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Agua y aceite. por MitcheKiller117

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Notas del fanfic:

Disclaimer: No formo parte de la SM. No soy SeHun. No soy ChanYeol.  No soy ninguno de los personajes aquí mencionados. Yo soy solo una soñadora dispuesta a narrar, en su mayoría, locas historias de amor.

Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—Diálogos.

Puntos a remarcar.

"Pensamientos".

Para LittleGirl ♥ (@Isisway801), con todo mi corazón.

 

"There are two different categories of love. The first category is called a fairytale. The second category of love is called just another lesson".

-

 

 

 

 

 

Llegó en verano, abriéndose paso por los pasillos como el primer rayo de sol filtrándose por su ventana en las mañanas.

La cuenta en su calendario dice que fue hace tres años pero SeHun todavía tiene el descaro de fingir no tener idea de quién es el tipo cuando alguien le habla de él. Nadie sabe y tampoco debe enterarse… De nada en absoluto, ni de su colección de inmaculados recuerdos escritos en una vieja libreta, ni de pequeñas envolturas también pegadas en ella. Atesoradas cual oro no siendo más que un trozo de basura.

Es un vergonzoso secreto.

SeHun no tiene un cuarto repleto con sus fotografías, como cualquiera que leyese de su amor platónico pudiese haber pensado en primera instancia. Tampoco sigue al chico después de clases en busca de una oportunidad que sabe que no tiene.

SeHun no es soñador, ni cree en los cuentos de hadas.

No le gusta fantasear ni quedarse con la boca abierta. Oh SeHun, es más bien la clase de chico que observa y sonríe por lo bajo, manteniéndose oculto tras lo que le favorezca y camuflajeando su interés con el rostro pintado de indiferencia.

El veinte de mayo parece ser un día cualquiera en su pequeña ciudad.

Los comerciantes abren sus locales puntualmente y con una sonrisa cuando él camina calle abajo buscando llegar a tiempo al Instituto. El señor Lee, que tiene el cabello rubio pese a su entrada edad y pretende ocultar su apasionada relación amorosa con el dueño de la tiendita de la esquina contraria a su casa, el malhumorado señor Cho, le sonríe como cada mañana antes de regalarle una manzana siempre a espaldas de su tacaño concubino.

SeHun la recibe con un asomo de sonrisa educada y mueve los pies un poco más rápido, porque aunque no le gusta admitirlo, pensar en el señor Cho haciéndole alguna travesura como lo hizo con su vecino el mes pasado, suele causarle escalofríos.

Hay un gato, a cinco esquinas de su casa, que siempre está sentado en el escalón de una panadería que hace mucho tiempo que dejó de abrir. Y maulla con exagerado dramatismo cada que SeHun pasa por su lado… Por eso el joven, con el tiempo entendió, que llevarle un pequeño paquete de Wiskas cada mañana no iba a hacerle ningún daño a su economía.

—¿Vas a ser un buen chico hoy?

El felino le dedica una efímera mirada con sus increíbles ojos azules y después llena su boca con el alimento que SeHun dejó sobre un trozo de cartón. El pelaje que lo cubre es maravillosamente blanco y en algún lugar Oh recuerda haber leído de la sordera que ojos azules más gato blanco implica.

No es que le tenga lástima al animal, pese a lo que los vecinos en la calle puedan pensar mientras lo observan acariciar su cabecita, es un acto bondadoso que sabe no puede aplicar con las personas. Porque Oh SeHun bien podía ser bien parecido y cortés con sus mayores, pero si tenía problemas para algo, era para relacionarse con sus compañeros.

El gatito lo despide con un romántico maullido y un ronroneo cariñoso. SeHun únicamente debe recorrer un par de calles más para encontrarse con la puerta del Instituto.

El lugar donde vive es tan horrorosamente pequeño, que el uso de un transporte público es un insulto para la mayoría de los habitantes, por lo que el joven aprendió la importancia de caminar.

Cuando gira la cabeza, sin embargo, es capaz de ver a los ignorantes recién llegados. Siempre siendo objetivos de miradas bochornosas que no tienen idea de a qué vienen exactamente… Pero el autobús presta sus servicios para quien los requiere y los muchachos bajan en la esquina de siempre, no alejándose mucho los unos de los otros para sentirse menos vulnerables ante miradas controversialmente ajenas.

—¡SeHun oppa, Ní háo!

El calzado negro del aludido se detuvo sobre la mitad del asfalto, aunque no era nada peligroso que hiciese algo como eso, porque bueno raramente los autos solían circular por el lugar.

Un joven de su misma estatura se detuvo junto a él, rozando las puntas de los suyos con sus zapatos cafés. Dedicándole una ojerosa mirada intensa y una de esas sonrisas exageradamente radiantes que SeHun seguía sin comprender.

—¡Me quedé dormido esta mañana! Pensé que iba a per-perder el autobús y me a-asusté un montón… ¿Montón? — Inquirió, preguntándole con la inquisitiva expresión si había utilizado la palabra correcta para expresarse verbalmente. SeHun asintió con lentitud, el tartamudeo de su amigo también era algo usual, venía de China y aprender Coreano le estaba resultado un poco demasiado complicado. — ¡No quería, uhm, ¿perder? Sí, perder la primera clase!

Oh asintió en dirección al más parlanchín y levantó las manos para anudarle correctamente la desastrosa corbata roja del uniforme.

Tao, como se llamaba el ojeroso, se sonrojó violentamente ante las cercanía de sus caras. —Xié xié, SeHun oppa.

El nombrado suspiró y zarandeo la cabeza en negación. — Tao, te dije ya que no soy tu oppa. Oppa es un término que solo utilizan las chicas y para sus mayores. — Aclaró, señalando al otro primero y luego a sí mismo — Tú no eres una chica y yo soy menor que tú… — ante los ojos sorprendidos del que parecía un pequeño panda, SeHun añadió — Oppa no.

Tao lo apartó de un empujón y le dio una mirada severa — Puedo ser como una chica y me gustas. — Murmuró confianzudamente aunque enojado — Oppa sí.

El menor lo siguió dentro de la Institución pese a los humos que el otro iba echando por la cabeza. No le quedaba más remedio y bueno, tampoco tenía nada de qué hablarle, no era como si quisiera empeorar la situación yendo a decirle que su casa quedaba solo a cinco manzanas y bien podía haber caminado tranquilamente a la escuela.

Encontró su casillero, porque sí, eran llamados privilegiados por otras ciudades cercanas por el hecho de contar con ellos, y, cuando se detuvo para abrirlo supo que ese 20 de mayo, no iba a ser un día como cualquier otro.

—¡Oye! Oh SeHun, ¿cierto?

El aludido parpadeó perplejo en dirección a la gruesa voz entonada para él.

No había palabras en su mente que pudiera deslizar fuera de su garganta a través de sus cuerdas vocales. No había nada. SeHun estaba completamente en blanco y, afortunadamente, el color de su piel también era así, porque estaba seguro que de no haberlo sido, se habría puesto pálido.

La persona frente a él pasó de recargar todo su peso en la pierna izquierda a la derecha, aparentemente incómodo por su reacción. Los ojos del menor vieron su mano deslizarse tras su cuello para frotarse el área sin saber qué más hacer…

“Di algo, maldita sea”

—¿Me equivoco?

“¡Lo que sea, SeHun!”

—Uhm… ¿Hola?

Cuando el gigante comenzó a mover sus manos frente a su cara, algo hizo clic dentro del más bajo y zarandeó la cabeza, frotándose los ojos un segundo después, como si hubiese estado soñando despierto… Aunque la realidad no era muy lejana.

—U-Uhm, sí, soy SeHun. — Logró murmurar sin que la voz le flaqueara… Pensó en agregar algo como lamento lo de hace un momento junto a una deliciosa sonrisa, pero los segundos transcurrieron y por la cara del hombre frente a él, decirlo ya iba a resultar extraño.

—Bueno, hola… — El alto le sonrió pese al mal comienzo. — Me estoy mudando de casillero porque aparentemente a alguien no le caigo muy bien y fue a decirle al Director que abuso de mi espacio personal, solo espero que no tenga que sucederme lo mismo por aquí… — Comentó distraídamente, metiendo un par de libros dentro de la que ahora era su taquilla —Mudarse es difícil, no me gusta.

Su sonrisa por poco ciega a SeHun, que asintió lentamente después de darse cuenta que el tipo lo estaba mirando.

—KyungSoo es más tranquilo de lo que parece, no creo que vayas a molestarle

El alto, que también era castaño liso, se alejó para cerrar la puerta de su casillero y colgarse la mochila casi vacía al hombro. — Lo sé. Lo conozco, en realidad…

Cuando volvió a sonreírle, ésta vez con nerviosismo, SeHun supo que estaba refiriéndose a él y un sonrojo que esperaba no fuese evidente, adornó sus blancas mejillas.

Incómodo.

—Uhm…

—Está bien — el castaño interrumpió, extendiéndole una mano — soy Park ChanYeol, por cierto, espero que podamos llevarnos bien.

Cuando sus dedos finalmente pudieron entrelazarse aunque fuese brevemente con su mano, SeHun se preguntó si a eso se referían con la expresión; tocar el cielo con la punta de los dedos.

 

 

- - -

 

 

 

Tao estaba hablándole de algo.

SeHun no tenía ni idea de qué, solo sabía que Tao hablaba y hablaba desde que la clase comenzó y él simplemente no podía concentrarse en ello.

Los shorts de gimnasia que la escuela le había proporcionado a los de primer año eran ridículos. SeHun se sentía afeminado y expuesto, pero ese no era el verdadero motivo por el cual no se concentraba.

El motivo en realidad tenía dos pies propios y corría en la cancha contraria, elevándose por los aires para encestar cada vez que se le presentaba la oportunidad.

—¡Hombre, esto es incomodísimo!

Un tercero llamó la atención del pálido pelinegro inexpresivo, que levantó la mirada para encontrarse con la suave piel acanelada de su mejor amigo, el de toda la vida.

—Ya lo sé, joder, por eso no me he levantado.

JongIn, como se llamaba aunque pocos parecían saberlo, levantó una ceja con expresión divertida. — Pues no ayuda demasiado, ¿sabes? — espetó asintiendo en dirección a su entrepierna.

El pálido junto los muslos y colocó sus manos sobre ellos, intentando apartar la mirada del pervertido de su amigo del área. No importaba lo que se colocasen debajo, la prenda era tan corta y descarada, que seguía pareciendo parte de su ropa interior.

Kai, como todos lo llamaban, le dio un puntapié en la rodilla, haciéndole sabe que estaba jugando y se sentó junto a ZiTao, que se había cruzado de brazos como cada que alguien no le prestaba la suficiente atención.

—Oye, tranquilo amigo, te estábamos escuchando…

El fruncido ceño del chico se aligero un poco — ¿Ah sí? ¿Y qué fue lo que dije?

El moreno le envió una mirada inquisitiva a su mejor amigo, que entró en pánico inmediatamente, haciéndole saber que no tenía ni idea…

—H-Hablabas de, uhm…

—¡Cuidado!

El sonido del balón botando cerca llamó la atención de los tres. Se estrelló solamente contra el pecho de uno de ellos, sin embargo...

—¡SeHun oppa!

Pese al hecho de que el aludido realmente fue golpeado con brutalidad, los estudiantes comenzaron a reírse por la exclamación del pequeño e inocente ZiTao, que no tardó en mirarlos ceñudo antes de tomar el arma homicida –o balón- entre sus grandes manos y apuntar al causante de todo ese intento de asesinado con el.

—¡Golpeaste a SeHun oppa!

—No fue nada intencional…

Una vez hubo reconocido su voz, Oh se incorporó pese al dolor en su caja torácica y tiró del camisón de Tao, que era incluso un poco más largo que sus shorts de gimnasia.

—¡Entonces pídele una disculpa!

—Tao… — SeHun llamó su atención, negando después de haberla obtenido. — E-Está bien…

Los llorosos ojos del panda le dijeron que iba a necesitar una actuación mucho más convincente, pero el balón era duro y verdaderamente le había dolido. Mentiría si dijese que no había perdido el aire y se sentía un poco frágil.

Muchos culparían su débil cuerpo, incapaz de practicar algún deporte, otros lo acusarían de exagerado, pero SeHun realmente tenía ganas de recostarse sobre la banca y abrir los ojos en su cama.

—Oye, ¿seguro que estás bien?

Alguien le sujetó el brazo y cuando se giró para mirarlo, la cercanía entre sus rostros le robó un suspiro. Uno bajito y nada escandaloso, pero un suspiro a fin de cuentas…

ChanYeol sonrió.

Una exclamación de asombro rompió la burbuja en que SeHun se había encerrado junto al gigante. Kai se echó a reír en cuanto le fue posible.

—¡Demonios, SeHun, debiste ver eso hombre!

Kris, el capitán del equipo de basquetbol sostenía ahora el balón anaranjado entre sus manos, pero era su expresión jadeante la que preocupó a Oh, que no tardó demasiado en ponerse de pie.

Tao tenía los puños y no dejaba de mirarlo como si se lo quisiese comer.

—¡Pídele una mala disculpa!

YiFan levantó una ceja. — ¿Quieres que le pida una mala disculpa?

El rojo se apoderó del rostro del chino y pronto SeHun lo refugió entre sus brazos. Tao podría ponerse en ridículo cuanto quisiese, pero Oh no era la clase de hombre que fuese a permitir que lo humillaran.

Un quedo shh se deslizo fuera de sus labios, uno que solo Tao pudo escuchar. — Dije que está bien, vamos a clase.

Podía sentir la mirada intensa de Park ChanYeol haciéndole cosquillas en el estómago mientras se dirigían a la salida. Podía recordar su deslumbrante sonrisa cuando se dio cuenta que había suspirado por él… ChanYeol incluso se había preocupado.

—¡Quise decir maldita! — Tao lloriqueó cuando se dio cuenta de lo que había dicho mal.

SeHun escuchó la risa de Kris y prefirió no mirar atrás, arrastrando al otro fuera del gimnasio, todavía entre sus brazos.

 

 

 

- - -

 

 

 

—Fuiste valiente el otro día…

Pese a ser su nuevo vecino de casillero, SeHun seguramente debía tener muy mala suerte, porque rara era la ocasión en que se encontraba en el mismo pasillo con ChanYeol.

Sus ojos se movieron vacilantes sobre la figura del más alto, inquisitivos.

—Kris es un buen chico, pero parece un brabucón. — El castaño comentó volviéndose hacia él con una sonrisa — Pero me pareció bonito lo que hiciste por tu amigo y lo que él hizo por ti.

El pelinegro asintió luego de un parpadeo, cerrando su casillero. — G-Gracias, supongo.

La mano del gigante en su muñeca lo detuvo de largarse a toda velocidad cuando intentó pasar por su lado.

Su mirada volvía a ser intensa y aunque llevaba tres años observándolo tras lo que pudiese ocultarlo de sus ojos, SeHun estaba seguro de que nunca había visto esa faceta suya.

Era demasiado excitante y lo dejaba sin respiración.

SeHun tenía ganas de matar al hombre y luego comérselo a besos.

O quizá al revés.

—Pero entonces si son solo eso, ¿no?

El más bajo puso los ojos en blanco. — ¿Qué?

—Amigos… — ChanYeol pronunció, recorriendo con la punta de su lengua su labio inferior con una lentitud tan deliciosa, que SeHun tuvo que morderse los labios para ahorrarse el vergonzoso gemido.

—Sí.

—Genial — repuso Park, sonriéndole en confidencia antes de liberar su muñeca y girarse hacia su casillero una vez más.

Desconcertado, Oh se quedó parado como idiota en el mismo sitio durante lo que pareció ser un minuto. Después agitó la cabeza y se dirigió a gimnasia.

Su mundo se había puesto de cabeza desde aquel estúpido veinte de mayo.

 

 

- - -

 

 

 

—Mi Duizhang es tan dulce, quiere que nos veamos para darme clases particulares de coreano, es muy bueno en ello…

SeHun picoteó la extraña sustancia verde en su plato que en la cafetería vendían por el nombre de sopa. No era algo que le apeteciese demasiado comer, ni tampoco beber… Era viscosa y su procedencia era dudosa. En el menú venía escrito algo parecido a sopa de cebolla pero lo que le habían servido no se parecía en nada a la tradicional receta de su familia.

Arrepentido, el pelinegro dejó la cuchara perderse en el fondo del plato antes de apartarlo, moviéndolo al centro de la mesa sin haberlo probado antes y recargándose sobre sus codos para por fin prestarle atención a Tao.

—¡Duizhang es la persona que siempre quise conocer antes!

Kai estaba parpadeando mientras asentía en su dirección. Parecía confundido y su ceño estaba levemente fruncido, como si una parte de él no quisiese creer lo que sus oídos escuchaban.

¿Duizhang? — SeHun inquirió, porque aunque vagamente creía haberla escuchado antes, la palabra solamente le resultaba familiar.

Una sola mirada del moreno le dijo que debió haberse quedado callado y el chino dejó caer ruidosamente sus cubiertos sobre su bandeja, molesto.

Aunque para ser honesto, a Oh ya no le sorprendía el hecho de que el chico estuviese enojado con él.

—Si me prestases la más mínima atención, sabrías de lo que estoy hablando, SeHun.

Ya había dejado de ser SeHun oppa. Y no, no precisamente porque Tao hubiese aprendido que no debía llamarlo de ese modo, sino porque parecía que su enamoramiento para con el menor se había esfumado y, ahora que se ponía a escucharlo, Oh encontraba culpable de ese hecho al mentado Duizhang, aunque no tuviese ni puta idea de quién fuese el tipo.

—Lo siento… — Se sinceró, haber estado distraído la última semana no lo justificaba y lo sabía.

Tao suspiró antes de tomar consigo su mochila y comenzar a ponerse de pie. — Mi Duizhang es el chico que me pidió salir.

Los ojos de SeHun lo miraron con una sorpresa que el chino pretendió ignorar.

—Y le dije que sí… — Siseó después, girándose y llevándose consigo la bandeja.

JongIn hizo un ruidito borde con la boca y Oh lo fulminó con la mirada entonces.

—Duizhang le presta atención a Tao, SeHun, no puedes estar sorprendido por el hecho de que te dejara.

SeHun hundió la cabeza entre sus brazos sobre la mesa.

No podía dejar de pensar en Park ChanYeol.

 

 

- - -

 

 

 

Caminando a casa una tarde de Junio, SeHun descubrió que Pedro Martinez, como había decidido llamar al gatito que siempre alimentaba, no estaba en la esquina de siempre para exigirle un poco del alimento que siempre llevaba en la mochila.

Oh lo buscó desesperadamente por más de una hora, agachándose cerca de los basureros, mirando sobre el asfalto con sumo cuidado y preguntando a los vecinos de ser necesario.

Pero nadie sabía del pequeño Pedro Martinez y su paradero, ni un alma dijo haberlo visto luego de que lo despidiese en su esquina habitual esa mañana.

Y SeHun llegó a casa sin ánimo alguno entonces, tirándose boca arriba sobre la cama sin esperanza alguna.

Esa tarde, había visto a ChanYeol con un pequeño malditamente hermoso con el que definitivamente, él no tenía oportunidad.

 

 

- - -

 

 

Su cuaderno repleto con detalles del basquetbolista – llamado así porque se negaba a aceptar que era un jodido diario-, decía que la primera vez que habló con Park fue durante la escuela media.

El chico acababa de llegar a la ciudad y SeHun se lo había cruzado en la tienda donde conoció a Pedro Martinez.

ChanYeol llevó lechuga y un par de verduras más para la despensa de su hogar. Pero lo que más llamó la atención del pelinegro, fue el hecho de que el basquetbolista se detuviese frente al pequeño minino al que únicamente él solía prestarle atención.

Y el castaño no solo le brindó un montón de caricias cariñosas, sino que también dejó un poco de alimento para él sobre un cartoncito.

El corazón de SeHun había quedado extrañamente conmovido ese día.

No había encontrado la manera de despegar sus zapatos del suelo a tiempo, por lo que ChanYeol alcanzó a verlo ahí parado con una expresión seguramente boba dibujada en la cara.

Eran niños y los adultos todavía decían que ninguno de ellos podía ponerse a jugar al amor.

Cuando ChanYeol le habló, sin embargo, SeHun supo que se había perdido por primera vez en una persona.

—Es hermoso, ¿no lo crees? Mamá dice que no todos los gatos blancos son sordos, pero que todos los gatos sordos son blancos.

Como era de esperarse, ese fue un dato que Oh SeHun jamás olvidó.

 

 

- - -

 

 

Kai golpeó su hombro con una mano antes de sentarse en la banca junto a él, fuera del salón, luego de haber sido sacados de la clase por un par de murmullos compartidos.

—¿Estás triste por lo de Pedro Martinez o por lo de Tao?

SeHun suspiró con molestia, dedicándole una mirada severa al moreno. — ¿No pudiste esperar a que la clase del señor Choi terminase para preguntármelo? Sabes que es un malhumorado, Kai.

El aludido se encogió de hombros y guardo sus manos en la gran abertura de sus piernas. — ¿Qué importa una falta? Anda — golpeó su hombro contra el suyo cariñosamente — ¿por qué no me lo cuentas?

Los ojos de SeHun enfocaron a cierto chico alto pasando frente a ellos y su respiración se agitó.

ChanYeol no volteó para sonreírle como últimamente acostumbraba hacer, sin embargo y SeHun pudo haber explotado de toda la tristeza que había estado acumulando tan pesadamente.

Así que suspiró ruidosamente y meneó la cabeza después, intentando no desmoronarse porque nada parecía salirle demasiado bien.

—Han pasado cinco días y no hay señales de Pedro Martinez…

Kai pasó una mano por sus hombros, brindándole apoyo con su tímido abrazo cariñoso.

—Tranquilo amigo, ¿recuerdas a Mongu, no? Sufrí mucho cuando desapareció pero encontró la manera de volver. Pedro Martinez es un chico listo.

SeHun suspiró y asintió. Quería recargar su cabeza en el hombro de Kai, pero pensó que se vería demasiado gay como para funcionar y suprimió los deseos en un instante.

Su mejor amigo seguía sin saber para qué equipo exactamente jugaba.

 

 

- - -

 

 

 

En Junio treinta, SeHun había perdido por completo la esperanza de encontrar a Pedro Martinez en el lugar donde acostumbraban reunirse.

La escuela había terminado un poco más tarde de lo normal y el chico alto sentía que no podía seguir lidiando con todos los problemas que lo envolvían.

Se sentía como un estúpido mentiroso por no revelarle la verdad a Kai sobre su sexualidad. Se sentía como un maldito imbécil por haber ignorado tanto a ZiTao, a tal grado que el chico se rehusaba a mirarlo. Había tenido problemas con su padre cuando éste encontró una revista de porno gay bajo el colchón de su cama y su madre estaba de viaje, por lo que le era imposible desayunar adecuadamente en las mañanas.

También estaba la ausencia de ese viejo gato que solía alegrarle las mañanas o las tardes pero sobre todo, SeHun sentía que era un estúpido por estar tan jodidamente enamorado de Park ChanYeol, el muchacho que ahora surcaba los pasillos siendo sujetado por el brazo de un pequeñito rubio muy hermoso al que todo el mundo llamaba BaekHyun.

¿En qué estaba pensando? Cuando se enamoró del gigante idiota, es decir. Porque posibilidades de estar con el tipo nunca hubo y de todos modos el terminó cayendo a sus pies cual idiota desesperado por atención.

Maldecía al antiguo vecino de casillero del basquetbolista, porque si ChanYeol se hubiese quedado en su taquilla en lugar de mudarse ese mayo veinte, SeHun no hubiese tenido que lidiar más con él, ni haber sido sujetado por sus masculinas manos…

ChanYeol nunca le dio una jodida esperanza y era eso lo que más lastimaba su agrietado corazón.

Una gota se deslizó por su mejilla y levantó la vista al cielo, consciente de que simplemente no podía estar llorando a mitad de una calle.

Las nubes negras parecían estar haciendo su trabajo pero los rayos del sol se filtraban a través de ellas, haciendo que aunque la lluvia cayese, el espacio fuese luminoso.

SeHun se refugió de las cada vez más constantes gotas bajo el tejado de la panadería donde siempre se encontraba con Pedro Martinez.

Era normal que lloviese luego del infernal calor por el que habían estado pasando todos esos días, pero SeHun no podía dejar de repetirse a sí mismo que tal vez todo eso era simbólico y el clima no hacia otra cosa que reflejar sus sentimientos. Otra parte suya, sin embargo, le gritaba que era un maldito dramático.

Un maullido distrajo su atención, sin embargo y SeHun tuvo que ponerse de rodillas sobre los pantalones cafés de su uniforme para mirar bajo el contenedor de basura en la esquina de la calle.

Un viejo cartón sucio estaba ahí debajo.

Las manchas de sangre y el hediondo aroma no pasaron desapercibidos para Oh, sin embargo sus ojos brillaron esperanzados.

El gatito blanco de siempre se doblegó bajo su mano, dejando que lo acariciase como le era costumbre y los ojos del pelinegro se llenaron de lágrimas rápidamente.

—¿Qué voy a hacer contigo, eh? — Suspiró, el animalito frotándose contra su brazo, demostrándole lo mucho que lo había extrañado — ¿Con qué cara se supone que te llame Pedro Martinez ahora, uh? ¿Seis gatitos? ¿De verdad?

Lo que lo hizo ponerse a llorar como un patético debilucho bajo el tejaban y la tan simbólica lluvia entonces, no fue el hecho de que el gato lo hubiese engañado y hubiese terminado siendo gata, sino que ahí estaban seis crías indefensas, corriendo peligro de mojarse y él no podía llevárselos a casa.

La gatita parecía débil también, a juzgar por su aspecto cansado, SeHun diría que había tenido un parto difícil.

Odiaba no poder ser un poco más independiente o contradecir a su padre.

Odiaba no poder hacer nada por su propia cuenta y, definitivamente, odiaba estar sintiendo todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

Estiró las manos para arrastras el cartón fuera y el peso disminuyó en el transcurso de un par de segundos.

—¿A dónde lo estamos llevando?

SeHun se sobresaltó cuando lo escuchó, golpeándose la cabeza en el proceso de levantarse un poco demasiado rápido.

ChanYeol terminó de arrastrar fuera el cartón por él y cubrió los gatitos con una sombrilla, luego miró fijamente al pelinegro, como si intentase adivinar la respuesta por medio de miradas.

—¿Q-Qué estás haciendo aquí?

El más alto se recargó hacia atrás, sobre las palmas de sus gigantonas manos. — Vine a buscar a tu gato esta mañana, entonces me di cuenta que estaba en proceso de tener bebés… — sus mejillas se tiñeron levemente de rosa antes de que se rascara la cabeza — en uhm, parto, ya sabes…

SeHun no tenía tiempo para darse cuenta de que el tipo estaba portándose tímido, sin embargo, lo único en lo que podía pensar era en su absurdo corazón latiendo como un loco por acciones que seguramente no eran más que inocentes y, como su hermana la contadora solía decir, sin fines de lucro.

—Ya… — Dijo rápidamente, manteniendo su expresión siempre indiferente y dedicándoles toda su atención a los pequeños, por lo que sus ojos no tardaron demasiado en aguarse.

Recordar que no podía llevarlos a su casa, no estaba ayudando a su imagen masculina, definitivamente.

ChanYeol se acercó, colocándose en cuclillas frente a él y lo miró con el ceño fruncido, obligando al otro a hacer lo mismo cuando ya habiendo transcurrido un minuto, se dio cuenta de que SeHun jamás lo miraría por sí solo.

—Oye no llores…

Las lágrimas que el otro hubo estado conteniendo durante un buen rato se deslizaron calientes sobre sus mejillas. ChanYeol hizo ademán de limpiarlas y el azabache se resistió, intentando apartar el rostro de su agarre.

—¡Estate quieto, maldición!

SeHun parpadeó, conteniendo la respiración.

El gigante le limpió las lágrimas con los pulgares y luego suspiró, dándole una mirada rápida antes de apartarse un poco.

—No llores… Voy a llevármelos a casa.

El pelinegro se quedó quieto en el piso un instante.

ChanYeol había llevado consigo una caja y ahora se disponía a acomodar a las crías cuidadosamente dentro de ella. Pedro Martinez observaba atentamente cada uno de sus movimientos, sin dar señales de querer arañarlo porque bueno, tal vez ChanYeol era demasiado lindo incluso para un gato.

—¿P-Por qué?

SeHun balbuceó una vez el chico estuvo de pie, sujetando la caja con los mininos con una mano y extendiéndole la otra para ayudarlo a ponerse en pie.

Los rayos de sol brillaban tras su cabeza y probablemente fue un efecto óptico pero cuando le dedicó una sonrisa, el corazón de SeHun se aceleró a la par de sus ojos deslumbrados.

—Creo que me gustas.

 

 

- - -

 

 

—Es mi hermano…

ChanYeol le había dicho la primera tarde en que SeHun le preguntó si podía ir a visitar a Pedro Martinez a su casa.

SeHun no quería usar al gato como excusa, pero el hecho era que desde el momento en que el basquetbolista había pronunciado aquellas palabras bajo la lluvia, el pelinegro no podía dejar de sentirse esperanzado.

La casa de Park era grande, por no decir gigantesca, y todo su espacio estaba increíblemente bien cuidado. Estaba hecha de una madera finísima que SeHun simplemente no podía describir porque no sabía mucho de maderas. Pero tenía un largo corredor que abría paso a la sala de estar y a la izquierda, junto a las escaleras que seguramente conducían a la segunda planta –y a la habitación de ChanYeol-, estaba un pequeño cuarto lleno de cosas blandas y juguetes al que SeHun se sorprendió de ser conducido.

Cuando abrió la puerta, sin embargo, se topó con la adorable imagen de chico que siempre estaba sobre el basquetbolista en la escuela… Jugando con los mininos de ya un par de semanas, que se tambaleaban sobre sus pies al oír su melodiosa voz mientras cantaba.

En ese momento exacto, SeHun sumó “sabe cantar” a la larga y al parecer interminable listar de porqués Park debía querer estar con el tal BaekHyun y no con él.

El adorable chico les sonrió y se levantó después, sacudiéndose las rodillas como si fuese posible que el inmaculado lugar estuviese sucio de algún modo.

—Tú debes ser SeHun, los pequeños están comiendo bien.

ChanYeol se posó de inmediato junto al chico y rodeó sus pequeños hombros con un brazo. La sonrisa bonita no pasó desapercibida a ojos del pelinegro.

—¿Está Maru-chan comiendo bien también?

BaekHyun se puso las manos en la cadera y lo miró como preguntándole si estaba hablando enserio. — ¿Bromeas, no? ¡Esa chica va a terminar teniendo problemas de obesidad si seguimos dándole tanta comida!

SeHun no tuvo qué preguntar quién era Maru-Chan para saber que se trataba de Pedro Martinez. Sobre todo cuando la gata entro pavoneándose por la ventana y fue a su encuentro en cuanto se percató de su presencia.

Su pelaje estaba resplandeciente y Oh podía jurar que jamás la había visto tan limpia en toda su vida. Era triste no haber sido él el responsable de su primera baño, pero eso definitivamente no era tan triste como que hubiese sido BaekHyun quien la vio engordar en lugar suyo.

Se inclinó para acariciarla y solo entonces ChanYeol encontró oportuno aclararse la voz para llamar su atención.

—Por cierto este chico… Es mi hermano, BaekHyun.

Y esa noche antes de dormir, SeHun se aseguró de colocar una estrella en su lista de porqués ChanYeol debía quedarse con él y no con BaekHyun.

Porque podía haber un montón de motivos por los cuales el pequeñín era perfecto para el gigante, pero el hecho de no ser su hermano, mandaba directamente a SeHun a la cima.

 

 

- - -

 

 

 

La multitud rugía implacable.

Unos se levantaban haciendo la famosa ola y otros simplemente apoyaban a su favorito sentados en las gradas.

SeHun no era parte de ninguno de ellos, pero JongIn y Tao sí.

Afortunadamente, había encontrado la manera adecuada de pedirle disculpas a ZiTao gracias a ChanYeol, el chico que lo acompañaba a casa después de clases y por el cual no dejaba de sentirse jodidamente afeminado pero extrañamente… no le importaba.

Y ahora estaban ahí, presenciando uno de los tantos partidos de la institución contra los forasteros visitantes. Solo que a diferencia de sus amigos y el resto, SeHun no estaba verdaderamente preocupado por el resultado, sino que se mordía las uñas por aquello que luchaba por salir de su garganta.

Era finales de Julio y las semanas no solo habían transcurrido demasiado rápido, sino que también habían traído consigo un montón de acontecimientos.

Todavía no se habían besado, pero SeHun casi podía dar por sentado el hecho de que él y el basquetbolista estrella del partido estaban en una especie de relación.

El no habérselo dicho a sus amigos definitivamente estaba matándolo.

—O-Oye Kai…

El aludido lo miró como si estuviera loco, volviendo la cara hacia el partido y luego nuevamente hacia él, obviando la situación.

SeHun, pese a ello, ignoró el hecho olímpicamente. — T-Tengo que decirte algo.

Y sí, tenía que decírselo a él precisamente, porque Tao era la parte fácil. El tipo era tan homosexual que el pelinegro no tenía duda alguna de que aceptaría que él bueno… se la comiera todita. Kai… Kai su mejor amigo de toda la vida, el negro ese era un asunto distinto.

—¿Tienes que decirlo ahora? — El moreno espetó con los ojos en blanco.

SeHun asintió con nerviosismo.

JongIn se sentó, abriendo y cerrando los puños para demostrar su impaciencia. — Dale, suéltalo.

—Uhm… — SeHun se rascó el cuero cabelludo con cara de querer que se lo tragase la tierra — Me gustan los chicos — susurró.

Kai levantó una ceja, sin estar sorprendido en absoluto.

—¿Y?

SeHun lo miró evidentemente ofendido. — ¿Cómo qué “y”?

El moreno puso los ojos en blanco antes de echarse a reír. — Ya sé que te gustan los chicos, SeHun, lo descubrí cuando teníamos trece, fui a tu casa y te fuiste al baño. Creí que sería divertido encontrar tus porno bajo el colchón y que te sorprendieras encontrándome con ellas pero entonces el sorprendido fui yo.

Avergonzado y rojo hasta la frente, el pelinegro tragó ruidosamente saliva pero la multitud no cesó de rugir por ello.

Kai le palmeó un hombro con calma. — Está bien, hombre, yo tampoco camino muy derecho por la calle, uh.

El menor abrió la boca, evidentemente sorprendido y dispuesto a decir algo al respecto, el moreno volvió a adelantarse sin embargo. — Ya que nos estamos confesando… ¿Me vas a decir quién es tu novio, entonces?

Oh se mordió los labios desesperadamente, dedicándole una mirada furtiva a ChanYeol en la cancha, aunque en realidad fue una tan profunda y obvia que le provocó carcajadas directas a Kim JongIn.

—¿¡Park ChanYeol!? ¡Hombre, siempre creí que eras activo!

SeHun suspiró, dejando caer los hombros una vez se hubo rendido. — Yo también lo creí, pero joder, dejaría que ese hombre me dejara hasta sin caminar…

Supo que había cometido un error al haber elegido ese lugar para hacer sus confesiones cuando ZiTao no fue el único que giró la cabeza como poseído luego de que esas palabras brotaran de su boca.

Toda la estúpida multitud había decidido cerrar la maldita boca justo cuando el partido estaba por concluir y ChanYeol intentaba desesperadamente encestar para ganar.

SeHun había estado alzando la voz para que JongIn pudiese escucharlo y solo entonces, pareció que hubiese querido gritar sus palabras mediante un megáfono.

El color rojo se apoderó de su rostro.

ChanYeol encestó y le guiñó un ojo.

JongIn no iba a permitir que olvidase eso ni cuando se volviera viejo.

 

 

- - -

 

 

—¡Duizhang!

Nerviosamente, SeHun enredó uno de sus meñiques con el otro.

Hacía un calor del jodido demonio para ser Agosto, pero Oh no podía decir a ciencia cierta si era por el calor que se encontraba colorado y sudando en los vestuarios de los chicos tras la cancha de basquetbol luego del partido.

ChanYeol estaba terminando de colocarse la camiseta limpia cuando se giró para mirarlo. SeHun miró el piso para no dedicarle miradas deseosas a los pectorales o abdominales bien marcados del mayor.

—¡D-Duizhang!

SeHun tomó aire lentamente, tratando de no alterarse por los ruidos.

ChanYeol lo tomó por la barbilla para que lo mirara y le robó un efímero beso un segundo después.

—¿Dejarías que te dejara sin caminar? — Susurró lentamente a modo de burla.

SeHun frunció el ceño en su dirección y, aunque nunca fue bueno haciendo aegyo, le dedicó un puchero con los labios antes de golpear levemente su estómago.

Sí, debilucho.

El alto maldijo por lo bajo, acorralándolo contra las taquillas de los vestidores. — No me hagas pucheritos, pueden conmigo SeHun.

El aludido lo retó, levantando una ceja. — ¿Y qué es exactamente lo que pueden, uh?

Un gemido descontrolado le puso la piel chinita y el sonido de piel contra piel termino de hacerlo estremecer.

ChanYeol golpeó el metal de la taquilla a puño cerrado, acercándose más. — Maldito Kris, no está haciendo bien su trabajo.

—Yo diría que lo está haciendo demasiado bien a juzgar por lo que oigo, ¿no lo crees?

El gigante sonrió de lado.

Resultó que el Duizhang de Tao no era nadie más que Kris Wu, el capitán del equipo de basquetbol al que el chino le había lanzado un balón para defenderlo en Mayo.

SeHun supo que nada lo sorprendería más después de enterarse, además del hecho de que Kris también era chino. Y Tao, bueno, se tenía bien guardadito el secreto hasta que colapso a ojos de todo el mundo cuando el celoso capitán lo beso frente a JoonMyun, el ricachón que solía acosar a ziTao.

—Necesita callarse para que pueda besarte.

SeHun se estremeció bajo el agarre fuerte que ChanYeol ejerció con una mano sobre su cintura.

—¿Y qué si me besas sin que se calle?

Retar a ChanYeol era una de las cosas más divertidas, lo había descubierto con el paso de las semanas.

Había descubierto un montón de cosas, a decir verdad. Como el hecho de que podían ser tan distintos como semejantes y de que un montón de las cosas que había escrito antes en su diario eran tan verídicas que resultaba aterrador.

ChanYeol era siempre bueno con los animales y un hijo excelente. Sus padres aceptaban lo qué era y a quién quería y SeHun no podía ser más feliz con ello. Era un hermano increíble, buen estudiante y un chico maravilloso en los deportes.

ChanYeol no solo era el chico más popular de la escuela sino que también parecía ser perfecto. SeHun se repitió montones de veces que era un idiota cuando lo descubrió, pero debía ser el idiota más afortunado porque el aliento de Park estaba robándole el suyo.

Pegando su nariz mojada a la suya y frotando la parte inferior de su cuerpo también contra el suyo.

Mordiendo levemente su labio inferior y arrastrándolo fuera hasta dejarlo indefenso. Cubriendo sus labios con los suyos, suaves y deliciosos como siempre imaginó que serían.

Humedeciendo levemente sus labios con su boca, atrapándolos en el tiempo mientras lo besaba lujuriosamente y su lengua encontraba la manera de acercarse a la suya para luchar sin tener ganas de saciarse.

Las rodillas le temblaban a SeHun pero no tenía miedo de caer porque era ChanYeol quien lo sujetaba. Y podía ser el lugar más ruidoso de toda la ciudad pero los dos habían dejado de escuchar más allá de sus respiraciones agitadas y latidos descontrolados.

Porque ese parecía uno de esos cuentos de hadas en los que no creía. Y, de ser así, entonces él era el jodido copo de nieve que se enamoró del rayo de sol.

Y lo más increíble del asunto, era que no se derretía.

Debía ser magia negra o hechicería, porque eran como agua y aceite y de todos modos eran el uno para el otro.

 

Notas finales:

Duré años para escribir esto y es ridículo porque no es bueno.

Finalmente cumplo con mi OS ChanHun para Isisway810. Lamento que no sea tan incrieble como hubiese deaseado pero se me dificultó más de lo que creí escribir un poco de estos nos. No vayas a creer que me la pasé estresada ni nada, al final fue divertido pero había cierto, uhm… no sé, fuerza(? Que me impedía escribirlos super románticos. Y no tiene nada que ver con que ame el ChanBaek, lo juro. Es más bien que no me imagino tanto a Sehun como pasivo y bueh, no sé si lleve ese rol aunque espero que sí(?? Jajaja en fin, es mediocre :C Pero espero que a ti y a tu hermano les guste aunque sea un poco.

No comentaré nada respecto a la siguiente actualización de Blank Space.Soy una chica caprichosa –si lo quieren ver de ese modo- y estoy molesta. Dije que la terminaría por mí, así que no quiero escribir algo sintiéndome así.

Me disculpo por los errores.

Besos.


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