POV Natsu Dragneel
Me encontraba saliendo del aeropuerto después de más de siete horas de viaje y estaba muy feliz. Primero de todo, porque por fin había salido de ese bicho con alas llamado avión que me mareaba tanto, y segundo de todo porque después de cinco años volvía a mi país, Fiore, y a mi ciudad, Magnolia.
Hacía cinco años que me había marchado a Edolas a estudiar, y es que aunque pareciera imposible por mis notas de cuando era pequeño, de mayor había cambiado el chip y quería realmente estudiar medicina así que me preparé bien, tanto... Que me dieron hasta beca de estudios para estudiar fuera.
La verdad es que al principio no estaba muy seguro de marcharme, aquí tenía a mis amigos, mi familia no estaba muy lejos, en Crocus, a una hora y media de Magnolia y además estaba la que era la persona más especial de mi vida. Pero las cosas se torcieron un poco y al final decidí que lo mejor era cambiar de aires y eso hice, y la verdad es que no me arrepiento en absoluto.
Ahora ya era un médico hecho y derecho y había regresado para buscar un buen trabajo en mi ciudad, donde estaba mis antiguos amigos de toda la vida.
Cogí el autobús destino a mi ciudad y por suerte ya había encontrado un pequeño apartamento de alquiler, así que no tendría que pensar en que a lo mejor hoy dormía en la calle. A cada momento estaba más emocionado. ¿Cómo estaría Erza? ¿Seguiría siendo novia de Jerall? ¿Y Lucy? ¿Habría conseguido ser una escritora famosa? ¿Y Gajeel un músico? Y Gray...
¿Gray le estaría yendo bien con su esposo? ¿Habría llegado a comprenderle y realmente a quererle?
Sabía que su cumpleaños era el tres de diciembre y ya estábamos en junio, sólo le faltaban unos meses para cumplir veintitrés años y hacer su quinto aniversario de bodas. Y es que Gray fue obligado a casarse justo el día de su dieciocho cumpleaños por sus padres.
Su familia era adinerada y tenía que mantener una linea sucesora. Gray, al ser un doncel, lo tenía más complicado para conseguir un esposo y tener una descendencia, porque no todas las clases nobles quería a un doncel como 'esposa' de sus hijos adinerados. Así que en cuanto tuvieron la oportunidad de alguien interesado en casarse y tener hijos con Gray, no la rechazaron, obligándole a casarse con alguien que ni siquiera conocía.
Me pareció tan injusto que ni siquiera fui a la boda. De hecho, fue justo ese día el cual cogí el avión para irme de Edolas. Estaba nervioso por verle, ni siquiera me despedí de él porque no quería que fuera más complicado para los dos en aquel momento, pero ahora estaba nervioso. ¿Me odiaría cuándo me viera? ¿Me habría echado de menos? Porque si yo realmente eché a alguien de menos, fue a Gray.
Sus sonrisas, sus lágrimas, su inteligencia, su timidez, sus abrazos, sus besos... Y es que antes de que Gray fuera obligado a casarse, estuvimos siendo novios... O más bien amantes durante dos años... Cuando aún le faltaban meses para cumplir los dieciséis y yo ya tenía dieciocho. Realmente creía que era el chico de mis sueños, me daba igual el dinero o me daba igual de que familia viniera, simplemente le quería de la misma forma que él me quería a mí... Hasta que sus padres le dijeron que tenía que casarse.
Por supuesto, al principio se negó, y estuvo a punto de decirle a sus padres lo de nuestra relación, pero creí que lo mejor para él era casarse. Así seguiría teniendo a su familia, y bueno, quizás con el tiempo conseguiría querer a su esposo y ser bastante feliz. Así que decidí marcharme por su bien. Era lo mejor que podía hacer por él.
Bajé del autobús y las calles se me hacían completamente familiares, ¡Volvía a estar en casa! Subí dos calles y encontré mi antiguo instituto, el instituto Fairy Tail, dónde allí todos eramos como una gran familia. Sonreí al acordarme también de la primera vez que vi a Gray, yo ya iba a tercero y él era sólo un novato de primero que con mucha vergüenza y sonrojado me llamó 'Dragneel-senpai' porque vio que tenía la mochila abierta, avisándome.
Desde aquel momento no pude evitar fijarme en él, me pareció tan adorable que comencé a hablar e intimar más con él hasta que llegamos a ser novios... Claro que, por supuesto, Gray no podía decir nada porque su familia no lo aceptaría. Yo era un estudiante del montón y él era de la alta esfera social. Bastante hacían sus padres llevándole a un colegio público. Pero yo estaba bien con ello. Siempre y cuando pudiera estar con él.
Estaba a punto de entrar en el instituto a saludar a algunos de los profesores cuando de pronto vi a alguien andar por la misma acera que yo que se me hizo demasiado familiar y sentí mi corazón contraerse. No podía estar equivocado. Era él, era Gray. Me giré y allí le vi. No había cambiado nada. Su pelo negro despeinado, su cicatriz en la parte derecha de su frente, el collar que llevaba de su difunta tía... ¡Era como regresar a cuando tenía diecisiete años! Corrí hacía él y él se asustó, era verdad, siempre había sido muy energético a comparación de él pero igualmente, quería cuanto menos tardar, mejor.
— ¡Gray! ¿¡Cómo estás!? ¡Ha pasado un montón de tiempo! — Le comenté con una sonrisa animada, pero él pareció asustarse un poco, algo que me extrañó. — ¿Gray? ¡Soy Natsu, he vuelto de Edolas! — Le expliqué pero él pareció asustarse más.
— Yo-yo no te conozco...— Me murmuró asustado mientras daba un paso hacia atrás y yo me sorprendí. ¿Cómo que no me conocía? ¿Qué demonios estaba diciendo este chico?
— ¡Gray, claro que me conoces! — Le chillé y él sólo dio otro paso hacia atrás, asustado, sin embargo, le cogí de la muñeca y vi como empezaba a temblar.
— ¡Eh! ¿¡Qué estás haciendo!? — Preguntó un hombre de golpe, separándome de él y abrazándole sin soltarle. — ¡No te atrevas a tocarle nunca más! — Me ordenó y yo casi le chillé cuando vi que Gray estaba temblando entre sus brazos. ¿Qué demonios estaba sucediendo aquí?
— So-Sólo se ha confundido, Lyon... Vayámonos de aquí y ya está... — Le pidió en apenas un susurro y ese chico asintió, mientras los dos se marchaban. Gray se giró, mirándome una vez más y parecía tan asustado que no fui capaz de decirle nada más. Yo me asusté con este encuentro. ¿Era posible que realmente Gray no supiera quién era yo? Y... ¿Por qué se había puesto a temblar como un desesperado cuando le había cogido su muñeca?
Todo esto... Sólo tenía una persona que pudiera solucionarlo: Ultear Milkovich.