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Cartas a Sasuke por Amok Scarlet

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Notas del capitulo:

Hola!!!

Aquí vengo con un capitulo

mmm... este lo cuenta un chico rubio de ojos azules

Espero les guste

Como ya saben un azabache me tiene loquito por él. Lo que no saben es cómo fue que sucedió. Hasta ahí vamos bien ¿verdad?


Pues quiero decirles que yo tampoco tengo idea de cómo comenzó, solo sé que lo vi y me perdí en un mundo donde solo él existía. Donde sus ojos eran mi único sustento para vivir.


Creo que podría vivir de solo verlo. De solo estar cerca de él.


Pues para que se den una idea así fue como pasó


+++


Principios del año escolar, lunes a las ocho de la mañana, estábamos en el auditorio de la escuela en la ceremonia de bienvenida. Primero la directora (qué para mi mala suerte es mi abuela) y su plática de todos los años. La cual ni siquiera oí, total aburrimiento.


Luego el Presidente Estudiantil con la bienvenida a los primeros años. Solo escuchaba bla… bla… bla… Y los aplausos claro cómo se me olvidan los aplausos.


Después enunciaron el nombre del chico de primero. Yo miraba el celular donde estaba viendo cómo tener tu propia huerta. Mi madre me enseño que las plantas son esenciales en la vida, que las flores pueden expresar muchas cosas si encontrabas la indicada. Yo creo en mi madre, en mi padre también, con ellas enamoro a mi mamá. Siempre me lo han dicho “una rosa siempre es un te amo” No cabe duda, pero esa rosa es especial. Solo a una persona que amas de verdad se la puedes entregar.


Yo andaba vagando en mi lectura hasta que empecé a escuchar los murmullos


— Ya viste — me codeaban pero yo lo ignoraba


— Es una exquisitez — escuchaba a esas bestias que tengo por compañeros


— Se remarca su trasero — juraría que veía sus babas cubriendo el suelo.


Pero lo que me hizo voltear no fue ninguna de las voces de mis compañeros. Lo que me hizo voltear fue la voz proveniente del podio. Subí la mirada al escuchar su voz


— Buenos días — cuando mis ojos vieron su figura, sus ojos, sus cabellos, sus manos, su boca moviéndose, deje de escuchar, deje de sentir, deje… hasta de respirar


Solo era él. Solo estaba él enfrente de mí. No había nada más. Lo vi andar, sus piernas largas, sus caderas, sus hombros, su cuello expuesto, aun con el uniforme su figura se me hizo exquisita, hermosa, frágil y fuerte al mismo tiempo.


Un rey y yo me volví su fiel sirviente en ese momento. ¿Cómo podía existir tal belleza?


Era un dios, un dios en tierras terrenales. Tan sagrado se me hizo que hasta podía ver alas en su espalda


Lo seguí con mi mirada hasta que lo perdí cuando bajo del escenario


— Un ángel — susurre sin darme cuenta


— ¿Un ángel? — escuche una voz a mi lado


— ¡Eres un genio Naruto! — Me palmearon la espalda y yo salí de mi ensimismamiento


— ¿Eh? ¡Ah! Sí — no tenía idea de que yo le di ese sobrenombre


— Un ángel, le queda perfecto — empezaron a divulgarlo


— El ángel de primero — y cuando me di cuenta ya todos lo llamaban así


+++


Sí, fue especial. Amor a primera vista. Como mis padres…


Lo que me sorprendió fue cuando él se inscribió a mi club. Soy el presidente del club de jardinería. Cuando entre a esta escuela no había y me fui informando para ello. Hasta que conseguí el mínimo de integrantes. No pensé que los de primero se inscribieran


En realidad estoy en dos clubs el de jardinería, ya que yo lo abrí y me gusta mucho. Y el de básquet, con otros de mis amigos.


En el de básquet no soy regular, pero soy bueno. Probablemente por mis faltas. Ahí estoy con mis amigos desde la primaria. Shikamaru, Gaara, Chouji, Shino, Lee. Ellos están ahí


Aunque en el salón solo estamos Shino, Gaara y yo, en el grupo dos. Mientras Lee y Shikamaru están en el uno con Tenten y Temari, otras amigas.


Bueno regresando a lo del club de jardinería. Ya que solo conozco a los integrantes por su nombre, ¿cómo se los explico? Mmm…


¡Ah, Ya sé! Bueno, como dije aquí no había club de jardinería, así que fui con mi linda y dulce abuela (que no tiene nada de dulce, linda sí, parece más joven de lo que parece) fui a su despacho y le dije


+++


— Hola vieja, quería saber si puedo… ¡Auch!


— ¡No me llames vieja! — me lanzó una nada ligera y peligrosa engrapadora


— ¡¿Me quieres matar?! — le grité —No espera… tranquila, oba-chan… no… no… espera… — salí corriendo por el despacho, en realidad corrí de un lado a otro evitando los objetos identificados que lanzaba mi abuela. Hasta que ya no tenía más que las botellas de sake que estaban debajo del escritorio y como son sagradas ni loca me los avienta


— Tch… — chasqueo la lengua al ver que no le quedaba nada más


— Ya me… vas a… dejar hablar — esa carrerita fue de lo más cansada


— ¿Qué quieres? — Toma una de las botellas de su precioso sake y se la empina, los vasos también me los aventó


— Solo quería preguntarte si podrías… — me tomé una pausa — dejarme hacer un invernadero


— ¿Eh? — su cara fue de “What?”


— Un invernadero, donde pones plantitas y las cuidas — moví las manos para que me entendiera


— Sí, sí, sé lo que es un invernadero — me contesta


— Pues… — me rasque la nuca — ¿puedo?


— ¿Para qué quieres poner uno? — me pregunta recargando los codos en el escritorio y cruzando los dedos de la mano, colocando su barbilla en ellas. Mientras me mira analizando mi respuesta


— Pues… ya sabes lo que mamá y papá me han dicho del cuidado de las plantas y eso. Así que quería intentarlo. Te prometo que lo haré bien, es más quiero que sea un club de la escuela. Cuidaremos los jardines de la escuela y…


— De acuerdo — me dio el visto bueno, pero yo me quede con una pregunta en la cabeza “¿enserio?” Mi abuela no es fácil de convencer así que se me hizo extraño


— ¿De verdad? ¿Por qué?


— Ahf — suspiro — así serás más responsable, a cambio debes de administrar todo lo que tenga que ver con el invernadero, harás los trámites con el consejo estudiantil y vendrás a ayudarme cuando te lo pida. Así que dime que necesitas para que empecemos con esto, lo haremos el fin de semana. Para que la próxima semana empieces. No es fácil Naruto, toma — sacó un cuadernito — léelo, es el reglamento de los clubs de la institución


Lo tome y lo hojee esto iba a ser complicado


+++


Así empezó todo, y de nueva cuenta. Creo que le doy muchas vueltas pero creo que es necesario. Mmm… ¡ah sí! Como es que no conozco a los integrantes del club


Pues se puso una carpa en el instituto, donde conseguí muchas macetitas y plantas, guantes, rastrillos, regaderas, tierra, y muchas cosas más. Coloque un anuncio del nuevo club y repartí volantes. Primero entró un integrante de mí mismo grado y luego otros dos uno de segundo y el otro de tercero.


Tenía un lindo pizarrón blanco que coloque junto a un tipo de locker gigante donde se guarda el material. Y también un tipo de buzón donde colocar la hojita esa de los nuevos integrantes. Tuve que hacer un reglamento y como se llevarían a cabo las funciones dentro del club. Que pegue a un lado del pizarrón. Y así comenzó todo.


Como tenía que ir al club de básquet, ya que no había pensado en eso, me las tuve que ingeniar. Sobre todo cuando el entrenamiento era de a fuerzas o ibas o te sacaban. Y como mi linda abuelita no me dejaría escaquearme de mis obligaciones no me quedo de otra.


Una verdadera lata, pero le daba el resto de mi tiempo al club, y cuando pase a segundo se me hizo de lo más fácil, ya acostumbrado a mi rutina.


Llegue un lunes y cheque si había solicitudes (así era como se llamaban, ya me acorde) y sí había. Las cheque y las acepte, llevándolas al profesor que tengo como titular.


Kakashi, profesor de matemáticas, no amo las mates pero el profe me ha ayudado mucho. Al fin que se las entregue y él ya se haría cargo. Cuando las leí ningún nombre se me hizo familiar. La verdad, ¿para qué mentir? Entre ellas estaba la de un tal Uchiha Sasuke, Ryuuchi Juugo, Sotomura Fuyu, Humehara Hideki y Kasahara Kamiko.


Dos chicas, dos donceles y un chico, ingresaban a mi club. Era un gran avance, estaba feliz. Moví los horarios para que encajaran los nuevos integrantes y repartí los jardines. Me mataba por las tardes elaborando el plan de ejercicios que se tenían que hacer a diario.


Como siempre lo apunte en el pizarrón. Y fue un lindo lunes (otra vez) cuando lo vi. Estaba enfrente del pizarrón y el cartel que deje ahí con las instrucciones y todo ese rollo. Pero en ese momento solo era él. Leía todo con un detenimiento y lo escuche hablar.


— Martes, jueves y sábado — repitió — bueno, al menos no tendré que encontrarme con nadie — lo vi voltear y me escondí antes de que me notara — entonces mañana vendré


Y salió del invernadero. Mi corazón latía a mil, que susto me dio que me viera, no sé porque, yo no soy tímido, tengo mucha confianza o eso creo. Pero con él ni siquiera uno de mis músculos se movió. No sabía su nombre, corrí para ver el horario que escribí y leer cual nombre había puesto para esos días.


Me guíe con mi dedo, martes, jueves y sábado y seguí la columna que tenía marcado esos días, eran dos. Uchiha Sasuke y Aida Tomoko.


¿Quién era? Fácil, Tomoko es de chica, por lo tanto el doncel era Sasuke. Mi perdición desde ese momento.


Mi suerte era grande, fantástica, amaba mi suerte. El chico que rapto mi corazón era Uchiha Sasuke. Lo vería rondar por aquí una que otra vez si tenía suerte.


Y no fue mal, más sabiendo cuando vendría y que área de los jardines le tocaba.


Cuando no tenía entrenamiento con el equipo aprovechaba y lo veía, regando las plantas. Tan tranquilo, silencioso, pero hermoso, ante todo hermoso. La brisa de la mañana movía sus cabellos negros, rozando su piel y haciéndolo estremecer. Qué afortunado el viento, pudiendo tocar su piel. Yo también lo desee.


Así pasaron varios días hasta que me volví loco. Loco por hablarle, por llamarle la atención, loco por la gente que se le acercaba. Celoso por las miradas que atraía, por la miríada de hombres que se le declaraban. Es más diría que casi toda la población masculina se le había declarado y todos… rechazados.


No me atrevía a intentarlo


¿Y si me rechaza? Me volvería más loco y probablemente me haría sacerdote. ¿Cuántas veces en la vida te quedas perdido en el espacio por una persona? ¡Una! Solo una vez en nuestra vida nos quedamos en ese espacio donde solo existe él y tú. Comparado con las demás sensaciones que experimentas es abismal.


Así que me dije, ¿por qué no?


Y estaba en mi casa, con un paquete de hojas blancas, sobres, sellos y una pluma. Todo en la bolsa que acababa de comprar en la papelería del centro.


Despejé el mueble que se supone ocupo para mis tareas, lleno de papeles y otro montón de basura encima. Limpie con un paño y quedo deslumbrante. Ni yo me creía limpiando. Lo que hace el amor… Cursi, pero cierto


Saqué mis cosas de la bolsa colocándolas en el escritorio, enrolle la bolsita y la metí en un cajón. Abrí el paquete de hojas y saque un puñado de ellas. Las coloqué y tomé la pluma.


Me dije “Vamos, solo escribe lo que sientas”


Y así empecé:


Buenas tardes


Y lo tache de inmediato, no sonaba a mí. Lo volví a intentar:


Hola, este


Otro tachón. Así seguí, hasta que la hoja termino toda rayada y hecha bola, la boté al suelo. Tomé otra hoja y seguí intentando


Hasta que mi madre entró en mi habitación y me sacó de mi martirio


— ¿Qué haces nene? — preguntó mi madre


— Nada — conteste con un suspiro que a mi madre no se le escapó, reviso mi cuarto con sus ojos gris-violetas


— Mmm… — pareció que me iba a decir algo pero al final no dijo nada — vamos es hora de comer, tu padre ya está aquí


Me levante de mi silla y camine hacía mi madre que ya salía de mi habitación, escalera abajo


— Mamá — le llamé, ella volteó — este… — trataba de no mirar sus ojos, y me estaba tomando mi tiempo ya que me quede parado antes de poner un pie en las escaleras. Cosa que le molesto, su cabello rojo parecía decírmelo — ¿qué se escribe en una carta de amor? — Pregunté y termine poniendo una excusa muy tonta a mi parecer — es para un trabajo de literatura, pero no se me ocurre nada — no pareció convencerla de todo pero al menos se conformó


— Pues… — puso el dedo índice en sus labios y miró arriba — lo que sientes, por ejemplo, yo a ti te escribiría: me encantan tus ojos, son tan azules como el cielo — hacía como que escribía en su mano. Algo así


— Gracias mamá me has ayudado mucho — le di un beso en la mejilla. Supuse que lo demás saldría solo. Ella me sonrió y bajamos al comedor


Comí con mis padres y subí corriendo a mí habitación. Tomé una hoja y empecé a escribir. No me había levantado de la silla en un buen rato y hasta me quedé dormido encima de las hojas.


— Naruto — me sacudían — hijo


— Mmm… — me levante adormilado y abrí un poco los ojos. Me asuste cuando mi padre tenía la hoja entre sus manos y empecé a mover exageradamente las mías — este… esto es… no es lo que piensas — dije dramáticamente


— No le diré nada a tu madre — me dijo entregándome la hoja — no pensé que fueras poeta — un risita se escapó de sus labios y yo me avergoncé — tendrás que transcribirla, ya está toda arrugada — me señaló


— Minato — lo llamaba mi madre mientras entraba a la habitación e instintivamente o lo que fuera, escondí la hoja en mi espalda — ¿todavía estas despierto?


— ¿Eh? — la miré nervioso


— Se quedó dormido en el escritorio, lo vine a acomodar — decía mi padre, salvándome de mi madre


— Estaba terminando el trabajo


— ¿Pudiste hacerlo? — me preguntó mi madre


— Eh, no… ya casi — balbuceaba


— Oh bueno — mi madre hizo un puchero y empujando a mi padre de los hombros hacía la salida se volteó y me dijo — luego me la enseñas — me guiño un ojo y salieron de la habitación, dándome las buenas noches


Saqué la hoja detrás de mi espalda y efectivamente estaba toda arrugada. Con lo que me costó hacerla. Me senté tome una hoja en blanco y empecé a transcribirla. La doble y la metí en un sobre. Me fui a dormir, no sin antes lavarme los dientes y ponerme el pijama.


Al día siguiente fui a entregarla, pero no pude. No pude por muchas cosas. Muchas excusas que me puse antes de meterla.


Al final del día no lo hice y camine por las calles de la ciudad, vagando en mis pensamientos. Llegué al parque donde vi una pareja, en realidad creo que ese día vi más parejas que nada “suertudos”


Y me encontré con una peculiar pareja, una de ancianitos. El señor le dio una flor a la que supongo es su esposa. La ancianita sonrío y se dieron un besito que yo apenas y vi por la pena (gire el rostro en otra dirección) Sin embargo pensé en cómo me vería yo a esa edad. Llevándole flores a mi amado —y como no me veía con nadie más— Sasuke, ese lindo doncel. Seguro se vería encantador de viejito. Sus hermosos más ya no abundantes cabellos negros, su piel arrugada conservando esa blancura y sus ojos negros aun brillando.


¡Cómo ansiaba verme a esa edad con mi arrugadito Sasuke!


“Flores” me levante y corrí a una floristería, quería ver si tenían esa hermosa flor, que por aquí no se da. Y no tenían y menos yo en mí mini invernadero. Busqué en todas las floristerías que había visto y pregunte a todas las personas, hasta que se me ocurrió buscarlo por internet.


¡Y lo encontré! Sí, era mi día de suerte. ¡Yo y mi grandiosa suerte!


Llamé por teléfono y pregunté si aún tenían existencias. Salí corriendo en cuanto me dijeron que sí. Llegue a la “Floristería Yamanaka”


Caída del cielo a mí parecer, sobre todo en ese momento. Una chica rubia de ojos verdes me atendió


— ¿Usted fue el que llamo por las orquídeas negras? — me preguntó


— ¡Sí! — Estaba efusivo — las tienes ¿verdad?


— Eh… — parece que la asusté


— Perdón, perdón. Lo que pasa es que ya le di la vuelta a toda la ciudad y nadie las tiene — me expliqué — y de verdad que las necesito


— No se preocupe, si tenemos. Espéreme un momento — vi que entró por una pequeña puerta negra. Yo estaba demasiado ansioso, ya que no podía quedarme quieto curioseé por la tienda. Encontré semillas, macetas, tierra. No era una tienda enorme, pero estaba bien abastecida. A partir de ese momento me dije que esa tienda iba a ser de mi preferencia.


Ya lo hablaría con el dueño para que me tuviera listos mis artilugios, nos llevaríamos bien.


— Aquí tiene — me entregó una macetita con unas flores — estas son las instrucciones de su cuidado — me dio una hoja — y esté es nuestro número de teléfono y los horarios por cualquier cosa no dude en llamarnos


Envolvió la maseta en una hoja estraza blanco y me la entregó. Pagué y camine a casa más tranquilo.


Había conseguido mi objetivo.


Cuando llegue a casa ya era muy tarde. Expliqué a mis padres toda mi aventura y lo qué planeaba hacer con las flores.


Las cuidaría en el invernadero de la escuela. Mío, mi invernadero. Sí, mío. Ya lo estoy pagando, de verdad. Otra de las cosas que me mantienen ocupado es asistir a mi linda abuela en su oficina. Pero solo cuando me manda llamar. Dice haber gastado mucho en mis caprichos.


¡Le hacía un bien a la humanidad!


Entre más árboles más oxígeno, y mejor aire a nuestro planeta. Como sea, parecieron creerme y me dejaron hacer.


Subí a mi cuarto dejé la macetita en el suelo, cerca de la ventana y me dispuse a leer las instrucciones de cuidado.


Sí, muy complicado. Tenía el lugar perfecto y esperaba crecieran nuevos brotes. Mañana cortaría la flor, y la pondría a secar. Me eche en la cama y mi estómago rugió. No había comido nada en todo el día. Tendría que escabullirme a la cocina sin que se dieran cuenta. Era demasiado tarde y no me dejarían comer nada.


Trate de ser lo más sigiloso que puedo ser. Y agradecí no tropezarme con nada. Encendí la estufa y puse a hervir agua en un pocillito. Saqué un vaso de ramen para preparar y cuando el agua estuvo caliente la vertí. Solo esperé los tres minutos en lo que se esponjaban los fideos.


Y los devoré. Ya con el estómago lleno regrese a mi habitación, me lave los dientes, me puse el pijama y me eché a dormir.


Cosa nada buena cuando desperté, ahora sé porque no te dejan comer tan tarde. Me dolía la tripa. Ese día no fui a la escuela. Lo bueno que deje a cargo a ese Juugo. Con él me encontraba muy seguido en el club, además que lo veía también en básquet. Tenía que ser alto el mendigo.


Al menos cuando yo no estaba él podía hacerse cargo. Será de primer año pero inteligente el chaval. Además que le gusta mucho la jardinería. Lo haría bien, ya por la tarde iría a ver qué pasó.


Antes del mediodía salí de casa y fui al invernadero dejando las orquídeas en un lugar con luz. Corte una y me la llevé. Luego tenía que hacer el cambio de tierra. Todo dependía de la posición de la luna y todas esas cosas que por ahora no importan.


Pasé a la oficina de mi abuela. No sin antes parar en el baño. En ese momento volví a agradecer a la diosa de mi fortuna por dejarme verlo una vez más.


Estaba con unas chicas y otro doncel. Caminaban hacía donde yo estaba, me escurrí escaleras arriba no sin dejarle de ver. Hablaban y reían, él casi no, pero reía. Hasta que los perdí de vista y mi tripa me recordó que tenía un asunto urgente que atender.


Después de aquello y salir de la enfermería cortesía de mi dulce abuela. Regresé a casa y prepare las cosas que necesitaba para secar la flor, nada del otro mundo. La colgué boca abajo en una esquina oscura del ático de la casa y la deje ahí.


Cada día iba para ver cómo iba. Y en lo que volvía a rehacer la carta, ahora con una idea más clara. Pronto la entregaría.

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Les gusto?

Espero les haya gustado

Gracias por leer

Nos vemos, bye bye


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