Me quede pensativo, ante lo que dijo mi doctor. Aún sigo creyendo que será muy complicado encontrar algo que perdí hace mucho... aquellas ganas de seguir luchando. Si fuera todo más sencillo como en aquel entonces. En ese entonces todo era tan distinto... La nostalgia me invade. No, aun no estoy listo para recordar...
- Una cosa más. Dime, que te llevo...-hizo una pausa, como para encontrar las palabras adecuadas, para lo que me iba a decir.- a tomar esa decisión, tan drástica que puso en riesgo tu vida.
Me enfade ante lo que me dijo. Y me altere.
- ¿Crees que es tan sencillo, hablar de algo tan difícil para mí, con alguien que ni su maldito nombre sé? Que apenas conozco de unas horas...- lo mire con ira.
Es que, ¿con que derecho viene a pedirme tal cosa?
- Lo siento...
- Por favor vete, quiero estar solo...-me miró resignado, iba a decir algo, pero al final solo acento débilmente con la cabeza, y miro el reloj de su muñeca.
- Está bien, me iré pero, mañana vendré otra vez — dijo poniéndose de pie, dirigiéndose a la puerta.
La abrió, hizo una seña con su mano como despedida, y la cerro. Suspire, otra vez solo. Pero...
- Por cierto, lamento no haberlo dicho antes; mi nombre es Lee Seung Hyun.- volvió abrir la puerta, sonriente.- ahora sí, hasta mañana, Ji Yong mañana te veo- y se fue, cerrando la puerta.
Que chico, ¿no? Así que es Seung Hyun, ese nombre... me sonaba, me sonaba de algún lado... pero no quise pensar más en ello.
Cerré los ojos tratando de aislarme en mi mente y olvidar todo lo ocurrido hasta el momento. Aunque la verdad, es irónico, tratar de tapar el sol con un dedo, lo que sucedió, fuer horrendo. Con sinceridad, lo que más deseaba ahora era olvidar todo, TODO. Que no deje rastro en mi mente ni en mi alma.
Y así sin querer tratando de olvidar mis penas me quede dormido.
A veces lo que más quieres olvidar, es lo que más recuerdas.
-Mamá, mamá. ¡Mira! ¿Te gusta?- un pequeño, corrió hasta la cocina, llevando entre las manos un collar de oro negro.
- Qué cosa, ¿mi amor? — se puso en cuclillas, frente a él. El pequeño extendió las manos, y abrió las palmas para que observara el collar.- Ohhh, que hermoso, mi tesoro. ¿Quién te lo ha dado?
El pequeño escondió las manos detrás de su espalda, sonrió y un sonrojo invadió su pequeño rostro.
Su madre solo rio ante aquel acto.
- Me lo ha dado él, cuando ha venido.- sonrió.
- ¿Así? Y tú, ¿qué le has dado? — el niño miro algo triste a su madre
- Nada... Si soy yo, él que se ha mudado acá, no él.- su madre rio.
- Tesoro, tienes razón no te sientas mal. La próxima vez le dices que se quede más rato para que almuerce con nosotros.
- Está bien, yo se lo diré. Es muy agradable...me hace feliz por fin haber conocido... a mi primo...
¡No! Me desperté de golpe, sudando.
Solo, solo había sido un sueño, pero para mí había sido más que eso; fue como abrir una caja de Pandora, con interminables pesadillas. Pesadilla que me hubiese gustado evitar a toda costa.
Pase mi mano por mi cabello, mire por la ventana, ya era de noche, quizás de madrugada, ya.
Sentí aquella sensación de ser observado, vague con la mirada por la habitación, nada ni nadie más estaba ahí conmigo. Estaba completamente solo... volví la mirada a la ventana y... sentí el sudor frio en mi nuca y el estremecimiento en mi cuerpo.
Si... si hace un momento no había nadie ahí...
Como si en ese preciso momento supiera que lo miraba dio la vuelta. Me quede helado.
- Me da gusto que ya estés mejor.-
Quise pararme, y salir huyendo de ahí, al escuchar su ronca voz. Él vio aquel acto.
- No, no lo intentes, solo vine a ver cómo te encontrabas.- su intensa mirada...- Ojala te recuperes pronto — su voz, sonaba a susurro — y no vuelvas hacer una estupidez como esa. — Se acercó más, y su penetrante mirada hizo que cerrara los ojos, sentí una caricia en la mejilla, y un susurro, adiós.
Abrí los ojos lentamente, con algo de temor y cuando los abrí completamente... Nada, ya no había nadie, mire por todos lados, pero nada. Quizás habrá sido un sueño también.
Me asusté mucho, pues esta vez fue distinta a muchas a otras, ya que lo sentí tan cerca... tan a mí que llegue a pesar que era parte de mí.
Sin embargo, esta vez la voz que llego a mis oídos, fue tan distinta a las veces anteriores — en mis pesadillas infinitas, sin fin — fue tan diferente... Y, pues, así llegue a creer tan solo por un instante, esa peculiar preocupación, que mi acosador ensueño decía tener. Era tan pacifica, esta vez aquella voz, y eso es lo que más me aterraba.
Era el hombre de traje. Creo que estoy peor que antes. Porque el realmente no existía. Mi mente enferma, fue colaboradora para la creación de alguien irreal...
O simplemente es lo que quería creer yo...