Los sollozos de un chico de cabello negro resonaban en la parte del cementerio donde algunos observaban de manera triste como aquel chico se deshacía en llanto. Algunos también lloraban en silencio, sobre todo sus amigos, los padres del muchacho también trataban de demostrar la fortaleza que claramente no tenían ante aquella situación.
—WooHyun-ah…debemos despedirnos…—Murmuró MyungSoo, el mejor amigo del chico que se encontraba llorando a un lado de un ataúd color marrón con detalles en blanco. La mano de MyungSoo se posó sobre el hombro del recién nombrado y tuvo que tragar un par de veces para deshacer momentáneamente el nudo en su garganta. — W-WooHyun-ah…
—¡No! ¡No me quiero despedir! No así…no quiero…SungKyu-ah, abre tus ojitos…aunque sea un poco…—Susurró WooHyun acariciando el cristal con la esperanza que su amado despertara. Pero no fue así…SungKyu había muerto ya.
—WooHyun, la ceremonia debe seguir. —DongWoo, el mejor amigo del recién fallecido llegó donde MyungSoo y WooHyun estaban, no pudiendo reprimir un par de lágrimas traicioneras al ver a su mejor amigo con una expresión tan serena que pareciera que estuviese sólo durmiendo. — SungKyu…
Los tres chicos volvieron a romper en llanto y WooHyun seguía acariciando el cristal que le separaba del hermosísimo cuerpo de su novio, susurrando cuanto lo amaba, que iban a estar juntos siempre…que no se fuera, no aún.
Cuando MyungSoo y DongWoo se calmaron un poco, cada uno tomó por el brazo a WooHyun, quien comenzó a forcejear con ellos para que no le alejaran del ataúd donde había estado las últimas dos horas.
La verdad es que desde que SungKyu falleció, WooHyun no le dejó solo en ningún momento, incluso no durmió las cuatro noches siguientes a la repentina muerte de su novio.
—¡NO ME ALEJEN DE ÉL! ¡ODIA SENTIRSE SOLO…! ¡SUNGKYU-AH! —Los presentes agacharon su mirada ante los desgarradores gritos de WooHyun quien terminó de rodillas en suelo mientras el encargado cerraba completamente el ataúd y lo hacía bajar en la tumba para posteriormente enterrarlo. — ¡NO LO HAGAN, POR FAVOR…!
La madre del difunto se acercó a WooHyun y se arrodilló a un lado de este, donde le abrazó y ambos lloraban desconsoladamente en los brazos del otro por la partida del ser más preciado de sus vidas. Kim SungKyu.
Había sido un terrible accidente que le había arrebatado la vida en menos de una hora, porque SungKyu había sobrevivido, pero camino al hospital se despidió de WooHyun y su corazón dejó de latir.
Ambos iban en un taxi camino al centro comercial para una de sus muchas citas, cuando WooHyun se bajó del taxi para abrirle la puerta a SungKyu, como el buen caballero que era, un segundo taxi perdió el control y chocó el automóvil donde SungKyu aún se encontraba.
WooHyun gritó el nombre de su amado cuando corrió a ver el destrozado taxi donde su novio de pequeños ojos yacía atrapado entre las latas. Como pudo, WooHyun quitó algunos escombros para poder liberar el cuerpo de SungKyu y cuando lo logró, SungKyu había perdido mucha sangre luego de que un vidrio atravesó su abdomen.
Camino al hospital, WooHyun acariciaba la mano de SungKyu, quien era atendido por unos paramédicos. Pero cuando los paramédicos dejaron de moverse, WooHyun pudo sonreír. Sin embargo, su sonrisa se fue desvaneciendo cuando SungKyu le acercó para besarle y decir un muy bajo “Adiós”, cerrando sus ojos pocos segundos después con una pequeña sonrisa.
El pelinegro quedó en shock por varias horas, las palabras no salían de su boca, las lágrimas no salían de sus ojos, las emociones no se reflejaban en su rostro. Sólo cuando su suegra llegó al hospital para firmar los papeles de la defunción de su hijo, ambos lloraron en silencio, con los corazones destrozados.
Una semana después del entierro de SungKyu, todo parecía estar normal, la madre de SungKyu trataba de verse bien, pero WooHyun sabía que seguía afectada por la muerte de su único hijo varón.
Pero se podría decir que el que estaba peor, era WooHyun. El departamento que compartía con el mayor se le hacía frío, solitario y todo le recordaba a su novio.
WooHyun sonrió, el departamento siempre solía estar lleno de gritos por estarse persiguiendo, peleas por tonterías que al final terminaban en una intensa sesión de besos y caricias, risas en los momentos de bromear acerca de su día. WooHyun sentía que el alma de ese hogar que habían formado con sudor y lágrimas era SungKyu.
Finas gotas saladas nuevamente se resbalaban por las mejillas de WooHyun mientras caminaba por la solitaria calle de noche. Hacía lo posible para no ir al departamento, no quería asimilar que SungKyu ya no le iba a estar esperando con su brillante sonrisa.
Tomó el automóvil de MyungSoo ya que este se lo había prestado para ir a visitar a SungKyu al cementerio cada día y condujo sin rumbo alguno.
Cuando detuvo el automóvil, golpeó el volante con fuerza reiteradas veces y gritó lo más fuerte que su garganta le permitía.
—Si tan solo hubiese dejado que te bajaras primero, si tan sólo no hubiese sido tan idiota…si tan solo…hubiese sido yo el que estaba dentro del taxi y no tú…—Sollozó WooHyun al esconder su rostro entre sus brazos.
De pronto se bajó lentamente del vehículo, dejando las llaves puestas y todos sus documentos dentro, caminó hasta el borde el mirador donde se encontraba.
Pasó ágilmente la baranda de seguridad y luego extendió sus brazos, mirando el horizonte estrellado. Nuevas lágrimas se deslizaron por su rostro al cerrar sus ojos y con una pequeña sonrisa, se dejó caer al vacío…
“Te prometí que te esperaría hasta después de la muerte…así que ven a mis brazos, WooHyunie-ah.”