Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Azota paredes. por Shawolx3

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

He vuelto en menos de 12 horas xD 

Disfruten~b25;

 

Lo había fingido. 

Con Jonghyun. Debía de haber una regla escrita en algún lugar, tal vez incluso cincelada en una lápida: No lo finjas con un Azota paredes. Si así estaba escrito, así debía ser. Lo fingí, y ahora estaba condenado a vagar por el planeta para siempre, sin un O. 

¿Estaba siendo demasiado dramático? Oh, sí. Pero si no podía enloquecer con algo así, ¿con qué podría? 

A la mañana siguiente, salí de la cama antes de que Jonghyun despertara, algo que no había hecho durante todo el tiempo que estuvimos en nuestro viaje juntos. 

Por lo general, nos quedábamos en la cama hasta que el otro despertaba, y luego nos quedábamos un rato más, riendo y hablando. Besándonos. 

Mmh, los besos. 

Pero esa mañana me bañé rápidamente y me hallaba en la cocina haciendo el desayuno cuando un soñoliento Jonghyun  entró. Caminando lentamente, con el bóxer caído, sonrió y se acomodó contra mi costado mientras partía unas rodajas de melón y moras. 

—¿Qué estás haciendo aquí? Me sentía un poco solo. Es una gran cama para mí, Kibum. ¿A dónde te fuiste? —preguntó, plantando un beso en mi hombro. 

—Necesitaba apresurarme. ¿Recuerdas que el auto viene por mí a las diez? Quería hacerte el desayuno antes de irme. —Sonreí, dándome la vuelta para darle un rápido beso. 

Impidió que me diera la vuelta de nuevo y me besó más profundamente, sin permitirme hacer nada. Podía sentirme aislándome, y era casi incapaz de detenerme. Necesitaba algo de tiempo para procesar todo esto, para entender cómo me sentía aparte de miserable. Adoraba a Jonghyun, y él no se merecía esto. Así que me dejé llevar por el beso y este hombre una vez más. Lo besé febril y apasionadamente, y me aparté justo antes de que se convirtiera en algo más. 

—¿Fruta? 

—¿Eh?

—Fruta. Hice ensalada de frutas. ¿Quieres un poco?

—Oh, sí. Suena bien. ¿Has hecho café?

—El agua está hirviendo. Las tazas están listas. —Le di una palmadita en la mejilla mientras le señalaba la tetera. Comimos en la cocina, hablando un poco, y Jonghyun me robó uno o dos besos aquí y allá. Traté de no mostrar lo mal que me sentía, de actuar tan normal como podía. Jonghyun parecía sentir que algo pasaba, pero tomó la indirecta y me dejó seguir adelante.

Nos sentamos en la terraza una última vez, y comimos nuestros desayunos juntos mientras veíamos las olas chocar contra la costa.

—¿Estás contento de haber venido? —preguntó.

Mordí mi labio ante lo obvio. 

—Estoy muy contento. El viaje fue increíble. —Le sonreí, cogiendo su mano por encima de la mesa y dándole un apretón.

—¿Y ahora?

—¿Y ahora qué? De vuelta a la realidad. ¿A qué hora sale tu vuelo mañana?

—Tarde. Bastante tarde. Debería llamarte o… —Lo dejó ahí, aparentemente preguntándome si debía ir.

—Llámame cuando llegues, no importa la hora, ¿está bien? —le respondí, bebiendo mi café y mirando el océano. Permaneció en silencio, y esa vez, cuando mordí mi labio, fue para tratar de no llorar.

* * *

Había empacado temprano, así cuando el chófer llegara, estaría listo para irme. Jonghyun trató de tentarme para unírmele en la ducha, pero me excusé, inventando que tenía que encontrar mi pasaporte. Estaba entrando en pánico y apartándome justo cuando habíamos logrado acercarnos, pero en serio me sentía perdido.

Había puesto todos mis Os en una canasta, y el problema no era Jonghyun. Era yo. El sexo había sido increíble, irreal, perfecto incluso con el condón puesto, y aún así, nada.

Jonghyun llevó mis maletas al auto y las colocó en el maletero. Después de hablar con el chófer por un momento, se acercó a mí mientras recorría la casa una última vez. En verdad había sido un cuento de hadas, y había disfrutado cada momento.

—¿Es hora de irse? —le pregunté, inclinándome contra él cuando se me acercó en la barandilla de la terraza. Estaba agradecido por la sensación de tenerlo contra mí.

—Sí. ¿Tienes todo lo que necesitas?

—Creo que sí. Sin embargo, desearía poder encontrar una manera de conseguir algunos de esos langostinos en casa. —Me reí, y él resopló en mi pelo.

—Creo que podemos encontrar algo que se le parezca. ¿Tal vez podamos invitar a los otros la próxima semana y recrear algunas de las cosas que comimos aquí?

Me di la vuelta para mirarlo.

—¿Hacer nuestro debut? —Le sonreí.

—Sí, claro. Es decir, si quieres —añadió tímidamente, mirándome con precaución.

—Sí, quiero —respondí. Y quería. Incluso sin el estúpido y bendito O quería estar con Jonghyun.

—Bueno, debut con camarones. Eso suena extraño.

Me reí mientras me abrazaba. El chófer tocó la bocina, y caminamos hacia el auto.

—Te llamaré cuando llegue, ¿está bien? —dijo.

—Vale. Da lo mejor de ti —le instruí.

Me apartó el cabello de la cara y se inclinó para besarme una vez más.

—Adiós, Kibum.

—Adiós, Jonghyun. —Me subí al auto. Y me alejé del cuento de hadas.

* * *

Una vez que me había instalado en mi asiento en primera clase, no tenía nada más que horas para pensar. Tachen eso. No tenía más que horas para sentarme, preocuparme y quejarme. Lloré en el coche de camino al aeropuerto, tratando al mismo tiempo de asegurarle al conductor que estaba bien y no extremadamente loco. Lloré porque, bueno, estaba seguro de que estaba demasiado estresado, y que el estrés sólo buscaba una forma de salir de mi cuerpo. 

Y así lo hizo, a través de mis ojos. Me sentía triste, y frustrado. Ahora, había terminado de llorar.

Traté de leer. Me había abastecido de revistas en el aeropuerto de Málaga. 

Mientras las hojeaba, títulos de artículos me llamaron la atención:

“Cómo saber si está teniendo el mejor orgasmo de su vida”.

“Haz tu camino a los múltiples con Kegel”.

“Nuevo plan de pérdida de peso: ¡Ten orgasmos para estar más delgado!”.

 

El Kibum de abajo junto con Cerebro, Columna Vertebral y Corazón comenzaron a lanzarle piedras a Nervios, que hacía todo lo posible para esconderse.

Bajé de golpe las revistas, metiéndolas en el respaldo del asiento frente a mí. Agarré mi computadora portátil, la encendí, y me puse los auriculares. Había cargado algunas películas antes del último vuelo. Podría dejar que mi cerebro se desconectara con una película. Sí, podría hacer eso. Me desplacé a través de algunas de las películas que tenía en mis archivos… ¿Cuándo Harry encontró a Sally? Nop, no con esa escena en la tienda de comestibles. ¿Top Gun? ¿Con esa escena en la que lo hacen, y todo está iluminado con azul mientras la brisa sopla a través de las cortinas de gasa? No, demasiado cerca de mi cuento de hadas.

Encontré una película que podría ver con seguridad, tomé tres pastillas para el dolor de cabeza, y me quedé dormido antes de que Luke aprendiera a usar su sable de luz.

* * *

En algún lugar entre el vuelo reduje la marcha de triste a furioso. Había logrado dormir y terminado con el llanto, ahora me sentía bien y furioso. Y en un vuelo donde caminar estaba prohibido, tuve que quedarme en mi asiento y tratar de pensar en qué hacer con esa rabia, en cómo iba a vivir toda la vida sin un O. Y sí, ¿era demasiado dramático? Tal vez, pero sin un O a la vista, era fácil ver el túnel.

Finalmente, aterricé en el aeropuerto de Incheon, y mientras seguía a la multitud en el reclamo de equipaje, física y emocionalmente agotado, vi la cara de alguien que no quería volver a ver.Kim Junmyeon. Esa maldita ametralladora.

En el quiosco, su estúpido rostro se encontraba estampado en una gran campaña publicitaria de Slice or3; Love Pizza Parlors. Me puse frente a su inmensa cabeza, que tenía la sonrisa más tonta mientras posaba con una rebanada gigante de salame, y mi ira burbujeó. Ahora tenía una cara. Mi ira tenía una cara, y era la cara de un tonto. Quería darle un puñetazo, pero era sólo una imagen.

Por desgracia, eso no me detuvo.

No era de inteligentes tener un ataque en un aeropuerto internacional. 

Resulta que me fruncieron el ceño. Así que, después de una advertencia enérgica de la Administración de Seguridad en los Transportes, y la promesa de que nunca volvería a atacar a un cartel de nuevo, puse mis cosas dentro de un taxi, y regresé a mi apartamento. Le di una patada a mi propia puerta esta vez, y cuando lancé las bolsas en el suelo, vi las dos únicas cosas que podrían hacerme sonreír.

Clive y mi KitchenAid.

Con un enérgico maullido, vino corriendo hacia mí, saltando en mis brazos y mostrando el afecto que reservaba para momentos como estos. De alguna manera, su pequeño cerebro de gato sabía que lo necesitaba, y me animó como sólo él podía. Sacudiendo la cola y ronroneando incesantemente. Puso su cabeza debajo de mi barbilla, envolvió mi cuello con sus grandes patas, y me dio un pequeño abrazo gatuno. Riendo contra su piel, lo abracé. Era bueno estar en casa.

—¿El tío Onew y el tío Joon, cuidaron bien de ti? ¿Eh? ¿Quién es mi chico bueno? —arrullé, poniéndolo en el suelo y agarrando una lata de atún, su regalo por comportarse mientras yo no estaba. Pasando de Clive, quien se había centrado únicamente en su plato, mis ojos se fijaron como láseres en mi KitchenAid. Iba a darme una ducha, y luego iba a hornear. Necesitaba hornear.

* * *

Una cantidad desconocida de tiempo más tarde, aunque a mi favor tenía que decir que el sol se había puesto y salido mientras enharinaba y amasaba, oí llamar a mi puerta. Había estado tanto tiempo horneando que sentí crujir y chillar mi espalda cuando levanté la cabeza de cortar algunos de los Extravagantes Brownies de Ina. Tuve que tomar algunas medidas adicionales, pero, Dios, valían la pena. Demonios, ¿qué hora era? Miré a mí alrededor para ver a Clive, pero no lo 

encontré.

Me arrastré hasta la puerta, notando que había azúcar en todo el piso, y que 

hacía un extraño baile de pies. Hubo otro golpe en la puerta, más insistente esta vez.

—¡Ya voy! —grité, rodando los ojos ante la ironía. Cuando levanté la mano 

para abrir la puerta, me di cuenta del chocolate derretido encima de mis nudillos. 

No queriendo desperdiciar ni un poco, les di una celestial lamida mientras abría la puerta.

Allí estaba Jonghyun, viéndose agotado.

—¿Qué estás haciendo aquí? Se supone que llegarías…

—Que llegaría más tarde, lo sé. Tomé un vuelo antes. —Pasó junto a mí, entrando al apartamento.

Mientras cerraba la puerta y me volvía hacía él, alisé mi delantal, sintiendo los trozos de masa de galletas aferrándose a la tela. —Tomaste un vuelo antes. ¿Por qué? —le pregunté, caminando lentamente hacia él.

Miró a su alrededor con una sonrisa divertida, señalando los montones y montones de galletas, pasteles surtidos en los alféizares de las ventanas, hogazas de pan de calabacín envueltas en aluminio, panes de calabaza, de arándano y naranja, apilados como los cimientos de una casa a lo largo de todo la mesa de comedor. Sonrió una vez más, y luego se volvió hacia mí, cogiendo una pasa que ni siquiera sabía que se encontraba en mi frente.

—¿Vas a decirme por qué lo fingiste?

 

Estupefacto, me quedé con la boca abierta mientras él se adentraba más en la habitación para contemplar la comida horneada. Revolvió el azúcar e hizo una pausa para deslizar un dedo a través de un recipiente recubierto con chocolate derretido. Suspiré pesadamente, regresando al mostrador para enfrentarme a él y a la música mientras sacaba una bola de masa de otro recipiente del que se salía

¿Cómo lo sabía? ¿Cómo podía hacerlo? Removí y amasé la masa, un brioche esponjoso y pegajoso, haciendo que mi cara ardiera. Pensé que había actuado bastante bien. Me atreví a mirarlo mientras lamía el chocolate de su dedo, sus ojos cada vez más preocupados por mí pensativo amasar, que se estaba convirtiendo rápidamente en uno demoledor. Solté mi frustración con la masa del brioche mientras reflexionaba una vida con menos O. Maldita sea.

Con su dedo limpio, puso un mechón de pelo detrás de mí oreja mientras yo continuaba golpeando/amasando y dándole vueltas a la masa. Hice una mueca cuando me tocó, la gloriosa imagen de él encima de mí era imposible de ignorar.

—¿Vamos a hablar sobre ello? —preguntó en voz baja, metiendo su nariz en mi cuello. Me apoyé contra su cuerpo por un escaso segundo, luego me alejé.

—¿Qué hay que hablar? Ni siquiera sé de qué estás hablando. ¿Estás delirando por el cambio de hora? —le dije alegremente, evitando sus ojos mientras me preguntaba si podía seguir fingiendo. ¿Podría convencerlo de que él era el loco? 

Dios, maldita sea, ¿cómo lo supo?

—Chico travieso, vamos. Dímelo —me provocó, acariciando mi cuello—. Si vamos a hacer esto, necesitamos hablar.

¿Hablar? Claro que podía hablar. Probablemente debería saber en lo que se estaba metiendo conmigo, yo, que estaba condenado a vagar por el planeta sin un O para el resto de mi vida. Cogí la masa una vez más y la lancé contra la pared. Se escurrió y rodó hacia abajo, luciendo tan pegajosa como esas espeluznantes cosas con las que solía jugar cuando era niño. Me volví hacia él, con la cara todavía roja, pero más cuidadoso.

—¿Qué iba a ser eso? —preguntó con calma, señalando la masa.

—Brioche. Iba a ser brioche —le respondí rápidamente, casi frenético. 

—Apuesto a que hubiese estado bueno.

—Es mucho trabajo, casi demasiado.

—Podríamos intentarlo de nuevo. Estaría encantado de ayudar.

—No sabes lo que dices. ¿Tienes alguna idea de lo complicado que es? 

¿Cuántos pasos hay? ¿Cuánto tiempo puedes tardar?

—Las cosas buenas le llegan a aquellos que esperan.

—Cristo, Jonghyum, no tienes ni idea. Quiero hacerlo desesperadamente, probablemente incluso más que tú.

—Se hacen picatostes de eso, ¿verdad?

—Espera, ¿qué? ¿De qué diablos estás hablando?

—Del brioche. Es como una especie de pan, ¿no? Oye, deja de golpear el mostrador con tu cabeza.

El granito se sentía frío contra mí caliente piel, pero me golpeé con menos fuerza cuando oí el borde de pánico en su voz.

Él lo sabía, y todavía estaba aquí. Estaba aquí, en mi cocina, con ese jersey azul de North Face que hacía que sus ojos se vieran ahumados y todo su cuerpo se viera tierno, cálido, sexy y viril, lo que me enloquecía. Y aquí estaba yo, cubierto de miel y pasas, golpeando mi cabeza contra el mostrador después de matar mi brioche.

Matar mi brioche. ¡Qué gran nombre para… ¡Enfócate, Kibum!

Corazón casi se salió de mi pecho cuando lo vi en la puerta. KA seguía cerca, apretándose involuntariamente mientras lo veía. Mi mente se había cerrado en estado de shock y negación por un momento, pero ahora que analizaba la situación, me inclinaba hacia él, anunciándolo como un candidato digno, teniendo en cuenta el tiempo y la distancia que se había tomado en descubrir la causa de mi preocupación. Espinazo se enderezó, sabiendo innatamente que la postura correcta creaba un mejor aspecto, ¿podía culparlo? Nervios… temblaba.

¿Por qué? ¿Por qué? Él quiere saber el por qué. Lo examiné entre mi flequillo… ehem… y noté su preocupación. Al igual que yo, mi cabeza empezaba a doler. Me sentía cansado, abrumado, y además no tenía orgasmos. Con un toque alegre y despreocupado.

Después de la explosión anterior, me levanté y luego me moví un poco a la izquierda. Me equilibré, tomé aire, y lo dejé salir.

—¿Quieres saber por qué?

—Me gustaría. ¿Has terminado de golpearte?

—Que Dios me salve, no más golpes. Bueno, ahora el por qué. ¿Por qué? Aquí va… —Me paseé en un círculo cerrado, esquivando las chispas de chocolate y las nueces que se habían congregado cerca de la barra en el suelo. Vi a Clive en la esquina, golpeando un par de nueces de ida y vuelta entre sus patas. Había frutos secos por todo el piso, nueces en mi cabeza. Correcto—. ¿Sabes algo de pizzerías, Jonghyun?

Para su crédito, me escuchó. Escuchó mientras hablaba y hablaba, bordeando la isla de la cocina y despotricando. Apenas y podía entenderme—: Junmyeon … una noche… Ametralladora se fue… de noche… Jordan Catalano…¡Ni siquiera Clooney! Espera… Oprah… sola… soltera… ¡Ni siquiera Clooney! Jason Bourne… Clooney casi… El bóxer rosado… golpes…

Después de un rato, se veía tan mareado que empezaba a lamentar siquiera haber hablado. Pero ya lo había decidido. Trató de agarrarme cuando pasé a su lado, pero esquivé sus manos, casi cayéndome debido a un parche de nueces trituradas que había aplastado aún más con mi caminata. Había hecho un camino a través del desorden. Di una última vuelta, esta vez murmurando—: Cuento de hadas español con gambas. —Cuando me tropecé con un molde para panques y caí en sus brazos.

Me abrazó, suspirando y besando mi frente. 

—Kibum, bebé, tienes que decirme lo que está pasando. ¿El murmullo? Es lindo y todo, pero en verdad no estamos llegando a ninguna parte. —Apretó la parte baja de mi espalda con las manos, sosteniéndome a su lado. Me aparté un poco, resistiéndome a sus brazos, y lo miré fijamente a los ojos.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté.

—Vamos, a veces los chicos sólo lo sabemos.

—No, de verdad. ¿Cómo lo supiste? —le pregunté de nuevo.

Me besó suavemente en la nariz.

—Porque, de repente, no eras mi Kibum.

—Lo fingí porque no he tenido un orgasmo como en mil años —declaré con naturalidad.

—¿Cómo?

—Voy a ir a patear tu puerta. —Suspiré, alejándome y revolviendo el azúcar.

—Espera, espera, espera, ¿qué? ¿No has tenido un qué? —Agarró mi mano y me volví hacia él, dispuesta a decirlo todo.

—Un orgasmo, Jonghyun. Un orgasmo. El gran O, el clímax, venirse, el final feliz. No ha habido orgasmos. No para este chico. Kim Junmyeon me puede dar un descuento del cinco por ciento cuando quiera, pero a cambio, me arrebató mi O. —Traté de borrar las lágrimas que inundaban mis ojos—. Así que, puedes regresar con tu harén. ¡Voy a entrar a un convento muy pronto! —grité, la presa rompiéndose finalmente.

—¿Un convento? ¿Qué? Ven aquí, por favor. Trae tu dramático trasero aquí. —Me sacó de mala gana de la cocina y me envolvió en sus brazos. Me meciómientras sollozaba y soltaba estúpidos lamentos.

—Eres tan… tan… bueno… y yo no puedo… no puedo… eres tan bueno… en… la cama… y en todas partes… y no puedo… no puedo… Dios… Eres tan caliente… cuando viniste.... tan caliente… y volviste a casa… y maté a mi brioche… y yo… yo… creo que… te amo.

Me detuve. Aspiré una bocanada de aire. ¿Qué acabo de decir?

—Kibum, oye, deja de llorar, niño hermoso. Mi mente está procesando la última parte, ¿puedes repetirla para mí?

Le había dicho a Jonghyun que lo amaba. Mientras mis mocos mojaban su North Face. Aspiré su olor, luego me aparté de él y me dirigí a la pared para despegar la masa pegada allí. Nervios revivió, por una vez trabajando por nosotros. ¿Podría cubrirlo? ¿Podría arreglarlo?

—¿Qué parte? —le pregunté a la pared y a Clive, que había dejado de jugar con sus nueces para escucharme.

—Esa última parte —le oí decir con voz fuerte y clara.

—¿Maté a mi brioche? —pregunté.

—¿De verdad crees que esa parte es la que te estoy preguntando?

—Eh, ¿no?

—Vuelve a decirlo.

—No quiero.

—Kibum… espera, ¿cuál es tu segundo nombre?

—No tengo a veces los chicos me llaman Key.

—Kibum, Key —dijo con una voz que me hizo reír inesperadamente.

—El brioche está realmente bueno, cuando no sabe a pared —solté, mi agotamiento mezclado con mi confesión haciendo que sonara como un extraño zumbido. De hecho, sentí un poco de alivio.

—Date la vuelta, por favor —pidió, y así lo hice. Se encontraba apoyado contra el mostrador, estirando su North Face—. Estoy un poco desfasado, así que haré un rápido resumen. Primero, parece que has perdido tu orgasmo, ¿no?

—Sí —murmuré, viendo cómo se quitaba la North Face, arrojándola sobre el respaldo de una de mis sillas.

—Segundo, el brioche es realmente difícil de hacer, ¿cierto?

—Sí —susurré, incapaz de mirarlo. Por debajo del North Face, llevaba una camisa blanca abotonada. Lo que era bueno, pero, ¿agréguenle la forma lenta y metódica en que se enrollaba las mangas? Era fascinante.

—Y tercero, ¿crees que me amas? —preguntó, su voz profunda y gruesa, como la melaza y la miel y todas las cosas afganas… las mantas, no el país.

—Sí —dije en voz baja, sabiendo que era verdad. Me encantaba Jonghyun. 

Grande y gigante.

—¿Crees, o lo sabes?

—Lo sé.

—Bueno, ahora. Eso es algo a considerar, ¿no? —respondió, sus ojos bailando mientras se acercaba—. Realmente no tienes ni idea, ¿verdad? —Extendió las manos a lo largo de mi clavícula, pasando los pulgares a través de mis pezones.

Mi respiración se aceleró, mi cuerpo volviendo a la vida a pesar de mí mismo. 

—¿No tengo ni idea de qué? —murmuré, permitiendo que me presionara contra la pared.

—Cómo me posees totalmente, chico travieso —dijo, inclinándose para susurrar la siguiente parte en mi oído—. Y sé que te amo lo suficiente como para que tengas tu final feliz.

Y entonces me besó —Corazón estaba en el cielo. Me besó como si fuera un cuento de hadas, a pesar de que en ese cuento de hadas había masa pegada a mi espalda y un gato jugaba con frutos secos. Pero eso no me impidió besarlo como si mi vida dependiera de ello.

—¿Sabías que empecé a enamorarme de ti desde la noche en que golpeaste mi puerta? —preguntó, besando mi cuello—. ¿Y qué tan pronto como empecé a conocerte, no estuve con nadie más?

Solté un grito ahogado.

—Pero pensé, quiero decir, te vi con…

—Sé lo que pensaste, pero es la verdad. ¿Cómo iba a estar con alguien más cuando me estaba enamorando de ti?

¡Me amaba! Pero, espera, ¿qué sucedía? Estaba retrocediendo… ¿a dónde iba?

—Y ahora, voy a hacer algo que nunca pensé que haría. —Suspiró tristemente, mirando los montones de pan sobre la mesa. Con un profundo suspiro y una mueca, tiró todo al suelo. El pan cubierto con papel aluminio llovió alrededor de nosotros, y no estaba seguro, pero creí escuchar un pequeño gemido escapar de Jonghyum mientras veía como caían al suelo. Pero luego se volvió hacia mí, sus ojos luciendo oscuros y peligrosos. Me agarró y me puso en la mesa frente a él, extendiendo mis piernas para ponerse entre ellas.

—¿Tienes idea de lo bien que lo vamos a pasar? —preguntó, deslizando las manos dentro de mi delantal, sintiéndose tibias y un poco ásperas contra mi estómago.

—¿Qué estás haciendo?

—Un O se ha perdido, y soy un tonto por los desafíos. —Sonrió, tirando de mí hacia el borde de la mesa y acomodándome contra él. Con las manos detrás de las rodillas, envolvió mis piernas alrededor de su cintura y me besó otra vez, sus labios y su lengua calientes y persistentes.

—No va a ser fácil. Está bastante perdido —protesté entre besos, preocupándome por abrir sus botones y dejar al descubierto su bronceado español.

—Ya he terminado con lo fácil.

—Deberías imprimir eso en tarjetas.

—Imprime esto: ¿Por qué aún tienes puesta la ropa?

Me puso al otro lado de la mesa mientras le sonreía. Mi pie golpeó el tamiz de harina y se estrelló contra el suelo, llenándonos de polvo en el proceso. El pelo de Jonghyun parecía una galleta, llena de polvo e hinchado. Tosí y una nube de harina salió, por lo que Jonghyun se rió a carcajadas. La risa se detuvo cuando me incliné sobre él, encontrándolo difícil, sin embargo, ya que todavía estaba cubierto por mis vaqueros. Gimió, mi sonido favorito en el mundo.

—Joder, Kibum, me encanta cómo se sienten tus manos sobre mí —dijo entre dientes, poniendo su boca en mi cuello y dejando un rastro de besos al rojo vivo a través de mi piel. Su lengua se deslizó por mi piel. Sus manos encontraron rápidamente el borde de mi camiseta, y esta salió volando por la habitación, cayendo en el fregadero de la cocina. En cuestión de segundos, un par de pantalones cortos lo siguieron, seguido rápidamente por un par de vaqueros y una camisa de botones.

¿El delantal? Bueno, teníamos un pequeño problema con eso.

—¿Eres un marinero? ¿Quién ató el nudo, Popeye? —soltó, luchando para deshacerse de él. En su lucha se las arregló para golpear un pote de mermelada de naranja que se cayó de la mesa al suelo. Mermelada que fue seguida por una caja de pasas que se cayó cuando estiré el cuello, tratando de ver el nudo detrás de mí.

—Oh, que se joda el delantal, Jonghyun. Mira —insistí. Bajé la parte superior del delantal, exponiendo mi escote. Miró a mis ahora desnudos pezones y fue a por ellos. Me empujó sobre la mesa una vez más, su boca arrastrándose por mí cuello, atacando mi piel como si tuviera problemas con ella y estuviera cobrando su venganza. Una muy lujuriosa venganza.

Mojó su dedo en el charco de mermelada, trazó un camino de un pezon al otro e hizo círculos, presionando la cosa pegajosa contra mi piel. Inclinó la cabeza, probó uno, luego el otro, y los dos gemimos al mismo tiempo.

—Mmh, sabes bien.

—Me alegro de que no estuviera haciendo alitas de pollo. Esta podría ser una historia diferente… Guau, esto es bueno. —Suspiré cuando respondió a mi pequeño gemido con una auténtica mordedura.

—Se trataría de un picante extra.

Se echó a reír cuando rodé los ojos.

—¿Quieres que te consiga un poco de apio para que te enfríes? —le pregunté.

—Nadie va a enfriarse en este apartamento, no ahora —prometió, cogiendo la jarra de miel del mostrador y tirando a un lado mi delantal. Sin perder un segundo, hizo que mi bóxer  estuviera mojado. Y no en la forma que pensaban, aunque eso no era…

Mientras observaba, vertió miel por todo mi cuerpo, cubriendo mi ropa interior y haciéndome chillar. Dio un paso atrás para admirar su trabajo.

—Mira eso, está todo arruinado. Vamos a tener que quitarlos —dijo mientras se acercaba de nuevo. Lo detuve con un pie cubierto con mermelada.

—Usted primero, señor —instruí, asintiendo hacia sus bóxers cubiertos de harina. Arqueó una ceja y se bajó los calzoncillos. De pie desnudo en mi naufragio de cocina, se veía increíblemente lindo.

En ese instante, Corazón, Cerebro, Espinazo, y KA se alinearon en el patio de recreo. Le hicieron señas a Nervios, saludándola como en un juego de Red Rover. Miré a Jonghyun, desnudo, harinoso y perfecto, y suspiré mientras sonreía. 

Nervios salió huyendo otra vez, y finalmente nos encontrábamos en la misma página.

—Te amo tanto, Jonghyun.

—Yo también te amo, chico bóxer rosado. Ahora, quítate los bóxers y dame un poco de azúcar.

—Ven a por ellos —me burlé, sentándome y sacándomelo. Se lo tiré, y golpearon su pecho con un fuerte porrazo, la miel chorreando por todas partes. Vamos a necesitar una ducha tremenda después de todo esto —comenté mientras me envolvía en sus pegajosos brazos.

—Hablaremos de ello cuando hayamos acabado. —Sonrió, me recogió y me llevó a la habitación, mi cuerpo apegado al suyo, sólo el delantal separándonos. Lo que no nos iba a mantener separados durante mucho tiempo.

¿Necesitaba un O? Es decir, ¿era necesario para vivir? Estar cerca de Jonghyun, muy cerca de él, envuelto en sus brazos mientras lo sentía moverse en mi interior, ¿era suficiente?

Por ahora, lo era. Lo amaba.

—¿Quieres golpear mis paredes, Jonghyun? —Me reí.

—No tienes ni idea —prometió, y me sacó el delantal mientras suspiraba y alzaba los brazos. Me incliné hacia atrás, una enorme sonrisa en mi rostro. Pasó los dedos por mi estómago, caderas, muslos, y finalmente me alcanzó. Después de un pequeño empujoncito, abrí las piernas. Se lamió los labios y cayó de rodillas.

Me tocó y saboreó como lo hizo en España, pero se sintió diferente. Seguía siendo asombroso, pero yo me sentía diferente. Me sentía relajado. Torciendo y girando sus dedos en mi culo, encontró ese punto que hizo que arqueara la espalda y mis gemidos se profundizaran. Gimió dentro de mí, haciendo que me arqueara otra vez, sus labios y lengua encontrándome de nuevo. Mis manos buscaron mis pezones, y mientras él miraba, jugué con ellos.

Un vez más, tuve el gran honor de sentir su boca, su asombrosa boca, en mí. 

Mi cuerpo se tensó con el chisporroteo de energía que recorrió todo mi cuerpo, y luego me relajé otra vez. Comencé a sentir, realmente sentir todo lo que sucedía en mi interior en ese momento. Amor. Sentía amor. Y me sentía amado…

Aquí, a la luz del día, donde nada podía ser ocultado y todo se exhibía, estaba siendo amado por este hombre. No como en un cuento de hadas, sin olas chocando ni velas encendidas. En la vida real. Un cuento de hadas de la vida real donde estaba siendo amado por este hombre. Y quiero decir amado por este hombre.

Lengua. Labios. Dedos. Manos. Todo dedicado a mí y a mi placer. Un chico podría acostumbrarse a esto.

Podía sentir la dulce tensión empezándose a construir, pero esta vez, mi cuerpo lo recibió de una manera diferente. Mi cuerpo, en perfecta sincronía por una vez, estaba listo, y en mi mente, detrás de mis ojos cerrados, me vi comenzar a acercarme al acantilado. En mi cabeza, me sonreí, porque sabía que esta vez iba a atrapar a esa perra. ¿Y luego? Cosas en verdad sorprendentes comenzaron a suceder. Largos y magníficos dedos se presionaron en mi interior, torciéndose y curvándose, encontrando ese lugar secreto. Los labios y la lengua rodearon otro lugar, chupando y lamiendo, pulsando y latiendo. Pequeños pinchazos de luz comenzaron a bailar detrás de mis párpados, intensos y salvajes.

—Oh, Dios… Jonghyun… eso es tan… bueno… no… pares… no… pares…

Gemí fuerte, más fuerte, y luego más fuerte aún, incapaz de controlar los sonidos que hacía. Era tan bueno, tan bueno, tan, tan bueno, y se encontraba tan cerca, tan cerca…

Y luego los gritos comenzaron. Y no eran míos.

Por el rabillo del ojo, noté algún tipo de misil peludo corriendo por el suelo.

Como una especie de bomba, Clive corrió hacia Jonghyun, dio un salto y se clavó en su espalda, atacándolo por detrás.

Jonghyun corrió de la habitación al pasillo, luego de vuelta otra vez, Clive todavía aferrado a su espalda. Tenía los brazos —¿Los gatos tienen brazos?—envueltos alrededor del cuello de Jonghyun de manera que en otras circunstancias habría parecido un abrazo adorable. Pero en ese momento, iba en serio.

Corrí tras ellos, desnudo excepto por el delantal, tratando que Jonghyun se calmara, pero con diez garras enterradas profundamente, siguió corriendo de habitación en habitación.

La ironía de que Jonghyun estuviera, literalmente, tratando de huir de un gatito no se me escapaba.

Si pudiera verlo desde otro punto de vista, me habría hecho pis. Lo que se me hacía difícil escuchando los gritos de Jonghyun. Realmente debía amarlo.

Finalmente los alcancé en una esquina, giré alrededor de Jonghyun, resistiéndome a la tentación de apretar su trasero, y solté a Clive. Me dirigí rápidamente a la sala de estar y lo deposité en el sofá con un golpe seco, dándole una palmadita en la cabeza y agradeciéndole por la defensa, aunque fuerainjustificada. Clive respondió con un maullido orgulloso y comenzó a lamer sus bigotes.

Volví a la cocina para encontrar a Jonghyun todavía acurrucado contra la pared. Lo aprecié, los ojos desorbitados mientras permanecía allí. Bajé la mirada. 

Increíble.

Todavía.

Seguía.

Duro.

Vio mis ojos bajar por su cuerpo, lo que me recordó la primera vez que nos encontramos cara a cara. Asintió tímidamente.

—Todavía estás duro —solté, respirando con dificultad mientras intentaba una vez más desatar mi delantal.

—Sí

—Increíble.

—Tú eres increíble.

—Ah, joder —resoplé, abandonando el nudo.

—Sí, por favor.

Me detuve un instante y luego me puse el delantal en la espalda. Corrí hacia el otro lado de la habitación, el delantal volando como una capa, y me estrellé contra él. Me atrapó y lo abracé con desesperación, besándolo con furia. Mis uñas rasguñaron su pecho y jadeó.

—¿Tu espalda está bien? —pregunté entre besos.

—Sobreviviré. Tu gato, sin embargo…

—Es sobreprotector. Pensó que estabas hiriendo a su mamá.

—¿Lo hacía?

—Oh, no, todo lo contrario.

—¿En serio?

—Diablos, sí —grité, deslizándome contra él, manipulando mi cuerpo contra el suyo, miel y azúcar lisa y arenosa entre nosotros.

Me arrastré por su cuerpo, deteniéndome para besar su punta. Lo llevé al suelo conmigo y lo puse en su espalda con tanta rapidez que una nube de harina nubló el aire. Allí, en medio de la cocina, desnudo con mermelada salpicando mi pecho, me senté a horcajadas encima de él. Levantándome un poco, tomé sus manos y lo animé a agarrar mis caderas.

—Vas a querer agarrarte para esto —susurré, y me senté sobre él. 

Suspiramos al mismo tiempo; sentirlo en mi interior una vez más fue increíble. 

Arqueé la espalda y flexioné las caderas experimentalmente… una vez… dos veces… tres veces. Realmente era verdad lo que decían acerca de montar una bicicleta. Mi cuerpo lo recordó con rapidez.

Con el maldito delantal montando detrás de mí, empecé a moverme encima de Jonghyun, sintiendo cómo se movía dentro de mí, respondiendo y recompensando, empujando y nunca cediendo.

Conducíamos, empujábamos, y nos movíamos juntos; y en realidad nos movíamos un poco por el piso de la cocina. Se sentó debajo de mí, moviéndose más profundo mientras yo gritaba. Pasé las manos salvajemente por su cabello. Se levantó bajo mis dedos mientras lo tiraba, anclándome cuando cerré los ojos y comenzaba.

Inició la larga marcha al borde del acantilado.

Podía ver el borde, muy por encima de las aguas embravecidas. Cuando me asomé por el borde, la vi. O. Me saludó y buceó de arriba abajo por el agua, como un delfín sexual. Pequeña zorra.

Jonghyun estaba besando mi cuello, lamiendo y chupando mi piel, volviéndome loco. 

Puse un pie sobre el borde, apuntando directamente hacia O, posicionando mi tobillo y haciendo pequeños círculos.

Pequeños círculos.

Empujé a Jonghyun al suelo de nuevo, tomé su mano con la mía, y la llevé entre mis piernas. Lo monté duro, presionando mis dedos contra los suyos, mis gritos sonando cada vez más fuerte a medida que aceleraba nuestro balanceo, tanto de nosotros, en sintonía y ahí mismo. Justo ahí. Ahí, ahí, ahí… ahí mismo…

—Kibum, Jesús, eres… increíble… Te… amo… demasiado… Me… estás…matando…

Y ese era el extra que necesitaba.

En mi cabeza, di un paso atrás, y luego me zambullí. No salté. Me zambullí. 

Ejecuté un salto del ángel perfecto, y entré directo al agua. Limpio y verdadero, me agarré a ella y no la solté cuando me metí en el agua.

Mi O había regresado.

Un ruido llenó mis oídos mientras los dedos de mis pies daban las buenas noticias. Se estremecieron, pequeñas chispas de energía girando de arriba abajo, conduciéndose a través de cada nervio y cada célula que había estado muriendo de hambre durante meses. Estas células le dijeron a otras células, comunicando a sus hermanas que algo fantástico sucedía. El color explotó detrás de mis párpados, estallando en pequeños y brillantes fuegos artificiales mientras la sensación seguía extendiéndose por todos los rincones de mi cuerpo. Placer en estado puro me atravesó y caí encima de Jonghyun, que ignoraba todo a su alrededor.

No sé si podía ver el coro de ángeles cantando cosas sucias, pero no importaba. Yo sí lo vi. Y esa fue la definición de felicidad.

O volvió, y trajo amigos.

Ola tras ola se estrelló contra mí mientras Jonghyun y yo seguíamos presionando y girando, arqueándonos. Mi cabeza se hallaba inclinada hacia atrás mientras continuaba gritando, sin importar quién o qué podría escucharme en mi propia Casa del Orgasmo.

Abrí los ojos para ver a Jonghyun debajo de mí, luciendo frenético y feliz, la sonrisa grande mientras continuaba conmigo, su gran esfuerzo notándose en su cara llena de harina y su pelo convertido en una pasta poco maravillosa.

Se estaba convirtiendo en papel maché.

Aún en curso, pasando por la tierra de los múltiplos y una especie de tierra sin hombres. Al pasar seis o siete, todo volvió a la normalidad.

Pero O trajo a otro amigo más. Trajo a G, el Santo Grial.

Tartamudeando como idiota, me aferré a él cuando una ola de amor y emoción me golpeó Sintiendo que necesitaba ayuda, Jonghyun se sentó, posicionándose mejor aún. Encontró un lugar profundo en mi interior, oculto para la mayoría, y se inclinó hacia mí, entrando una y otra vez mientras contenía el aliento y me abrazaba a él con fuerza.

Finalmente abrí los ojos, viendo las chispas de luz alrededor de la habitaciónmientras el oxígeno se apresuraba a regresar a mi sistema. Balbuceé 

incomprensiblemente en su pecho mientras me mecía una y otra vez, encontrando finalmente un asombroso lugar dentro de mí.

Me aferré a él, sintiendo las olas finalmente disminuir, pero los dos temblábamos ahora. A medida que jadeaba, el placer se fue y el amor simplemente se llegó, llenándome de nuevo. Mi boca se sentía demasiado cansada como para moverse. Me quitaba el aliento. Así que hice lo mejor que pude, puse la mano en su corazón y lo besé. Él pareció entender, y me besó también. Zumbaba de felicidad. 

Zumbar no tomaba mucho esfuerzo.

Completamente agotado y cubierto de sudor, me recosté en sus piernas, sin importarme ni un poco como de retorcido y ridículo me veía mientras las lágrimas corrían por mi rostro y oídos. Sintiendo que no era la posición más cómoda para mí, Jonghyun se movió debajo de mí y me ayudó a enderezar las piernas mientras me acunaba en sus brazos en el suelo de la cocina.

Nos quedamos en silencio, sin hablar por un rato. Me di cuenta de que Clive se encontraba sentando en el umbral de la habitación, lamiendo sus patas silenciosamente.

Todo estaba bien.

Cuando pude moverme, traté de sentarme, pero la habitación daba vueltas. 

Jonghyun mantuvo un brazo a mí alrededor mientras evaluaba la situación, los cuencos y botellas volcadas, el pan disperso, el caos que era mi cocina. Me reí en voz baja y me di vuelta hacia él. Me miró con ojos alegres.

—¿Deberíamos limpiar esto?

—No, vamos a la ducha.

—Bueno.

Soné mi espalda como un anciano, haciendo una mueca por el buen dolor que mi cuerpo sentía. Comencé por el baño, luego cambié de dirección, y continué con la nevera. Tomé una botella de Gatorade y se la lancé. —La necesitarás. —Le guiñé un ojo, levantando mi delantal en el camino a la ducha. Ahora que O estaba de vuelta, no tenía tiempo que perder para convocarla de nuevo.

Mientras Jonghyun me seguía al baño, tomando un trago de Gatorade, Clive se dejó caer al suelo, rodando sobre su espalda. Jonghyun se arrodilló junto a él, y extendió una mano con cautela. Guiñándome un ojo, juraba por Dios que lo hizo, Clive se movió más cerca. Sabiendo que podría ser una trampa, Jonghyun se inclinó y tocó la piel de su vientre. Clive lo dejó. Incluso escuché un ronroneo.

Dejé a los dos chicos solos por un momento y fui a encender la ducha, así podría calentarse. Finalmente conseguí deshacer el nudo del delantal y fui capaz de abandonarlo en el suelo. Me metí bajo la ducha y gemí al sentir el agua caliente golpeando mi todavía sensible piel.

—¿Vienes? Porque estoy seguro que sí —lo llamé desde la punta de la ducha, riéndome por mi propia broma. Un momento después, Jonghyun se asomó por la esquina de la ducha para verme desnudo y cubierto de burbujas. Sonrió como el diablo mientras entraba. Jadeé al ver diez diminutos pinchazos en su espalda, pero él se rió. 

—Estoy bien. Creo que nos hicimos amigos —aseguró, acercándome y uniéndose al agua.

Suspiré, relajado.

—Esto es bueno —murmuré.

—Sí.

El agua caía a nuestro alrededor. Estaba en los brazos de mi Jonghyun, y no 

podía haber nada mejor.

Se apartó un poco, con una pregunta en el rostro. 

—¿Cariño?

—¿Umm?

—Alguno de los panes que tiré al suelo era… bueno…

—¿Sí?

—¿Era pan de calabacín?

—Sí, Jong, era pan de calabacín.

Hubo un silencio otra vez, excepto por el agua.

—¿Kibum?

—¿Umm?

—No pensé que pudiera amarte más, pero creo que lo hago.

—Estoy feliz, Jonghyun. Ahora dame un poco de azúcar.

Notas finales:

¡UFFFF! POR FINNNN Kibum tuvo su tan esperado O jjajaja ya el próximo capítulo es el último.

Gracias por leer  <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).