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Azota paredes. por Shawolx3

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—¿Siempre supiste que querías tomar fotos para vivir?

—¿Qué? ¿De dónde vino eso? —Jonghyun se rió, sentándose hacia atrás en su silla y mirándome sobre el borde de su taza de café.

Estábamos disfrutando un relajado desayuno en mi último día en España. 

Café negro, pequeños pastelitos de limón, moras recién cogidas con crema y una orilla de la costa soleada. Vestido con una camisa de Jonghyun y una sonrisa estaba en el cielo. Los Nervios parecían estar muy lejos esta mañana.

—Lo digo en serio —insistí—. ¿Siempre quisiste hacer esto? Pareces, bueno, eres muy intenso cuando estás trabajando. Parece como si en realidad te encantara. 

—Sí, me encanta. Es decir, es un trabajo, así que por supuesto que tiene sus momentos tediosos, pero sí, me encanta. Aunque no fue algo que siempre planeara. De hecho, tenía otros planes —respondió, con una mirada oscura pasando por su cara.

—¿A qué te refieres?

—Durante un largo tiempo me planteé seguir el negocio de mi padre —Suspiró, con una triste sonrisa deslizándose en su lugar.

Mi mano estaba en la suya antes de que pudiera darme cuenta de que la había ofrecido. Me dio un apretón y luego tomó otro trago de su café.

—¿Sabías que Siwon trabajaba para mi padre? —preguntó—. Papá lo contrató en cuanto terminó el colegio, fue su mentor, le enseñó todo. Cuando Siwon quiso ir por su cuenta, podría pensarse que mi padre se hubiera enojado, pero no, estaba tan orgulloso de él.

—Es el mejor. —Sonreí.

—No pienses que no sé lo del enamoramiento que tienen tu y los chicos con él. Soy consciente. —Me dio una mirada severa.

—Eso esperaba. No somos exactamente sutiles en nuestra admiración.

—Kim Financial Services se estaba haciendo grande, realmente grande y papá quería ponerme a bordo tan pronto como terminara la universidad. 

Honestamente, nunca pensé que dejaría el lugar dónde crecí . Hubiera sido una vida genial: trabajando con mi padre, club de campo, una gran casa. ¿Quién no hubiera querido eso? 

—Bueno… —murmuré. Era una vida ideal, por supuesto, pero no podía imaginarme a Jonghyun allí.

—Trabajé en el periódico de la secundaria tomando fotografías. Pase la clase con la mejor calificación. Sabes, ¿se veía bien en mi expediente? Pero incluso cuando tenía asignaciones como tomar fotos de partidos escolares, realmente, realmente me gustaba hacerlo. Imaginé que estaría bien como pasatiempo. Nunca pensé en eso como una carrera. Sin embargo, mis padres me apoyaron e incluso ese año mi madre me regaló una cámara para navidad. El año en que… bueno… —

Se detuvo, aclarando un poco su garganta—. De todos modos, después de todo lo que pasó con mamá y papá, Siwon vino a dónde  mí para, um, para el funeral. Se quedó un tiempo y puso las cosas en orden, ya sabes. Era el ejecutor del testamento de mis padres. Y ya que él vivía fuera en la Costa Oeste, bueno, la idea de quedarse atrás en dónde crecí no sonaba tan genial. Así que, resumiendo, Seúl me aceptó, empecé a estudiar fotoperiodismo, tuve mucha suerte con algunas pasantías y luego lugar indicado-momento indicado, y ¡zas! Así es como me metí en este negocio. —Terminó, mojando su pastel y mordiendo un bocado.

—Y te encanta. —Sonreí.

—Y me encanta. —Concordó.

 

***

 

—¿Y entonces qué paso con la compañía de tu padre?¿Kim Financial? —pregunté, tomando una cucharada de moras.

—Siwon tomó un par de clientes por un tiempo y al final, silenciosamente, fue cerrando sus puertas. Los activos fueron transferidos a mí, por el testamento, y él lo administra por mí.

—¿Activos?

—Sí. ¿No te conté eso, Kibum? Soy forrado, forrado de dinero. —Hizo una mueca, mirando hacia al mar.

—Sabía que había una razón por la que estaba saliendo contigo. —Le robé su café.

—En serio. Muy forrado. 

—Bueno, ahora sólo estas siendo un idiota —dije, tratando de aligerar un poco la tensión que se había instalado en la mesa.

—Sí, bueno, la gente se vuelve rara sobre el dinero. Nunca lo sabes —dijo.

—Cuando volvamos a casa vas a comprar nuestro edificio y a instalar un jacuzzi en el rellano, eso es todo —bromeé, con lo que me gané una pequeña sonrisa.

Nos sentamos y nos miramos el uno al otro, hundidos en nuestros propios pensamientos. Él había hecho tanto solo. No me sorprende que siempre pareciera un poco perdido para mí. Viviendo con la maleta en la mano, sin permitirse atarse a nadie, sin ningún sentimiento real de pertenencia. ¿Podría realmente ser así de siempre? ¿Azota paredes tenía un harén porque no podía soportar perder a nadie más? Llamando al Dr. Freud…Freudiano o no, tenía sentido. Se sentía atraído hacia mí, se había sentido atraído por mí desde el principio. Pero, ¿qué había de diferente esta vez? 

Claramente también se sentía atraído hacia todas las demás mujeres. Guau, sin presiones… con un movimiento de cabeza, traté de cambiar de tema.

—No puedo creer que me vaya mañana. Parece que acabáramos de llegar. 

—Me incliné sobre los codos. Él sonrió, notando probablemente mi manera poco sutil de cambiar el tema. Pero parecía agradecido.

—Pues quédate. Quédate conmigo. Podemos pasar unos días más aquí y después, ¿quién sabe? ¿Dónde más te gustaría ir? 

—Pff. Recordarás que me voy antes que tú porque era el único vuelo que pude conseguir. Además, tengo que volver al trabajo, organizarme y estar en la zona horaria correcta el lunes. ¿Sabes cuantos trabajos ha arreglado Heechul para mí?

—Él lo entenderá. Está ansiando que tengas algo de romance. Vamos. Quédate conmigo. Te esconderé en el compartimento superior para el vuelo de vuelta a casa. —Sus ojos brillaron por encima de su taza de café.

—Compartimento superior, ¡sí, hombre! ¿Y qué es esto? ¿Un romance? ¿No deberías estar abrazándome en la playa? ¿Y sacándome el bañador? —Coloqué mis piernas denudas en su regazo y él se aprovechó de eso, masajeándolas entre sus calientes manos.

—Qué suerte tienes, soy un arrancador de bañador desde hace mucho. 

Probablemente podría incluso armar un disfraz de pirata, si eso te gustaría —respondió, con los ojos comenzando a ahumarse.

—Ha sido una gran historia romántica, ¿no? Si alguien me hubiera contado esta historia, dudo que lo hubiera creído —reflexioné, gimiendo cuando terminé mi último bocado.

—¿Por qué no? No es tan extraño como nos conocimos, ¿cierto? 

—¿Cuántas personas conoces que hubieran ido voluntariamente a Europa con un hombre que ha estado golpeando el yeso de sus paredes por semanas?

—Cierto, ¿pero también podrías pensar en mí como el tipo que te puso todas esas canciones a través de la pared, y el tipo que te dio, y cito, “la mejor albóndiga”?

—Supongo que empezaste a desvestirme con Glen Miller. Eso me atrapó. —

Me hundí en mi silla mientras sus manos hacían cosas deliciosas en las plantas de mis pies.

—¿Te atrapé, eh? —Sonrió, inclinándose más cerca.

—Oh, cállate. —Aparté su cara, sonriendo mientras contemplaba lo que decía. ¿Me tenía? Sí. Me tenía totalmente. Y me tendrá, en algún momento de esa noche, más tarde.

Con ese pensamiento, un silbido de nervios golpeó mi estómago y sentí mi sonrisa vacilar un poco. Los nervios se había instalado y no importaba donde se hubiera ida el señor Cerebro, porque al final los señoritos Nervios invadieron cada pensamiento, cada idea que tenía de donde iría la noche. Estaba listo, Dios sabía que estaba listo, pero estaba malditamente nervioso. O volvería, ¿no? Sabía que lo haría. ¿Mencioné que estaba nervioso?

—Y bueno, ¿ya casi has terminado con tu trabajo? ¿Todavía tienes mucho que hacer mañana? —pregunté, cambiando el tema una vez más. Como siempre que hablábamos sobre su trabajo, los ojos de Jonghyun se iluminaron. Describió las sesiones que todavía necesitaba del acueducto estilo-romano en la ciudad.

—Desearía que tuviéramos tiempo para ir a bucear. Odio que se nos acabe el tiempo. —Fruncí el ceño.

—Una vez más, se resolvería si te quedaras conmigo. —Frunció el ceño en respuesta, haciendo algo importante el imitar mis cejas.

—Una vez más, algunos de nosotros tenemos trabajos de nueve a cinco. ¡Tengo que volver a casa! 

—Casa, claro. Sabes que habrá un pelotón de fusilamiento al que enfrentarse cuando volvamos a casa. Todos van a querer saber que paso aquí entre nosotros —dijo seriamente.

—Lo sé. Lo manejaremos. —Me encogí ante el interrogatorio que recibiría de los chicos, por no hablar de Heechul. Me pregunto si una mamada en la cocina fue lo que ella tenía en mente cuando dijo cuídate con él en España.

—¿Nosotros?

—¿Qué? ¿Nosotros, qué? —pregunté.

—Podría ser nosotros contigo. —Sonrió.

—¿No estamos ya siendo nosotros?

—Sí, estamos siendo nosotros en vacaciones. Es un poco diferente ser nosotros de vuelta en casa, en el mundo real. Yo viajo todo el tiempo, y eso cobra peaje en la unidad de nosotros —dijo con las cejas unidas.

Eso tomó todas mis fuerzas, todas, por no hacer una broma acerca de la unidad de nosotros.

—Jonghyun, relájate. Sé que viajas. Soy muy consciente. Sigue trayéndome cosas bonitas de lugares lejanos y este chico no tendrá ningún problema con tu nosotros, ¿de acuerdo? —Le di una palmadita en la mano.

—Cosas bonitas, puedo hacerlo. Garantizado. 

—Hablando de eso, ¿A dónde iras la próxima vez?

—Estaré en casa un par de semanas y después me dirigiré al sur un poco. 

—¿Al sur? ¿Cómo Los Ángeles? 

—No, un poco más al sur. 

—¿San Diego?

—Más al sur.

—Ex-alumno de Seúl University, ¿verdad? ¿Dónde iras?

—¿Prometes que no te enojarás? 

—Escúpelo, Jonghyun. 

—Perú. Los Andes. Más específicamente, al Machu Picchu. 

—¿Qué? Oh, hombre, eso es todo. Oficialmente te odio. Yo estaré en Seúl, planeando los árboles navideños de la gente rica, ¿y tú vas a irte allí?

—¿Te enviaré una postal? —Se parecía a un niño tratando de zafarse de un problema—. Además, no sé por qué estás tan enojado. Te encanta tu trabajo, Kibum. Ni siquiera trates de decirme que no. 

—Sí, me encanta mi trabajo, pero justo ahora desearía dirigirme al sur —Resoplé, alejando mis pies.

—Bueno, si quieres dirigirte al sur, puedo pensar en algo… 

Puse mi mano frente a su boca. 

—Ni se te ocurra, no voy a “machutear” ahora tu picchu. No, no —dije con firmeza, sin dudar ni una pizca cuando comenzó a presionar besos contra la palma de mi mano. Ni un poco…

—¿Kibum? —susurró contra mi mano.

—¿Si?

—Un día —comenzó, removiendo mi mano y dejando pequeños besos a lo largo del interior de mi brazo—. Un día… —Beso—. Prometo… —Beso, beso—. Llevarte... —Beso—. Y seducirte… —Beso, beso—. En Perú. —Terminó, ahora arrodillado frente a mí y arrastrando la boca a través de mi hombro, retirando la tela para entretenerse con mi clavícula, sus labios volviéndome caliente y tembloroso.

—¿Quieres seducirme en Perú? —pregunté, en voz alta y estúpido, sin engañarlo ni por un segundo. Él sabía exactamente como me estaba afectando.

—Verdad. —Sus dedos se enredaron en mi pelo y llevó mi boca a la suya. 

Traté por un segundo salir con algo que rimara con verdad, pero me rendí y lo besé de vuelta con todo lo que tenía. Y así, dejé que se enrollara conmigo en la terraza, con vistas al océano. El cual era… Azul. Ejem.

 

***

 

Durante toda la semana habíamos estado viendo señales de un festival armándose alrededor de la ciudad. Comenzaba esta noche, como si celebráramos mi partida y salimos a cenar, a algún lugar considerablemente más elegante que los lugares en los que habíamos estado comiendo toda la semana. Había descubierto que Jonghyun y yo éramos muy similares en muchos de nuestros gustos. 

Me gustaba vestirme y arreglarme de vez en cuando, pero prefería mucho más las cosas pequeñas y los lugares informales, como a él. Así que esa noche nos arreglaríamos, iríamos a algún lugar un poco elegante y luego quizás al festival, tenía un buen presentimiento. Estaba definitivamente ansioso por esa noche, en más de una manera.

Dicen que cuando un soldado pierde una pierna en una batalla, a veces, más tarde, puede seguir sintiendo punzadas en esa pierna, dolor fantasma lo llaman. 

Perdí mi O en una batalla, la batalla de Kim Junmyeon, esa metralleta folladora, y todavía sentía las réplicas. Y por réplicas me refiero a nada en absoluto. Pero había un final a la vista. Había estado sintiendo punzadas del fantasma de O durante toda la semana y esperaba con ansias que hoy por la noche volviera. El Regreso de O. Por supuesto, yo lo vería como una película de ciencia ficción en mi cabeza, pero realmente, si regresaba, aprovecharía lo que fuera, cualquier cosa.

Porque esa noche, fanáticos del deporte, yo iba a tener acción. No es que mis nervios hubieran desaparecido, pero estaba listo para un poco del serio de Jonghyun y su Wang.

Me pasé los dedos por mi pelo una vez más, notando como el fuerte sol le había sacado tonos color miel. Alisé la parte delantera de mí camisa de lino blanco y con un pantalón que combinaba color marrón. 

Estaba mejor vestido que lo que había estado en la semana, y poniendo de lado los nervios, me sentía muy bien. Me di una última mirada en el espejo, notando que mis mejillas estaban bastante rosadas.

Fui a la cocina para tomar una rápida copa de vino y esperar a Jonghyun. 

Mientras servía el Cava, lo vi en la terraza, mirando el océano. Sonreí cuando vi que llevaba una camisa de lino blanco. Estaremos muy combinados hoy. Unos pantalones beige completaban su vestuario y se giró justo cuando estaba saliendo a su encuentro. Mis talones golpeaban a través de la piedra mientras me bebía mi vino espumoso y se echó hacia atrás con los brazos cruzados sobre la barandilla de hierro forjado. Como fotógrafo, era innatamente consciente del tipo de imagen que estaba creando, estaba seguro de ello. Cada vez que se inclinaba, rezumaba sexo. 

Yo sólo esperaba no caerme… el sexo rezumando puede ser resbaladizo.

Le ofrecí mi vino y me dejó llevar la copa a sus labios. Lentamente, tomó un sorbo, sus ojos en los míos. Cuando quité la copa, rápidamente enredó un brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él, besándome profundamente, con el sabor del vino intenso en su lengua.

—Te ves…bien —suspiró, alejándose de mis labios para presionar su boca contra la piel justo debajo de mi oreja, su nuca me hacía cosquillas de la forma más fantástica.

—¿Bien? —pregunté, inclinando mi cabeza hacia atrás para alentar todo lo que él estaba haciendo.

—Bien. Lo bastante bien para comerte —susurró, rozando mi cuello con sus dientes, sólo lo suficiente para hacerme consciente de ellos.

—Vaya… —Fue todo lo que pude decir mientras envolvía mis brazos alrededor de su cuello y me hundía en su abrazo.

El sol empezaba a ponerse, arrojando un resplandor caliente por todas partes, haciendo la terracota resplandecer rojo y naranja, recubriéndonos en fuego. 

Mis ojos se sintieron atraídos por el azul frío del mar golpeando contra las rocas de debajo, la sal en el aire presente en mi lengua. Me aferre a él, dejándome sentir y experimentar todo. Su cuerpo, duro y caliente contra el mío, la sensación de su pelo desgreñado contra mi mejilla, el calor de la barandilla contra mi cadera, la emoción de cada célula en mi cuerpo encrespándose hacia este hombre y el placer que seguramente me iba a traer.

—¿Estás listo? —preguntó, su voz ronca en mi oído.

—Muy listo. —Gemí, rodando mis ojos en mi cabeza ante su cercanía, su sensación.

Y entonces Jonghyun me llevó a la ciudad.

 

***

 

Después de que Jonghyun me hubiera llevado al borde con sus besos en la terraza, literalmente me había llevado hasta el abismo. Ahora estábamos en un restaurante con vistas al mal, que era fácil de encontrar en un pueblo costero. Pero al contrario de los pequeños lugares con agujeros en la pared que habíamos estado frecuentando esta semana, este tenían su encanto acogedor, era un restaurante romántico con un énfasis en romance. Aquí el romance era servido en bandeja. 

Estaba en el vino, en los cuadros en las paredes, en el suelo bajo nuestros pies y en caso de que te perdieras el romance, también estaba siendo canalizado a través del aire. Si entrecerraba los ojos podía ver la palabra romance flotar en el aire en la brisa del mar… tenías que entrecerrar los ojos de verdad, pero estaba allí, te lo digo.

Los paneles de la ventana han sido corridos desde el suelo al techo para dejar entrar el aire costero y cientos de velas brillaban en copas huracanadas. Cada mesa estaba forrada en blanco, con vasos bajos rebosantes de flores de dalia en ricos tonos carmesí, granada y fucsia. Pequeñas luces blancas navideñas torcidas en las vigas de madera encima de nuestras cabezas lanzaban un tono sepia mágico sobre toda la escena. En este restaurante no había niños, ni mesas de cuatro o seis. 

No, este restaurante estaba lleno de amantes, viejos y jóvenes.

Ahora estábamos sentados, apretados y unidos en una barra de color caoba, bebiendo lentamente vino y esperando nuestra propia pequeña mesa. La mano de Jonghyun se apoyó contra la parte baja de mi espalda, reclamándome en silencio y de manera sucinta.

El camarero colocó una bandeja de ostras en la barra frente a nosotros. 

Torcidas y arrugadas, brillaban, con rodajas de limón ubicadas aquí y allá. Jonghyun levantó una ceja y asentí mientras él apretaba un limón, sus fuertes y eróticos dedos haciendo el trabajo con las ostras. Arrancó uno de la concha y lo llevó a mi boca en un pequeño tenedor.

—Abre, Chico Bóxer. —Instruyó y por supuesto, obedecí.

Frío, crujiente, como una explosión de agua de mar en mi boca, gemí alrededor del tenedor mientras se deslizaba fuera. Agarró su propia ostra y la tiró hacia atrás como un hombre, lamiéndose los labios mientras miraba este pequeño juego de pornografía con comida. Me guiñó un ojo mientras yo apartaba la mirada, tratando de no notar lo desesperadamente caliente que estaba. Todo el día había sido como una bola gigante y controlada de tensión sexual, un ardor dentro que se estaba encendiendo y convirtiéndose en un incendio forestal. Sorbió dos más rápidamente y cuando vi su lengua salir para lamer sus labios, sentí el impulso repentino de ayudarlo. Sin vergüenza ni sentido del decoro social, cerré la distancia entre nosotros y le besé, fuerte.

Sonrió sorprendido, pero me devolvió el beso con la misma intensidad. La dulzura y ternura que había marinado entre nosotros ahora se deterioraba rápidamente a tócame todo, tócame ahora y yo quería todo eso. Mi cuerpo entero se volvió hacia él, mis piernas entre las suyas mientras sus dedos encontraron mi piel justo por encima del dobladillo de mi camisa. Nos estábamos besando, besando sin cuartel al estilo Hollywood. Lento, descuidado, húmedo y maravilloso. Mi cabeza se inclinó para que pudiera darle un beso más profundo, mi lengua deslizándose contra la suya, guiando y luego dejándolo guiar. Él sabía a dulce y salado, a limones, y era todo lo que podía hacer para no agarrarlo por su bonita camisa de lino y subirlo a la parte superior de la barra, pero de una manera muy elegante, si te interesa saberlo.

Escuché a alguien aclarar su garganta y abrí los ojos para ver mis sexy ojos y un avergonzado anfitrión.

—Disculpe, señor, su mesa esta lista —dijo, cuidadosamente evitando sus ojos de nuestra puesta en escena en su muy romántico, pero todavía muy público, restaurante.

Yo podría haber gemido un poco mientras Jonghyun quitaba sus manos y tiraba de mi silla para que pudiera levantarme. Tomando mis manos y tirando de mí, sonrió mientras me tambaleaba un poco sobre mis pies. Le sonrió al camarero.

—Ostras, hombre, ostras. —Jonghyun se rió un poco mientras arrastrábamos nuestros pies hasta nuestra mesa. Estaba listo para dejar salir un bufido indignado hasta que lo vi acomodarse discretamente. No era el único que estaba ardiendo lentamente…

Me tragué mi bufido y sonreí serenamente, bajando los ojos lo suficiente para que él supiera que yo lo sabía. Cuando llegamos a nuestra mesa, Jonghyun apartó la silla para mí. Mientras me deslizaba en ella, dejé mi mano lo rozara lo suficiente como para, accidentalmente (pero a propósito) tocarlo y sentir lo tan encendido que estaba. Le oí sisear y sonreí para mis adentros. Justo cuando fui a por el roce número dos, agarró mi mano con fuerza entre las suyas, apretándose contra mí. El aliento se quedó en mi garganta mientras lo sentí endurecerse aún más bajo nuestras manos.

—¿Necesito cambiarte el nombre a Chico Travieso? —murmuró, bajo y ronco en mi oído. Cerré los ojos y trate de controlarme mientras se sentaba frente a mí, sonriendo de manera diabólica. A medida que nuestro camarero se ocupaba de nosotros, enderezando los manteles y la presentación de los menús, yo sólo tenía ojos para Jonghyun,, arrogante y hermoso, frente a mí en la mesa. Esta comida iba a durar para siempre.

 

***

 

La comida sí duró para siempre, pero por mucho que me doliera llegar a tener a Jonghyun a solas otra vez, tampoco quería que esta noche nunca terminara.

Nos sirvieron una hermosa paella, estilo marinera, con trozos de gambas y langosta, chorizo y guisantes. Hecho de la forma tradicional, casi imposible de recrear, el simple plato poco profundo había sido cocinado para permitir que el arroz con azafrán en el fondo fuera crujiente y delicioso en todos los sentidos de la palabra. Terminamos una adorable botella de vino rosado y ahora estábamos perezosamente bebiendo pequeños vasos de Ponche Caballero, un brandy español con toques de naranja y canela.

El licor era picante mientras lo movía con la lengua en mi boca. Estaba placenteramente caliente y más placenteramente achispado. No borracho, sólo embriagado lo suficiente como para ser híper consciente de mis alrededores y encontrarme todo y nada sensual: la forma en que el agua ardiente se deslizaba por mi garganta, la sensación de la pierna de Jonghyun contra la mía debajo de la mesa, la forma en que mi cuerpo había empezado a tararear. Toda la población, al parecer, estaba fuera de casa esta noche y en un ambiente de celebración por la fiesta iniciando en el centro de la ciudad. La energía estaba en carne viva y un poco salvaje. Me senté en mi silla, jugando con Jonghyun con mi dedo gordo del pie, con una sonrisa tonta en mi cara mientras me miraba fijamente.

—Comí tu paella una vez —dijo de repente.

—¿Perdón? —espeté, atrapando la gota de brandy en mi labio antes que se deslizara hasta mi camisa.

—En Tahoe, ¿recuerdas? Nos hiciste paella a todos.

—Cierto, cierto, lo hice. No como la que comimos hoy, pero era bastante buena. —Sonreí, pensando en esa noche—. Según recuerdo, bebimos un poco de vino también.

—Sí, comimos paella y tomamos vino, emparejamos a los otros y luego me besaste.

—Lo hicimos, y sí, lo hice. —Me ruboricé.

—Y luego actué como un idiota —respondió, su rubor también ahora presente.

—Pues sí. —Concordé con una sonrisa.

—¿Sabes por qué, verdad? Quiero decir, tienes que saber que yo, bueno, que te deseaba. Sabes eso, ¿verdad? 

— Tu pene estaba presionado contra mi pierna, Jonghyun. Era consciente. —Me reí, tratando de zanjar el tema, pero todavía pensando en cómo me sentí cuando hui de él en el jacuzzi.

—Kibum, vamos. —Me reprendió, sus ojos serios.

—Vamos, tú. Estaba realmente presionado contra mi pierna. —Reí otra vez, un poco más débil.

—¿Esa noche? Jesús, hubiera sido muy fácil, ¿sabes? En ese momento ni siquiera estaba completamente seguro de por qué nos detuve. Creo que ya sabía que… 

—¿Sabías que? —solicité.

—Sabía que contigo sería todo o nada. 

—¿Todo? —chillé.

—Todo, Kibum. Necesito todo de ti. ¿Esa noche? Hubiera sido genial, pero demasiado pronto. —Se inclinó sobre la mesa y tomó mi mano—. Ahora estamos aquí —dijo, llevando mi mano a su boca. Me dio suaves besos sobre mi mano, luego abrió mi palma y presionó húmedos besos en el centro—. Donde puedo tomarme mi tiempo contigo —dijo, besando mi mano otra vez mientras lo miraba.

—¿Jonghyun?

—¿Sí?

—Estoy muy contento de que esperáramos.

—Yo también.

—Pero realmente no creo que pueda esperar más tiempo.

—Gracias a Dios. —Sonrió y le hizo señas al camarero.

Reímos como adolescentes mientras pagábamos la cuenta y comenzábamos nuestro camino colina arriba hacia el auto. El festival estaba en su máximo vigor ahora, pasamos por parte de él en nuestro camino de vuelta. Las linternas iluminaban el cielo sobre nuestras cabezas mientras un tambor latía fuerte y vimos gente bailando en las calles. Esa energía estaba de nuevo, esa sensación de abandono en el aire, el brandy y esa energía bajaron mis Nervios hasta llegar a mis entrañas, donde KA y Wang amenazaron con pegarle hasta dejarla sin vida. KA y Wang, sonaba como un dúo de rap…

Mientras llegamos al auto, fui a tomar la manija de la puerta cuando fui asaltado repentinamente por un muy intenso Señor Kim. Sus ojos ardían en los míos mientras me presionaba contra el auto, sus caderas fuertes y sus manos frenéticas en mi pelo y en mi piel. Sus manos se deslizaron a mi pierna, tomando mi muslo y colocándolo alrededor de su cadera mientras yo gemía y gemía con la fuerza que corría salvajemente a través de mi cuerpo y mi alma.

Pero lo desaceleré, mis manos tirando de su pelo, haciéndolo gemir en respuesta.

—Llévame a casa, Jonghyun —susurré, presionando más besos en sus dulces labios—. Y por favor, conduce rápido.

 

Incluso el señor Corazón parecía contento, flotando. Seguía cantando, pero una canción infinitamente más sucia.

 

Notas finales:

Perdónenme si ven algun error, lo traté editar lo más rápido que pude. 

El próximo capítulo jslsksksk jaja xD 

Gracias por leer <3.


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