Los veinte años de edad con los que Kim JongIn contaba, no podían ser un impedimento para que acurrucado bajo una manta acolchada junto a su hyung favorito, viese el programa de Pororo el televisión. La respiración lenta y tibia que caía entre su cuello y hombro sugería que KyungSoo había sido vencido por el sueño incluso antes de que el programa terminara. Se inclinó levemente hacia el rostro del mayor, topándose con sus ojos cerrados en una expresión tranquila y descubriendo que no se había equivocado.
La ola de voces agudas teñidas de un tono infantil, junto a la luz brillante que manaba del aparato pasó a segundo plano. JongIn había encontrado un entretenimiento más eficaz en el rostro pacífico del hombre descansando adosado contra él. De pronto el entrecejo de KyungSoo se contrajo y se su garganta provino un sonido más parecido a un quejido; JongIn, asustado de que despertara en ese momento y le descubriese observándole sin ningún disimulo, giró la cara con brusquedad y plantó sus ojos en la T.V.
Por fortuna, KyungSoo volvió a sumergirse en su sueño, sin ningún ademán de salir de él. El la pantalla una escena capturó su atención por lo divertida y graciosa que era. El personaje rosa cuyo nombre no era capaz de recordar, había llegado a casa de Pororo, cuando golpeó a la puerta, el dueño de la casa despertó y acudió a abrir, a continuación Crong salió corriendo en busca de un escondite.
Cuando Pororo abrió la puerta y se asomó tras ella, el rostro de su amigo se deformó en sorpresa. JongIn rió en silencio por la imagen de Pororo, quien había sido víctima del arte de su verde compañero. Rió un poco más fuerte, pero casi al instante se detuvo por la preocupación de arrancar a KyungSoo de sus dulces sueños. Pororo se apresuró a mirarse a un espejo, al percatarse de los trazos en su cara, el nombre de Crong salió en un grito de su boca con enojo. Pororo le recordaba demasiado a KyungSoo.
Las risas bajas no cesaban mientras miraba a los personajes de su programa favorito protagonizando una especie de persecución. Crong huía de la furia de Pororo, al tiempo que su amigo (o amiga) intentaba detenerlos, pero entonces, la torta que traía en sus manos salióa volando por el aire y tuvo un inevitable aterrizaje en la cabeza del pinguino, salpicando su rostro y cuerpo.
JongIn sonrió al imaginar el rostro de KyungSoo manchado de pastel. Luego, sin saber cómo ocurrió, Crong terminó cayendo sobre el cuerpo de Pororo, y el personaje rosa envió a ambos a tomar una ducha. Estaba feliz; su mente había creado una brillante idea, o bueno, quizá sólo la vio y decidió robarla, en cualquier caso resultaría divertido.
Se levantó del sillón en silencio y fue a buscar un plumón. Encontró uno rápido y con la misma velocidad regresó al lado de su hyung.
Quitó la tapa color rosa y empezó a realizar su obra de arte. Unas rayas por aquí, algunos círculos por ahí, sin olvidarse de hacer un deforme corazón en la mejilla. En su nariz dibujó una estrella de puntas desiguales, pero accidentalmente hizo cosquillas a KyungSoo y a causa de ello comenzó a despertar riendo un poco. JongIn se alejó al tiempo que ocultaba el plumón detrás de su espalda. KyungSoo lo miró con sospecha.
—¿Sucede algo? —preguntó con la voz un poco ronca.
—No, ¿por qué? —negó JongIn, quizá con exageración, porque KyungSoo no estaba totalmente convencido. Sin embargo se hallaba lo bastante soñoliento como para insistir. Apoyó la cabeza en el hombro del menor y soltó un prolongado bostezo.
—KyungSoo, ¿has visto mi camisa gris? Se la presté a BaekHyun pero dice que tú la... —SuHo se había detenido y su boca se cerró sin pronunciar ninguna otra sílaba cuando vio el rostro del chico. JongIn observó entre aterrado y ansioso cómo el mayor de todos comenzaba a soltar unas fuertes carcajadas—. ¿Qué te pasó en la cara?
KyungSoo lo escuchó sin atender, pero luego reaccionó y fue a buscar un espejo.
—¡JongIn! ¡¿Qué hiciste?! —chilló pasándose las manos por toda la cara. El menor lo miró avergonzado, pero divertido. KyungSoo se acercó a él y trató de quitarse el plumón rosa. Forcejearon durante un rato hasta que lo logró. Después de todo, JongIn no podía evitar ser tan débil cuando KyungSoo se hallaba tan cerca. El mayor destapó el plumón y empezó a rayar a JongIn en los brazos, la cara, el cuello y en cualquier lugar.
—¡Basta! —SuHo los separó, dedicándoles una mirada severa a cada uno—. Dejen de pelear, y ahora mismo vayan a limpiarse —Entre risas, JongIn y Kyungsoo salieron corriendo al baño—. Tienen más de veinte años, no cinco ni seis, parecen niños.
—Tú te reíste también —acusó JongIn.
—Cállate y hazme caso.
Ya en el cuarto de baño, KyungSoo reanudó su venganza y comenzó a salpicar con agua a JongIn.
—Hyuns, ya estamos parejos —protestó el menor antes de secarse con una toalla. KyungSoo no podía parar de reír y ciertamente él tampoco.
—Has visto demasiado Pororo por hoy —dijo parándose en las puntas de sus pies con el fin de robarle un beso fugaz—. Vamos.
—Pero hyung, es muy temprano para dormir, quiero ver televisión.
—¿Y qué veremos?
La mirada sugerente que le dio a Kyungsoo provocó que su cuerpo vibrara.
—Renté una película para adultos.
Sí, esa noche sería larga.