Natsu Dragneel POV
Me desanimé mucho después de ese encuentro tan horrible. ¿Porqué Gray no me reconoció? ¿Porqué era tan asustadizo? El Gray que yo conocía era valiente, siempre intentando ayudar y proteger a los demás y sin embargo éste Gray... Se había puesto a temblar como un desesperado por simplemente cogerle la muñeca. Además, ¿Quién era ese tipo que le había defendido? ¿Era su esposo? Maldita sea, no podía entender nada... Pero sobre todo, lo que más me asustó es que realmente Gray no tenía ni idea de quién era yo. ¿Cómo se podía haber olvidado de mí? ¿Cómo podía decir que me había confundido?
Decidí ir hasta mi casa, puesto a que cuando pasé por la casa de Ultear, resultaba que ya no vivía allí. Era lógico, habían pasado cinco años y las cosas habían cambiado demasiado. Además, no tenía ningún sólo contacto ni había mantenido el contacto con nadie, ni siquiera mi familia. En cuanto llegué a Edolas me robaron el móvil, lo que hizo que perdiera mi número y mis contactos...
Pagarme un billete para venir de vacaciones era imposible, la única vez que compré un billete para volver a Fiore fue hace dos años... Y al final decidí no utilizarlo, porque estaba demasiado destrozado como para ir. La razón por la que había empezado a estudiar medicina se había ido para siempre.
Aquella noche la dormí entera del tirón, supongo que estaba demasiado cansado. Mi nuevo piso apenas tenía muebles u objetos, así que suponía que tendría que ir a comprar alguna cosa de decoración. Por suerte, la cama era lo suficientemente suave como para dormir bien.
Me desperté temprano con intención de ir a echar algunos currículums, necesitaba rápidamente algún trabajo, así que en un primer momento estaba dispuesto a aceptar cualquiera, aunque mi intención, obviamente, era trabajar de médico. Fui hasta los dos hospitales que había y los dejé, aunque las enfermeras casi se rieron al verme. Supongo que un chico con el pelo rosa energético no pegaba mucho como médico.
Suspiré derrotadamente antes de entrar en una cafetería a desayunar y ya de paso, a dejar el curriculum. Nada más ver el sitio supe que no me contratarían porque estaba casi todo vacío y tres camareros, así que seguro que no le interesaría. Pedí un chocolate y un croissant y esperé pacientemente a que viniera, mientras buscaba ofertas de trabajo en el periódico. La camarera me lo trajo y muy amablemente me lo puso, cuando se me quedó mirando y yo me quedé mirándola, porque parecía sorprendida.
— ¿Natsu? ¿Eres Natsu Dragneel? — Me preguntó la chica sorprendida y yo me sorprendí más de que me conociera.
— Esto... ¿Si? Mmm... ¿Qui-Quién eres tú? — Le pregunté un poco nervioso y es que me estaba pareciendo sufrir un deja vu con el día de ayer, pero esta vez era yo quien no la reconocía. ¿Quién era esta chica tan dulce, con el pelo blanco y largo?
— ¿No me reconoces? ¿Tanto he cambiado en cinco años? — Me preguntó divertida. — ¿Y qué tal si te digo que en la secundaria me conocían como demonio? — Yo en ese momento me quedé mirándola. Claro, si le cambiaba un poco el cabello, y cambiaba su aspecto dulce por uno demoníaco... Si que sabía quien era.
— ¿¡Mira!? — Pregunté exaltadamente y ella sonrió un poco más mientras asentía. ¡Era imposible! ¡Ella era la que asustaba siempre a los estudiantes más pequeños que ella hasta que llegó Erza y le plantó cara! ¿Cuánto había cambiado?
— ¡Ha pasado un tiempo, Natsu! No sabía que habías vuelto...— Me comentó despreocupadamente mientras se sentaba conmigo.
— Bueno, volví ayer y apenas vi a nadie...— Susurré, obviando el tema de Gray. — Y hoy planeaba buscar faena como médico, pero parece complicado...— Bromeé y ella se sorprendió un poco.
— Así que realmente te has licenciado en medicina... Quién lo pensaría...— Dijo algo sorprendida.
— Bueno, yo... Ya sabes, tenía un buen motivo para estudiar. — Le recordé, con una sonrisa algo triste.
— Lo sé, Natsu. Siento mucho lo que le pasó...—
— Mira, ¿Qué tal tus hermanos? — Le pregunté, cambiando de tema. Ella lo entendió y me puso una mirada triste.
— Muy bien. Elfman es boxeador profesional y Lissana trabaja en el zoológico, realmente al final la más normalita soy yo. — Bromeó y yo reí animadamente, antes de que se abriera la puerta y ambos nos giráramos para ver quien era por curiosidad.
Fue en ese momento cuando sentí otra vez mi corazón apretarse un poco más cuando reconocí a ese hombre y esa mujer. — Me imagino que sabes quienes son. Gracias a ellos sobrevive este negocio, son clientes habituales. — Me explicó, pero con un tono de voz nada agradable, que incluso parecía de rencor profundo.
— Cre-Creo que voy a ir a saludarles... — Le murmuré de manera nerviosa mientras me levantaba y me acercaba hasta ellos algo tembloroso. Ellos se sorprendieron al verme y yo intenté sonreír, intentando no recordar lo que había sucedido ayer. — Hola, ha pasado algo de tiempo. —
— ¡Natsu, querido! ¡Ha pasado mucho tiempo! ¿Cuánto? ¿Tres, cuatro años? — Me preguntó el hombre con una gran sonrisa y yo sonreí de manera triste.
— Cinco en realidad...— Susurré.
— Cierto, cierto. ¡El tiempo pasa rápido! ¿Cuándo has vuelto? —
— A-Ayer mismo...—
— Natsu-kun. — Me llamó la mujer, algo preocupada. — ¿Qué te ocurre, querido? Parece que hayas visto un fantasma... — Susurró y la verdad es que casi me sentía de esa manera. Me senté junto a ellos, con la intención de sacar alguna respuesta.
— Ayer... Ayer cuando regresé me encontré con su hijo... Pero él no pareció recordarme. — Le expliqué, yendo directamente al grano y ellos se sorprendieron, poniéndose un poco tristes, antes de mirarse entre ellos. — ¿Qué le ha sucedido a Gray, señora Fullbuster? —
— Natsu-kun, mi hijo ya no es el que conocías.
Hace tres años, Gray...
...Sufrió un pequeño accidente y...
...Perdió absolutamente todos sus recuerdos.