Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nuestra historia por Arya _Black

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esta es una colección de 5 viñetas en las que se muestra la relación entre Harry y Draco, su comienzo y los acontecimientos que transcurren durante ella, están ordenadas cronológicamente y en cada una de ellas está incluida la palabra requerida al ser un desafío

MALDICI”N

Era viernes por la tarde y me dirigía a los jardines para dar un paseo, despejarme de tanto estudio y de paso deshacerme un rato de Hermione, que con eso de que los E.X.T.A.S.I.S eran ese año estaba insoportable, pero al doblar la esquina del pasillo que conectaba con el vestíbulo, choqué contra alguien.

—Ohhh, lo siento, no te vi— eso lo dije sin ver contra quien había chocado, pero al mirar me arrepentí inmediatamente de mis palabras, era Malfoy— genial, lo que me faltaba.

—Si, Potter, yo también me alegro de verte— contestó sarcásticamente— podrías ayudar a levantarme ya que ha sido culpa tuya el que cayéramos al suelo.

—En tus sueños, Malfoy, en tus sueños, no te tocaría en mis cinco sentidos ni con un traje de aislamiento— dije sonriendo al ver la cara de confusión del hurón.

—Eres estúpido, Cara—rajada— me dijo levantándose con movimientos airados.

—Por lo menos no soy un hurón albino.

—No, solo un Cuatro—ojos huérfano.

—Por lo menos sé que mis padres me querían, pero tu…— me burlé de él— ni siquiera les importas lo suficiente para enviarte una carta.

—No te atrevas a decir nada en contra de mis padres, Potter.

—Empezaste tú, idiota. Además, sólo he dicho la verdad. Este año no has recibido nada de ellos, ni siquiera una simple nota.

—¡Y a ti que te importa!, es mi vida y la de mis padres.

—A mi nada, ya ves, ni que fueras una celebridad para que la gente esté pendiente de ti en todo momento, no te creas el ombligo del mundo, Malfoy, que no llegas ni a estiércol de escreguto.

—No me lo creo, lo soy.

—Baja el ego, que no cabemos

Ya estaba cansado de nuestras riñas diarias, era demasiado abrumador estar insultando a alguien que te gusta, que lo que en verdad querrías es estar abrazándolo o besándolo en vez de pelear con él en cada momento en el que lo ves.

—Me voy, Malfoy, no me apetece perder el tiempo contigo, ver las nubes es más entretenido.

Lo dije mientras me iba, pero con lo que no conté fue con su cabezonería, me cogió fuertemente del brazo y me estampó contra la pared.

—Recuerda no dar la espalda al enemigo, Potter, ¿no te han enseñado nada esa pandilla de magos a los que proteges? Pensé que ya que eres el elegido, te habrían entrenado para poder estar más de dos minutos sin morir.

—No te veo como enemigo, más bien como un grano en el culo que hay que aguantar cada vez que lo ves, un niño mimado que sólo quiere la atención de la gente para crecerse, pero que de verdad no tiene nada que ofrecer al mundo, una escoria que ni siquiera merece el aire que respira, ni el suelo que pisa, eso es lo que eres, Malfoy, un estorbo en la vida de mucha gente, especialmente en la mía.

Mientras decía todo eso iba viendo el sonrojo de furia en su rostro, y como era normal en ese año, en vez de la normal satisfacción que solía sentir al insultarlo, me invadía una pena increíble, porque lo único que estaba haciendo era dañarlo y alejarlo de mi, aunque por una parte eso era lo que quería, nunca podríamos estar juntos si se llegara a dar el caso, él estaba en el bando contrario al mío, en el de Voldemort, la persona que mató a mi familia, y por mucho que lo quisiese, era demasiado riesgoso, tanto para él como para mi, seriamos enemigos, de una manera más drástica aún de la que ya lo éramos, y eso era algo que yo no quería que pasase. Me solté de él, empujándolo mientras sacaba la varita y me preparaba, conociéndole, la iba a necesitar.

Y no me equivoqué, al momento vi el reflejo de una maldición salir de la varita de Malfoy y su grito me dejo aturdido:

—¡Bombarda!

Faltó poco para que me diera, solamente conseguí salvarme gracias a mis reflejos y a que estaba concentrado en mirar al rubio, me agaché rápidamente, lanzándole a mi vez un hechizo aturdidor, seguido de una maldición de piernas de gelatina, cuando la onda expansiva del hechizo me lanzó hacia delante, golpeando a Malfoy, ya que la distancia entre uno y otro eran muy cortas por las dimensiones del pasillo. Lo peor fue cuando me recupere del golpe y miré a mí alrededor.

—¡Malfoy!— exclamé alarmado.

Pero no me dio tiempo a hacer nada, los pasos de gente corriendo se hacían cada vez más fuertes, indicando que ya se acercaban a nosotros, y cuando vi quien era, me quede pálido.

—¿Qué ha pasado aquí?— preguntó Severus Snape susurrando y haciendo que un escalofrìo me recorriera entero.

—Ha sido su culpa— exclamé alejándome de Draco rápidamente y señalándole— puede comprobar la varita si quiere.

No seguí hablando, ya que la mirada que me echó, fue más que suficiente, así que bajé la cabeza y esperé lo que iba a ser mi sentencia.

—Os quiero a los dos en el despacho del director en 10 minutos, ahí debatiremos vuestra suerte.

—Si, señor— contestamos los dos mirando al suelo.

El se dio la vuelta y se dirigió hacia su oficina, dejándonos en el pasillo

—¡Genial!— exclamé— simplemente genial, mira lo que has hecho, a ver qué castigo nos van a poner, con todo el destrozo que hay me espero hasta la expulsión.

—No seas tan dramático, Potter, no van a echar al niño dorado.

—Te voy a dar a ti niño dorado, idiota, ¡por tu culpa estoy castigado!

Sin volverme a verlo me fui directamente hacia el despacho de Dumbledore, sorteando a curiosos que estaban viendo el desastre que habíamos provocado con nuestro duelo. Una vez  allí me apoyé contra la pared y esperé a que vinieran Snape y Malfoy ya que no tenía la contraseña y además tenía que entrar con el hurón.

Al rato, justo a los 10 minutos aparecieron los dos, y por sus caras, Malfoy se había ganado una regañina del profesor. Al acercarse a la entrada, el mayor solo me miró desdeñosamente y abrió la puerta con la contraseña correspondiente.

—Buenos días, Severus, ¿Qué te trae por aquí? Y además vienes con invitados…

—Señor Director, hace cerca de 15 minutos estos señores quisieron hacer una reforma del castillo, si es que se le puede llamar así— dijo con tono irónico y burlándose tanto de la situación como de nosotros— a hacer un boquete del tamaño de las puertas del Gran Comedor en la mitad del pasillo que conecta con el vestíbulo. No es la primera vez este año que se enzarzan en un duelo, y solo llevamos mes y medio de curso, exijo que se les ponga una penitencia acorde con su comportamiento.

Dumbledore sólo se limitó a mirarnos detenidamente, sin decir nada durante un buen rato, poniéndome más nervioso de lo que ya estaba, ya que esa espera no auguraba nada bueno.

—Severus, creo que van a estar castigados durante 4 meses contigo donde tu elegirás las penitencias que consideres oportunas, claramente las mismas, y sin favoritismos, que nos conocemos— le miró un tanto divertido, lo que Snape contestó con un bufido— además se les descontaran 50 puntos a sus respectivas a casas y tendrán que reconstruir todo lo que han destruido  a la manera muggle. Creo que con eso estarán escarmentados y se tranquilizaran durante un buen tiempo, ¿o me equivoco?

Otra vez tenía esa mirada, una mezcla entre yo sé cosas que tú no sabes y estoy muy decepcionado con vosotros.

—No señor director— coreamos Malfoy y yo a la vez, temiendo que nos aumentara todavía más el castigo.

—Bien, pues entonces y en vista de que es viernes y las clases ya han acabado podéis empezar con el muro del castillo, los elementos necesarios los tendréis que buscar con Filch, y le daréis las varitas al profesor Snape, él os las devolverá al acabar.

Resignados a nuestra suerte, le dimos las varitas y nos dirigimos al despacho del conserje a recoger los utensilios de lo que iba a ser la peor chapuza de la historia, teniendo en cuenta que Malfoy no sabía como se hacía eso y que no  creía que él fuera a ayudarme mucho; aunque por otro lado estaba feliz de poder compartir más tiempo con él y poder conocerlo un poco más, si es que no acabábamos matándonos antes, claro.

Esa tarde concluyó con Malfoy y conmigo llenos de cemento ya que al mezclarlo no salió como esperábamos y nos terminó salpicando, pero al menos habíamos puesto nuestra primera piedra, pensé sarcásticamente.

Cuando nos separamos, yo me dirigí hacia mi sala común para ducharme y después al despacho de Snape, entré y me tiré en el primer sofá que vi.

—¡Harry!

Me enderecé rápidamente ante el grito, pero seguí con los pies en el sofá.

—Harry…— chasqueé los labios y luego sonreí con malicia, me levanté y lentamente me acerqué hacia él, sentándome en su regazo y haciendo que él no tuviera más remedio que abrazarme si no quería que los dos acabáramos en el suelo, yo por mi parte me acurruqué contra él, suspirando con placer.

—Que mimoso te has vuelto— comentó con una sonrisa apretándome más fuerte.

—Solo contigo— le devolví la sonrisa y volví a mi posición.

—Me gusta mucho esa imagen, estáis para haceros una foto.

—¡Rem! No sabía que ibas a estar aquí hoy— exclamé contentísimo de verle, hacía tiempo que no lo veía en persona, aunque si que hablaba con él de forma regular.

Me levanté rápidamente y corrí hacia él para abrazarle.

—Vaya, que rápido me cambias.

Le saqué la lengua y me volví hacia Remus.

—Hoy se ha portado muy mal conmigo, Rem, me ha castigado muy fuerte, y no me lo merecía yo…

—Hacer un boquete en la pared del castillo es algo importante y os lo merecíais los dos.

—Venga, venga.

Me guio hacia el sofá, donde ya se había ubicado Severus y me sentó en medio de los dos, de manera que estaba rodeado por ambos.

—Las cosas del colegio se dejan para el despacho, aquí somos familia, asique olvidaros de eso, ¿vale? Nos vamos a quedar un ratito aquí juntos y luego cenamos, hace tiempo que no tenemos una cena en familia.

Los dos asentimos, no era conveniente contradecirlo y nos pusimos a hablar sobre lo que había hecho Remus durante el tiempo que no nos había visitado.

Aún no me creía la relación que compartíamos los tres. Había empezado en el verano de quinto, en el verano de la muerte de Sirius. Remus me escribía a menudo, de hecho fue el único del que recibí noticias en ese tiempo, ya que ni mis amigos me escribieron, luego al vernos me lo explicaron, pero aún así todavía tenía la espinita clavada de su abandono justo cuando más los necesité. Durante esa comunicación vía lechuza lo empecé a conocer mucho más, sus gustos, lo que pensaba, lo que quería… y al revés, él también se enteró de todo lo mío, por quien suspiraba, lo mal que estaba por lo que me había pasado en junio de ese año, incluso le conté la profecía.

 El encuentro en Hogwarts, él había ido como refuerzo designado al castillo por la Orden, fue muy especial para los dos, nos encerramos en un aula abandonada y nos aislamos del mundo, necesitábamos ese tiempo juntos, reencontrarnos en persona. Y fue ahí cuando me contó que había empezado a salir con alguien, y que todo era muy especial con él, porque aunque ya se conocían de antes, el tiempo que llevaban les había hecho conectarse de una manera con la que nunca lo había logrado con nadie en ese campo y que estaba muy feliz por ello, obviamente yo lo noté, le brillaban lo ojos y la manera de hablar de esa persona lo demostraba.

Una de las cosas que también tocamos era que quería que entrenáramos juntos tanto para mejorar las asignaturas de Hogwarts y estar preparado para los exámenes como contenidos extras y por supuesto Oclumancia y Legeremancia.

No me dijo si iba a entrenarme él o no, ni tampoco me dijo el nombre de la persona con la que estaba, cosa que me sorprendió ya que era lo único que me ocultó, pero bueno, pensándolo bien tampoco era tan importante.

Mi pensamiento era erróneo, por supuesto, cuando la semana siguiente me encontré con él en la sala de los Menesteres y vi quien le acompañaba, supe por qué no me lo había dicho, era Snape.

 Ese verano, tuve mucho tiempo para pensar, y una de las cosas que había meditado había sido sobre Snape y la relación que llevábamos y me había propuesto, no dejar de odiarlo, porque eso era bastante difícil teniendo en cuenta como me trataba, pero si tratarlo con respeto y cordialidad, por eso, al verlo ahí, lo único que hice fue darle un escueto saludo, lo que valió la pena para verles la cara que se les había quedado.

Desde ese día y 4 veces por semana nos reuníamos en dicha sala para entrenar, y lo que fui notando con el paso del tiempo fueron las miraditas que se echaban el uno al otro, los sonrojos y los roces accidentales entre ambos, la verdad es que me parecía bastante tierno verlos a los dos de esa manera.

Tantas horas juntos ocasionó que poco a poco, Remus, nos fuera llevando a un acercamiento, que pudiéramos hablar los tres sin ningún tipo de problema y de cualquier tema de conversación, ya no nos pasábamos todas las horas entrenando, teníamos algunas reservadas para nuestras charlas, e incluso con el tiempo, algunas fuera de los horarios que habíamos dicho al principio.

Por las vacaciones de pascua Severus, me pidió que lo llamara así, me trataba como lo hacía Remus, con cariño, como alguien que apreciaba y quería cuidar, por esas fechas conseguí mi familia, una bastante atípica, pero que estaba conmigo en las buenas y en las malas, que daba sin pedir nada a cambio y que me quería tal y como era.

—Estas muy callado, enano.

—Solo recordaba como empezó todo— les di un beso en la mejilla a cada uno y me volví a acurrucar, era mi posición favorita cuando estábamos los tres juntos.

—La verdad es que fue un poco extraño, pero bueno, así somos nosotros, ¿no? nada convencionales— Sev me pasó la mano por el pelo, revolviéndomelo un poco y continuó— venga, a cenar.

Después de dos semanas podía decir claramente que odiaba los castigos con Malfoy, no del todo, pero aun así eran molestos, en vez de quedarse callado, y no fastidiar, llevando la fiesta en paz, estaba todo el rato pinchándome, incordiando todo lo que hacía: si esto no se hace así, si lo tienes que hacer de la otra manera... Pero a la vez, aprovechaba cada momento que él no estaba pendiente de mi para mirarlo yo, me fascinaba todo de él, su tono al hablar, sus gestos, su cabello, sus ojos… sobretodo sus ojos, para los demás podrían no dar signos de lo que estaba pensando, pero yo después de todos estos años y sobre todo de este castigo, sabía perfectamente que pensaba en cada momento, la verdad es que una vez que lo conocías no era nada difícil averiguarlo.

Pero todo no podía seguir como siempre, y cuando ya llevábamos un mes castigados todo cambió.

Ese día estábamos limpiando uno de los salones en desuso cuando le pareció divertido insultarme, al principio no le daba importancia, eran los mismos insultos de siempre, ya se cansaría, me dije. Pero en vez de parar, fue a peor, se empezó metiendo con Remus, cosa que me molestó muchísimo, pero lo dejé correr por no armar un escándalo, pero luego empezó por mi padre y siguió por mi madre, y si sólo los hubiera mencionado, podría pasar, pero este día en especial estaba bastante ilustrado, y las cosas que decía no eran amables, y eso por decir poco. Con lo cual consiguió que se me acabara la paciencia, y en un movimiento que no vio venir, me lancé contra él, aprisionándolo contra el suelo con tanta fuerza que seguro le iba a dejar moratones, cosa que me daba igual, estaba enfadado con él y totalmente harto.

—Malfoy, has acabado con mi paciencia, te lo advierto, no juegues conmigo porque lo vas a lamentar.

…l no se inmutó por eso, lo único que hizo fue sonreír con burla, lo que ocasionó que me enojase más y a la vez, que me fijara con más detenimiento en sus labios, lo que me llevó a apretarle más fuerte y mirarlo a los ojos, cosa que no tenía que haber hecho, sobre todo por lo que en ellos descubrí: tristeza, resentimiento, desesperanza, y de repente lo comprendí: todo lo que había sucedido era sólo una manera de sacárselo de dentro, de disimular ante los demás y no pude evitarlo, lo miré fijamente unos instantes, y antes de pensar en otra cosa me incliné y lo besé. Al principio superficialmente, temiendo la reacción que pudiera tener, pero al ver que no hacía nada, lo profundicé, pasé mi lengua por su labio inferior, saboreándolo detenidamente, intentando que me dejara entrar, y para mi sorpresa, al cabo de unos segundos lo conseguí, junto con su respuesta al beso, lo que hizo que me quedara sorprendido y quieto durante un tiempo, en el cual él aprovechó para meterme la lengua en la boca y profundizar más el beso. Y con eso me dejé llevar, dejé de apretarlo y puse mis manos en su pelo, acariciándolo con suavidad, con felicidad de tenerlo en mis manos y poder tocarlo, al mismo tiempo, noté sus manos en mi cintura, apretándome hacia él con fuerza, como si no quisiera que me separara de él, como si quisiera que ese momento no cambiara y durara para siempre.

Pero todo lo bueno tiene que acabar y eso fue cuando nos quedamos sin aire, me separé de él y pegué nuestras frentes, mirándonos fijamente a los ojos, sin poder apartar la mirada, intentando descifrar como iba a continuar o a acabar el momento.

—Malfoy...— negué fuertemente e intenté aclarar mis pensamientos mientras le acariciaba la mejilla, ahora enrojecida por lo que habíamos hecho— Draco... quiero que dejemos de pelearnos, que dejes de intentar esconderme como te sientes con respecto a mí, porque aunque me haya sorprendido tu respuesta a mi beso, se que te gustó, y que todo lo que has hecho y dicho hoy ha sido para no pensar en lo que te pasa, en algo que te hace daño.

—Tú no sabes nada, Potter.

Pero a pesar de esa respuesta, no intentó ni separarse de mí, ni hacer que cambiáramos de tema, lo que me dio la razón.

—Lo sé, Draco, lo sé. Y quiero ayudarte a pasar por ello, quiero ver brillar tus ojos otra vez, que vuelvas a ser como eras antes.

—Eso ha sido demasiado cursi hasta para ti, Potter— dijo sonrojándose.

—Tú tienes la culpa, me inspiras esas cosas— me encogí de hombros y me acerqué para besarlo otra vez.

Cuando nos separamos él no me miró, giró la cabeza y durante unos minutos no dijo nada, temiéndome la posible respuesta a mi declaración.

Pero cuando me volvió a mirar, lo supe, el me quería tanto como yo.

—Estos dos años han sido muy difíciles para mí entre mi padre encarcelado y mi madre enferma. Lo que me ha llevado a pensar en mi futuro, en lo que yo quiero hacer y no lo que me han dicho que tenía que hacer… una de esas cosas es seguir al Señor Oscuro, he visto como venía mi padre después de estar con él, en las cosas que tenía que hacer, en sus cambios de humor hacia mi madre y hacia mí, y no quiero cambiar de esa manera. Sigo creyendo en lo que pregona, pero no en su manera de demostrárselo al mundo, no quiero seguirlo, y aunque mi intención no era la de meterme en este conflicto, ya que no tenía nada que ver conmigo… creo que voy a tener que hacerlo, ya que no eres capaz de dar dos pasos sin tropezarte— terminó bromeando un poco, haciendo que yo también sonriera por el comentario.

—Entonces es bueno tenerte cerca, haces que esté alerta todo el rato en previsión de un ataque sorpresa.

—Eso lo llevo haciendo todos estos años, y aun así no he logrado mi objetivo— me besó y luego me sujetó la cabeza con ambas manos— esto no puede salir de nosotros, no le debo nada a nadie, salvo a mí mismo y a mi madre, pero tampoco quiero que ninguno de los dos salga mal parado, ¿de acuerdo? Veremos cómo van las cosas y tal vez con el tiempo podamos estar juntos delante de la gente, pero por ahora pienso que es más seguro así.

—La verdad es que no había pensado en eso, ni siquiera tenía la esperanza de que me correspondieses como para pensar en algo más, pero tienes razón, aunque yo si se lo voy a contar a Remus, él está al tanto de mis sentimientos y con lo protector que es, de igual manera se va a dar cuenta.

—Somos unos tontos, queriéndonos mutuamente y por miedo al rechazo tardamos tanto tiempo en estar juntos…

—Como dice un refrán muggle, mejor tarde que nunca.

Le besé otra vez y luego me levanté para que él pudiera ponerse de pie.

—Venga perezoso, terminemos de arreglar el aula, que quiero pasar tiempo de calidad con mi novio, y no limpiando.

—¿Quién ha dicho que soy tu novio? Yo no recuerdo que me lo hayas preguntado.

Rodé los ojos ante su comentario, y, haciendo una pantomima, me arrodillé ante él.

—Oh, Draco Malfoy, ¿le darías a este plebeyo el honor de ser su novio?

—La verdad es que me lo tendría que pensar, en este momento no sé si me compensaría, tendría que mirar los pros y los contras y tam…

No le dejé acabar la frase, le tapé la boca con la mano y le hice cosquillas con la otra, haciéndolo reír de una manera que no le había visto nunca.

—Me encanta esa risa, prométeme que reirás así más, que si tienes algún problema me lo dirás.

El se quedó en silencio mirándome durante un tiempo y luego se acercó a mí para abrazarme fuerte.

—Te lo prometo, Harry, y si, me encantaría ser tu novio.

Esa noche, cuando llegué al despacho de Severus, éste nada más verme alzó una ceja y sonrió.

—Al parecer mi ahijado se decidió.

—En realidad fui yo, hoy estaba mucho más insoportable de lo normal, tenía que callarlo de alguna manera y lo besé, luego le dejé las cosas claras y me correspondió, estoy en una nube.

—Ya verás que contento se pone Remus, tenía muchas ganas de que lo consiguieras, aunque no mucha fe, sois un tanto opuestos en algunas cosas. Ven aquí enano.

Me abrazó fuerte y supe que a partir de ese momento todo estaría bien, tenía a unos “padres” estupendos y un novio, que a pesar de su carácter, me quería por mí mismo, no podía pedir más.

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado, y esperad, hay 4 capitulos mas!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).