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Sin Salida. por Miss Neko Dragneel

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Nada me pertenece, Saint Seiya le pertenece a Kurumada.

Advertencia: Incesto. Muerte de un personaje. Más incesto. Semi-AU. Algo de Aioros x Saga.

Notas de autor: ¡Por Athena! Mi primera historia de Saint Seiya, me siento realizada (?) Bueno, esto salio [Copypaste de lo que puse en LiveJournal] "¿La verdad? Solo quería ver a Saga dominando por Kanon, después de leerme unos fanfics de Scarlet Diamond, viendo un par de imagenes y estaba pensando "Hey, ¿Qué hubiera pasado si Saga nunca hubiera sido malvado?" (no tendríamos historia) pero Kanon si hubiera sido malo, hasta quizás si hubiera logrado dominar el mar. Ya que Saga nunca hubiera sido malo, nunca hubiera intentado matar a Athena y Aioros no habría muerto, ni Shion y Saori hubiera vivido feliz en Grecia... sin conocer a los bronces... ¿ven? Sin historia."

Kanon los observa a todos con una sonrisa maliciosa, no puede creer que lo haya logrado. El haber engañado a Poseidón y haberse adueñado del mar. Planificar y dirigir la guerra santa contra Athena y salir victorioso de ella, haciéndose amo de la tierra. Todo sin ayuda de Saga.

Y ahora está aquí, frente a los doce caballeros dorados que ya no le pertenecen a la Diosa, sino que a él, y entre ellos se encuentra su queridísimo hermano gemelo, Saga.

“Maldito seas, Kanon.” El caballero de Géminis maldice con una mirada de odio hacia su persona haciéndolo ensanchar su sonrisa.

“Cuida tus palabras, Santo de Géminis.” Reprende maliciosamente, saboreando ver el rostro furioso de su hermano, que no hace ningún movimiento, solo se mantiene quieto, dócilmente en su lugar.

Hace tiempo no ve a Saga tan manso y sumiso por su presencia. Le provoca deseos enfermizos, malditos, depravados. Quiere retorcijarse ante su victoria, sacarle en cara que él tenía razón cuando se le ofreció unirse para dominar el mar y la tierra. El mundo en su máxima palabra.

“¿Él es tu hermano gemelo, del que nunca escuchamos hablar, Saga?” El caballero de Virgo, Shaka, pregunta apacible al Caballero de Géminis, quien frunce el ceño al igual que todos los presentes que ignoraban el hecho de que Saga tuviera un hermano, y mucho menos uno gemelo.

“Es solo un error que tuve que haber matado con mis propias manos.” Es lo que Saga responde casi escupiendo con odio. El general de Dragón Marino agranda su sonrisa maliciosa. Dirige su mirada a Shion que se encuentra forzadamente a su lado, al igual que todos en la sala, sus ojos muestran furia, con un toque de decepción.

La mirada de ambos se encuentran y Kanon lo culpa con ella por todo lo que ha pasado, porque si no hubiera sido por él, nunca tendría que haber fingido ser una sombra de su hermano, el tener que esforzarse por no existir, el haberse separado de Saga —quien siempre prefirió Géminis antes que a él, a una Diosa que no conocían por sobre él—.

El lemuriano le devuelve la mirada sin una pizca de arrepentimiento. Una parte de él sabe que obro mal, pero así fueron las reglas, él solo se había encargado de cumplir el mandamiento que Athena había impuesto hace miles de años. Pero ahora la Diosa está muerta, asesinada por la mano de Kanon y su ejército de marinos. Y no puede evitar sentirse culpable.

“Kanon, ¿Por qué has hecho esto?” Demanda la voz del Patriarca, no, piensa irónico, del antiguo Patriarca y todos dirigen su mirada hacía el ex santo de Aries, a excepción de Saga que no aparta su mirada de odio hacia su hermano.

El gemelo menor deja escapar una carcajada burlona. Con el báculo de Nike, que le pertenecía a Athena, apunta a Shion con malicia.

“¿«¿Por qué?» preguntas? Tú, nuestro maestro y Saga hicieron mi vida un infierno. Solo estoy cobrando lo que merezco. ¿Qué tiene que quiera dominar el mundo? Puedo hacer un mejor trabajo que esa estúpida Diosa.” Responde mirando con autosuficiencia al ex Patriarca.

Todos los dorados lo vuelven a mirar de inmediato, ofendidos por tal declaración hacía su Diosa que, si no hubiera sido ella misma quien les prohibió ir a la batalla, le habrían dado su vida si hubiera sido necesario, para que ella haya sobrevivido y ganado la guerra. Sobre todo Shura, Aioros y Saga, quienes eran los más fieles a Athena.

“¿Cómo te atreviste a asesinar a Athena?” La voz del antiguo Anciano Maestro resuena por todo el salón. Suena decepcionada, incrédula por toda la situación en la que se ve sumergido, más no se extraña. No es la primera vez que Géminis trata de hacerse del poder, lo sabe habiendo conocido a Aspros.

“¿Por qué no? A diferencia de ustedes, yo a esa Diosa no le debía fidelidad alguna.” Comenta indiferente, burlón. Cuando Saga ganó la armadura y lo alejó de su mundo por defender a esa Deidad, perdió todo el respeto que le tenía, si es que este le tenía alguno.

“¡¡Kanon!!” Saga ruge perdiendo toda paciencia, lanzándose en contra el trono en el cual su gemelo lo esperaba paciente. Saga ya no es más poderoso que él, ahora con el escudo y báculo de Athena, y el tridente de Poseidón es invencible.

Antes de que Saga pueda incluso llegar a rozarle, tiene a tres caballeros encima de él impidiéndole que su ataque le llegue. Géminis ve sorprendido, hasta alarmado, como sus compañeros lo detienen. Lo primero que piensa es que están aceptando a su hermano, traicionando a Athena.

“¿¡Por qué lo defienden!? ¡¡Mató a Athena!!” Exclama sorprendido, intentando zafarse del agarre que le someten; Dohko lo detiene del estómago, Camus lo congela de las piernas y Shaka le sostiene la muñeca con fuerza. “¡¡Asesinó a Athena!!” Repite sin creerlo.

Kanon desde su sede, siente un extraño revoltijo en su estómago, por dos sentimientos contradictorios luchando entre sí. Uno es la retorcida alegría que siente al ver a Saga siendo reducido por sus compañeros, solo por defenderlo a él  y el otro es el desagrado por la misma razón. Le irrita que su gemelo sea sometido por alguien que no sea él.

Se queda callando, sin embargo, observando el espectáculo.

“Saga, Kanon puede matarte en cualquier momento. No nos permitamos más muertes.” Shaka responde con voz serena, reafirmando el agarre en su muñeca en cuanto nota que trata de escaparse ahora con más energía que antes. Saga se remueve, sin importarle que lo sujetaran, las palabras del caballero de Virgo solo hicieron que su coraje aumentara.

“¡¡Prefiero morir que servirle a él!! ¡¡Al asesino de nuestra Diosa, Athena!!” Grita. Dohko niega con la cabeza entristecido, que le recuerden a cada momento el fallecimiento de la Diosa no es agradable, mucho menos ver el estado en que se encuentra el guardián de Géminis. Con sus ojos ve de reojo el semblante de su amigo, que está con la cabeza gacha y un gran dolor en su mirada.

Ambos, con esta, ya han vivido dos guerras santas y las heridas que no se curaron en la anterior ahora duelen con más fuerza.

“Estoy con Saga.” Aioros da un paso al frente, con todos los Santos observándolo con cautela. Su hermano hacen ademán de acompañarlo, pero solo le basto una mirada suya para que se quedara un su sitio, atento a cualquier movimiento. Saga lo gira a ver, agradeciéndolo con la mirada por su apoyo. “Kanon asesinó a Athena, a nuestra Diosa, no pudimos protegerla, pero podemos vengarla.”

El menor de los gemelos alza la ceja, altamente entretenido por el comentario que lanzo el Santo de Sagitario. Como si pudieran vengarla. Como si pudieran contra él. ¡Él, quien líquido a Athena! ¡Que broma! ¡Que chiste!

“¡Mi hermano tiene razón!” El caballero de Leo da un paso al frente, colocándose al lado de su hermano. Aioros a pesar de todo, puede sentirse orgulloso de Aioria, por el amor que le profesa a su Diosa y a la lealtad que lo envuelve hacía ella. “Shaka, Maestro Dohko, Camus ¡Suelten a Saga y únanse a nosotros para eliminar a Kanon y vengar a Athena!” Ruge señalándolos con su dedo índice.

Los tres Santos no se inmutaron, siguieron firmes en su agarre. Camus le dirigió una mirada a su fiel amigo, este se la devolvió con desaprobación, haciéndolo vacilar de su agarre por momentos al notarlo decepcionado de él. Aioria al verse ignorado masculla un insulto hacia todos y a nadie.

Avanzo a paso firme donde estaban los dorados rodeando a Saga, Aioros lo sigue desde atrás, llevando en su mano su arco dorado y Milo se le une, ya sacando su aguja escarlata. Preparado para atacar, si es necesario.

“Es su última oportunidad, suelten a Saga si no quieren enfrentarse a mi plasma relámpago.” Advierte el León. Elevando su cosmo y aun así los tres no se movieron. Milo se situó en frente del caballero de Acuario, apuntándolo con su Aguja Escarlata, amenazándolo.

“Camus, descongela las piernas de Saga. No nos traiciones ahora, amigo.” El mago de los hielos observa fijamente al escorpión, y ambos se envuelven en una lucha de miradas quien ninguno de los dos está dispuesto a abandonar hasta que el otro caiga primero.

Aioros se coloca al otro lado, tensando su arco en dirección a ellos, amenazante. Con su mirada advierte lo mismo que los otros, mirando de reojo a su mejor amigo quien lo sigue observando agradecido por su intervención y siente una mirada de odio hacia su persona, sin dejar de observar a los tres caballeros, mira de reojo a la dirección donde se siente el odio, encontrándose con la mirada del hermano de Saga.

A pesar de que los tres estén intentando liberar a Saga, Kanon solo mira con odio a él. Se pregunta por qué.

Kanon desde que conoce la existencia de Sagitario, lo odio. Porque Saga pasaba más tiempo con Aioros que con él, lo prefería a él que a su hermano, lo detestaba con todas sus fuerzas y ahora que esté intentando salvarlo lo enferma más que antes.

“¿Harán todo por salvar a mi hermano?” Kanon pregunta desde su posición, con un horrible sabor en su boca producto de eso. “Son unos estúpidos, lancen sus ataques hacia ellos y lastimarán a Saga.”

El castaño menor frunce el ceño, volteándolo a ver con sus ojos azules chispeando de furia. Aioros tensa ahora su flecha hacía él, pidiéndole disculpas mentalmente a Saga por esto, porque ante todo, Kanon sigue siendo su hermano. Milo por su parte al escucharlo deja su batalla de miradas con Camus y también lo mira amenazante con su garra apuntándolo.

“¡Entonces te atacamos a ti!” Clama Aioria y se pone en posición de ataque, imitando a sus dos compañeros y nuevamente grita, bajo la mirada de horror de los otros santos y los marinos que acompañaban a Kanon. “¡Plasma relámpago!”

“¡Aguja Escarlata!”

“¡Trueno Atómico!”

“¡Mi señor!” Tethis intenta interponerse ante el ataque, pero Kanon con una mano se lo prohíbe y ella se queda en su lugar, y él lo espera con una sonrisa arrogante. Es una ocasión perfecta para demostrar su superioridad a ellos.

Shion aprovecha los momentos de confusión que generan los ataques combinados, teletransportandose al lado de su alumno, ambos mirando el, esperanmortal ataque que acabe con el homicida de Athena.

Al igual los dorados tienen la esperanza de que ese ataque acabe a Kanon, incluso su hermano ansía lo mismo, una venganza para Athena, que a todos les hubiera encantado participar.

Pero ante todo pronóstico Kanon con un suave movimiento desplaza el escudo de Athena al frente suyo y repele el ataque, bajo la mirada sorprendida y decepcionada de los Santos y la orgullosa de los marinos.

Todos miraron con frustración el desencadenamiento del ataque, parados inmóviles en su lugar. Hundidos en ello, ignoraron el que Kanon se parara y se ganara en frente de todos, portando en ambas manos las armas de los respectivos Dioses que asesinó. Un carcajeo los saca de su desilusión, y vuelven a mirar al causante de su desgracia.

¡Satan Imperial!”  Kanon exclama, y todos los dorados sin poder evitarlo caen en la letal técnica que el gemelo aplica, incluso Saga, quien es experto en ese ataque, pero Kanon con el escudo de Athena, el báculo y el tridente de Poseidón, sus técnicas son ahora muchos más poderosos que antes, incluso podrían afectar al mismo Zeus si estuviera presente en la sala.

Los dorados se mantienen en su lugar, inmovilizados y con su voluntad negada. Sus mentes están en blanco, sintiendo la mortal técnica de Kanon en ellos. Y él lo sabe, se relame los labios por tener la voluntad de todos en sus manos, podría ordenarles asesinarse entre sí y lo harían, pero ahora él no quiere que ellos mueran. Tiene a los Marinos de Poseidón en su poder, tiene que tener también a los Santos de Athena.

“¡Esta es mi regla, Dorados, su orden es obedecerme por sobre cualquier cosa!” Ordena y los pensamientos de los dorados se ven sometidos a la voluntad de Kanon, se reescriben sus importancias y ponen al gemelo en la cima. A costa de sus sentimientos, él está en la cima, por sobre Athena, también. “¡Desde ahora yo soy su amo, señor y Dios! ¡Ustedes tres!” Señala a los santos que sometían a su gemelo con el tridente, maravillado por las miradas sin brillo de los caballeros. “Dejen ir a Saga.”

Y como espera, obedecen. Dejan ir al Santo de Géminis de su cautiverio y lo dejan libre. El griego se balancea levemente por entumecimiento de sus piernas al estar bajo hielo y sin poder evitarlo cae es traposamente al suelo, sin que nadie alcanzara a atajarlo por no estar en sus cabales por culpa de su hermano.

Kanon ríe ante eso y da la primera orden de su oscuro mandato: “¡Arrodíllense ante mí!” Todos simultáneamente se arrodillan, incluidos Shion y Saga, el último con dificultad mantiene su postura. Los marinos que estaban con Kanon aplauden satisfactoriamente ante todo el espectáculo de los dorados.

Ellos se odian con lo más profundo de su ser, se dan asco, desean morirse por ver como le obedecen al asesino de su deidad. Puede que sus cuerpos sean traicioneros, pero sus mentes siguen leales a sus creencias. Se mantienen un rato así hasta que Kanon decide que es suficiente y se levantan, manteniéndose donde estaban con su ahora devuelta libertad de cuerpo.

Lo miran con odio. Kanon les sonríe burlón.

Este ya decide que va a ser ahora, es momento de divertirse con su gemelo, tener una charla y divertirse con él. Mira a Saga fijamente, altanero y Saga solo le regresa la mira, asqueado.

“Todos lárguense. Excepto Saga.” Ordena descarado y los santos de oro no tienen más opción que de obedecer, a pesar de que no desean dejar a los gemelos solos, a pesar de traicionar a un compañero. El mandato de Kanon es más fuerte y obedecen.

Así cada uno va abandonando el templo del Patriarca, lanzándole miradas de disculpa al gemelo mayor. El último en abandonar el recinto es Aioros, que se negaba a dejar a su mejor amigo solo con ese… despreciable ser. Pero la voluntad de Kanon fue más fuerte que su él y termino abandonando el recinto, no sin antes dejarle un mensaje claro a Saga con sus ojos, quien lo entendió de inmediato y le dedico una pequeña sonrisa.

Nos veremos después.

Los marinos abandonan el recinto después de los dorados, hablando entre ellos divertidos. Contrarrestando la actitud que tuvieron los dorados al salir del lugar.

Ya solos, ambos gemelos se observan; Kanon desde su trono desvergonzado: Saga a metros de él con rabia. Se quedan en silencio solo mirándose. Hasta que la carcajada burlona de Kanon resuena por todo el lugar.

“Ay Saga, si solo me hubieras hecho caso, tú y yo seriamos los que reináramos aquí. Los que tendríamos el poder del mundo.” Manifiesta el menor con falsa pesadez, sentándose nuevamente en su (ahora) trono, sin quitarle la vista a su hermano.

Una parte de él lo lamenta, porque Saga y él hubieran sido reyes. Hubieran estado juntos como siempre lo estuvieron. Pudieron bajarse la luna y las estrellas si lo deseaban. Pero Saga lo rechazó, negó todo con él. Le ofreció un mundo de posibilidades, el mundo a sus pies si quería, sin embargo, Saga eligió a Athena; al arquero; a Géminis y al Patriarca.

“No me arrepiento, si es lo que querías escuchar.” Saga habla por fin, manteniéndose en su lugar y Géminis luce reluciente, brillando como el oro que es, molestando enormemente. La armadura se burlaba de él, como siempre lo hizo desde que Saga la ganó. Un cruel recordatorio de su pasado y decisiones. “No me arrepiento de haberte encerrado en Sunion, de lo que me arrepiento es de no haberte matado cuando tuve oportunidad de hacerlo.”

Ante tal declaración, se quedan en silencio. El caballero de Géminis mira indiferente, sin importarle las crueles declaraciones que hizo. En el momento en que Kanon le contó su plan de asesinar a Athena, hace trece años, la hermandad que los unía se destruyó. Los momentos que pasaron juntos se esfumaron dejando solo a un fantasma.

La cara del Dragón Marino se descompone por primera vez en años, sin poder evitarlo su corazón se encoge por la revelación de su gemelo y duele y también odia. Lo odia por todos esos sentimientos que le provoco desde su infancia, ese amor fraternal que cada día creció hasta dejar de serlo y convertirse en un enfermo amor. Lo odia por haber preferido al Santuario antes que él, incluso por haberlo intentado matar.

Lo odia porque a pesar de todo, ese retorcido amor sigue dentro de él, negándose a abandonarlo. Y solo sigue creciendo, y ahora que es amo y señor de la tierra y el mar puede desatar esos deseos enfermizos que tiene hacia su gemelo y él no podrá negarse, porque su voluntad ahora le pertenece.

Ladea su cabeza, quitando el pasado de sus memorias y vuelve a su mismo semblante de siempre. Con su retorcida sonrisa y sus ojos calculadores.

“Quítate a Géminis, Saga.” Ordena Kanon lo que siempre quiso pedirle a Saga desde que la obtuvo. Los ojos de Saga se muestran asustados y reniegan el quitársela, pero su cuerpo lo traiciona y acceden a su deseo quedándose solo con la ropa de entrenamiento y desprotegido frente a su hermano. Kanon lo observa desde arriba y hacia abajo, recordando en su mente el cuerpo de Saga, tan parecido al suyo pero con toques tan diferentes.

Ante la mirada Kanon, Saga se siente algo cohibido, pero se mantiene firme, mirando a su hermano sin temor y sin respeto. Orgulloso como un Santo de Athena era.

“Ahora, acércate a mi lado y arrodíllate.” Al igual que hace poco, el cuerpo de Saga obedece en contra de sí y se mueve hacía donde él se encuentra, arrodillándose a su lado. Se siente humillado, estar así con su gemelo es humillante, realmente humillante.

Habría bajado la cabeza a no ser porque Kanon le sostiene de la barbilla y lo obliga a mirarlo bruscamente, a fijar sus ojos en los suyos. Y aunque Saga se remueve solo basta una orden de su hermano para que se mantenga quieto, sumiso en su lugar y fije su mirada hacía los ojos verdes de Kanon, iguales a los suyos.

Al mirarlos, Saga los abre sorprendido ante la mirada hambrienta con la que su gemelo lo mira, una mirada totalmente nueva hacía él y no puede apartar la vista de ella. Kanon se relame los labios y le susurra con una voz nuevamente diferente… lasciva.

Ahora reclamaré lo que me pertenece por derecho, Saga.”

Notas finales:

Para ser sincera, lo mio es escribir con guión, pero las comillas iban mejor con la historia... que espero poder continuar... no, tengo que continuarla...

¿Review? ¿Criticas?

Ah, algo. Sobre el ataque de Aioros, como el pobre Diablo no peleo en la serie, me vi obligada a buscar en Wiki un ataque suyo, salio ese por sí acaso. Ahora sí, chao.

 


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