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Azota paredes. por Shawolx3

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Me senté en mi oficina, mirando por la ventana. Tenía una lista de cosas que hacer en frente mío, y tampoco era una lista pequeña. Necesitaba pasar por la casa  Kang. La renovación se hallaba casi completa. Las habitaciones y baños habían sido terminados, y sólo faltaban unos pocos detalles. Necesitaba ir a buscar nuevos libros de muestras del centro de diseño. Tenía una reunión con un nuevo cliente que Taemin me había remitido, y encima de todo eso, tenía una carpeta llena de facturas que revisar.

Pero aún así, miré por ventana. Podría haber tenido a Jonghyun en la cabeza. Y por una buena razón. Entre las explosiones de las cañerías, golpes en la cabeza y el constante envío de mensajes todo el día del domingo pidiendo más pan de calabacín, mi cerebro simplemente no podía eliminarlo. Y entonces la noche anterior, sacó las armas grandes: él me puso a Glenn Miller. Hasta golpeó la pared para asegurarse de que estuviera escuchando.

Bajé mi cabeza en el escritorio y la golpeé algunas veces para ver si ayudaba. 

Parecía haber ayudado a Jonghyun…

Esa noche fui derecho a yoga después del trabajo y subía las escaleras hacia mi departamento cuando escuché una puerta abrirse arriba.

***

—¿Kibum? —llamó hacia abajo.

Sonreí y continué subiendo las escaleras. 

—¿Sí, Jonghyun? —llamé.

—Llegas tarde a casa.

—¿Qué, estás vigilando mi puerta ahora? —Reí, rodeando el último piso y mirándolo desde abajo. Él colgaba sobre la barandilla, el cabello en su rostro.

—Sip. Estoy aquí por el pan. ¡Dame calabacín, nene!

—Estás loco. Sabes eso, ¿cierto? —Escalé el último tramo y me paré en frente de él.

—Eso me han dicho. Hueles bien —dijo, inclinándose.

—¿Me acabas de olisquear? —pregunté con incredulidad mientras abría la puerta.

—Umm, muy agradable. ¿Acabas de volver de ejercitarte? —preguntó, entrando detrás mío y cerrando la puerta.

—Yoga, ¿por qué?

—Hueles increíble cuando estás todo ejercitado —dijo, meneando las cejas como el demonio hacia mí.

—En serio, ¿atraes mujeres con líneas como esa? —Me giré lejos de él para quitarme la chaqueta y apretar mis muslos como loco.

—No es una línea. Hueles increíble —Lo escuché decir, y cerré mis ojos para bloquear el Vudú Jonghyun que actualmente hacía que el Kibum de Abajo se enroscara sobre sí mismo.

Clive vino saltando a la habitación cuando escuchó mi voz y se detuvo abruptamente cuando vio a Jonghyun. Desafortunadamente, tenía poca tracción en el suelo de madera y se deslizó con poca gracia bajo la mesa. Intentando ganar su dignidad de vuelta, ejecutó un difícil salto de cuatro patas desde una posición hasta el librero y me saludó con su pata. Quería que yo fuera a él, típico macho.

Dejé caer mi bolso de gimnasio y me acerqué. 

—Hola, dulce niño. ¿Cómo estuvo tu día? ¿Eh? ¿Jugaste? ¿Dormiste una buena siesta? ¿Eh? —Rasqué detrás de su oreja, y él ronroneó muy alto. Me dio sus ojos soñadores de gato y luego cambió su mirada hacia Jonghyun. Juro que le hizo una gatuna sonrisa de suficiencia.

—Pan de calabacín, ¿verdad? Quieres un poco, ¿no? —pregunté, lanzando mi chaqueta en el respaldo de una silla.

—Sé que tienes más. Jonghyun dice dámelo —dijo con humor socarrón, apuntando su dedo como una pistola.

—Estás curiosamente obsesionado con tus dioses de la cocina, ¿no? ¿Hay grupo de apoyo para eso? —pregunté, entrando a la cocina para encontrar la última hogaza. Puedo haberla estado guardando para él.

—Sí, estoy en CA. Cocineros anónimos. Nos encontramos en la pastelería en Pine —replicó, sentándose en uno de los banquitos en el mostrador de la cocina.

—¿Buen grupo?

—Bastante bueno. Hay uno mejor en Market, pero ya no puedo ir a ese —dijo con tristeza, sacudiendo su cabeza.

—¿Te echaron? —pregunté, inclinándome en el mostrador frente de él.

—Lo hicieron, de hecho—dijo, luego curvó su dedo para que me acercara—. Me metí en problemas por toquetear bollos —susurró.

Reí y le di a su mejilla un ligero apretón. 

—Toquetear bollos —bufé mientras él alejaba mi mano.

—Sólo suelta el pan, ves, y nadie sale herido —advirtió.

Levanté mis manos y tomé una copa de vino del armario sobre su cabeza. Le levanté la ceja, y él asintió.

Le pasé una botella de Merlot y el abridor, luego tomé un montón de uvas del colador en el refrigerador. Él sirvió, brindamos, y sin otra palabra, comencé a hacernos la cena.

El resto de la tarde pasó naturalmente, sin que siquiera me de cuenta. Un minuto comentábamos las nuevas copas de vino que había comprado de Williams Sonoma, y treinta minutos después nos sentábamos en la mesa del comedor con pasta frente a nosotros. Todavía usaba mi ropa de ejercicio, y Jonghyun vaqueros y una camiseta, sus pies con calcetines. Se había quitado la sudadera antes de colar la pasta, algo que ni siquiera le pedí que hiciera. Él simplemente entró a la cocina detrás mío, y la tenía colada y de vuelta en la olla mientras terminaba la salsa.

Hablamos sobre la ciudad, su trabajo, mi trabajo y el próximo viaje a Tahoe, y ahora nos dirigíamos al sofá con café.

Me recosté contra las almohadas con las piernas dobladas debajo de mí. 

Jonghyun me contaba sobre un viaje que había hecho a Vietnam hace unos años.

—Es como nada que hayas visto, las montañas, las hermosas playas, ¡la comida! Oh, Kibum, la comida. —Suspiró, estirando su brazo a lo largo de la parte trasera del sofá. Sonreí e intenté no notar las mariposas cuando dijo mi nombre de esa manera: con la palabra Oh en frente de este… Oh mi, oh mi.

—Suena hermoso, pero odio la comida vietnamita. No puedo soportarla. ¿Puedo traer mantequilla de maní?

—Conozco a este tipo, hace los mejores fideos, justo en un cobertizo de lanchas en el medio de Ha Long Bay. Un sorbo y vas a lanzar tu mantequilla de maní a un lado.

—Dios, desearía poder viajar como tú lo haces. ¿Alguna vez te aburres? —pregunté.

—Umm, sí y no. Siempre es genial venir a casa. Amo Seúl. Pero si estoy en casa demasiado tiempo me urge volver al ruedo. Y sin comentarios sobre aburrirme, estoy comenzando a conocer tu mente, Chico bóxer rosado. —Tocó mi brazo con cariño.

Intenté hacerme el ofendido, pero la verdad era que había estado a punto de hacer un chiste. Notéque todavía tenía su mano en mi brazo, ausentemente dibujando pequeños círculos con sus dedos. ¿Realmente había sido hace tanto desde que dejé que un hombre me tocara que los círculos con los dedos me llevan a una agitación mental? ¿O era porque este hombre lo hacía? Oh, Dios, los dedos. De cualquier manera, me provocaba cosas. Si cerraba mis ojos, podía casi imaginar a O saludándome, todavía lejos, pero no tan lejos como lo había estado antes.

Miré a Jonghyun y vi que observaba su mano, como curioso acerca de sus dedos en mi piel. Se me atoró el aliento rápidamente, y mi respiración atrajo sus ojos a los míos. Nos miramos el uno al otro. El Kibum de Abajo, obviamente, respondía, pero ahora Corazón comenzó a latir un poco más fuerte también.

Entonces Clive saltó detrás del sofá, puso su trasero justo en el rostro de 

Jonghyun, y arruinó eso muy rápido. Ambos reímos, y Jonghyun se alejó mientras le explicaba a Clive que no era cortés hacerle eso a la compañía. Sin embargo, Clive parecía extrañamente complacido con él mismo así que supe que planeaba algo.

—¡Guau, son casi las diez! Me he apoderado de toda tu tarde. Espero que no tuvieras planes —dijo Jonghyun, poniéndose de pie y estirándose. Mientras se estiraba, su camiseta se levantó, y mordí mi lengua para evitar lamer el pedazo de piel que se mostraba sobre sus vaqueros.

—Bueno, tenía planeada una noche algo excitante mirando el canal de cocina, así que ¡maldito seas, Jonghyun! —Sacudí mi puño en su rostro mientras me paraba a su lado.

—Y hasta me hiciste cena, lo que, por cierto, fue genial —dijo, buscando su sudadera.

—No hay problema. Fue agradable cocinar para alguien más que para mí. 

Es lo que hago por cualquier tipo que aparece demandando pan. —Finalmente le pasé la hogaza que dejé para él.

Sonrió mientras tomaba su sudadera del suelo junto al sillón. 

—Bueno, la próxima vez déjame cocinar para ti. Hago un fantástico… eh, esto es extraño —se interrumpió, haciendo una mueca.

—¿Qué es extraño? —pregunté, mirando como desdoblaba susudadera.

—Esto se siente húmedo. De hecho, está más que húmedo, está… ¿mojado? —preguntó, mirándome, confundido. 

Miré de la sudadera a Clive, quien se sentaba inocentemente en la parte trasera del sofá.

—Oh, no —susurré, la sangre drenándose de mi rostro—. ¡Clive, tú pequeña mierda! —Lo fulminé con la mirada.

Él saltó del sofá y corrió rápidamente entre mis piernas, yendo a la habitación. Había aprendido que no podía alcanzarlo detrás del vestidor, y allí es donde se escondía cuando había hecho algo muy malo. No había hecho esto en un largo tiempo.

—Jonghyun, puedes querer dejar eso aquí. Lo limpiaré. Lo lavaré, lo que sea. Lo siento tanto. —Me disculpé, terriblemente avergonzado.

—Oh, ¿lo hizo? Oh, hombre, lo hizo, ¿no? —Su rostro se arrugó mientras tomaba la sudadera.

—Sí, sí, lo hizo. Lo siento tanto, Jonghyun. Tiene esta cosa sobre marcar su territorio. Cuando cualquier tipo deja ropas en el suelo, oh, Dios, eventualmente las orina. Lo siento tanto. Lo siento mucho. Lo sien…

—Kibum, está bien. Quiero decir, es asqueroso, pero está bien. Me han pasado peores cosas. Está todo bien, lo prometo. —Comenzó a poner su mano en mi hombro, pero pareció pensarlo mejor, probablemente cuando se acordó de la última cosa que había tocado.

—Lo siento tanto, lo sien… —comencé de nuevo mientras partía hacia la puerta.

—Basta. Si dices lo siento una vez más voy a ir a buscar algo tuyo y lo orinaré, lo juro.

—Bien, eso es asqueroso. —Finalmente reí—. Pero tuvimos una noche tan agradable, ¡y terminó con orina! —gemí, abriéndole la puerta.

—Fue una noche agradable, aún con la orina. Habrá otras. No te preocupes, Chico bóxer. —Me guiñó y cruzó el pasillo.

—Ponme algo bueno esta noche, ¿sí? —pedí, viéndolo irse.

—Entendido. Duerme bien —dijo, y cerramos las puertas al mismo tiempo.

Me recosté contra la puerta, abrazando la sudadera en mis brazos. Estoy seguro que tenía la sonrisa más tonta en mi rostro, mientras recordaba la sensación de sus dedos. Y entonces recordé que abrazaba una sudadera orinada.

—¡Clive, imbécil! —grité y corrí a mi dormitorio.

***

Dedos, manos, cálida piel presionada contra la mía en un esfuerzo de acercarse más. Sentí su cálido aliento, su voz como húmedo sexo en mi oído. 

—Mmm, Kibum, ¿cómo puedes sentirte tan bien?

Gemí y rodé, enredando piernas con piernas y brazos con brazos, empujando mi lengua dentro de su anhelante boca. Succioné su labio inferior, probando la menta, el calor y la promesa de lo que iba a venir cuando se empujara entro de mi cuerpo por primera vez. Gemí y él gruñó, y en un segundo estuve debajo de él.

Labios se movieron de mi boca a mi cuello, lamiendo, succionando y encontrando el punto, ese punto debajo de mi mandíbula que hacía que mi interior explotase y mis ojos se cruzaran. Una oscura risa contra mi clavícula, y supe que estaba listo.

Rodé encima de él, sintiendo la pérdida de su peso pero la ganancia de mis piernas a cada lado de él, sentirlo moverse y latir exactamente donde lo necesitaba. 

Empujó mi cabello fuera de mi rostro, mirándome con esos ojos, los ojos que podían hacerme olvidar mi nombre pero gritar el suyo.

—¡Jonghyun! —grité, sintiendo sus manos tomar mis caderas y empujarme en contra de él.

Me senté derecho en la cama, mi corazón martillando mientras las últimas imágenes del sueño dejaban mi cerebro. Creí escuchar una baja risa desde el otro lado de la pared, por donde los acordes de Miles Davis llegaban.

Me recosté, la piel cosquilleando mientras intentaba encontrar un punto frío en mi almohada, pensé acerca de lo que se encontraba al otro lado de la pared, a centímetros de mí. Iba a tener problemas.

 

***

Más tarde esa mañana me senté en mi escritorio listo para conocer a un nuevo cliente, uno que específicamente había pedido trabajar conmigo. Todavía era un diseñador nuevo, la gran parte de mi trabajo venía de derivaciones, y a quien fuera que me hubiera derivado a este tipo le debía mucho. Todos los interiores nuevos para un elegante departamento, era prácticamente una remodelación de interior, un proyecto soñado. Cuando fuera que me preparaba para un nuevo cliente sacaba fotos de otros proyectos que había diseñado y tenía cuadernos de bocetos listos, pero hoy lo hice con particular intensidad. Dejé que mi mente vagara por un segundo, Cerebro inmediatamente regresó al sueño que había tenido la noche anterior. Me sonrojaba cada vez que pensaba en lo que dejaba que Sueño Jonghyun me hiciera, y lo que Sueño Kibum le había hecho a él también…Sueño Kibum y Sueño Jonghyun eran chicos traviesos.

—Ejem —escuché desde atrás de mí. Me giré para encontrar a Hayi en la entrada—. Kibum, el Señor Park está aquí.

—Excelente, estaré listo enseguida. —Asentí, parándome. 

Mis manos presionaron mis mejillas, esperando que no estuvieran demasiado rojas.

—¡Y él es lindo, lindo, lindo! —Reí, rodeando la esquina para saludarlo.

Él ciertamente era lindo, y yo lo sabía. Era mi exnovio.

 

—¡Oh, Dios mío! ¿Cuáles son las probabilidades? —exclamó Heechul en el almuerzo, dos horas después.

—Bueno, considerando que toda mi vida parece ser dictada por extrañas coincidencias, creo que está justo en su lugar.

Corté un trozo de pan y mastiqué determinadamente.

—Pero quiero decir, ¡vamos! ¿Cuáles son las probabilidades, en serio? —se preguntó de nuevo, sirviéndonos otro vaso de Pellegrino.

—Oh, no hay nada al azar en esto. El tipo no deja cosas al azar. Él sabía exactamente qué hacía cuando se acercó a ti en esa caridad el mes pasado.

—No —exhaló.

—Sip. Me dijo. Me vio, ¿y cuando se dio cuenta de que trabajaba para ti? ¡Bam! Necesita un diseñador de interiores. —Sonreí, pensando en que él siempre arreglaba las cosas exactamente como las quería. Bueno, casi todo.

—No te preocupes, Kibum. Lo moveré a otro diseñador, o tal vez lo tomaré yo mismo. No tienes que trabajar con él —dijo, palmeando mi mano.

—¡Oh, infiernos, no! Ya le dije que sí. Voy a hacer esto totalmente. —Crucé mis brazos sobre mi pecho.

—¿Estás seguro?

—Sip. No hay problema. No es que hubiéramos tenido una mala ruptura. De hecho, en lo que a rupturas se trata, fue suave. No quería aceptar el hecho de que lo dejaba, pero eventualmente lo entendió. No creyó que tuviera las agallas para hacerlo, y hombre, se sorprendió. —Jugué con mi servilleta.

Había salido con HyeongSeop la mayor parte de mi último año en la universidad. Él ya se encontraba en la escuela de leyes, continuamente avanzando hacia un futuro perfecto. Mi Dios, él era hermoso, atractivo y muy encantador. Nos conocimos en la biblioteca una noche, tomamos café algunas veces, y creció a una relación sólida.

¿El sexo? Irreal.

Fue mi primer novio serio, y sabía que quería casarse conmigo en algún punto. Tenía ideas muy específicas sobre lo que quería de su vida, y eso definitivamente me incluía a mí como su esposo. Y él era todo lo que yo había pensado que quería en un esposo. El compromiso era inevitable. Pero entonces comencé a notar cosas, pequeñas al principio, pero a su momento revelaron la imagen completa. Íbamos a donde él quería para cenar. Yo nunca elegía. Lo escuché diciéndole a alguien que él creía que mi fase de “decorador” no duraría mucho, pero que sería agradable tener un esposo que pudiera hacer una casa bonita. El sexo seguía siendo genial, pero me irritaba con él cada vez más, y dejé que decidiera para llevarnos bien.

Cuando comencé a darme cuenta de que ya no era lo que yo quería para mi futuro, las cosas se pusieron un poco torcidas. Peleamos constantemente, y cuando decidí terminar la relación, él intentó convencerme de que tomaba la decisión equivocada. Yo sabía más, y finalmente aceptó que realmente había termindado. No mantuvimos el contacto, pero él había sido una gran parte de mi vida por un largo tiempo, y atesoraba los recuerdos que teníamos juntos. Atesoré lo que me enseñó sobre mí mismo.

Sólo porque no funcionamos como pareja no quería decir que no podíamos trabajar juntos, ¿no?

—¿Estás seguro sobre esto? ¿Realmente quieres trabajar con él? —preguntó 

Heechul una vez más, pero podía decir que estaba listo para dejarlo ir.

Pensé sobre eso de nuevo, volviendo al destello de recuerdos que había visto cuando lo vi de pie en el vestíbulo. Cabello negro, ojos perforadores, sonrisa encantadora: había sido golpeado con una ola de nostalgia y sonreí abiertamente mientras él caminaba hacia mí.

—Hola, extraño —había dicho él, ofreciéndome su mano.

—¡HyeongSeop! —jadeé, pero me recuperé rápidamente—. ¡Te ves genial! —Nos abrazamos, para la sorpresa de una Hayi boquiabierta.

—Sí, estoy seguro —le dije a Heechul—. Será bueno para mí. Llámalo una experiencia de maduración. Además, no quiero dejar ir la comisión. Veremos qué pasa esta noche.

Con eso, él levantó la mirada desde su menú.

—¿Esta noche?

—Oh, ¿no te lo dije? Vamos a ir por bebidas para ponernos al día.

***

Me paré en frente del espejo, aplastando mi cabello y revisando mis dientes. El resto del día de trabajo se había ido rápido, y ahora me encontraba en casa preparándome para esta noche. Habíamos quedado solo para tomar algo, muy casual, a pesar de que dejaba la opción abierta para la cena. Pero los pantalonesajustados, la camiseta de cuello alto negra, y la chaqueta de cuero gris corta eran lo más sofisticado que me iba a poner.

El tiempo que había pasado esta mañana con  en la oficina fue placentero, y cuando me había invitado a tomar algo para ponernos al día, acepté instantáneamente. Tenía ansiedad por saber qué había estado haciendo, así como de asegurarme que seríamos capaces de trabajar juntos. Él fue una gran parte de mi vida en un momento, y la idea de ser capaz de trabajar con alguien con quien alguna vez había sido tan cercano, se sentía bien para mí. Se sentía maduro. ¿Un cierre? No estoy seguro de cómo llamarlo, pero parecía algo natural.

Me iba a pasar a buscar a las siete, y yo planeaba encontrarme con él afuera. 

Aparcar en mi calle era ridículo. Un vistazo al reloj me dijo que era hora de ir yendo, así que le di un rápido beso de despedida a Clive, quien había estado comportándose de lo mejor desde el incidente del pis y me metí en el vestíbulo.

Y me encuentro directamente con Jonghyun, quien se hallaba frente a mi puerta.

—De acuerdo, ¡oficialmente eres mi acosador! No hay más pan de calabacín, señor. Espero que hayas hecho durar esa hogaza porque no hay más para ti —le advertí, presionando desde mi puerta delantera con el dedo índice.

—Lo sé, lo sé. En realidad, estoy aquí en misión oficial —rió, levantando los brazos en derrota.

—¿Caminas conmigo? —pregunté, señalando hacia las escaleras con la cabeza.

—Estoy saliendo también. Voy a rentar una película —explicó mientras comenzábamos a bajar.

—¿La gente aún renta películas? —bromeé, rodeando la esquina.

—Sí, la gente todavía lo hace. Sólo por eso vas a tener que ver lo que sea que yo elija —respondió, levantando una ceja.

—¿Esta noche?

—Seguro, por qué no. Venía para ver si querías salir. Te debo una cena por la otra noche, y tengo la urgencia de ver algo fantasmal... —aterrizó en el tema de Dimensión Desconocida.

No pude evitar reír ante sus manos en garras y los ojos bizcos.

—La última vez que alguien me invitó a alquilar una película era un código para 'besuqueos en el sofá'. ¿Estoy a salvo contigo?

—¡Por favor! Tenemos esa tregua, ¿recuerdas? Soy todo treguas. Entonces, ¿esta noche?

—Desearía poder, pero tengo planes esta noche. ¿Mañana en la noche? —Dimos la vuelta a la última escalera y pasamos a la entrada.

—Mañana puedo. Ven a casa después del trabajo. Pero yo elijo la película, y te voy a hacer la cena. Lo menos que puedo hacer por mi pequeño Cortarollo. —Sonrió, y yo le di un puñetazo en el brazo.

—Por favor, deja de llamarme así. De lo contrario no llevaré el postre —dije, bajando mi voz y batiendo mis pestañas como un tonto.

—¿Postre? —preguntó, manteniendo la puerta abierta mientras salía.

—Aja. Pasé por algunas manzanas ayer cuando salí, y he estado deseando pastel toda la semana. ¿Cómo suena eso? —pregunté, observando la calle en busca de HyeongSeop.

—¿Pastel de manzana? ¿Pastel de manzana casero? Cristo, hombre, ¿estás intentando matarme? Mmm... —Chasqueó los labios y me miró con avidez.

—¿Por qué, señor, luce como si hubiera visto algo que le gustaría comer? —Le ofrecí mi mejor "Scarlett."

—Si te presentas mañana en la noche con un pastel de manzana, puede que no te deje ir —jadeó, sus mejillas sonrosadas y el pelo desordenándose en el aire frío.

—Eso sería terrible —susurré. Guau—. Bueno, entonces, ve a buscar tu película —dije, empujando en broma al ardiente delante de mí. 

¡Recuerda el harén! grité dentro de mi cabeza.

—¿Kibum? —Una voz preocupada sonó detrás de mí, y me di la vuelta para ver a HyeongSeop caminando hacia nosotros.

—Hola, Seop —lo llamé, alejándome de Jonghyun con una risita.

—¿Estás listo para irnos? —preguntó, mirando a Jonghyun cuidadosamente. 

Jonghyun se irguió y le devolvió la mirada, igual de cuidadosa.

—Sip, listo para irnos. Jonghyun, este es HyeongSeop. HyeongSeop, Jonghyun. —Se inclinaron para darse la mano, y pude ver que ambos ejercieron un poco de fuerza extra, ninguno pareciendo querer ser el que soltara primero. Rodeé los ojos. Sí, chicos. 

Ambos pueden escribir sus nombres en la nieve. La pregunta es, ¿quién haría las letras más grandes?

—Encantado de conocerte, HyeongSeop. Era HyeongSeop, ¿verdad? Soy Jonghyun. Kim Jonghyun.

—Correcto. HyeongSeop. Park HyeongSeop.

Vi el principio de una risa en la cara de Jonghyun.

—De acuerdo, Seop, deberíamos ir yendo. Jonghyun, hablaré contigo más tarde —interrumpí, finalizando el apretón de manos del siglo.

HyeongSeop se dio la vuelta hacia donde se hallaba aparcado su auto en doble fila, y Jonghyun me miró.

—¿Park? ¿Park HyeongSeop? —articuló con la boca, y yo evité mi propia risa.

—Shh —articulé en respuesta, sonriéndole a HyeongSeop cuando se dio la vuelta hacia mí.

—Encantado de conocerte, Jonghyun. Nos vemos —dijo, dirigiéndome al auto con su mano en la parte baja de mi espalda. No pensé dos veces en eso, ya que así es como siempre solíamos caminar juntos, pero los ojos de Jonghyun se ampliaron un poco ante la vista.

Mmm...

HyeongSeop abrió la puerta para mí, luego giró hacia su lado. Jonghyun todavía se encontraba parado enfrente de nuestro edificio cuando nos fuimos. Froté mis manos frente al calefactor y le sonreí a HyeongSeop mientras conducía a través del tráfico.

—Entonces, ¿a dónde nos dirigimos?

**

Nos acomodamos en el elegante bar que él había elegido. Parecía muy HyeongSeop : chic y sofisticado, y mezclado con oculta sexualidad. Las banquetas de cuero rojo oscuro, finamente acolchadas y frescas, nos resguardaban mientras nos poníamos al día y comenzábamos el proceso de volver a conocernos después de tantos años separados.

Mientras esperábamos que llegara el mesero, estudié su rostro. Todavía lucía igual: pelo negro muy corto, ojos intensos, y una figura delgada doblada sobre sí misma como la de un gato. La edad sólo había mejorado su buena apariencia, y sus vaqueros cuidadosamente rotos y el suéter de cachemira negro se aferraban a un cuerpo que podía ver que se encontraba en buena forma. HyeongSeop había sido un modelo y luego de esa etapa un escalador, incansable en la persecución del deporte. Veía cada roca, cada montaña como un obstáculo que superar, algo que conquistar.

Había ido a escalar con él unas veces hacia el final de nuestra relación, a pesar de que me ponían nerviosos las alturas. Pero verlo a él escalar, ver los músculos fibrosos estirarse y manipular su cuerpo en posiciones que parecían no naturales, era una experiencia embriagadora, y me había abalanzado sobre él aquellas noches en la tienda como un hombre poseído. 

—¿En qué estás pensando? preguntó, interrumpiendo mis pensamientos.

—Pensaba en lo mucho que solías escalar. ¿Es algo que todavía haces?

—Lo es, pero no tengo demasiado tiempo libre como antes. Me mantienen bastante ocupado en la firma. Intento ir al Parque Big Basin tanto como puedo —agregó, sonriendo mientras nuestra camarera se acercaba.

—¿Qué puedo servirles? —preguntó, colocando servilletas frente de nosotros.

—Él pedirá un Martini con vodka seco, tres aceitunas, y para mí trae tres dedos de whisky Macallan —respondió él. La camarera asintió y se fue para llenar nuestra óden.

Lo estudié mientras se sentaba de nuevo, y luego volvía su mirada hacia mí.

—Oh, Kibum, lo siento. ¿Es esa todavía tu bebida?

Entrecerré los ojos hacia él.

—Da la casualidad de que sí. Pero, ¿qué pasa si no quiero eso esta noche? —respondí remilgadamente.

—Mi error. Por supuesto, ¿qué querías para beber? —Le hizo un gesto a la camarera para que se acercara de vuelta.

—Pediré un Martini con vodka seco con tres aceitunas, por favor —le dije con un guiño.

Ella parecía confundida.

HyeongSeop rió en voz alta, y ella se alejó, sacudiendo la cabeza.

—Touché, Kibum. Touché —dijo, estudiándome otra vez.

—Entonces, dime qué has estado haciendo en los últimos años. —Puse los codos sobre la mesa y la barbilla en las manos.

—Mmm, ¿cómo encapsular años en unas pocas oraciones? Terminé la escuela de leyes, me uní a la firma aquí en la ciudad, y trabajé como un perro por dos años. Me alivié un poco, sólo alrededor de sesenta y cinco horas por semana ahora, y es lindo ver la luz del sol otra vez, lo admito. —Sonrió y no pude evitar devolverle la sonrisa—. Y por supuesto trabajar tanto me deja muy poco tiempo para una vida social, así que fue suerte ciega haberte visto en la beneficencia el mes pasado —terminó, inclinándose hacia adelante sobre sus codos al mismo tiempo. 

Heechul asistía a muchos eventos sociales alrededor de la ciudad, y yo lo acompañaba en ocaciones. Son buenos para los negocios. Debería haber sabido que eventualmente me encontraría con HyeongSeop en uno de esos.

—Entonces me viste, pero no viniste a hablarme. Y ahora estás aquí, semanas después, pidiéndome que trabaje en tu condominio. ¿Por qué es eso, exactamente? —Acepté mi bebida cuando llegó y le di un largo trago.

—Quería hablar contigo, créeme. Pero no podía. Había pasado mucho tiempo. Luego me di cuenta que trabajabas para Heechul, a quien me había recomendado un amigo, y pensé, 'qué perfecto'. —Inclinó su copa hacia la mía para un tintineo.

Hice una pausa por un momento, luego le correspondí el tintineo. 

—Así que, ¿hablabas en serio sobre trabajar conmigo? Esto no es una especie de truco para meterme en tu cama, ¿o sí?

Él me miró uniformemente.

—Aún tan directo como siempre, ya veo. Pero no, esto es profesional. No me gustó la manera en que dejamos las cosas, es cierto, pero acepté tu decisión. Y ahora aquí estamos. Necesitaba un decorador. Tú eres un decorador. Funciona bien, ¿no lo crees?

—Diseñador—dije suavemente.

—¿Qué es eso?

—Diseñador—dije, más fuerte esta vez—. Soy un diseñador de interiores, no un decorador. Hay una diferencia, Señor Fiscal. —Tomé otro sorbo.

—Por supuesto, por supuesto —respondió él, haciéndole señas a la camarera.

Sorprendido, bajé la mirada para encontrar mi copa vacía.

—¿Quieres otra? —preguntó, y yo asentí.

Mientras charlábamos por la siguiente hora, también comenzamos a discutir lo que necesitaba en su nuevo hogar. Heechul había tenido razón. Él casi me pedía que le diseñara todo el lugar, desde las áreas de alfombras hasta los accesorios de iluminación y todo en medio. Sería una gran comisión, y él incluso había aceptado dejarme fotografiarlo para una revista local de diseño a la que Heechul había estado queriendo que me presentara. Heechul venía de una familia adinerada— y sabía que ellos estarían pagando la cuenta por la mayoría de todo esto. Los jóvenes abogados no ganaban tanto como para cubrir el tipo de casa que tenía. Pero los fondos del fideicomiso te dejan vivir, y él tenía grandes de esos. 

Una de las ventajas de salir con él en la universidad había sido que podíamos tener citas de verdad, reales, no sólo salidas a comer baratas todo el tiempo.

Había disfrutado ese aspecto de estar con él. No voy a mentir.

Y disfrutaría ese aspecto de este proyecto. ¿Un presupuesto básicamente ilimitado? No podía esperar a comenzar.

Al final, fue una noche agradable. Al igual que con todos los viejos amores, había una sensación de conocimiento, una nostalgia que sólo puedes compartir con alguien a quien has conocido íntimamente —especialmente a esa edad cuando todavía estás en formación. Fue genial verlo otra vez. HyeongSeop tiene una personalidad muy fuerte, intensa y confidente, y me recordó por qué había estado atraído a él en primer lugar. Reímos y nos contamos historias sobre cosas que habíamos hecho como pareja, y estuve aliviado de descubrir que su encanto permanecía. Nos llevaríamos bastante bien en un entorno social. No había nada de la incomodidad que podría haber acompañado esto.

A medida que la noche terminaba y me llevaba a casa, hizo la pregunta que sabía que había estado muriendo por hacer. Detuvo el auto en el frente de mi edificio y se giró hacia mí.

—Entonces, ¿estás viendo a alguien? —preguntó rápidamente.

—No, no lo estoy. Y esa es apenas una pregunta que un cliente me haría —bromeé y miré hacia mi edificio. Podía ver a Clive sentado en la ventana del frente en su postura usual, y sonreí. Era bueno tener a alguien esperando por mí. No pude detenerme antes de mirar a la siguiente puerta para ver si había luz en el departamento de Jonghyun, y tampoco pude evitar que mi estómago diera un pequeño salto cuando vi su sombra en la pared y la luz azul de su televisión.

—Bueno, como tu cliente, me abstendré de hacer esa clase de preguntas en el futuro, Señorito Kim. —Se rió entre dientes.

Me di la vuelta para enfrentarlo.

—Está bien, Seop. Pasamos la relación diseñador/cliente un largo tiempo atrás. —Me sentí triunfante cuando vi el rubor tallar una grieta en su fachada cuidadosa.

—Creo que esto va a ser divertido. —Guiñó el ojo, y fue mi turno de reír.

—De acuerdo, puedes llamarme mañana a la oficina, y nos pondremos en marcha. Voy a despellejarte, amigo, prepárate para trabajar esa tarjeta de crédito —me burlé mientras salía del auto.

—Oh, infiernos, estoy contando con ello. —Volvió a guiñarme y me saludó con la mano en despedida.

Esperó hasta que estuve adentro, así que le devolví el saludo mientras la puerta se cerraba. Me puse feliz de ver que podía controlarme con él. Arriba, mientras giraba la llave en mi cerradura creí oír algo. Miré por encima de mi hombro, y no había nada allí. Clive me llamó desde adentro, así que sonreí y entré, agarrándolo y susurrándole suavemente al oído mientras me daba un pequeño abrazo de gato con sus grandes patas alrededor de mi cuello.

***

La tarde siguiente, estiraba la masa para el pastel cuando llegó el mensaje de Jonghyun.

J: Ven cuando quieras. Comenzaré a cocinar una vez que estés aquí.

Yo: Todavía estoy trabajando en el pastel, pero terminaré pronto.

J: ¿Necesitas ayuda?

Yo: ¿Cómo te llevas con pelar manzanas?

Lo siguiente que oí fue un llamado a la puerta. Caminé hacia allí, las manos cubiertas de harina, y abrí la puerta con el codo.

—Bueno, hola —dije, sosteniendo la puerta con el pie. 

—Esto luce como el final de Scarface —observó, levantando la mano para tocar mi nariz y me mostró la harina en el extremo.

—Tiendo a perder el control cuando hay masa de pastel involucrada —dije mientras cerraba la puerta.

—Debidamente anotado. Esa es buena información —respondió, batiendo mi mano mientras intentaba golpearlo.

Él me dio un buen vistazo entonces, sus ojos bajando de mi rostro y viajando a través de mi cuerpo.

—Mmm, no bromeabas acerca del delantal, no sé cuánto tiempo seré capaz de estar aquí sin intentar agarrarte el trasero.

—Métete allí y agarra una manzana, amigo —dije y caminé hacia la cocina, añadiendo un poco de contoneo extra a mis caderas. Lo oí suspirar ruidosamente. 

Bajé la mirada a mi atuendo, notando mi camiseta sin mangas, los vaqueros viejos, los pies descalzos, y el delantal de chef.

—Ahora, cuando dijiste, 'agarra una manzana', ¿a qué te referías, exactamente? —preguntó desde la cocina donde había comenzado a sacarse el suéter.

Sacudí la cabeza ante la vista de Jonghyun en una camiseta negra y vaqueros desgastados. Usaba medias otra vez, y me maravillé de lo a gusto que parecía en mi cocina.

Di la vuelta a la encimera de la cocina y agarré el palo de amasar. 

—Ya sabes, no pensaré dos veces antes de golpearte en la cabeza con esto si sigues este acoso sexual —le advertí, pasando mi mano arriba y abajo del rodillo sugestivamente.

—Voy a tener que pedirte que no hagas eso si hablas en serio acerca de pelar manzanas —dijo, los ojos ampliándose.

—Jamás bromeo sobre el pastel, Jonghyun. —Rocié un poco más de harina sobre el mármol.

Permaneció en silencio mientras me observaba palmear la masa del pastel, respirando a través de la boca.

—Entonces, ¿qué vas a hacer con eso? —preguntó, con voz baja.

—¿Con esto? —pregunté, inclinándome sobre la mesa y tal vez arqueandoun poco la espalda mientras lo hacía.

—Aaa-jaam —respondió.

—Voy a estirar la tapa. ¿Ves, así? —bromeé otra vez, empujando el palo ida y vuelta sobre la masa, asegurándome de estar arqueando la espalda cada vez.

—Oh, Dios —susurró, y le sonreí con picardía.

—¿Vas a estar bien allí, grandote? Esta es sólo la tapa superior, todavía tengo que trabajar en mi inferior —dije por encima del hombro.

Sus manos se aferraron al borde de la encimera.

—Manzanas. Manzanas. Voy a pelar algunas manzanas —Se dijo a sí mismo y se dio la vuelta hacia el colador lleno de manzanas en el fregadero.

—Déjame que te de el pelador —dije, yendo detrás de él y presionándome contra su cuerpo mientras me acurrucaba a su lado para agarrar el pelador de vegetales del otro fregadero. Esto era divertido.

—Pelando manzanas, sólo pelando manzanas. No sentí tu pene. No, no, yo no —cantó mientras yo me reía abiertamente de él.

—Aquí, pela esto —dije, teniendo compasión de él y alejándome de su espacio. Puede que haya olido su camiseta.

—¿Me acabas de oler? —preguntó, de espaldas.

—Puede ser —admití, volviendo a mi palo de amasar, el cual apreté con fuerza.

—Eso creí.

—Oye, si tú puedes oler, yo puedo oler —espeté en respuesta, sacando mi frustración sexual en un inofensivo Pâte Brisée. (Masa quebrada en Frances)

—Muy justo. Entonces, ¿qué puntaje tengo?

—Bueno. Muy bueno, en realidad. ¿Suavizante Downy? 

—Bounce. Perdí mi dispensador de Downy —confesó.

Reí, y seguimos amasando y pelando. Al cabo de 15 minutos, tuvimos un tazón lleno de manzanas peladas y cortadas en rodajas, una tapa de tarta perfectamente enrollada, y ambos habíamos terminado nuestra primera copa de vino.

—Bien, ¿qué sigue? —preguntó él, limpiando la harina y ordenando.

—Ahora condimentamos las cosas y añadimos un poco de cítricos —respondí, alineando la canela y la nuez moscada, el tazón de azúcar y un limón.

—Bien, ¿dónde me quieres? —preguntó él, teniendo cuidado de mostrarme sus manos, ahora cubiertas de harina.

Visiones corrieron a través de mi mente, y tuve que tragarme una invitación de mostrarle exactamente dónde lo quería. 

—Primero quítate el polvo, y luego podremos comenzar. Puedes ser mi asistente.

Miró alrededor en busca de un repasador, y yo me di la vuelta para buscar el que sabía que había dejado del otro lado. Ya había comenzado a ir por él en la encimera cuando sentí dos manos muy fuertes y muy específicamente posadas en mi trasero.

—Um, ¿hola? —dije, congelándome en el lugar.

—Hola —respondió alegremente, sin alejar las manos.

—Explícate, por favor —ordené, intentando no darme cuenta de cómo mi corazón intentaba salir de mi cuerpo a través de la boca.

—Me dijiste que encontrara algo con lo que limpiarme las manos —tartamudeó, intentando con fuerza no reírse mientras le daba a cada cachete un pequeño apretón.

—¿Y por eso entendiste mi trasero? —Me reí en respuesta y me di la vuelta para enfrentarlo, sacando sus manos con las mías.

—¿Qué puedo decir? Me tomo libertades con mis vecinos —respondió, sus ojos yendo ahora de mis ojos a mis labios.

—Tenemos una tarta que hacer, señor. Le agradecería que recordara sus modales. Nadie toca mi trasero sin una invitación. —Me reí, aún sosteniendo sus manos. Sentí su pulgar trazar pequeños círculos en la parte interna de mi palma, y mi cabeza se puso mareada. Este chico iba a ser mi muerte—. Ve allí, manitascalientes, y compórtate —le instruí.

Sonrió y se dio la vuelta, lo que me dio la oportunidad de murmurar: "Oh Señor Jesús" a nadie en particular antes de encontrarme con él de vuelta en el cuenco de manzanas.

—Bien, tú haces lo que te diga, ¿entendido? —dije, echando azúcar en el tazón.

—Entendido.

Comencé a sacudir las manzanas con mis manos y Jonghyun siguió mis instrucciones al pie de la letra. Cuando le pedí más azúcar, lo hizo. Cuando le pedí más canela, obedeció. Cuando le pedí que exprimiera el limón, lo hizo tan bien que tuve problemas manteniendo mi lengua en la boca y fuera de su garganta.

Agarré una y la probé, cuando finalmente estuvieron bien, levanté una punta a su boca.

—Ábrela —dije, y se inclinó.

Puse una manzana en su lengua, y él cerró la boca antes de que tuviera la oportunidad de sacar mis dedos. Dejó que sus labios se cerraran alrededor de dos, y yo lentamente los retiré, sintiendo su lengua envolverse alrededor de ellos delicada y deliberadamente.

—Delicioso —dijo en voz baja.

—Gah —respondí, los ojos cruzándose un poco ante el sexo en dos patas que se mostraba frente a mí.

Él mordió.

—Dulce. Dulce, Kibum.

—Gah —manejé de nuevo. Cerebro sabía que esto era malo. Corazón latía fuera de nuestro pecho.

—¿Bueno para ti? —preguntó, esa sonrisa conocedora pisando peligrosamente cerca del territorio de la sonrisa de satisfacción.

—Bueno para mí —respondí, en fuego después de la lamida de dedos. 

Estúpida tregua, estúpido harén. ¿A quién le importaba si no había un O real? 

Necesitaba estar en contacto con este hombre de la peor manera.

Mi pared sexual había sido golpeada, y cuando me preparaba para arrancarle la ropa de su cuerpo, tirarlo al suelo y montarlo en medio de una pila de manzanas y canela sólo con un rodillo para guiarnos, mi teléfono sonó.

Gracias, Jesús.

Miré al demonio y me lancé al otro lado de la habitación, lejos del vudú revuelve cerebros. Vi su cara mientras corría, y se veía un poco decepcionado. 

—Chico, ¿qué vas a hacer esta noche? —gritó Taemin en el teléfono. Lo sostuve lejos de mi oreja antes que la hemorragia comenzara. Taemin tenía tres niveles de sonido: Alto Normal, Alto Emocionado, y Alto Borracho. Dejaba el Emocionado e iba en camino al Borracho.

—Me estoy preparando para cenar. ¿Dónde estás? —pregunté, asintiéndole a Jonghyun que había comenzado a verter las manzanas en el molde del pastel.

—Salí a beber con Woohyun. ¿Qué estás haciendo? —gritó.

—Te acabo de decir, ¡preparándome para cenar! —me reí.

Jonghyun vino a la sala de estar con el pastel en sus manos.

—¿Debería poner esto en el horno? —preguntó.

—Espera, Tae. Aún no, necesito pasarle un poco de crema —le dije, y él se metió de nuevo en la cocina.

—¡Kim Kibum, ese era un hombre! ¿Quién era? ¿Con quién vas a cenar? ¿Y a qué le estás pasando crema? —me replicó, su voz cada vez más fuerte.

—Cálmate. ¡Dios mío, eres escandaloso! Voy a cenar con Jonghyum, y estamos 

haciendo un pastel de manzana —le expliqué, lo cual ella inmediatamente le gritó a Woohyun.

—Mierda —murmuré cuando escuché el teléfono ser tirado lejos de Taemin.

—Kim, ¿qué estás haciendo? ¿Estás haciendo pasteles con tu vecino? 

¿Estás desnudo? —gritó Woohyun, tomando su turno para molestarme.

—De acuerdo, no, y ustedes necesitan calmarse. Voy a colgar ahora —grité sobre él. Podía escuchar a Taemin gritar cosas sucias sobre pasteles y crema. Woohyun me amenazaba para que no le cuelgue, cuando lo hice.

Suspiré y fui a encontrar a Jonghyun, con sus manos llenas de pastel. Aspiré a mí pesar

Notas finales:

Esté capítulo era mas largo pero no me dejó subirlo completo así que lo tuve que cortar, en el siguiente capítulo (la continuación de esté ) Key va para casa de Jonghyun a comer... ;) xD con 5 rws subo el proximo capítulo.

Gracias por leer, y disculpen si encuentran algún error. <3


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