Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El destino no esta escrito, se va escribiendo. por christalchii268

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas tardes... o el tiempo en que esten leyendo :D (?

¡Gracias por darle una oportunidad a esta historia!

Aqui otro capitulo, corto, pero dramatico xD

Disfruten~

 

Capítulo 2: “Su único y verdadero amor seria Minzhe”.

 

Todos en silencio esperaban muchas cosas diversas del Príncipe Heredero, desde llanto, gritos, reclamos, hasta que se fuera en silencio. Cualquier cosa que eligiera, era evidente seria de dolor por la declaración del nervioso vampiro al frente de todos.

Pero nada ocurrió. El silencio era profundo al igual que la sorpresa. Andrew continuaba mirando al suelo temblando levemente, mientras Muldor lo observaba a él con una cara imperturbable.

En cualquier momento sabían llegaría la reacción, y cuánto tiempo más pasara, sería peor.

Gracias a los Dioses, el Rey no dejo que eso ocurriera y miro de reojo a Kazuhiko, quien era de entre todos, el que de alguna manera se había acercado muchísimo más a algunos de los Príncipes y lo consideraban un muy buen amigo.

Ambos se observaron en silencio y acordaron lo mismo, que Kazuhiko sería el único que podría ayudar al Heredero. Ayudaría que el Profesor tuviera experiencia en tratar corazones rotos.

El Rey aliviado de que su hijo estuviera en buenas manos, se dirigió al joven Protegido.

-¿Es él… tu Destinado?- pronuncio cuidadosamente la pregunta que veía claramente que su heredero quería pronunciar, pero el dolor no se lo permitía.

Andrew se sobresaltó y miro sorprendido al líder, seguro esperando que nadie dijera nada salvo Muldor. Sus ojos casi suplicando eso precisamente, pero el Príncipe no decía ni hacia nada, así que el chico sonrió tristemente y negó, concentrándose solamente en Christian.

-No… Lo hemos hablado durante un tiempo, y es recién nuestro acuerdo mutuo. Nos uniremos aun así…

-¿Quién es él, Andy?- jadeo Taki llorosa. Si era por la inminente partida del joven o por la empatía hacia su hermano, era difícil saberlo.

-Tu socio, el vampiro que recién regreso de la manada Montaraz… ¿cierto?- se hizo escuchar en voz baja el Tercer Príncipe Consorte, mirando muy intensamente sin emoción a Andrew.

-A… así es… -logro responder intimidado el chico, soportando valerosamente la mirada. –S-su nombre es Adam Miller. Creció en el Aquelarre Principal, pero sus padres se mudaron pronto llevándolo a la manada de los Montaraz… Él regreso por un tiempo aquí… y como es buen panadero… lo emplee para que me ayudara… Somos buenos amigos… -termino ya sin fuerzas, visiblemente temeroso.

-Amigos… ¿Y cómo es que terminaron con semejante decisión?- cuestiono negando el Consorte. Su mirada periférica estaba fija en el cabizbajo Heredero. -¿Estas completamente seguro de esto, Andrew? ¿No…? ¿No esperaras a tu Elegido? ¡Ambos!

-Mi decisión está tomada- dijo completamente seguro y serio Andrew, retomando su compostura, luciendo casi molesto. –Los arreglos ya están casi terminados…

-¡Casi! ¿Es que no pensabas ni siquiera consultarnos? ¿No teníamos nada que decir al respecto?- gimió Taki ya completamente inundada en llanto.

El silencio por parte del joven vampiro era lastimoso para todos.

A lo largo de los años él termino siendo importante para la familia. Era dulce, amable, se preocupaba por todos. Había heredado la fidelidad y entrega hacia la realeza de sus padres. Incluso aunque no había tenido los mejores años al regresar al Aquelarre, nunca desistió y fue un vampiro excepcional.

Y todos sabían claramente que Muldor lo amaba con el corazón.

Christian no sabía que hacer o pensar. Era el completo derecho del chico decidir con quién pasar el resto de su vida, pero estaba prácticamente seguro de que su hijo no le había confesado la verdad de sus sentimientos, pues a pesar de pensamientos, moral y principios, el resultado sería diferente incluso si ambos no eran pareja.

¿Pero cómo un sentimiento tan fuerte y correspondido no podía consumarse?

Pensó en su compañera tiempo atrás muerta. Lo que sintió al verla y la gloriosa dicha que experimento a su lado, el dolor agonizante cuando se marchó. Ellos nunca fueron Destinados, pero el cariño y entrega fue real en todo momento.

Era de la firme creencia de Christian que el Destino no siempre era acertado en sus decisiones…

Miro al mayor de sus hijos moverse y se obligó él mismo a no hacerlo. Un vistazo general le hizo ver que todos sentían la misma impotencia que él. Todos estaban con Muldor, y curiosamente no guardaban rencor a Andrew.

El Heredero se acercó y llamo con suavidad la atención del vampiro en pánico. Sus miradas se encontraron y parecieron gritarse muchas cosas calladas, pero solo fue un intercambio que no tuvo voz ni comprensión para ellos en ese momento. Era doloroso verlos así.

-Si esa decisión te hace feliz… sabes que yo siempre te apoyare, Andrew… -susurro Muldor, logrando varios jadeos de sufrimiento de los demás cuando logro sonreír a través de su dolor. –Te deseo la mayor de las suertes. Y no te preocupes, hare de las cosas lo correcto. Cuando este todo listo, hare pública tu decisión y el hecho de que ya no estarás a mi protección. Suerte…

Kazuhiko se apresuró a alcanzar al Príncipe que salió por la puerta. Él paso cerca de Andrew y puso brevemente su mano en el hombro del vampiro para mostrar apoyo, después corrió detrás de Muldor.

La única en hacer ruido tras la marcha de ambos fue Taki, que libremente lloraba. Andrew solo miraba la puerta con labios temblorosos y apretados.

-¿De verdad eres feliz con esta decisión?- dejo en el aire Christian, sin esperar respuesta. Lo único que recibió fue un sobresalto y un pequeño sollozo del jovencito.

-Es lo mejor… -contesto sorprendentemente, con voz en hilo. Christian no pudo evitar su resoplido.

-¿Para quién?- pregunto por él Haruka. –Estas tomando la peor de tus decisiones, Andrew… Espero no te arrepientas de esto después. Pero si estas decidido, es nuestro deber apoyarte… tanto como siento es mi deber decirte que no estoy de acuerdo con esto…

-¡No puedes solo irte, demonios!- gritoneo Taki, en un parpadeo apareciendo enfrente del ausente Andrew, tomándole por ambos brazos y sacudiéndolo un poco. -¡¿Entiendes lo que planeas hacer?! ¡Te iras al otro maldito lado del planeta! En la Tercer Luna, incluso será imposible te visitemos… ¿Te… te iras definitivamente? ¿Así simplemente? Tú…

-Lo siento… -susurro débilmente el vampiro, mirando directamente a la Princesa.

-No te disculpes… -lloro ella y lo abrazo, su cuerpo asaltado por fuertes espasmos y temblores, apoyándose en él. –No te disculpes… -repitió, un fuerte dilema naciendo en ella.

Christian desvió la mirada y suspiro. La posición y poder de un Rey, pero no podía hacer nada en ese vital y doloroso momento…

Su cuarto hijo se levantó y observo misteriosamente lo que se alcanzaba a ver del chico abrazado por Taki; sus puños abriéndose y cerrándose continuamente.

Después de lo que parecieron horas, él tomo una respiración profunda y se puso una máscara de frialdad que no sentía.

-Lauper, tú… ¿amas a ese chico? ¿Por eso tomas esta decisión?- pregunto tranquilamente.

Era claro por la mirada desolada del chico que no era así. Su cuerpo se tensó y visiblemente retuvo su aliento, mordiéndose su labio inferior reteniéndose de decir algo, al parecer.

Taki tomo esa responsabilidad por él y negó en dirección de su hermano, tomando más fuerte al joven vampiro y escondiendo su rostro en su cuello. Ella por el enlace mental con su familia les pidió que no presionaran más a Andrew.

>>Respetemos su decisión incluso si es mala… << Susurro ella tristemente.

Ojala Christian se equivocara y el Destino de verdad supiera que demonios estaba haciendo con ese tonto y masoquista par…

 

 

Muldor deseaba tanto en ese momento arrancarse el corazón y ya no sentir nada. Podía jurar que si no hacia eso, el inmenso dolor que experimentaba lo ahogaría y él de cualquier manera moriría.

¿Cómo cualquier persona podía seguir sobreviviendo con tal agonía?

¿Por qué él? ¿Por qué Andrew…? ¡¡¿Por qué?!!

Desesperado, perdido, herido… Muldor simplemente deseaba que todo terminara y la tortura dejara de atormentar su cabeza y alma.

Podía sentir un fuerte y agudo dolor en su pecho, completamente diferente de cualquiera que experimentara alguna vez en su ya larga vida.

No deseaba a absolutamente nadie ese dolor tan profundo, íntimo y desastroso.

Él solo quería que terminara, que por fin lo matara el sentimiento; así ya no dolería, ya no tendría que ver a la persona que más amaba siendo alejada y reclamada por otro completo desconocido.

-¡¡HAZ QUE PARE, POR FAVOR!!- le suplico a Kazuhiko que estaba con él en el suelo, abrazándolo, ambos de rodillas en una de las habitaciones del Palacio. -¡¡HAZ QUE PARE!!- grito agónico, aferrándose dolorosamente a él, como único signo de no perderse solo.

-Aquí estoy… No me iré, hermano… No te dejare solo… -consoló Kazuhiko, acariciando su cabello, sosteniéndolo reconfortantemente. –Te sostendré. No te dejare. Grita y derrúmbate, yo estaré aquí…

Muldor grito con todo el dolor que sentía. Ya no era algo callado y apagado, ahora eran espadas al rojo vivo que se enterraban continuamente en su corazón.

¿Cómo era posible que todo terminara de esa manera? ¿Cómo es que las cosas se convirtieron en eso y repentinamente Muldor lo había perdido?

Perdido… Cierto. Andrew ya no era ni siquiera su Protegido. Lo único y valioso que los unía se terminó en sus narices sin que pudiera decir algo al respecto.

Simple y sencillamente lo perdió para siempre…

Las millones de preguntas volvieron a su cabeza, y la mayoría de las respuestas solo se sumaban a su sufrimiento, así que dejo de hacerlas y solo continúo gritando su impotencia.

Kazuhiko en ningún momento le soltó. Podía sentir muy lejanamente que en la habitación hacia cada vez más frio, seguro como efecto secundario de las habilidades del hombre, que podía jurar trataba de calmarlo a través de su magia.

Y afortunadamente lo logro al cabo de un rato que Muldor ya no tenía energía alguna.

Dado el “Poder” que uso y su actual estado de por si débil, Kazuhiko no lo movió del sitio donde terminaron, solo brevemente con aire gélido atrajo una manta del cuarto que hasta ese momento identifico como su habitación.  

Muldor veía perdido la preocupada y cariñosa expresión de su cuñado al taparlo y recostarlo en el suelo, ofreciendo su regazo como almohada. Su pequeña y no nacida sobrina a solo unos centímetros lejos de su cabeza. Esa parte del profesor estaba caliente, seguro por el Poder de Fuego que dominaría la bebé y se expresaba aun estando desarrollándose.

Acercándose más, noto con una sonrisa sin sentimientos como su sobrina se movía y el calor aumentaba. Kazuhiko se quejó un poco, pues su elemento era el contrario y le aturdía el fuego, sin embargo no detuvo a su hija de continuar viendo como ayudaba a Muldor.

Una tranquilidad anormal y provocada lo asalto. Trato sin esfuerzos recordar la última vez que se sintió de esa manera, recordando a su madre consolarlo casi idénticamente que Kazuhiko, a su padre abrazarlo las primeras veces que tuvo una “sed de sangre” o un integrante de su aquelarre falleció en cumplimiento de su deber. Él también recordó a Kazamiya Mitsu instruir a la Fye Omega y producir un efecto inmediato en los sentimientos.

Se preguntó estúpidamente si debía pedirle a aquella chica que le borrara los sentimientos… Cualquier cosa para no salir del trance de calma que le impuso su cuñado.

Sorprendentemente después de un tiempo Muldor se encontró cabeceando. No sabía si era su sobrina la que lo provocaba, Kazuhiko que débilmente podía sentir o leer sus sentimientos y pensamientos, o él mismo que ya no deseaba pensar nada más. Simple y sencillamente se dejó llevar a la deriva.

Agradecería después a su hermano y amigo que le quitara el dolor inmenso. Enfrentaría más tarde que su corazón fuera roto en millones de piezas sin arreglo. Continuaría y aceptaría en otro momento lo que pasaría en el futuro quisiera o no.

Muldor confiaba y estaba preparado para sobrevivir sin sentimientos y con un continuo dolor.

 

 

La noticia de la próxima partida de Andrew, su enlace y la perdida de protección por parte de la realeza, se extendió por todos los aquelarres de manera sorprendente. Ninguno de los Príncipes aclaro gran cosa, y afortunadamente la mayoría de las personas entendieron el pesar de la familia reinante y los dejaron tranquilos.

La excepción clara fueron los que tenían un odio absurdo por el joven. Ellos se dividieron entre los que se alegraban y casi se proponían para ayudarlo y apurar el proceso, y los que lucían molestos y vengativos incluso con el panorama. Ese grupo parecía querer que Andrew fuera infeliz sin importar lo que hiciera, y por consiguiente no lograra ser acompañado por una pareja.

Lo único que salvo actualmente y en el pasado a Andrew fue el constante apoyo de la realeza.

Sin importar los sentimientos de los otros, Andrew aun contaba con la protección del Heredero, así hasta que el reclamo oficial entre la futura pareja se realizara; ese fue el único comunicado que dio el Primer Príncipe ante su gente y la última vez que se le vio.

Él le mando un mensaje discreto a su Protegido sobre que hiciera lo que le pareciera correcto y tendría toda su cooperación. Después de la reunión en Palacio no lo volvió a ver por toda una semana.

Andrew perdió toda emoción o esperanza en ese tiempo. Acepto que después de hacer pública su declaración, él dejaría toda asociación con los Príncipes Vampiro. Todos ellos, en especial con el más importante para Andrew.

Lo entendió, proceso y afronto. Le tomo días enteros en brazos de su futuro compañero sobreponerse al sufrimiento, pero al final de algún modo logro recuperarse y continuar con sus planes.

Le tomo solo un suspiro encontrar un comprador adecuado para su casa y negocio. En realidad no le sorprendió aun siendo tan exigente y estricto con sus demandas, que un par de desesperados vecinos incluso le ofrecieran mucho más de lo que originalmente pedía. Andrew solo dejo ese tema a su amigo para que se hiciera cargo.

Empaco, se encargó de todo lo legal y se despidió de sus clientes habituales y personas que no lo trataban como basura. Todo en una semana, a solo días de irse para siempre… y nadie le pidió recapacitara sobre su decisión de ese momento en adelante.

Adam siempre lo veía de reojo. Andrew sabia claramente que lo estaba cuidando para sostenerlo en el momento en que todo fuera demasiado y ya no pudiera controlarlo.

Esa preocupación, determinación y falta de rencor por sus sentimientos aun presentes, hicieron de los planes de Andrew algo definitivo y que valía la pena. Pues aunque Adam no era su pareja destinada, era un buen amigo con el que podía pasar su eternidad tranquilamente.

Su amigo sabía perfectamente sus sentimientos, por eso no cuestiono en ningún momento el dolor y tristeza de Andrew en esa semana. Era plenamente consciente de que Andrew solo se enlazaba para huir del dolor de no ser correspondido. Lo sabía y aceptaba. Él mismo estaba cansado de esperar, y viendo que ambos compartían muchas cosas en común junto con un cariño verdadero, estuvo de acuerdo en todo lo que planearon.

Solo una vez menciono los sentimientos de Andrew por Muldor, y fue la noche antes de ir a Palacio para notificar el día y hora exactos de su partida, añadido para presentar a Adam.

-¿Por qué no tomas una muestra de su sangre?- pregunto él inesperadamente serio. –Sé que sería muy difícil conseguirla, pero aunque sea un pequeño rasguño. Así se aseguran de que no son pareja destinada y ya no continuamos con esto…

-¿No quieres continuar?- dudo Andrew viendo su expresión cambiar al decir lo último.

-No quiero que te arrepientas, amor. Si ustedes terminan estando unidos…

-No lo haremos… -gruño Andrew con toda la intensidad de su dolor. –He estado a su lado desde mi nacimiento, Adam. Literalmente, él estuvo ahí cuando nací. Es estúpido pensar que nunca ha olido mi sangre y asegurado nuestra asociación… Tanto como si estuviésemos destinados o no, él no lo dijo, y nada cambiara ahora.

-Cambiaria, Lauper. Mínimo saber que sin importar lo que pase, él no era el elegido para ti…

Ellos no volvieron a tocar el tema, aunque le daba la impresión a Andrew de que Adam lo quería, convencerlo de revisar todas las rutas antes de seguir y no retornar.

Él no quería asegurarse. Saber con toda la seguridad si era su destino al lado del Heredero como si no, cualquiera lo lastimaría sin la mayor duda. Era mejor permanecer siempre ignorante, así él no se cuestionaría nada en ningún momento.

Andrew había tomado una decisión y hecho todo para continuar con ella. No importaba si era mala o no, desesperada o tranquila; él ya la había tomado y no podía vacilar ahora por sobre todo el tiempo. Constantemente se lo repitió cuando se dirigieron a Palacio.

Como se mencionó en la anterior cena y reunión, esa ocasión fue especial pues por primera vez en años estaban todos los Príncipes reunidos. Sin embargo ese día obscuro, triste y solitario incluso en las calles del aquelarre, el Castillo Principal estaba muy vacío. Solo el Rey y el Cuarto Príncipe los recibieron con sonrisas impuestas.

-Todos tuvieron que volver a sus aquelarres. El Octavo Príncipe a su trabajo en Claridad, y Sakurai junto con Kazuhiko-sama pasan un tiempo fuera, con el Príncipe Heredero… -informo dudando el Príncipe, viendo de reojo a Andrew cuando menciono a su Protector.

-Es probable regrese antes de que tengan que irse… -susurro el Rey sin verlos, tan imponente, elegante y digno como siempre. Adam parecía nervioso estando tan cerca de su líder, pero nunca dudo y agradeció el apoyo.

Andrew no puso casi atención después de eso. Tenia que admitir que el volver ahí solo había sido un tipo pretexto tonto para estar en contacto con lo mismo que el Primer Príncipe. Y sin él presente, de nada servía en realidad.

Los cuartos, patios y pasillos, las paredes, sirvientes y habitantes diversos del Palacio… Andrew estuvo durante años en contacto constante con todo eso, y ahora se encontraba inesperadamente despidiéndose, pretendiendo no volver nunca.

Discretamente comenzó a llorar. Agradeció que aunque era evidente todos lo notaron, nadie dijo nada, y solo Adam tomo con gentileza su mano mientras caminaban.

¿Cómo todo había terminado de esa manera? ¿Por qué no podía continuar como siempre, ignorante al lado de su Protector? Antes no dolía tanto y el más pequeño gesto lo satisfacía, pero ahora tenía que huir al otro lado del mundo para no soportar el intenso sufrimiento.

¿Alguna vez volvería a ser feliz lejos de Minzhe? ¿Su corazón algún día podría recuperarse?

Dolía tanto continuar con ese agudo dolor permanente. Tomaba mucho de sí mismo no dejarse derrumbar todas las mañanas que despertaba y al lado estaba Adam, en lugar del amor de su vida que desesperadamente amaba.

Recordó a sus padres y lo felices que fueron juntos mientras duro. Minzhe siempre que se lo pedía le contaba historias de esos tiempos felices, y en todo momento mantuvo una serena sonrisa agradecida por compartir esos años a su lado.

Andrew no extraño demasiado a sus padres porque su Protector siempre estuvo con él. No sabía en qué momento esa necesidad de cariño paternal cambio y lo comenzó a amar, solo sabía que nunca lo abandono y constantemente estaba a su lado para cualquier cosa que necesitara.

Ahora debía continuar sin la constancia de que él lo salvaría y al final de día estaría ahí.

El problema no era afrontar la vida como un adulto independiente, de eso tuvo bastante en la tribu norte donde paso todo su desarrollo y crecimiento; el punto es que Minzhe ya no estaría con él.

Todo ese tiempo juntos, riendo y bromeando, cuando todo parecía simple y maravilloso… Ya nada quedaría dentro de un par de días. Nada…

Adam se detuvo de golpe provocando que a la larga él también lo hiciera porque aun no soltaba su mano. Primero lo vio curioso, alentado por el pequeño apretón que le otorgo su amigo, y después contra todos los gritos de su instinto que le decían que se fuera, miro a donde él veía.

Procedido por el Tercer Príncipe y Consorte, Minzhe estaba parado a mitad del pasillo, estático y sin expresión, mirando intensamente al nervioso Adam.

Todos pararon y miraron inquietos el intercambio. Nadie decía nada y Andrew no podía encontrar valor para hacer algo que no fuera mirar al Príncipe.

Quería llegar y abrazarlo, decirle a gritos que había cambiado de idea y permanecería a su lado por toda la eternidad incluso si ellos no podían estar juntos. Aunque su mayor deseo era ir y suplicarle que lo amara, que dijera que sus destinos están enlazados y no lo dejaría ir.

Sin embargo lo único que logro hacer el Heredero fue reverenciar a su padre e ignorarlos a los otros dos después.

-Pensé que no vendrías aun, Príncipe Heredero… -musito confundido el Rey, mirando atentamente a su educado y estático hijo.

-Sakurai me ayudo con los problemas en el aquelarre, y con Kazuhiko-chan teniendo cada vez más crisis y nervios, decidimos venir lo antes posible…

-¡¿Crisis?!- saltaron a la vez Andrew y Rio, mirando al nervioso Consorte sonreír tensamente.

-No fue nada… Yo solo no puedo controlar correctamente mi Poder con un hijo de Poder diferente, así que tuve un pequeño problema cuando me aleje cabalgando… Miel se quedó conmigo y me ayudo a regresar, así que ya todo está bien… -sonrió ya tranquilo, de alguna manera calmando también a los otros.

-¿Pero esta fuera de peligro, Príncipe?- se aseguró preocupado Andrew, revisándolo de vista. -¿Esta bien que siquiera este en pie y caminando?

-¡No se lo recuerdes, Andy!- replico bromeando el profesor. –Estaba seguro que mi compañero me encerraría lo que queda de mi embarazo… ¡Tuve que amenazarlo con Poder!

-Y solo cedi porque usar tu magia es ya peligroso. Aun creo que debes descansar… -murmuro por lo bajo el Tercer Príncipe, mirándole un poco resentido.

-¡Secundo eso!- dijo el Rey cruzando los brazos y haciendo una curiosa mueca al verlo. –Debe tomar con más cuidado sus acciones y no presionarse, Kazuhiko-sama. Temo que le prohibiré que cabalgue y se aleje sin escolta. Sé que lo último siempre ha sido un gran problema para usted, pero recuerde que esos desmayos son peligrosos si no hay alguien que los proteja a ambos estando indefensos.

-Lo entiendo y acepto, mi Rey… -reverencio honestamente el Consorte sonriendo tristemente. –Mi caballo no deja ya que lo monte; creo que quedo muy asustado con ese contratiempo… Y ciertamente ya no me puedo deshacer de los soldados que me siguen a todas partes cuando no estoy acompañado por un Príncipe, así que básicamente ya me acostumbre. Estoy bien…

-Mitsu-san y Kaoru-san vendrán en un par de horas, padre- informo Sakurai sonriendo agradecido. –Me ayudaran a mantener vigilado a mi escurridizo esposo… -dijo y miro de reojo con una sonrisa traviesa al risueño hombre.

-¡Wii, tengo a Mitsu-chan de niñera!- exclamo feliz el chico, aplaudiendo y riendo.

-Eso creo yo es menos beneficioso de lo que piensas, hermano… -susurro Rio un poco verdad un poco broma. Él rio y se escondió atrás de Andrew cuando el profesor dejo de reír y lo fulmino a través del pasillo.

-¡Con Kaoru-san no podremos hacer travesuras, así que pido me den el beneficio de la duda!- le recrimino con un dulce puchero.

El Príncipe rio y negó. Con una sonrisa amable y cariñosa fue al encuentro con su cuñado y le rodeo los hombros con su brazo.

-No envidio al pobre hombre que los cuidara, pero me alegro de tenerte de vuelta, Onii-sama. ¿Cuánto falta para que regreses?

-Un par de meses en Azelleb. Mitsu-chan dice que debo estar la mitad del periodo de gestación aquí y la otra en Celes. Algo sobre que el bebé este en contacto equitativo con sus dos raíces, o algo así… Yo solo quiero volver a casa con mis alumnos que me consienten… -se lamentó y apoyo en Rio todo su peso. El joven Príncipe se carcajeo y comenzó a caminar llevándose al Consorte.

-Bueno, Onii-sama, haberlo dicho antes. ¿Qué deseas y que puedo ofrecerte? 

-¡Wua! ¿Puedes conseguirme un poquito de sandía blanca? No sé por qué, pero anoche tenía muchas ganas de un poco, y en las cocinas del aquelarre del Principito no había nada…

-Puedo conseguirlo si me das un par de horas…

Ambos se fueron sumergidos en una plática amena y divertida. Sakurai ladeo su cabeza de igual forma que el sonriente Rey y después les acompaño. El regente miro a sus hijos y sonrió, viendo en especial al tranquilo Heredero que parecía más calmado tras la intervención del consorte en encargo.

-Si me disculpan, debo algo que me tomara unos momentos. Regresare con los papeles que necesitas, Andrew…

-Un honor, mi Rey… -reverencio Andrew con prisa, al igual que Adam.

El Rey Christian les volvió a sonreír y se acercó a su hijo mayor, agachándose y platicando unos momentos con susurros que ellos no alcanzaron a escuchar. La expresión de Minzhe cambio varias veces, pero al final asintió y permaneció con ellos cuando el Rey se fue.

El silencio se convirtió en incomodo mientras Minzhe los miraba, más específicamente a Andrew, pues ignoraba a Adam casi con desesperación.

Su amigo lucia nervioso y enojado por igual. Viendo como el Heredero desarmaba a Andrew, Adam tomo con más propiedad su mano y la coloco en su antebrazo izquierdo, mirando de malos modos al Príncipe, pero aun reverenciándolo cuando este lo miro con la ceja levemente levantada.

-Miller Adam, hijo único de los Miller, sirvientes al servicio del Alfa Montaraz. Un honor, Príncipe Heredero… -se presentó con educación y desenvoltura.

-Un gusto… -susurro Minzhe mirándole un momento antes de dirigirse a Andrew, aun mirando de reojo a su compañero. -¿Puedo hablar un momento contigo en privado?

-C-claro… -respondió Andrew nervioso. –Adam… -dudo viendo a su amigo que solo sonrió tristemente.

-Te esperare aquí. Ten cuidado… -le susurro lo último. Andrew estaba por decirle que no se preocupara cuando inesperadamente lo acerco y beso su frente suavemente, como solía hacerlo siempre que Andrew estaba inseguro y necesitaba un poco de alivio. Pero en ese momento enfrente del Príncipe, lo único que logro la acción fue que se pusiera inquieto.

No vio más de Adam porque Minzhe lo jalo y se lo llevo casi arrastrándolo. Noto que su Protector se notaba tenso y molesto, pero no podía saber exactamente porqué.

-¿Es ese hombre el que has decidido que pase contigo el resto de tu vida?- pregunto Minzhe fríamente, sin aviso ni réplica, apareciéndolos a ambos en su habitación sin más. -¡No lo aceptare, Andrew! ¿Me escuchaste? ¡No te entregare a alguien así!

-¿De que estas hablando?- gimió sorprendido y asustado Andrew antes de que el Heredero lo tomara y empujara a la puerta de roble oscuro.

El grito quedo sofocado por su miedo. Podía ver sus brillantes y seductores ojos rubí oscurecerse de cólera, y como nunca esa aterradora mirada fue dada en su dirección, Andrew solo pudo quedarse quieto e indefenso, sin decir nada.

-Kazuhiko-chan tiene razón. Aun tengo tiempo y no lo desperdiciare, Andrew. ¡No te entregare, demonios!- gruño, y sin más, lo beso.

 

Continuara…

 

 

Notas finales:

Viva los permisos de autor, que me dejan terminar el capitulo asi (>w<)/

 

Si tienen tiempo, me gustaria leer que les parece la historia ;)

Nos leemos el Sabado. Cuidense mucho~

Christal Celeste de Garcia <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).