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Stockholm Syndrome. por Alice Lightwood

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Notas del fanfic:

Los personajes de esta historia son propiedad del señor Fujimaki.

Notas del capitulo:

¡Mil disculpas! Acabo de terminarlo, todo es culpa de la universidad y sus trabajos de investigación en los hospitales... Espero que lo disfruten.

Y ahí estaba otra vez, frente a la puerta de la habitación de aquel ser a quien tenía en “cautiverio”; no se arrepentía de nada, lo admitía, si estar privado de la libertad significa que pueda tener sus dulces labios, su mirada tan altiva mirándome, su atractiva aura y por sobre todo ese adorable cuerpo, prefería mil veces ser un prisionero.

Toco la puerta muy despacio, sabía que a su adorable pelirrojo no le gusta el ruido. En el quinto golpe la puerta de roble negro fue abierta lentamente dejando ver una silueta de un pequeño cuerpo pero de pose firme, fijé mis ojos en los contrarios dejándome llevar por esas joyas bicolores. Entré en la habitación un poco cohibido a pesar de que no es la primera vez que entraba ahí.

-Veo que llegaste más temprano de lo normal.- Sonrió ladinamente el pelirrojo.

-Necesitaba verte Aka-chin, lo más pronto posible.- Sabía que sus palabras sonaban como una súplica pero a estas alturas no le importaba.- ¿Puedo abrazarte?-

-Atsushi.- Se acercó a pasos ligeros al titán pelimorado. –Mi dulce Atsushi, sabes que a puertas cerradas puedes abrazarme todo lo que quieras.- Se puso de puntillas intentando sin éxito alcanzar al más alto, Murasakibara se dio cuenta y se  inclinó hasta la altura de su joya. Akashi comenzó a acariciar delicadamente la cara de su acompañante.

-Aka-chin.- Suspiró, sus caricias lo estaban haciendo delirar.

No se contuvo y atrajo más cerca a aquel pequeño y delicado cuerpo que tenía en frente, atrapándolo en un abrazo necesitado y lleno de sentimientos, depositando suaves besos en la cabeza contraria mientras ceñía más sus brazos alrededor de aquella estrecha cintura.

Akashi rio suavemente por la desesperación del otro muchacho, lo miró con coquetería mientras pasaba sus brazos alrededor de su cuello.- ¿Estamos ansiosos, eh? Tranquilo recuerda que tenemos toda la noche para dedicarnos a nosotros.- Acto seguido lo besó en los labios, apenas un roce, pero que para Murasakibara era la gloria.

Sonará muy tonto de su parte pero cualquier cariño, ya sea el más mínimo que recibía del pelirojo, él lo aceptaba gustoso. Pasó mucho tiempo enamorado de él, observándolo en silencio y ahora que por fin lo tenía no quería dejarlo ir, ¿cómo podría hacerlo? ¿Él? ¿Murasakibara Atsushi? ¿Dejarlo ir? ¿Como si fuera dueño de ese dulce veneno? No podría, las cosas no funcionaban de esa manera. Akashi era su dueño, su amo y su señor… en cambio él era un simple prisionero, un rehén, uno que está completamente enamorado de su captor. Su situación es considerada de muchas formas hasta como masoquista. Sus amigos se lo advirtieron, un millón de veces le  dijeron  que no se acercara  a él, que mantuviera distancia de aquel pelirrojo… Pero no, él era terco como un niño a quien le dan un dulce que por mucho tiempo se le fue negado, no importa si su Aka-chin era dañino para su vida o para su cordura, siempre estaría a su lado….siempre.

-Atsushi…-Akashi emitió un gemido inaudible para todos menos para Murasakibara, mientras él seguía besando ese apetitoso cuello blanco, complaciendo su deseo animal  de marcarlo por todas partes, dejarle una advertencia al mundo de que no se acercara a esa ser endemoniadamente angelical, que ya tiene a alguien a quien ”querer.” –Ven vamos a la cama.- susurró Akashi desabotonándose los primeros botones de su camisón blanco.- Juguemos Atsushi.- Soltó una sonrisita traviesa mientras  se recostaba en la gran cama con sabanas color vino, separando un poco sus lechosas piernas, acto que provoco que el libido del pelilila subiera por los cielos.

Definitivamente estaba atrapado por aquel sublime y hermoso ser.

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-¿¡ESTÁS LOCO!?- Fue el grito que dio su mejor amigo.- No puedo creerlo viejo, te dije que no fueras, ¿por qué demonios nunca me haces caso?- Refunfuñó frustrado cierto pelinegro después de que el titán le contara que ayer se vio con su joya... otra vez.

-Pero Muro-chin ¿qué tiene de malo ir con la persona que amo? Nunca me quejo cuando sales con Zuki-chin.- hizo un puchero realmente tierno al terminar de decir estas palabras.

-Atsushi, mi situación con Shun es otra historia, AMBOS nos amamos y no hay duda de eso. En cambio Akashi solo te está usando, ¿entiendes?- Hablo Tatsuya con una paciencia que cualquier profesor de secundaria envidiaría. –Mira creo que esto ya estuvo bueno ¿no? –Suspiró.- Haz lo que quieras, pero te advierto algo. –Lo señalo acusatoriamente. –Si ese enano rojo te rompe el corazón no vengas hacia a mi llorando. ¿Estamos de acuerdo? No vaya a ser que te muela a golpes hasta desfigurarte.

-Moo~ Muro-chin eres tan cruel.- Hizo otro de sus tan conocidos pucheros, mientras comía  unas papitas de quien sabe dónde las saco. –Si con eso logro que dejes de regañarme…-Se encogió  de hombros restándole importancia a la mirada acusadora y preocupada de su amigo.

-Humpf.  No sé qué haré contigo. –Dio una sonrisa floja mientras rodaba los ojos. Caminó hasta el otro lado de su departamento con pereza, realmente el día estaba aburrido. –Vamos a ver que hay en la radio.- Comenzó a sintonizar las emisoras, hasta que por flojera, cosa que jamás admitiría, dejo en una cualquiera. Sonaba una canción de un grupo de chicos británicos no le llamaba la atención así que cogió el periódico y se dedicó a leer las noticias de aquel día. En cambio para cierto pelilila la canción le llamo la atención de una manera abrumadora.

 

Who’s that shadow holding me hostage?

I’ve been here for days

Who’s this whisper telling me that I’m never gonna get away?

I know they’ll be coming to find me soon

But I fear I’m getting used to being held by you

Baby look what you’ve done to me

Baby look what you’ve done now

Baby I’ll never leave you if you keep holding me this way

Baby look what you’ve done to me

Baby you got me tied down

Baby I’ll never leave if you keep holding me this way.

 

Abrió los ojos desmesuradamente, casi se atraganta con sus papitas. ¿Qué diablos con esa canción? Por una razón desconocida comenzó a recordar los momentos vividos con su  Aka-chin, las reglas que este había impuesto para poder tener esos encuentros: “Cualquier muestra de cariño no será aceptada por mí en público ¿de acuerdo? Nos veremos todas las noches en mi Loft, te daré mis llaves solo tocaras la puerta de mi habitación, recuerda que estaré esperando por ti como se debe.- Dejo un suave beso en sus labios. –No me gustan las personas ruidosas e impuntuales, así que ten cuidado con eso.- Le guiño un ojo antes de besarlo con pasión, la cual Atsushi se entregó sin dudas algunas.”

Siguió con sus recuerdos mientras la canción seguía sonando, se aterraba cada vez más con la letra, sentía como esta estaba describiendo su situación, no se dio cuenta el momento en que comenzó a temblar, Himuro volteo a verlo preocupándose por su actitud.

–Viejo, ¿estás bien?  Te veo pálido. – Murasakibara ignoraba sus palabras, comenzó a sudar frio, no sabía lo que le pasaba. Estaba entrando en un ataque de pánico.

 

I know they’ll be coming to find me soon

But my stockholm syndrome is in your room

 

Yeah I feel for you.

 

Salió corriendo del departamento de su mejor amigo apenas escuchó esa estrofa, no podía para de correr se sentía abrumado, confundido y ¿extasiado? Quizás sí. Siempre lo supo el solo era un simple rehén, atrapado por ese amor retorcido, totalmente capturado por esa joya heterocrómica. Jamás imaginó verse en esa clase de situación, no le importaba nada, solo quería que ese pelirrojo jamás lo soltara, quería ser su prisionero para siempre.

Llegó a su departamento totalmente agotado, fue directo a su laptop y se puso a investigar aquello que más le llamo la atención de la canción.

-Veamos… “El Síndrome de Estocolmo, es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, desarrolla un fuerte vínculo afectivo con quien la ha secuestrado. Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del secuestrador. Las personas que experimentan el síndrome suelen negarse a ser rescatados.”

Ahora sí no sabía cómo sentirse, estaba jodido. ¿Ahora resulta que una canción de adolescentes le muestra lo que padece? ¿Síndrome de Estocolmo? ¿Realmente alguien puede enamorarse de su secuestrador? La respuesta era estúpidamente obvia, claro que podía, él estaba viviendo eso. Cada segundo que pasaba al lado del chico que le robo su libertad, su amor, su locura, su cordura. El chico que es su captor… su amado Akashi Seijuuro.

Cerró su laptop con fastidio, demasiados pensamientos le están provocando una jaqueca, se masajeo las sienes y dio un suspiro de frustración. Se levantó de la silla con planes de irse a dormir, cuando sonó el timbre de su departamento. Soltó un gruñido, estaba de malhumor y cualquiera que estuviera del otro lado  de la puerta pagaría las consecuencias, lo aplastaría sin duda alguna.

Arrastró los pies hasta la puerta con la clara intención de volverse asesino, pero todo plan homicida se esfumo al abrir la puerta y ver quien estaba frente suyo. Era él, su hermoso ángel caído, estaba en su casa pero ¿cómo era eso posible? Se suponía que solo se encontrarían en el loft del millonario, esto lo dejo en shock.

-¿Sabes? Es de mala educación dejar al invitado afuera. –Dijo con sorna mientras sonreía coquetamente, Atsushi se hizo a un lado dejando que el pequeño pasara, viendo como este estaba vestido, los pantalones negros ajustados que estaba usando enmarcaba su delicioso y perfecto trasero, y esa camisa blanca que le quedaba perfecta, su boca se estaba haciendo agua. Akashi sintió la mirada del gigante y volteó a verlo con una ceja arqueada… Joder, Akashi y él tenían la misma mas su Aka-chin se veía más joven como de unos quince años, se sentía un jodido pervertido.

-¿Aka-chin que haces aquí?

-¿Qué? ¿Está mal que venga a verte?

-No es eso, es solo que… creí que solo querías que nos encontráramos en tu casa.-Hablé realmente confundido.

-Bueno.- Akashi comenzó a caminar hacia él, de esa manera que lo volvía completamente loco. Se paró en puntillas y abrazo su cuello, acercó los labios hasta su oreja y susurró.- Es que quería verte Atsushi, ya te lo dije, tengo todo el derecho del mundo de venir a ver a mi amante y sobre las reglas, que quede claro que yo sí puedo hacer excepciones. ¿Ok?–No esperó respuesta alguna y simplemente lo besó, un beso que demostraba las emociones y sentimientos del joven emperador, un lenguaje mudo que solo Murasakibara Atsushi podía entender ya que lo crearon especialmente para ellos. Rodeó la cintura del más bajo y lo levantó un poco, el pelirrojo enroscó sus piernas a la cadera del más alto y continuaron con ese beso… ese beso que prometía más cosas, cosas que harían al llegar a la habitación, cosas que se repiten cada noche y que cada noche suben de intensidad.

Puede que para el resto del mundo Murasakibara Atsushi  solo sea un simple muñeco, un miserable prisionero de un amor equivocado pero eso no podía ser más falso, bueno a medias, porque no era un amor equivocado, solo era un amor incomprendido por los demás, pero eso los tenía sin cuidado; y verdadero, porque en efecto sí que era un miserable prisionero que espera pacientemente el cariño y amor de su captor, no lo quería abandonar, no lo haría, aunque vinieran a rescatarlo negaría cualquier ayuda, si su Aka-chin estaba a su lado nada más importaba, él era feliz…

 

 

Sí, su amor era Síndrome de Estocolmo.

Notas finales:

Es mi primer fic disculpen si algo está mal, Las recomendaciones son bien recibidas. ¡Gracias por leer!


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