Una tenue luz rosa es la que nos rodea por el color de las cortinas, hay un espejo en la pared, exactamente en la ventana y en ese espejo estamos ambos viéndonos en es extraño abrazo que une nuestros cuerpos desnudos, ambos tan delgados, llevábamos mucho tiempo sin comer nada es por eso que habíamos adelgazado tanto, en ese tiempo que estuvimos separados necesitamos tanto del uno del otro que al reencontramos terminamos en esta apasionada y sensual situación, algo picante, ardiente, inusual para nosotros, sudorosos e inmóviles porque lo que escondía ese abrazo era una penetración completa en mi mejor amigo que temblaba de la excitación por esa intromisión en su cuerpo.
Aun no comienzo a movermey puedo sentir las leves contracciones sobre mi miembro por el dolor que él experimenta, no me ha dicho si realmente le duele solo se pega más a mi cuerpo hasta que estoy realmente dentro.
Un gran abrazo, en donde solo la gente podría lograr ver mi ancha espalda por la ventana si es que alguien se dignaba a mirar porque las cortinas a parte de rosas son muy trasparentes.
—Aun podemos detenernos — le susurré con amor al oído, justamente eso era lo que sentía por él, amor, tan trágico y enfermizo que me llena por completo el corazón —Tu boda es en tres días, aun podemos detenernos — me dolía el pecho, pero aunque le dijera eso no le soltaría, cualquier cosa que el me dijera terminaría ese acto de apareamiento antinatural para la sociedad aunque tuviera que llevar conmigo el amargo recuerdo de haber abusado de él…
Su respuesta es sorprendente, comienza a alejarse de mí lentamente, siento que lloraré pero ahora siento que de nuevo regresa a mi cuerpo profundizando de nuevo mi erecto sexo en él comenzando ese acto clandestino que tenemos a escondidas de su prometida a unos días de la tan ansiada boda.
Gimió; fue es el sonido más erótico que ha llegado a mis oídos, una voz suave entrecortada por el movimiento, mezcla del dolor y el placer, trato de no perder el control porque ese dulce sonido me puso al 100 pero…¡Maldita sea! No me puedo contener más y lo oprimo a mí de nuevo y el se contrae sobre mí, se que siente como llego más hondo, siento el calor interior, sentimos que nuestro corazón casi sale desgarrándonos el pecho, una desesperación enorme, unas ansias de devorarnos por completo, como quien no puede ver a su amante en un largo tiempo, nos sentimos Romeo y Julieta por haber estado separados y porque había personas que nos separaban más, sentimos que si no separamos moriremos de amor, si no consumamos el acto sentimos que la vida no tiene sentido.
Los latidos están a todo su máximo, nos ensordecen, ya no pensamos, mi brazo que cruza por su cuello ocultando su fina y delicada clavícula se va deslizando poco a poco hacia abajo, pasa por su pecho deteniéndose en su pezón izquierdo por un momento mientras volvemos a separarnos levemente para volver a juntarnos, luego llego a su abdomen donde juego un poco con su ombligo y la yema de mi dedo índice, lo voy deslizando un poco más lento por el corto tramo de piel que queda, su abdomen se contrae, realmente lo estoy torturando y me lo da a entender cuando se aleja rápido y regresa a mi fuertemente, me desconcentro por el placer, ahora gemí yo en su oreja, mi voz está ronca, antes de encontrarnos en esa situación habíamos discutido un poco y cuando estábamos a punto de golpearnos no entendimos como fue que nos tomamos de los hombros y nos sembramos un húmedo y largo beso, ese hermoso beso que fue el que inició todo, sin ese beso este momento no existiría ni quedaría plasmado en nuestras mentes, en nuestros cuerpos.
Tomo con mi mano su miembro y el rápidamente me detiene antes de que comience a mover mi mano.
—No… aun no… lo hagas…— me dice agachando la cabeza por el placer, puedo ver sus orejas completamente rojas y parte de su cuello también, se como reacciona, conozco su cuerpo aunque nunca antes de lo que estamos haciendo lo poseyera, se donde concentrarme para que sienta más y el también sabe como moverse para mí, sabemos que es lo que necesitamos cada uno, nos necesitamos mutuamente.
—¿Por qué no?... ¿No te gusta?— mis preguntas son inseguras y él lo nota.
—No se trata de eso… ya casi… me vengo— se sonroja aun más, me acelero mucho más , comienzo a caminar con el aun unido a mí hasta el espejo para poder ver claramente su rostro en ese enorme pedazo de vidrio con marco ornamentado, solo le hace ver más hermoso, solo me excito más; en ese espejo podemos vernos hasta las rodillas, es de buen tamaño, puedo ver su entrepierna claramente, ese vello claro al contrario de mi que es completamente oscuro pero que depilo, sí hablo de esa zona.
Me relamo los labios, preferiría devorar su sexo con mi boca, pero tampoco quiero abandonar la pose adoptada. Comienzo a jugar con sus bolas y se estremece, se va sobre el espejo con respiración agitada abriendo un poco más las piernas e inclinándose un poco, me es más fácil moverme, comienzo entrar y salir de él despacio, no quero lastimarlo pero en tan fogosa situación me muevo más rápido y el se deja embestir una y otra vez tratando de no dejar salir sus gemidos sin tener éxito del todo porque puedo escuchar uno que otro que sale de su pálida y húmeda boca, no es mi primera experiencia sexual, pero si la primera con un hombre, para mi mejor amigo, la persona que realmente amo es también su primera vez por detrás pero no parece por la forma que en se mueve pidiendo más y más, más fuerte, más profundo, si pudieran verlo, pero me alegro que no puedan verle porque es mío, solo mío, una imagen solo para mí, que pueden solo imaginar, les confieso que me derrito como ustedes pueden derretirse por la persona que aman y les aconsejo que como yo, le confiesen lo que sienten a esa persona… pero no sigan mi confesión, no es la más correcta.
Comienzo a besarle la espalda y esos besos se están transformando en mordidas, el comienza a gemir fuerte y sonoro, ya no le importa nada, ahora tampoco debe importarme a mi, abro mi boca y dejo salir esa voz que debe salir, entrecortada y ronca al mismo tiempo que él lo hace, le tiemblan las rodillas pero aguanta, a mi me tiemblan también, más rápido, más rápido…
—ahhh… aaaah…— es lo que llena la habitación, es lo que se escucha hasta la calle, es lo que están cerca pueden escuchar hasta que llegamos al orgasmo, nos dejamos caer despacio, lento porque aun sigo dentro descargando mi semilla y moviéndome levemente, ahora llegamos hasta el suelo y yo aun detrás lo abrazo, él se deja abrazar, unas lagrimas se nos escapan, dentro de tres días será la boda.
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Un esmoquin blanco es lo que lleva puesto, yo me puse ropa aun más casual, un pantalón negro y camisa azul cielo, no me he puesto corbata, no estoy de animo, ni siquiera lustré los zapatos, llegué sin nadie a la ceremonia, aunque esta aun no comienza, veo que le felicitan y el recibe las felicitaciones con una sonrisa, no se que hacer ¿Ustedes que harían si se encontraran en una situación así?, creo que se imaginan como me duele por dentro, mi desesperación al verlo allí parado, esperando el momento en que lo llamen para esperar a su futura esposa en el altar, todos se van, estamos a pocos minutos, se voltea al espejo para cerciorarse que la corbata está en su lugar y puedo ver mi reflejo justamente detrás suyo, como 3 días atrás, nuestras miradas se cruzan, notamos de nuevo la desesperación, el levanta su mano izquierda ¿Qué tiene de especial? Que me sonríe al mismo tiempo que me muestra que no lleva el anillo de compromiso donde debe de estar, camino hasta él lo volteo de un jalón y le planto un beso, no hay nadie que nos vea, mi auto se encuentra en el estacionamiento, estoy seguro que todos ya están en la capilla es hora de escapar.