Día1: Reencuentro
No sabía qué era lo que me estaba pasando en estos últimos días, había estado más nostálgico de lo normal, recordando cosas que habían pasado hace un par de años atrás, sentimientos y emociones que había experimentado junto a una persona que en estos momentos se suponía, estaba a un mar de distancia.
Un suspiro sin contener escapó de mis labios, mientras me preparaba para salir aquella tarde. Ese día, junto a mi mejor amigo Makoto, nos habíamos encontrado con Nagisa, un antiguo compañero del club de natación de Iwatobi al cual asistíamos cuando éramos más pequeños, y ahora nos habíamos reencontrado en nuestro colegio. Aprovechando la ocasión, Nagisa nos contó que el edificio donde practicábamos natación en nuestra infancia no muy lejana, iba a ser demolido, por lo que se le ocurrió la brillante idea de querer ir esta noche para desenterrar “aquello” que habíamos dejado hace un tiempo atrás.
No era mi intención ir, aquel lugar me llenaba de recuerdos que en estos momentos no me ayudaban del todo. Me negué primeramente, siguiendo con mi camino, mientras sentía como Nagisa y Makoto seguían hablando sobre ir al lugar y quienes, al escuchar mi negativa comenzaron a argumentar a favor de ir ese día.
Simplemente me convencieron sin mucho esfuerzo. Y ahora estoy aquí caminando bajo el cielo estrellado hacia aquel edificio que tantas memorias, sonrisas y momentos había presenciado y escondía, dentro de esas paredes tan desteñidas y maltratadas, gracias al paso de los años y al abandono.
Una vez fuera los tres, nos preparamos para ingresar. No sabía por qué pero me sentía un poco inquieto, perturbable. No me explicaba qué me pasaba, pero simplemente intentaba ignorarlo.
Llegamos hacia lo que sería una sala, donde estaban unas cuantas fotografías, rememorando días en los que el club estaba abierto y participaban en competencias. Mi vista se centró en una en especial; cuatro chicos estaban impresos en aquel papel, cuatro chicos que sonreían y se abrazaban, celebrando la victoria. Pero solo uno capturó en demasía mi atención, uno de cabellos rojizos y de sonrisa imperturbable.
“Rin” pensé para mis adentros, recordando momentos que pasé junto a él, nuestro último relevo, el día en que nos tomamos esa fotografía, y aquellas palabras que uso para convencerme de participar. La sensación que experimenté en ese momento, seguía viviente en cada una de las partículas de mi piel, el agua envolviendo mi cuerpo. Cuando los cuatros enterramos el trofeo que ganamos, porque no queríamos que solo uno se lo llevara, pensando que sería mejor, a petición de Rin, que lo sacáramos cuando fuéramos adultos. Recordaba cada momento, cada uno de ellos, como si el tiempo en realidad no hubiese pasado.
– Haru – me llamó Makoto, sorprendiéndome, sacándome de mis pensamientos y trayéndome a la realidad. No, no podía seguir pensando en aquello, pero a pesar de que luche contra eso, los recuerdos volvían, sin siquiera querer que aquello pasara – vamos.
Asentí levemente y me acerqué de nueva cuenta hasta ellos.
Caminamos por un pasillo, hablando un par de cosas más, hasta que pasamos por la intersección de otro y Makoto tiró levemente de mi polera por la parte trasera, haciéndome que me detuviera. Mi vista fue a parar hacia aquel pasillo oscuro, intentando descifrar lo que mi mejor amigo estaba viendo. Makoto saltó levemente y comencé a hacer la vista gorda, viendo una figura y sintiendo unos pasos proceder de ella. La luz de la noche iluminó el rostro de aquella persona y por fin supe de quién se trataba.
Mis ojos se abrieron de forma desmesurada y mi corazón saltó levemente, descolocándose completamente.
– Hey – fue lo primero que pronunció al colocarse frente de nosotros, llevando su mano hacia su visera de su gorro que traía puesto.
– ¿Quién es? – escuché a Nagisa preguntar en un susurro. No le presté mucha atención.
– No lo sé – le contestó Makoto de la misma forma.
– No pensé encontrarme con ustedes aquí – dijo de nueva cuenta la persona frente a nosotros, haciendo un gesto con su gorro, mientras que ambos de mis amigos soltaban una expresión de sorpresa. Ambos se dieron cuenta por fin de que se trataba.
– ¡Rin! – exclamaron los dos.
Así es, Rin había vuelto de Australia, había regresado a Iwatobi. Mis sentimientos en estos momentos eran una total confusión y el que él regresara, no me ayudaba para nada.
No sabía que cosas podrían comenzar a suceder de ahora en adelante y en realidad me siento bastante asustado de ello. Pero a pesar de ello, lo más importante para mí era que, Rin había vuelto por fin.