Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Azota paredes. por Shawolx3

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—¡Oh, Dios!

Golpe.

—Oh, Dios.

Golpe, golpe. 

Me movía a lo largo de la cama con la fuerza de sus embestidas. Se impulsaba dentro de mí con una fuerza inquebrantable, dándome exactamente lo que podía soportar, luego empujándome un poco más allá del borde. Me miró, rígido, destellando una sonrisa de conocimiento. Cerré los ojos, permitiéndome sentir cuán profundamente se encontraba. Y por profunda, me refería profundamente…

Agarró mis manos y las llevó sobre mi cabeza, hasta la cabecera.

—Vas a querer agarrarte fuerte para esto —susurró y puso una de mis piernas sobre su hombro mientras alteraba el ritmo de sus caderas. 

—¡Jonghyun! —chillé, sintiendo un espasmo atravesar mi cuerpo. Sus ojos, esos detestables ojos marrones, se encontraba con los míos mientras me sacudía a su alrededor. 

—¡Mmm, Jonghyun! —grité de nuevo. Y me desperté enseguida, con los brazos sobre mi cabeza, y mis manos aferrándose fuertemente a la cabecera. 

Cerré los ojos por un momento y forcé mis dedos a abrirse. Cuando miré de nuevo, vi las marcas en mis manos por apretar tan fuerte. 

Me senté. Estaba cubierto de sudor y jadeante. De verdad jadeaba. Encontré las sabanas en un lío a los pies de la cama, con Clive enterrado debajo, sólo su nariz asomándose. 

—Oh, Clive, ¿te estás escondiendo?

—Miau —respondió enojadamente, y un pequeño rostro siguió la nariz de gatito.

—Puedes salir, tonto. Papá dejó de gritar. Creo. —Me reí. Pasando una mano por mí húmedo cabello.

Sudé todo mi pijama, así que me incorporé y me puse sobre la ventila de aire acondicionado, refrescándome y comenzando a calmarme.

—Eso estuvo cerca, ¿eh, O? —Hice una mueca, juntando las piernas y sintiendo un para nada desagradable dolor entre mis muslos. 

Desde la noche en que Jonghyun y yo nos “conocimos” en el pasillo, no había podido dejar de soñar con él. No quería, en serio no quería, pero mi mente tomaba inconscientemente el mando y hacía lo que quería con él por las noches. Mi cuerpo y cerebro tenían una disputa, ya que mi cerebro sabía que esto no saldría bien mientras que él Kibum de más abajo no se sentía muy seguro de qué pensar…

Clive pasó junto a mí y corrió hacia la cocina para hacer el pequeño baile junto a su tazón. 

—Ya, ya, ya, cálmate —gruñí mientras se enrollaba a sí mismo alrededor de mis tobillos. Eché una bola de croquetas en su tazón y puse el café. Me recargué contra el mostrador e intenté recobrarme. Aún respiraba con dificultad.

Ese sueño fue… bueno, fue intenso. Pensé de nuevo en su cuerpo sobre el mío, en la gota de sudor cayendo de su nariz a mi pecho. Cuando se inclinó, moviendo su lengua a lo largo de mi estómago, por mi pecho, y luego…

¡Ping! ¡Ping! 

El Sr. Café me sacó de mis descarados pensamientos, y me sentí agradecido. 

Podía sentir la excitación recorriéndome de nuevo. ¿Esto va a ser un problema?

Vertí café en una taza, pelé un plátano, y miré por la ventana. Ignoré mi compulsión para amasar el plátano y lo introduje en mi boca. ¡Oh, dulce Cristo, el empuje! El pensamiento se dirigió rápidamente hacia el sur. Y por el sur me refería a…

Me golpeé en el rostro y obligué a mi mente a pensar en algo además del gigoló con el que compartía pared actualmente. Cosas vanas, cosas inocuas. 

Cachorritos… Estilo perrito.

Conos de helado… Lamiendo su cono y dos bolas.

Juegos de niños… Maldición,… ¡Está bien, suficiente! Ni siquiera lo estás intentando. 

Mientras me duchaba canté The Star Spangled Banner una y otra vez para evitar que mis manos hicieran algo más que limpiarme. Necesitaba recordar lo gilipollas que era, no cómo se veía en solo una sábana y una sonrisa. Cerré los ojos y me incliné contra la pared de la ducha, recordando esa noche otra vez. Una vez que paré de mirar a su, bueno, lo que se hallaba debajo la sábana, abrí la boca para hablar:

 

—Mira, hombre, ¿tienes alguna idea de lo ruidoso que eres? ¡Necesito dormir! ¡Si tengo que escucharte una noche más, un minuto más, de hecho, a ti y a tu harén golpeando mi pared, voy a enloquecer!

Grité para liberar toda la tensión que tendría, podría tener, y que debería haber sido liberada con Clooney. 

—Cálmate. No puede ser tan malo. Estas paredes son bastante gruesas. —Sonrió, golpeando con un puño el marco de la puerta, tratando de utilizar su encanto. Obviamente, estaba acostumbrado a conseguir lo que quería. Y con abdominales como esos, podía ver por qué.

Sacudí la cabeza para concentrarme.

—¿Estás loco? Las paredes no son ni de cerca tan gruesas como tu cabeza. ¡Puedo oírlo todo! ¡Cada azote, cada maullido, cada risita, y ya he tenido suficiente! ¡Esta mierda termina ahora! —chillé, sintiendo mi cara arder de furia. Incluso utilicé las comillas en el aire para enfatizar, azote, maullido y risita. 

Mientras hablaba de su harén, cambió de marcha de encantar a reprender. 

—¡Oye, eso es suficiente! —replicó—. Lo que haga en mi casa es asunto mío. ¡Lo siento si te molesté, pero no puedes sólo venir aquí en medio de la noche y preceptuar de lo que puedo y no puedo hacer! No me ves atravesando el pasillo y golpeando tu puerta.

—No, sólo golpeas mi maldita pared. Compartimos la pared del dormitorio. Estás justo al lado mío cuando estoy intentando dormir. Ten algo de cortesía.

—Bueno, ¿cómo es que puedes escucharme y yo no? Espera, espera, no hay nadie golpeando tus paredes, ¿cierto?

Sonrió con suficiencia, y sentí el color drenarse de mi rostro. Crucé los brazos apretadamente por mi pecho, y mientras bajaba la mirada, recordé lo que usaba.

Un camisón viejo y un bóxer rosado. Qué manera de establecer credibilidad.

Mientras echaba chispas, sus ojos viajaron a lo largo de mi cuerpo descaradamente, asimilando el rosado  y la forma en que mi cadera sobresalía cuando golpeaba mi pie furiosamente.

Finalmente, sus ojos subieron y encontró mi mirada, sin temor. Luego con un brillo en esos ojos profundos, me dio un guiño.

Vi rojo. —¡Oooohhh! —grité y cerré de golpe la puerta al volver a mi apartamento.

Ahora, totalmente mortificado, dejé el agua lavar mi frustración. No lo había visto desde entonces, pero ¿y si lo hiciera? Golpeé mi cabeza contra los azulejos.

 

Cuando abrí la puerta del frente cuarenta y cinco minutos después, me despedí de Clive por encima del hombro y recé silenciosamente para que no hubiera alguna chica del harén en el pasillo. Todo despejado. 

Me puse los lentes de sol mientras atravesaba la puerta del edificio, apenas notando el Range Rover. Y por apenas, me refería a que apenas noté que Rover rimaba con sobre, como inclinarme sobre la silla en mí sala y…

¡Kim Kibum! 

Podría tener un problema aquí. 

* * *

Esa tarde, Heechul metió su cabeza dentro de mi oficina. —Toc, toc —dijo, sonriendo.

—¡Hola! ¿Qué sucede? —Me recosté contra la silla. 

—Pregúntame sobre la casa en Gangnam.

—Hola, Hee, ¿cómo está la casa en Gangnam? —pregunté, rodando los ojos. 

—Terminada —susurró y lanzó los brazos al aire.

—¡No! —susurré en respuesta. 

—¡Total, completa y absolutamente terminada! —chilló y se sentó frente a mí.

Extendí el puño por encima del escritorio.

—Esas son buenas noticias. Tenemos que celebrar. —Metí la mano en un cajón. 

—Kibum, si sacas una botella de whisky, voy a tener que hablar con recursos humanos —advirtió, sonriendo juguetonamente. 

—Primero que todo, tú eres de recursos humanos. Y segundo: ¡Como si pudiera tener whisky en mi oficina! Claramente, tengo una botella atada a mí muslo. —Reí, sacando un dulce. 

—Bien. Sandía. Mi favorito —dijo mientras lo desenvolvíamos y comenzábamos a chupar. 

—Así que, cuéntame —incité.

Heechul me había preguntado mientras le daba los toques finales a la casa que él  y Siwon renovaban, y sabía que era justo el tipo de casa con la que llevaba soñando por años. Como Heechul, sería cálida, atractiva, elegante y llena de luz.

Hablamos del trabajo por un rato, y luego me dejó volver a trabajar.

—Por cierto, la inauguración de la casa es el próximo fin de semana. Tú y tu combo están invitados —dijo de camino a la puerta.

—¿Acabas de decir combo? —pregunté.

—Podría haberlo hecho. ¿Estás dentro?

—Suena genial. ¿Podemos llevar algo y mirar fijamente a tu prometido?

—No te atrevas, y no esperaría menos —contraatacó. 

Sonreí, volviendo al trabajo. ¿Fiesta en Gangnam? Parecía prometedor.

* * *

—No tienes un enamoramiento por él, ¿cierto? Ya sabes, ¿cuántos sueños has tenido sobre él? —preguntó Taemin, succionando su pajilla. 

—¿Un enamoramiento? ¡No, es un gilipollas! Por qué habría de…

—Claro que no. ¿Quién sabe dónde ha estado esa polla? Kibum nunca lo haría con él —respondió Woohyun por mí, acomodando su flequillo e impresionando una mesa de hombres de negocios que la habían estado mirando desde que entró. Nos encontramos para almorzar en nuestro pequeño restaurante favorito. 

Taemin se recostó en su silla y soltó una risita, pateándome bajo la mesa. 

—Vete al diablo, mocoso. —Lo miré duramente, sonrojándome furiosamente.

—¡Sí, vete al diablo, mocoso! Kibum sabe que no debe… —Woohyun se rió hasta apagarse totalmente, se quitó los lentes de sol y me miró.

El chelista y él  mocoso me miraron fijamente. Uno se rió y el otra maldijo.

—Ah, por Dios, Kibum, no me digas que te estás enamorando de ese tipo. 

Ay, no, lo estás, ¿no es cierto? —Woohyun resopló mientras el camarero dejaba una 

botella de agua mineral en la mesa. El camarero lo miró fijamente mientras Woohyun pasaba los dedos por su cabello, y lo despedía con un guiño cuidadosamente dirigido. Sabía cómo lo miraban los hombres, y era divertido verlo hacerlos retorcerse. 

Taemin era diferente. Era tan menudo y lindo que los hombres se sentían atraídos inicialmente por su encanto innato. Luego lo veían en serio y se daban cuenta de cuán  hermoso era. Algo sobre él hacía que los hombres quisieran cuidar de él, protegerlo, hasta que lo llevaban a la habitación. O eso me contaron. 

Locolandia era…

 

Me habían dicho que yo era lindo, y algunos días lo creía. En un buen día, sabía que podía serlo. Nunca me sentía tan sexy como Woohyun o tan perfectamente bien conmigo mismo como Taemin, pero mejoré mucho. Sabía que cuando salíamos los tres podíamos causar una escena, y hasta hace poco, lo usábamos a nuestro favor. 

Cada uno tenía distintos gustos, lo que era bueno. Casi nunca íbamos por el mismo chico. 

Woohyun era muy exigente. Le gustaban los hombres altos, delgados y lindos. 

No le gustaban muy altos, pero más altos que él. Quería que fuesen educados e inteligentes, y preferiblemente con cabello rubio. Era su verdadera debilidad. 

También tenía este fetiche por el acento sureño. En serio, si un chico lo llamaba “dulzura”, se mojaba. Lo sabía de primera mano porque lo molesté una noche cuando andaba algo borracho usando mi mejor acento de sureño. Tuve que alejarlo el resto de la noche. Él afirmaba que era la universidad, que quería experimentar.

Taemin, por otro lado, era exigente, pero no con un aspecto específico. Iba por el tamaño. Le gustaban los hombres grandes, altos y fuertes. Le encantaba cuando tenían que alzarlo para besarlo. Le gustaban un poco sarcásticos y odiaba la condescendencia. Debido a su estatura, tenía la tendencia de atraer a los tipos que querían “protegerlo”. Pero mi amigo llevaba yendo a clases de karate desde que era niño, y no necesitaba la protección de nadie. 

Yo era más difícil, pero lo reconocería cuando lo viera. Al igual que la corte suprema y la pornografía, era consciente. Sí, tendía a ir por los chicos que les gustaban las actividades al aire libre, que fuesen salvavidas, buzos, escaladores. 

Me gustaban con un buen corte, pero un poco desaliñados, caballerosos con un toque de chico malo, y con suficiente dinero para que no tuviera que jugar a hacer de papá (mamá). Pasé un verano con un surfista bastante sexy que no podía pagar su propia mantequilla de maní. Ni siquiera los ininterrumpidos orgasmos de Micah pudieron salvarlo cuando me di cuenta de que estuvo usando mi tarjeta de crédito para pagar la cera de su tabla de surf. Y su cuenta de celular. Y un viaje a Fiji al que no fui ni si quiera fui invitado. Desaparece, surfista, desaparece.

Aunque pude haber tomado uno más para el camino antes de que se fuera. 

Ah, los días antes de que O se fuera. Orgasmos ininterrumpidos. Suspiré.

—Así que, espera un minuto, ¿lo has visto desde el encuentro en el pasillo? —preguntó Woohyun después de que ordenáramos y sacara los pensamientos del surfista de mi cabeza. 

—No —gruñí.

Taemin me dio una palmadita el brazo tranquilizadoramente. —Es lindo, ¿cierto?

 

—¡Maldición, sí! Demasiado lindo para su propio bien. ¡Es todo un gilipollas! —Golpeé la mesa con la mano tan fuerte que hice que los cubiertos rebotaran. Woohyun y Taemin intercambiaron una mirada, y les enseñé el dedo medio.

—¡Y a la mañana siguiente, se encontraba con Purina en el pasillo, besándola! ¡Es como una enfermiza y retorcida ciudad orgásmica, y no quiero ser parte de ella! —dije, masticando furiosamente mi lechuga después de contarles la historia por tercera vez.

—No puedo creer que Heechul no te advirtiera sobre este chico —murmuró Woohyun, moviendo los trocitos de pan alrededor de su plato. Ya no comía pan, aterrado de los dos kilos que afirmaba haber ganado en el año anterior. Exageraba, pero no tenía sentido discutir con Woohyun cuando se proponía algo. 

—No, no, dice que no conoce a este chico —informé—. Debe haberse mudado después de la última vez que estuvo ahí. Ya saben, él ni siquiera se quedaba allí. Sólo conservaron el apartamento para tener un lugar donde quedarse en la ciudad. De acuerdo con los vecinos, él solo ha estado en el edificio un año más o menos. Y viaja todo el tiempo. —Mientras hablaba, me di cuenta de que recopilé un buen expediente de este tipo. 

—Entonces, ¿ha estado golpeando tu pared toda esta semana? —preguntó Woohyun.

—De hecho, ha estado relativamente silencioso. O de verdad me escuchó y está siendo buen vecino, o su polla finalmente se fracturó y ha estado con atención médica —dije, un poco demasiado fuerte. Los empresarios debían haber estado escuchando muy de cerca, ya que todos se atragantaron un poco justo en ese momento y se removieron en sus asientos, probablemente cruzando las piernas con inconsciente simpatía. Nos reímos y continuamos nuestro almuerzo. 

—Hablando de Heechul, están invitados a su casa el próximo fin de semana para la fiesta de inauguración —les informé. 

Los dos se abanicaron a sí mismos. Siwon era el único hombre por el que todos tuvimos un flechazo. Cada vez que atiborrábamos a Heechul con suficiente licor, le confesábamos nuestro enamoramiento y lo hacíamos contarnos historias sobre él. Si teníamos suerte y nos la arreglábamos para darle un martini extra… 

—Genial. ¿Por qué no pasamos y nos arreglamos en tu casa, como en los viejos tiempos? —chilló Taemin mientras Woohyun y yo nos tapábamos los oídos.

—Sí, sí, está bien, pero no más chillidos o dejaremos tu trasero con la cuenta—dijo Woohyun al tiempo que Taemin se acomodaba en su silla, sus ojos brillantes.

 

Después de almorzar, Taemin caminó hacia su siguiente cita a la vuelta de la esquina, y Woohyun y yo compartimos un taxi.

—Con que tienes sueños traviesos con tu vecino. Cuéntame —comenzó, para el gran deleite del taxista.

—Ojos en la calle, señor —instruí al sorprenderlo mirándonos por el espejo retrovisor.

Pensé en los sueños que me visitaron cada noche durante toda la semana pasada. Por otro lado, mi frustración sexual aumentó a un punto crítico. Cuando podía ignorar a O, me sentía bien. Ahora que lidiaba con sueños de Jonghyun cada noche, la ausencia de O era aún más pronunciada.

Clive optaba por dormir en la parte superior del vestidor ahora, sintiéndose más seguro que junto a mis piernas agitándose.

—¿Los sueños? ¡Los sueños son buenos, pero él es todo un cabrón! —exclamé, golpeando la puerta con mi puño. 

—Lo sé. Es lo que sigues diciendo —agregó, mirándome cuidadosamente.

—¿Qué? ¿Qué significa esa mirada?

—Nada. Solo estoy mirándote. Estás terriblemente excitado por alguien que es un gilipollas —dijo. 

—Lo sé. —Suspiré, mirando por la ventana. 

* * *

—Me estás empujando.

—No lo estoy haciendo.

—En serio, ¿qué diablos hay en tu bolsillo, diablito? ¿Estás empacando? —exclamó Woohyun, alejando su cabeza mientras Taemin presionaba el rizador en su pelo.

Sonreí desde mi lugar en la cama, atando las cuerdas de mis zapatos. A Taemin le gustaba imaginar que tenía un título en belleza, y si pudiese haber abierto una tienda de belleza en su dormitorio, lo habría pensado cuidadosamente. 

Taemin sacó un cepillo de su bolsillo y se lo mostró a Woohyun antes de comenzar a bromear. Sí, con un cepillo.

Estábamos haciendo una pre-fiesta como las que hacíamos en Berkley, incluso teníamos daiquiris helados. A pesar de que subimos de categoría hasta el buen alcohol y zumo de limón recién exprimido, todavía nos volvía un poco hiperactivos y alegremente despreocupados.

—¡Vamos, vamos, nunca se sabe a quién podrías conocer esta noche! No quieres conocer a tu Príncipe Azul con el pelo liso, ¿verdad? —razonó Taemin mientras obligaba a Woohyun a que se estuviese quieto mientras intentaba hacerle el cabello un poco rizo. No tenías que discutir, sólo dejarlo hacer lo que quisiera. 

—No estoy plano por ningún sitio. Si estos chicos están en exhibición, el Príncipe Azul ni siquiera notará que tengo pelo —murmuró Woohyun, lo que me dio otro ataque de risa. Entonces, sobre nuestra risa, oí voces en el apartamento de al lado. Me levanté de la cama y me acerqué a la pared, donde podía oír mejor. Esta vez, en lugar de sólo Jonghyun, había otras dos voces claramente masculinas. No podía entender lo que decían, pero de repente, Guns N 'Roses llegó a todo volumen a través de las paredes, lo suficientemente alto como para que Woohyun y Taemindejaran de hacer lo que hacían.

—¿Qué demonios es eso? —espetó Woohyun, mirando frenéticamente alrededor de la habitación.

—Supongo que Jonghyun es fan de Guns N 'Roses. —Me encogí de hombros, disfrutando secretamente de Welcome to the Jungle. Me puse una banda en la frente e hice el baile del cangrejo del cantautor de Guns N r15;Roses, Axl, para deleite de Taemin y el deprecio de Woohyun.

—No, no, no. Eso no, idiota —me reprendió Woohyun por encima de la música y tomó otra banda. 

Taemin se carcajeaba mientras Woohyyn y yo teníamos una batalla al estilo Axl. 

Hasta que, por supuesto, los "rizos" de Woohyun empezó a deshacerse. Entonces Taemin arremetió contra él. Woohyun se subió a la cama para alejarse de él, y me uní a él. Saltamos de arriba abajo, ahora gritando las letras de la canción y bailando salvajemente. Taemin finalmente se rindió, y los tres bailamos como locos. 

Empecé a sentir la cama moviéndose debajo de nosotras, y me di cuenta de que estaba golpeando alegremente la pared, la pared de Jonghyun.

—¡Toma eso! ¡Y eso! ¡Y un poco de… eso! Nadie golpea mis paredes, ¿vale? ¡Jajajajaja! —grité alocadamente mientras Taemin y Woohyun me miraban con asombro. 

Woohyun se bajó de la cama, y él y Taemin se agarraron uno a el otro, riéndose mientras golpeaba la pared. Me mecía como si estuviera surfeando, golpeando la pared con la cabecera una y otra vez.

La música se detuvo de repente, y me dejé caer como si me hubieran disparado. Taemin y Woohyun pusieron las manos en la boca de el otro mientras yo me hallaba tumbado en la cama, mordiéndome los nudillos para no reírme. El histerismo en la habitación era como el que sentías cuando te atrapaban cubriendo de papel higiénico la casa de alguien, o riéndote en la parte de atrás de la iglesia. 

No podías parar, y no podías no parar.

 

Golpe, golpe, golpe.

De ninguna manera. ¿Me estaba devolviendo el golpe?

Golpe, golpe, golpe.

Lo hacía…

¡Golpe, golpe, golpe! Le di tan duro como podía. No podía creer que tuviese las pelotas como para tratar de callarme. Oí voces masculinas riéndose.

Golpe, golpe, golpe, y mi temperamento se encendió.

Oh, en serio era un gilipollas…

Miré a los chicos con incredulidad, y saltaron en la cama conmigo.

Golpe, golpe, golpe; seis furiosos puños golpearon el yeso. 

Golpe, golpe, golpe, golpe; se escuchó mucho, mucho más fuerte esta vez. Sus chicos debían haberse sumado a la acción. 

—¡Ríndete, idiota! ¡No hay nada de sexo para ti! —le grité a la pared mientras mis chicos se reían como maníacos.

—Hay toneladas de sexo para mí, hermano. No hay nada para ti —gritó muy claramente a través de la pared.

Levanté los puños para golpear una vez más. Golpe, golpe, golpe, golpe.

¡Golpe, golpe! Un sólo puño contestó, y luego todo quedó en silencio. 

—¡Ooooohhh! —le grité a la pared, y pude escuchar a Jonghyun y sus chicos riéndose. 

Taemin, Woohyun y yo nos miramos con los ojos como platos hasta que oímos un pequeño suspiro detrás de nosotras.

Nos volvimos para ver a Clive sentado en la cómoda. Nos devolvió la mirada, suspiró de nuevo, y procedió a lamerse el trasero.

* * *

—¡El descaro, quiero decir, el descaro enorme de ese tipo! Tiene las pelotas para realmente golpear mi pared, ¿mi pared? Quiero decir, qué…

—Idiota, lo sabemos —dijeron Taemin y Woohyun al unísono mientras yo seguía con mi queja.

—¡Sí, un idiota! —continué, todavía exaltado. Estábamos en el coche de camino a la fiesta de Heechul. El servicio de transporte llegó puntualmente a las ocho y media, y en seguida nos dirigimos al puente.

 

Cuando miré las parpadeantes luces de Gangnam, empecé a calmarme un poco. Me negaba a dejar que ese tipo me molestara. Me encontraba con mis dos mejores amigos, a punto de asistir a la inauguración de una casa fantástica organizada por el mejor jefe del mundo. Y si teníamos suerte, su prometido nos dejaría ver las fotografías de cuando era nadador en la universidad, de la época en que los chicos sólo usaban pequeños trajes de baño. Suspiraríamos y miraríamos indefinidamente hasta que Heechul nos hiciera guardarlas. Y entonces también alejaría a Siwon por el resto de la noche.

—Les digo, tengo un muy buen presentimiento sobre esta noche. Siento que algo ocurrirá —reflexionó Taemin, mirando pensativamente por la ventana. 

—Algo ocurrirá, está bien. Vamos a pasar un buen rato, beber demasiado y probablemente intentaré sacar un poco de sentimiento de Kibum en nuestro viaje a casa —dijo Woohyun, guiñándome un ojo.

—Mmmm, dulce —bromeé, y él me lanzó un beso.

—Oh, ¿olvidarían los dos su romance seudo-maricon? Estoy hablando en serio —continuó, suspirando con la voz de romance literario que utilizaba a veces.

—¿Quién sabe? No sé, pero tal vez conocerás a tu príncipe azul esta noche —susurré, sonriéndole a su esperanzado rostro.

Taemin era sin duda el más romántico de nosotros tres. Era firme en su creencia de que todo el mundo tenía un alma gemela.

Eh… Yo me conformaría con mi O.

Cuando llegamos a la casa de Siwon  y Heechul, coches se hallaban aparcados por todas partes a lo largo de la sinuosa calle y linternas japonesas junto con bolsas de luminaria se alineaban en la propiedad. Como la mayoría de las casas que figuraban en el paisaje montañoso, desde la calle no se veía nada. Nos reímos al entrar por la puerta, y sonreí cuando los chicos contemplaron el artilugio ante nosotros. Vi los planos, pero aún así tenía que dar una vuelta.

—¿Qué clase de jodido carruaje es este? —exclamó Woohyun, y no podía dejar de reír.

Heechul y Siwon diseñaron e instalaron un funicular, básicamente, un ascensor que subía y bajaba por la colina. Muy práctico teniendo en cuenta la cantidad de escaleras que se tenían que usar para llegar a la casa. La ladera de su jardín delantero se hallaba cubierta con jardines en terrazas, bancos y varias decoraciones, todo ingeniosamente dispuesto en caminos empedrados e iluminados con antorchas que bajaban por la colina hasta la casa. Pero para hacer las compras y otros enfoques no tan ociosos, el funicular hacía el viaje mucho más cómodo. 

—¿Querrán los caballeros usar el ascensor o bajar por el camino? —preguntó un asistente, apareciendo desde el otro lado del carruaje.

—Quieres decir, ¿usar esa cosa? —chilló Taemin.

—Claro, para eso se hizo. Vamos —los animé, dando un paso a través de la pequeña puerta que el chico nos abrió en un lado. En verdad, parecía un telesquí, sólo que bajaba por una colina en lugar de ir por el aire.

—Sí, está bien, hagámoslo —dijo Woohyun, subiendo detrás de mí y dejándose caer en el asiento. Taemin se encogió de hombros y lo siguió.

—Habrá alguien al final esperándolos. Disfruten de la fiesta, señoritos. —Sonrió, y nos fuimos.

A medida que bajábamos por la colina, la casa se alzó para recibirnos. Heechul creó un mundo puramente mágico aquí, y como se colocaron grandes ventanas en toda la casa, pudimos ver la fiesta en lo que continuamos nuestro descenso. 

—Guau, hay un montón de gente aquí —señaló Taemin, sus ojos abiertos de par en par. Los sonidos de una banda de jazz en uno de los muchos patios inferiores llegaron tintineando hasta nosotros.

Sentí cómo se me agitaba un poco el estómago en el momento en que el carro se detuvo y otro asistente se acercó a abrir la puerta. Mientras salíamos y nuestros zapatos resonaban por la losa, pude oír la voz de Heechul desde el interior de la casa y sonreí de inmediato.

—¡Chicos! ¡Lo consiguieron! —dijo cuando entramos.

Me giré en el espacio, asimilándolo todo de una vez. La casa era casi como un triángulo ubicado en la colina, empujándose hacia el exterior. Suelos de oscura madera caoba se extendían bajo nosotros, y las limpias líneas de las paredes contrastaban maravillosamente. El gusto de Heechul era moderno y cómodo, y los colores de la casa reflejaban los de las laderas circundantes: cálidos verdes como las hojas, ricos marrones terrosos, cremas suaves y apagadas y toques de azul marino profundo. 

Casi toda la parte posterior de la casa de dos pisos era de cristal, para aprovechar la espectacular vista. La luz de la luna bailaba sobre el agua de la bahía, y a lo lejos se veían las luces de la ciudad de Gangnam.

Las lágrimas brotaron de mis ojos cuando vi la casa que él y Siwon crearon para sí mismos, y al mirarlo, vi la emoción en sus ojos.

—Es perfecta —dije en voz baja, y me abrazó con fuerza.

Woohyun y Taemin expresaron su admiración de forma exagerada a Heechul mientras un camarero nos traía a cada quien una copa de champán. Cuando Heechul se fue para hablar con los demás, los tres nos dirigimos a una de las tantas terrazas para así valorar el lugar. Los camareros pasaban con bandejas, y a medida que comíamos gambas asadas y bebíamos champán, escaneamos la multitud buscando a alguien conocido. Por supuesto, muchos de los clientes de Heechul se encontraban allí, y sabía que sería envuelto en un poco de trabajo esta noche, pero en este momento me sentía contento de comer mi lujosa gamba y escuchar a Woohyun y Taemin medir a los hombres.

—Oooh, Woo veo un vaquero para ti justo ahí, no, no, espera, está ocupado con otro vaquero. Sigamos —suspiró Taemin y continuó con la búsqueda. 

—¡Lo tengo! ¡Vi a tu chico para esta noche, Tae! —chilló Woohyun en un susurro.

—¿Dónde, dónde? —susurró Taemin a la vez, ocultando su boca detrás de una gamba. Puse los ojos en blanco y tomé otra copa de champán cuando el camarero pasó.

—Dentro, ¿ves? Justo por ahí, junto a la isla de la cocina, ¿un suéter negro y pantalones color caqui? Jesús, es muy alto y esbelto… Mmm, también con lindo cabello —reflexionó Woohyun, entrecerrando los ojos.

—¿Con el cabello marrón rizado? Sí, definitivamente podría funcionar —dijo Taemin, su objetivo en la mira—. Mira lo alto que es. Ahora, ¿quién es esa delicia con la que habla? Si esa fulana solamente saliera del camino —murmuró Taemin, levantando una ceja hasta que la mencionada fulana finalmente se fue, dándonos una visión más clara del hombre en cuestión.

Miré también, y con el camino libre, ahora podíamos ver a los dos hombres hablando. El tipo era, bueno, muy grande. Alto y ancho, con hombros parecidos a los de un jugador de futbol americano. Llenaba muy bien su suéter, y cuando reía se le iluminaba la cara. Sí, era exactamente del tipo de Taemin. 

El otro tipo tenía ondulado cabello rubio que con frecuencia empujaba detrás de las orejas. Llevaba gafas retro que realmente le quedaban bien. Era alto y delgado y de una intensa mirada, su belleza casi clásica. Sin duda, este tipo era guapo al estilo tontito, y Woohyun respiró rápido cuando lo vio. 

Al continuar observando la escena, un tercer hombre se les unió, y los tres sonreímos. Siwon.

Nos dirigimos a la cocina inmediatamente para saludar a nuestro hombre favorito en el planeta. Sin duda Woohyun y Taemin también lucían encantados con hacer que Siwon se encargara de presentarlos. Los miré mientras ellos simultáneamente se arreglaban. Taemin se pellizcó las mejillas con disimulo, al estilo de Scarlett O‘Hara, y vi a Woohyun limpiarse los ojos y acomodarse el cabello. Esos pobres chicos no tenían ninguna posibilidad. 

Siwon nos vio al acercarnos y sonrió. Los chicos abrieron su círculo para dejarnos entrar, y Siwon nos envolvió a los tres en un abrazo gigante. 

—¡Mis tres chicos favoritos! Me preguntaba a qué hora llegarían. Elegantemente tarde, como siempre —bromeó, y todos nos reímos. Siwon hacía eso, nos convertía en tontas colegialas.

—Hola, Siwon—dijimos al unísono, y me llamó la atención lo mucho que sonábamos como los Ángeles de Siwon en ese momento. 

Chico Alto  y Gafas se pararon ahí riendo también, tal vez esperando una presentación entretanto nosotros mirábamos a Siwon. 

—Permítanme hacer algunas presentaciones aquí. Kibum trabaja con Heechul, y Taemin y Woohyun son sus, oh, ¿cómo los llaman, MAPS? — sonrió, haciendo un gesto hacia mí.

—Guau, ¿Mejores Amigos Por Siempre? ¿Quién te ha estado enseñando la jerga, papá? —me burlé y le extendí una mano a Chico Alto—. Hola, soy Kibum. Encantado de conocerte. 

Envolvió mi mano con su manota. Era en realidad como una zarpa. Taemin perdería la cabeza con esto. Sus ojos parecían llenos de diversión en el momento que me sonrió.

—Hola, Kibum. Soy Minho. Esta herramienta aquí es Sunggyu—dijo, asintiendo a Gafas por encima de su hombro. 

—Gracias, recuérdame eso cuando no puedas recordar la contraseña de tu correo electrónico. —Sunggyu rió con buen humor y me extendió la mano. La estreché, notando cuán abrasadoramente eran sus ojos. Si Woohyun tenía niños con este tipo, serían ilegalmente hermosos. 

Me aseguré de manejar las continuas presentaciones mientras Siwon se alejaba. Empezamos a charlar y me reí cuando los cuatro comenzaron el pequeño baile de llegar a conocerse.

Sunggyu vio a alguien que conocía detrás de mí y gritó—: Oye, Kim, trae tu culo de niño bonito aquí y conoce a nuestras nuevos amigos.

—Ya voy, ya voy —oí decir a una voz detrás de mí, y me volví para ver quién se unía a nuestro grupo. 

Lo primero que vi fue el azul. Suéter azul, ojos marrones. Entonces vi rojo al reconocer a quién pertenecía el azul.

—Maldito Azota paredes —susurré, congelado en mi sitio.

Su sonrisa también se fue mientras intentaba reconocerme.

—Maldito Chico del Camisón y el bóxer rosa —concluyó. Haciendo una mueca. 

Nos miramos, hirviendo en lo que el aire, literalmente, se volvía eléctrico entre nosotros, cortante y crepitante.

Los cuatro a nuestras espaldas se quedaron en silencio, escuchando este pequeño intercambio. Entonces se acercaron.

—¿Ese es "Azota paredes"? —gritó Woohyun.

—Espera un minuto, ¿esta es el Chica del bóxer rosa? —Minho se rió, y Taemin y Sunggyu resoplaron. 

Mi cara ardía de color rojo brillante al tiempo que procesaba esta información, y el desprecio de Jonghyun se convirtió en esa maldita sonrisa que pude ver aquella noche en el pasillo, cuando golpeé su puerta, hice que dejará de dárselo a Risitas y le grité. Cuando usaba…

—Chico del bóxer rosa. ¡Chico del bóxer rosa! —Me atraganté, más allá de estar enfadado. Más allá del enojo. Me encontraba muy dentro de la Ciudad de la Furia. Lo miré, vertiendo toda mi tensión en esa mirada. Todas las noches de insomnio, la pérdida de O y duchas de agua fría, empujes de plátanos y despiadados sueños húmedos entraron en esa única mirada.

Quería nivelarlo con mis ojos, hacerle rogar por misericordia. Pero no, no Jonghyun, Director de la Casa Internacional de los Orgasmos.

Él.

Aún.

Sonreía.

 

Notas finales:

Bueno.. jaja ¿qué tal?

Como en el capítulo anterior no me dejaron rw :( (no les gusta?)  púes cuándo llegue a los 10rws actualizo :) 

Gracias por leer<3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).