escapando cada que éstos se acercaban con el propósito de tomar uno de sus brazos y amasarlos como si fuesen una especie de muñeco de felpa extremadamente suave, y habían tenido que tomar medidas drásticas para poder evitarlos por completo.


 


Por ende, los walkie-talkie que ahora se encontraban usando.


 


— ¡Demonios! —jadeó Kyungsoo al momento de encerrarse ambos en el cuarto de las escobas, apoyando todo su peso sobre sus regordetas piernas—. Un poco más y nos tienen.


— Hemos logrado escapar esta vez —contestó Baekhyun de la misma forma—. Pero eso no será siempre, 'Soo. Eso malditos están en buena forma y tienen jodidas piernas largas. Con nuestras bolas de grasa a las que llamamos piernas no vamos a poder ganarles. Debemos pensar en algo.


 


El aludido tragó saliva difícilmente y se incorporó como pudo, apoyándose en una de las paredes, bastante cansado.


 


— He estado pensando... —soltó—. ¿Y si nos cambiamos a otro colegio?


— ¿Y arrojar todos nuestros esfuerzos por la borda? Esa no es una opción, Kyungsoo. Estamos a mitad de curso y me maté estudiando para ese examen de admisión de mierda, así que no —protestó.


— Sólo fue una sugerencia —hizo una mueca—. ¿Y qué propones, entonces?


— Bueno, los walkie-talkie no nos van a funcionar por siempre, así que... —pensó Baekhyun, pasando una mano por su cabello—. ¿qué tal si les ponemos una trampa?


— ¿Una trampa?


— Sí, es decir... —se sentó en el suelo—. Si nosotros dejamos que nos persigan hasta aquí y los empujamos dentro de éste cuarto el resto del día, no querrán molestarnos más.


— Claro, y eso hubiese sido fantástico de no ser porque el conserje, tarde o temprano, tendrá que abrir ésta puerta —replicó Kyungsoo, golpeando suavemente el pedazo de hojalata— y ellos podrán escapar. Además de que, si llegasen a decirle al director sobre lo que hicimos, podríamos tener una suspensión de bastantes días. Creo que ese plan no está muy bien pensado que digamos.


— Diablos, tienes razón.


 


Kyungsoo suspiró, sin saber qué hacer ante una situación como aquella, y se dejó caer junto a su amigo de la infancia, posándole una mano sobre el hombro para apoyarlo. Y sacó su celular del bolsillo para mirar el reloj, ya que no tenía el privilegio de cargar con uno en su muñeca, como le hubiese gustado.


 


— Ya es hora de que volvamos. La siguiente clase comenzará dentro de nada —dijo.


— Lo que faltaba —se quejó Baekhyun, tratando difícilmente de levantarse del frío suelo de aquel cuarto y sacudiendo la tierra que había quedado en su trasero—. Recuerdame nunca volver a sentarme allí, ¿de acuerdo? Mi mano quedó de un puto color gris.


 


-


 


Cuando la hora del almuerzo había llegado, ambos chicos se dirigieron a su mesa junto a la ventana a paso de tortuga con sus respectivas bandejas de comida en las manos.


 


— Demonios, Kyungsoo —soltó de pronto Baekhyun—. Mueve tu enorme trasero a la mesa más rápido.


— Hago lo que puedo, ¿bien? —Kyungsoo puso los ojos en blanco—. No todos pueden pavonearse con tanta gracia como tú, señor Caderas gordas. Algunos sólo podemos arrastrar los pies, con suerte.


— Pues dile a tus pies que se arrastren con más rapidez. Los campesinos ya han comenzado con sus estúpidos comentarios.


 


Ante el comentario, el aludido no pudo evitar mirar con sus grandes ojos a los alrededores con atención. Y en efecto, habían personas que les dirigían miradas y cuchicheaban entre ellas mientras se reían, como si el verlos tratar de llegar a la mesa fuese algo divertido. Y aquello siempre había sido así: desde que habían pisado el lugar, las personas de allí sólo se habían dedicado a soltar mierdas sobre ellos, como que tenían un uniforme usado y zapatos rotos, y, además, sucios; que no tenían el suficiente dinero como para pagar un almuerzo decente y que ni siquiera les alcanzaba para comprar los materiales para las clases, y puede que aquello tenga algo de verdad, ya que ellos no defecaban plata como todos esos riquitos, pero realmente no podían verle algo de malo a ese hecho. Es decir, sí, la mayoría de sus cosas eran usadas, pero ¿qué más daba? ¿cuál era su jodido problema? No eran ellos los que lo usaban, sino Baekhyun y Kyungsoo. Y si ellos estaban bien, se suponía que con aquello bastaba.


 


Con ese pensamiento, el más bajo de los dos alzó la cabeza en alto y se dispuso a caminar con un poco más de velocidad.


 


— Pues que digan lo que se les cante la gana. A mí no me afecta en los más mínimo.


 


Baekhyun, y al verlo adoptar aquella actitud nuevamente, terminó resoplando y riendo al mismo tiempo.


 


— Bien, lo que tú digas.


 


Al llegar por fin a su destino, los dos se dejaron caer pesadamente en sus asientos, suspirando de alivio. Caminar todo aquel trayecto era más complicado para ellos que para cualquiera, ya que el comedor que estaban presenciando ahora mismo, se podría decir, era el doble de grande de lo que sería un campus normal de una escuela... bueno, normal. Era ya una tortura caminar desde sus salones hacia el comedor, y tener que caminar aún más del sector donde sirven la comida hacia su mesa era como duplicarles el problema.


 


— Muy bien —soltó Kyungsoo—. Éste es el único lugar en el que no están esos dos monstruos brillantes, así que podemos seguir planeando su caída aquí.


— Claro —asintió Baekhyun, llevándose un pan a la boca—. ¿Y se te vino algo a la mente ya?


— ¿Ponerles laxantes en la comida todos los días para que vivan en el baño y nunca más salgan de allí, tal vez?


— Por dios, no —el chico hizo una mueca de asco—. Eso es asqueroso.


— ¿Y entonces?


— ¿Qué tal si... ? —Baekhyun pensó, colocando una mano sobre su, prácticamente, papada, pero no tardó en suspirar, frustrado—. No, no se me ocurre nada.


— Tampoco a mí —se le sumó Kyungsoo, dándole un sorbo a su jugo—. Demonios, ¿por qué molestan tanto? ¿Qué acaso no tienen algo mejor que hacer?


— Al parecer, no —contestó el otro—. ¿Y si... hacemos ejercicio? —propuso, asustando de inmediato al otro.


— ¿Te das cuenta de lo que acabas de decir? —soltó—. Creo haberte contado mi pequeña anécdota de vida, esa en la que había intentado ir al gimnasio con mi tío para bajar un poco de peso y había terminado por romper una máquina de cinta. Romperla —enfatizó—. Mi cuerpo no está hecho para ello, ByunBaek, así que olvídate de eso.


— Bien, bien. Ejercicio no —puso los ojos en blanco—. Entonces... ¿dieta?


— Ya has intentado tener una, Baekhyun, y no has aguantado ni un día.


— Cierto, lo había olvidado —rió—. ¿Y cirugía?


 


Kyungsoo se ahogó con su propia saliva al oír aquello.


 


— ¿Estás endemoniadamente loco? —escupió, frunciendo el ceño—. De ninguna manera, Baekhyun. No. ¿Tienes, siquiera, una mínima idea de lo que duele aquello? Como el mismísimo infierno —se respondió a sí mismo—. Además, con todo lo que tendrían que hacer con nosotros, costaría millones. Tendría que venderme a mí mismo para ganar ese dinero, y dudo que alguien quiera, siquiera, tocarme de esa manera. Perderíamos bastantes clases por el reposo que tendríamos que hacer, para rematar, y repetiríamos el año, y yo, te aseguro, no quiero repetir. Quiero largarme de aquí de una vez por todas, y no lo voy a conseguir si nos hacemos una maldita cirugía para ahuyentar a unos psicópatas de las cosas blandas y perdemos nuestra oportunidad, así que no.


 


Baekhyun, y al escuchar semejante respuesta de su amigo, se quedó estático en su lugar, sin saber muy bien qué contestar. Porque puede ser que la mera idea haya sido tonta y que su amigo haya tenido razón en todo lo que había dicho, pero el chico jamás hubiese esperado a que se lo tomase de esa forma y se alterase con el sólo hecho de nombrarlo.


 


— Tienes razón, 'Soo. Lamento haberlo dicho —se disculpó, queriendo meter todo su rostro en el plato de sopa verde moco que tenía enfrente, pero sabiendo que sería algo imposible por su enorme barriga.


— Está bien, sólo... —Kyungsoo frotó la espalda de su amigo— no hay que pensar en situaciones precipitadas, ¿bien? Nada de agujas en nuestros cuerpos.


— Bien.


 


Ambos decidieron finalizar con la conversación por el momento y se dedicaron únicamente a comer su almuerzo, ya bastante frío. Ninguna de las personas se había atrevido a molestarles aquel día, así que ellos lo agradecieron. Desde que habían llegado, nunca habían podido comer tan tranquilamente como en ese momento, y Baekhyun y Kyungsoo se sintieron demasiado aliviados por poder disfrutar de su comida, aunque sea, una sola vez.


 


El resto de las clases habían pasado con normalidad para ambos, y eso ya era decir mucho. No hubo rastros de burlas por parte de nadie, aunque sí habían registrado esas típicas miraditas burlonas en algunas ocasiones. Tampoco hubo señal de aquel dúo brillante que tanto los atormentaban, por lo que pudieron sonreír por primera vez a lo grande. Y es que, para ellos, así tendría que ser siempre: ser considerados como unos alumnos más de aquella institución, sin importar el peso o los problemas económicos, y pasar cómodamente desapercibidos por los pasillos, sin el temor de que alguien viniese de cualquier lugar y se burlase en sus rostros o les lanzasen bolitas de papel o lo que fuese.


 


Pero, aunque fuese motivo de festejo, los dos chicos sabían que todo estaba demasiado tranquilo para su gusto, así que, por si acaso, se aseguraron de no bajar la guardia en ningún momento.


 


Y es que aquel día estaba yendo bastante bien para ellos, y ya se estaba acabando, pero ambos sabían que nunca tendrían tanta suerte. Para empezar, jamás la habían tenido en toda su vida, y ello no iba a empezar justamente ahora.


 


— ¡Kyungsoo-hyung!


— ¡Baekhyunnie!


 


Ambos, en el fondo, se habían esperado aquella.


 


— ¡Demonios, 'Soo! ¡Allí están! —gritó Baekhyun, apuntando al par que se acercaba corriendo.


— Jodida mierda, ¡nunca se cansan! —gruñó al momento en que ambos comenzaban a emprender la típica carrera a sus casas para escapar.


 


Ya era la hora de salida en su instituto y todo había ido muy pacífico hasta ahora. Los dos sabían que, no importaba cuan buen día había sido aquel, jamás podrían escapar de aquella persecución. Y es que hasta la consideraban como una rutina diaria, una costumbre, el salir corriendo con una velocidad que no sabían que tenían para evitar ser capturados, y hubiese sido demasiado raro que aquello no sucediera, al menos, un día. Pero no es como si a ellos les gustara, no. Simplemente, ellos... se habían acostumbrado.


 


Justamente ese día se habían quedado sin dinero para el autobús y tendrían que regresar a pie, y eso sí que era nuevo. El sólo hecho de tener que pensar en aquello les provocaba a ambos una especie de paro cardíaco, pero se prometieron resistir sólo por el bien de sus rollitos.


 


Jamás dejarían que los atrapasen mientras ellos estuviesen todavía conscientes.


 


— ¡Cuidado, Baek! ¡Una anciana al frente!


— ¿Dónde?


 


Antes de que se hubiese dado cuenta, el aludido dio de lleno con el robusto cuerpo de dicha persona que su amigo le había advertido, acabando por lanzarla al suelo fuertemente y cayendo él sobre su trasero con la misma fuerza.


 


— Agh, maldición... —se quejó, masajeándose la zona—. Me he aplanado el trasero.


— ¿Baek, estás bien? —se acercó a ayudarlo Kyungsoo, estirando una mano para que el otro la tomase. El chico asintió.


— ¡Oigan, ustedes!


 


Los dos más pequeños miraron hacia la voz que los había hablado un poco confundidos, encontrándose así con dicha anciana.


 


Se veía molesta, y aquello nunca era buena señal.


 


— ¿Acaso no piensan ayudarme? —interrogó la mujer, aún en el suelo.


— Eh...


 


Kyungsoo y Baekhyun, prácticamente, trotaron en su lugar, nerviosos, al notar que, a lo lejos, se podía ver a esos dos locos acercarse cada vez más, y miraron a la anciana con súplica.


 


— Lo lamento, pero tenemos que irnos.


— ¿Entonces dejarán que me quede aquí? —la mujer frunció el ceño—. Tengo un problema en la cadera, por lo que no podré levantarme. ¿Es así como me dejarán, luego de haberme tumbado?


— Le diremos a un policía que venga a ayudarla de camino, pero por el momento...


— ¿Entonces me dejarán aquí? ¿Es ésta la nueva generación de jóvenes? —escupió ofendida—. Tan maleducados.


— Oiga, no. Nosotros no somos maleducados —protestó Baekhyun.


— Y encima ni siquiera se preocupan por su apariencia ahora. Hay que ver cuan pasados de peso están.


 


Kyungsoo frunció el ceño.


 


— Eso es discriminación. En tal caso, usted es la maleducada aquí.


 


La mujer miró con bastante ira acumulada hacia ambos chicos, y se puso de pie sin ningún problema, sorprendiendo a las dos personas que tenía enfrente, sacudiéndose la tierra segundos después.


 


— Vaya, veo que tienen agallas, par de mocosos —soltó de pronto—. Díganme, ¿creen en la magia negra? En brujas, hechizos, y todo lo que conlleva.


 


Kyungsoo y Baekhyun se detuvieron en seco en su lugar, y se miraron entre sí con ambas cejas arriba. No sabían muy bien si decir que la mujer estaba loca o había tenido alguna contusión grave en la cabeza a causa de la gran caída.


 


Sin embargo, ambos negaron con la cabeza, y se cruzaron de brazos.


 


— Obviamente que no existe. ¿Qué clase de pregunta es esa, eh? —Baekhyun se atrevió a agregar.


— Maldición, Baek... —musitó Kyungsoo de repente, picando el hombro del otro con una expresión algo desesperada—. Por dios, están cerca. Hay que irnos ahora, en serio.


 


El aludido asintió, y volvió su vista a la señora.


 


— Como sea, lamento haberla hecho caer, pero ya tenemos que irnos. Si nos disculpa...


— Alto ahí, jovencitos —la mujer tomó a ambos del brazo con una fuerza algo subnormal para ser simplemente una anciana y evitó que escaparan.


— ¿Qué está haciendo? —soltó Kyungsoo, tratando de zafarse.


— En serio, abuela, no tenemos tiempo para...


— ¿Abuela? —enarcó un ceja—. Niño, deberías aprender a cerrar la boca de vez en cuando, ¿no crees? Mocoso insolente.


— ¿Mocoso? Óigame...


 


Antes de que pudiesen replicar nada, ambos se vieron atrapados entre los brazos de aquellos individuos que tanto odiaban, y al segundo éstos comenzaron a apretarle los brazos con insistencia.


 


Y quisieron maldecir a todos los cielos, porque aquello nunca había sucedido si hubiesen salido corriendo.


 


— ¡Quítate de encima, orejas! —gruñó Baekhyun, empujando con toda la fuerza que tenía al chico más alto pero fracasando miserablemente.


— En serio, ¡vete al demonio, oveja negra! ¡Deja de apretarme como si fuese tu maldito peluche de felpa!


 


Sin embargo, los más altos decidieron que apretar sus mejillas iba a ser más entretenido y se habían puesto a ello, ignorando a los más bajos y a sus protestas.


Kyungsoo estaba, literalmente, harto de toda esa mierda, y no había tardado en explotar en medio de la calle. Generalmente, era Baekhyun el que siempre acababa explotando, pero el otro no había podido aguantar más.


 


— ¡Quítate de encima mío! —gritó, quitando los brazos de cierto moreno con fuerza y empujándolo en el proceso—. ¿Qué se supone que sucede contigo, ah? ¿Estás loco? ¡Sólo mira como has dejado mis asquerosas mejillas! —se apuntó a sí mismo.


 


Kim Jongin lo miró con los labios apretados, como si se estuviese conteniendo en demasía.


 


— Yo sólo... Te juro que si las dejaste rojas, te mato. En serio, te mato —prosiguió el más bajo de todos, apretando los dientes y mirando de reojo a la anciana, la cual aún seguía allí, con una sonrisa superior dibujada en el rostro—. ¿Y tú qué? ¿Aún sigues aquí?


 


Baekhyun se quitó de encima a aquel gigante que lo había dejado inmovilizado por momentos y lo estampó contra el moreno, provocando que ambos cayeran al suelo, y se acercó a su amigo, apoyando ambas manos para tranquilizarlo.


 


— Déjalo, 'Soo. Ya vámonos, antes de que éstos idiotas vuelvan a molestar.


 


Pero, y contra todo pronóstico, la anciana sonrió en grande mientras sacaba algo de su pequeña cartera que tenía colgando de uno de sus brazos, y se acercó al dúo que yacía en el suelo.


 


Y les roció con un líquido rojo casi parecido a la sangre misma, empapándolos por completo, y los más pequeños ahogaron un grito ante a aquello, porque ¿quién demonios se creía aquella señora para hacer algo como eso? ¿Alguien superior?


 


Sintiendo un poco de pena por ellos, Kyungsoo y Baekhyun tomaron ventaja de ello y comenzaron a alejarse de allí a paso dudoso. Porque sí, tal vez ellos odiaban a esos chicos con el alma, pero les dio bastante lástima el verlos con cara estupefacta y temblando de frío en el suelo, con una anciana loca diciendo porquerías inentendibles sobre ellos. Y es que esa mujer estaba realmente loca, y ellos no querían tomar el riesgo de seguir estando cerca de ella, así que prefirieron irse.


 


Aunque no les duró mucho la escapada, de hecho.


 


— Detente, 'Soo —soltó Baekhyun de pronto, haciendo una mueca de dolor intenso, por la cual Kyungsoo se alarmó.


— ¿Qué sucede? —preguntó, revisándolo por todas partes—. ¿Te has lastimado con la caída?


— No, no, es... mi meñique —respondió el otro con un siseo—. Me duele.


— ¿Qué? —lo miró sin entender—. ¿Cómo que te... ? Jodida mierda...


 


Kyungsoo sintió de repente un dolor punzante en el mismo dedo, el cual también le dolía a su amigo, y no pudo evitar tomarse la mano y mirar la zona, un tanto confundido. Él mismo sabía que, en todo el tiempo que había estado con esos dos locos y la anciana, no le había sucedido nada, por lo que le pareció extraño que se hubiese lastimado de ninguna manera.


 


Fue allí cuando se había dado cuenta de la desgracia.


 


— ¿Qué demonios es ésta cosa? —soltó casi con temor al notar que en su dedo meñique tenía un pequeño hilo rojo atado fuertemente, el cual estaba demasiado estirado para su gusto. Y trató de quitárselo, ya que le dolía mucho que estuviese allí—. ¿Cuándo fue que... ?


 


Quedó petrificado en su lugar, sin embargo, al darse cuenta de que, cuando pasó sus dedos por el hilo, éstos, literalmente, lo habían traspasado. Como si no estuviese allí, como si no pretendiese arrancarle el dedo de tan apretado que estaba.


 


— ¿Qué es... ? ¿Qué... ? —balbuceó, repitiendo el mismo proceso una y otra vez, sin acabar de creérselo.


— Es tu hilo del destino, mocoso.


 


Kyungsoo y Baekhyun voltearon hacia la voz que había hablado, y se sorprendieron al toparse de nuevo con aquel rostro altanero de la anciana.


 


— ¿Hilo del destino? —soltó Baekhyun, estupefacto—. No, no puede ser. Se supone que aquello es una leyenda urbana, que aquello no existe.


— Oh, sí, existe —rió son suficiencia la mujer—. Y lo tienes en tu meñique justo ahora. A menos que estés junto a la pareja a la cual se te ha destinado, ese pequeño hilo rojo no dejará de ajustarse a tu dedo, cortándote la circulación.


— ¿Cortando? —dijo Kyungsoo—. ¿Y cómo sabes todo eso? ¿Acaso tú los has hecho?


 


Ella miró a ambos con una sonrisa en el rostro y colocó ambas manos detrás de su espalda, fingiendo inocencia.


 


— Puede que sí, puede que no —respondió simplemente—. De todas formas, mocosos, ustedes deciden —les apuntó sin pudor alguno, y comenzó a alejarse—. O permanecen junto a la persona que les fue asignada, o se abstienen a perder un dedo. Sea cual sea su decisión, no es de mi incumbencia, así que me voy —y desapareció, frente a los ojos de ambos chicos, que casi se desmayan al ver aquello.


— Ella, literalmente... desapareció —musitó Baekhyun, viendo aún hacia el lugar donde estaba parada la mujer hace unos segundos, con la boca abierta.


— Sí, es... —Kyungsoo sacudió la cabeza para borrar aquella imagen, y miró a su amigo, decidido—. Sea como sea, no podemos estar con el meñique apretado para siempre. Mejor vamos a buscar a esas dichosas almas gemelas.


 


Baekhyun soltó una pequeña risita ante aquello.


 


— Dudo que se alegren mucho de vernos, ¿no crees? —se apuntó a sí mismo, burlándose.


 


Kyungsoo hizo una mueca.


 


— No es como si pudiésemos cambiarlo ahora, así que tendrán que conformarse con ésto —respondió, no muy convencido—. Andando.


 


Baekhyun asintió, siguiéndole el paso a su amigo mientras veía con detenimiento como el hilo se iba desajustando cada vez que se acercaban más a sus supuestas medias naranjas. Y le pareció increíble; incluso el dolor se había ido automáticamente.


 


Pero todo rastro de esa felicidad momentánea se había ido al traste al ver dónde finalizaba el hilo.


 


No puede ser.


 


Porque el hilo rojo del destino conectaba a dos personas que estaban destinadas a estar juntas por siempre, sin importar quién fuese o qué tan lejos estuviese. Una vez que decidía quién sería la pareja de vida de una persona, no importaba si el hilo se tensaba o enredaba, siempre seguiría atado allí.


 


Y los hilos de ambos, en efecto, estaban atados a otras dos personas, como se suponía que tenía que ser.


 


Pero esas dos personas no eran exactamente las que ellos hubiesen querido.


 


Porque ambos hubiesen aceptado cualquier cosa, que estuviese unido a una chica o a un chico, o, incluso, a un viejo verde, pero jamás aceptarían que estuviese atado, justamente, a ellos.


 


A ellos, de entre todas las personas del mundo, los cuales no sólo estaban empapados de líquido rojo y tendidos en la calle, sino que también se encontraban inconscientes, uno encima del otro.


 


Y Baekhyun y Kyungsoo quisieron suicidarse allí mismo.


 


Porque nunca aceptarían ser las almas gemelas de Park Chanyeol y Kim Jongin en sus vidas, ni aunque eso le costase un maldito dedo entero.

Notas finales:

Y eso es todo.

¿Les gustó? ¿Fue horroroso? Sea como sea, acepto pedradas, rosas, etcétera, etcétera. Todo es bienvenido por aquí.

Uh, como yo nunca respeto las fechas de actualización, no voy a poner ningún día. A veces suelo tardar y a veces no, pero no dejen de chequear el fic a los que les gustó para poder estar al tanto. 

¡Nos vemos a la otra! :D


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