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Play with me por secretlook

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Notas del capitulo:

Es el final ¡¡¡ TT_TT Que penita¡¡

Ha sido todo un placer poder escribir esta historia para vosotras, aunque las lectoras de otros fics estaran enfadadas por el retraso, pero no importa ^^ saben que lo lograré

Espero que os guste aunque en mi opinión no es de los mejores smuts que he escrito, sorry

Os quiero <3

Hacia pocas horas que llevábamos en mi casa, nada más llegar acomodamos un pequeño lugar habitable en el único sitio que parecía aceptable de toda la casa, las horas siguientes nos dedicamos a tirar todo lo que estaba roto y a limpiar como unos posesos, pero después de una mañana de trabajo solo habíamos conseguido terminar el salón y un baño.

-La casa es preciosa, cuando terminemos va a quedar perfecta

-Bueno, eso sí la terminamos, más que nada porque es enorme-suspiré

-Me da igual cuanto tardemos, más tiempo que estaré contigo-sonrió pícaro- Además, y lo guapo que estás todo sudado

-Ten cuidado Shin, ahora que una zona de la casa es habitable e higiénica nada me impide tomarte por completo

Él ignoró mi advertencia por completo pensando que solo era una simple broma, lo que no imaginaba es que lo decía completamente en serio, es más, la verdad es que llevo toda la mañana resistiéndome a lo sexy que se ve todo sudado. Nos bañamos en la no rota bañera de mi casa con el agua que muy amablemente la señora Kim nos había cedido junto al gel y el shampoo que trajimos del centro.

-La vecina es un auténtico sol- suspiró frotando mi espalda

-Lo es, pero la he tratado muy mal, me siento tan culpable

-Bueno, entonces le compraremos un regalo con el primer dinero que tengamos

Sonreí conforme, además de relajado por su masaje.

Aún no podía creerlo, aquello era real, volvía estar en mi casa y volvía a ser feliz, había logrado encontrar el amor que pensaba que tenía prohibido y había recibido el perdón de todas las personas a las que había hecho daño (bueno, todas, lo que se dice TODAS, no), pero lo mejor de todo es que estaba siendo bañado por Shin, no voy a negar que hubiera preferido que nos bañáramos juntos pero eso era mejor que nada. Después de que ambos estuviéramos limpios y vestidos, decidimos ir a comer con algo de dinero que había encontrado en un tarro de mermelada, puede que antes no fuera tan tonto, tras comer en un McDonald (algo que ilusionó a Shin como si tuviera 3 añitos) nos pasamos por el banco para comprobar lo que no me había fundido en alcohol, drogas y otras chorradas, por suerte nos quedaban 10.000.000 wons (10.000€) gracias a que mi padre estableció que no podía tocarlos hasta los 26 años, cumpleaños que celebré en el manicomio.

-Con esto repondremos los muebles, solo los necesarios, le haremos un regalo a la señora Kim y compraremos comida-planeé- Seguro que hay suficiente para poder vivir hasta que consiga trabajo

-O que lo consiga yo, recuerda que antes de volverme loco-dijo haciendo una burla- Terminé mis estudios

-Está bien, hyung, entonces tú me mantendrás a mí… que para eso eres el mayor

Shin golpeó mi brazo sin apenas fuerza, sería mayor que yo pero sin duda parecía todo un crio.

Volvimos a casa y continuamos haciendo limpieza, gracias a Dios había algunas habitaciones que no estaban destrozadas por el respeto que les tenía, como son los dormitorios de mi hermana y de mis padres, que junto al salón y un cuarto de baño, solo nos dejaban con la cocina, otro cuarto de baño y mi dormitorio, aquella misma tarde lo terminamos todo gracias a que todo lo roto lo tiramos por la ventana y luego llamé a una pequeña empresa que por 50.000 wons (50€) se lo llevaron todo del patio de mi casa.

-Mañana iremos de compras a los grandes almacenes y repondremos todo lo necesario

-Mejor déjame a mí, yo no era tan rico como tú y me he criado aprovechando las gangas, te amueblaré la casa por mucho menos que unos grandes almacenes

-Está bien, me fiaré de ti, pero ahora vamos a dormir-susurré estrujando sus mejillas

Subimos a mi dormitorio y tiramos mi colchón matrimonial escaleras abajo, la verdad es que ese cuarto no era muy apropiado así que dormimos en el salón con las preciosas vistas de las paredes quemadas y el papel arrancado.

-Cariño, eras todo un pirómano-rió Shin mirando detenidamente las paredes

-Era un profesional

Me tiré sobre el colchón haciéndolo deslizarse unos centímetros en el suelo, Shin se tumbó a mi lado con la delicadeza opuesta a mí, apoyó su cabeza en mi pecho y me rodeó con sus pálidos y suaves brazos, hundí mi nariz en su pelo absorbiendo el dulce aroma de su shampoo, noté como sus manos acariciaban todo mi torso provocándome millones de escalofríos, recé para que parara pronto pero no tuve tanta mala suerte.

-Baby, si no paras voy a verme obligado a devorarte

Una pequeña sonrisa escéptica sonó en medio de un suspiro, Shin se subió encima de mí en un ligero gesto que apenas logré ver, su boca a pocos milímetros de la mía mezclaba nuestros alientos y sus ojos recorrían llenos de fuego todo mi rostro.

-¿Por qué no dejas de amenazarme y cumples de una vez tus advertencias, Takuya?

Vale, aquello había sido muy fuerte, o sea, de una forma mega sensual acaba de pedirme que me lo tire, sí, así sin más.

Las yemas de sus dedos recorrían cada tramo de mi piel con lentitud y delicadeza, igual que si fuera un ciego tratando de recrear mi rostro dentro de su cabeza, sentí su aliento acariciando mi rostro con sensualidad haciéndome babear por poder besarle, poco a poco se acercaba a mí hasta unir nuestros labios en un aún puro y dulce beso, sus labios mantenían el sabor del helado de vainilla que se había tomado en la cena, ese sabor tan dulce acabó por excitarme de tal forma que no pude resistirme a profundizar el beso, acaricié su mejilla y él separó sus labios al segundo, la punta de su lengua asomó rozando la mía con timidez y perversión entremezclados, al final ninguno de los dos logró contenerse y acabamos enzarzándonos en una batalla que nadie estaba dispuesto a perder aunque el aire escaseara en nuestros pulmones.

Sus manos se colaron temblorosas por debajo de la camiseta de mi pijama, el que traía del manicomio, sus dedos se sentían fríos sobre la piel tibia de mi estómago, los escalofríos y las fuertes sensaciones me invadieron con las caricias que no se parecían a ningunas de las que otros y otras me habían dado, aunque había estado en esta situación varias veces, nunca había estado dispuesto a llegar hasta el final con nadie salvo con él. Su boca se separó de la mía y descendió por mi mandíbula hasta mi cuello, sus dientes me marcaban pero me sentiría orgulloso de mostrarlas en el futuro, en el fondo me hacía sentir débil por hacerme estar así, temblando e indefenso bajo él.

Mis manos tomaron la iniciativa sin que mi cerebro lograra dar la orden, sujetaron el borde de su camiseta sin fuerza a penas y la retiraron con mucha lentitud dejándome totalmente fascinado con las vistas, la piel de Shin se veía blanca como la nata pero suave con un peluchito, su vientre era duro al igual  que su pecho pero ambos eran planos, mi mirada mostraba mi embelesamiento aunque creo que mi boca colaboró soltando un pequeño hilillo de baba, una pequeña risa resonó en mis oídos desde sus dulces labios.

-Eres, eres precioso –susurré- Eres hermoso

-Nah, tú que me miras con buenos ojos

Mis dedos recorrieron su cuerpo desde los hombros hasta su estómago, dibujé cada centímetro, perfilé cada línea de los músculos y jugué con su ombligo provocando carcajadas en él por las cosquillas, Shin acabó cayendo sobre el colchón retorciéndose para que parara, me subí encima de él sujetando sus muñecas por encima de su cabeza. Mis ojos brillaban con dulzura, amor y pasión, quería tenerlo, quería poseerlo, pero no por el placer de sentir su cuerpo, quería sentir la dicha que solo se puede tener cuando la persona a la que amas es plenamente tuya tanto espiritual como físicamente.

Shin me miró con un ligero puchero mientras daba pequeños pellizquitos a mi pijama, entonces supe lo que quería y con una sonrisa de sorna retiré mi camiseta, él pareció conforme y me lo demostró dejando pequeños besos sobre mi torso provocando que se me erizase todo el vello de mi cuerpo, mis manos lograron alcanzar el borde de sus pantalones a pesar de todos los temblores que los labios de Shin me provocaban, conseguí retirar sus pantalones sin que él se separara de mí y los tiré por algún lugar perdido del salón.

Me tumbé totalmente sobre él y me deslicé lentamente por su cuerpo hasta llegar a su cintura, después de tanto tiempo a palo seco la verdad es que no me apetecía trolearle, y estoy seguro de que él no quería ser troleado después de tres años en un manicomio, sin embargo no voy a negar las ganas que tenía de escucharle suplicar, así que con mi doble personalidad en la mente decidí atacar y hacerle suplicar al mismo tiempo. Mis dedos acariciaron su miembro por encima de la tela y lo sentí, le sentí temblar de una manera bestial que me hizo sentir tan poderoso como un Dios (en este caso debería ser la versión masculina de Afrodita), sus manos corrieron al borde de mis pantalones totalmente ansiosas por retirarlos de una maldita vez, ambos frenamos en ese instante de manera casi impulsiva y nos observamos unos segundos, estábamos en ropa interior sobre un colchón viejo en medio de una sala quemada, parecíamos y éramos auténticos locos, lo cual es muy excitante.

-Takuya, luego si quieres te poso desnudo para un cuadro a lo Titanic, pero por favor –suplicó con ojos algo llorosos- No pares ahora, me estás matando

La risa que escapó de mis labios escondía un sentimiento de satisfacción por haber logrado la súplica y haber evitado al mismo tiempo tener que suplicar yo.

Retiré sus boxers lentamente y los dejé por algún lado del suelo, estreché su miembro entre mis dedos provocando que él pusiera los ojos en blanco, mis manos trabajaban con dedicación gracias a la esplendorosa música que Shin creaba para mí, sus uñas se hundían en la piel de mis brazos incitándome a no parar e incluso aumentar la velocidad, la notaba cada vez más grande, sentía como crecía dentro de mi mano avisándome del orgásmico final, y quería llegar a él, quería notar los espasmos de su cuerpo y que manchara mi mano con ese premio que me había ganado, quería saber que yo podía conseguir que él tuviera el máximo placer.

-No, no, de verdad, para….para

Frené de golpe, como si hubiera chocado el coche contra una pared, sentí su frustración de cada una de las venas de su pene hinchado pero su rostro mostraba determinación.

-No quiero tener un orgasmo por el maravilloso trabajo de tus manos –suspiró- Yo quiero más

Sin saber muy bien con qué fuerzas, se medio sentó en el colchón sujetándose a mi cintura, sus manos diabólicas alcanzaron mi entrepierna y se aseguraron de poner bien dura mi virilidad, la cual ya estaba casi goteando simplemente por el espectáculo que él me había dado antes.

-Esto, esto es lo que quiero –sonrió 100% pervertido- Y lo quiero dentro de mí

Mis cejas se alzaron con sorpresa, la verdad es que no creía que Shin iba a ser tan salvaje y directo la primera vez, simplemente suponía que se conformaría con un buen trabajo que le proporcionara el orgasmo, pero tampoco estoy en contra de esta posición.

-Hace mucho que no lo hago –logré tartamudear

-Bien, entonces ya somos dos

Finalmente mi ropa interior se perdió en cualquier lado de la maldita habitación, su mano abandonó mi entrepierna y Shin volvió a tumbarse sobre el colchón, separó sus piernas lentamente haciéndome despertar de un raro trance para insultarme por no haber previsto esta situación y no haber comprado lo necesario, pero sus manos eliminaron todos los insultos cuando cogieron las mías para posarlas sobre su cintura y rostro, excepto tres dedos que hundió en su boca. Sus ojos me miraban en modo “no fui precisamente un santo en la universidad” y por culpa de los movimientos de su lengua para humedecer mis dedos tuve que creérmelo, recordé entonces que también debía humedecer mi pene y la verdad es que escupir sobre él no me parecía muy apropiado, liberé su cintura para poder tocarme más, sin embargo descubrí que la mano de Shin me había puesto antes tan contento que ahora aquello era prácticamente un lago, sus labios liberaron mis dedos totalmente mojados y separó las piernas aún más, mi mano se deslizó por su cuerpo lentamente hasta alcanzar aquella entrada que casi volvía a ser virgen. El primero no pareció incomodarle gracias a que los tengo largos y finos pero con el segundo sí que se mostró algo molesto, sin embargo logró relajarse y calmó su respiración, mediante el sistema de la tijera conseguí ensancharle lo suficiente como para que el tercer dedo se acoplara casi sin ser percibido, me movía dentro de él de manera lenta y concienzuda para evitar el daño y lograr alguna información de zonas sensibles, además de una buena dilatación.

-Está bien, creo que ya estamos listos

-Okey, pero hazme un favor….. todo de golpe, ¿está bien?

Asentí no muy seguro, pero como yo nunca había estado debajo no sabía la mejor forma, sujeté su cintura con una mano mientras la otra se aseguraba de que todo fuera correctamente, mis dedos dibujaban formas amorfas en su cadera en el momento en el que me hundí en él sin aviso alguno previo.

-¡Me cago en mi lápida!

Su maldición me asustó, tal vez le había hecho demasiado daño o no había entrado correctamente, pensé en salir pero sus piernas me sujetaron con seguridad impidiendo cualquier movimiento, Shin intentó y logró normalizar su respiración antes de abrir los ojos.

-Ni se te ocurra –ordenó- Estoy perfectamente Takuya, simplemente es que hace demasiado tiempo desde la última vez, eso es todo, pero ya puedes moverte

Inintencionadamente sentí alivio recorriendo mi cuerpo, su estrechez era demasiado deliciosa como para ser ignorada.

Mi pelvis realizó movimientos casi involuntarios sin salir de él haciéndome ver que aún estaba algo molesto, comencé con movimientos sumamente lentos para poder aumentar en medida que su dolor bajaba, sentí la tensión dentro de él cada que volvía a entrar y apreciaba su autocontrol cada que apretaba entre sus dedos las sábanas, pero poco a poco sus expresiones de dolor disminuían y comenzaban a escucharse tímidos gemidos entre aquellas paredes. Shin hacía gestos extraños mientras susurraba de forma ininteligible lo que parecían ser palabras como “más”, “más rápido” o “más fuerte”, así que aumenté la velocidad casi por puro instinto, sus dedos olvidaron las sábanas y se aferraron a mis brazos, sus uñas se clavaban en mi piel de forma molesta pero dando una buena señal, los gemidos de Shin no tardaron mucho más en hacerse bastantes sonoros.

-¡Joder! Menos mal que hacía tiempo, ¿eh?

-Supongo que la técnica nunca se pierde –gruñí

-Pues bendita sea la memoria práctica

Sus manos me arrastraron acercándome más a él, sus uñas arañaron mi espalda y sus piernas me aferraron con más fuerza aún, las mías se aferraron a su cintura con fuerza poniendo su piel roja, los gemidos escapaban de sus labios sin que él pudiera retenerlos en su garganta y, aunque intenté controlarme, yo le acompañaba con profundos gruñidos que sonaban casi animales. Un hormigueó empezó a formarse en mi estómago diciéndome que no faltaba mucho para llegar al momento cumbre, Shin apretaba el agarre en mis hombros dándome a entender que él también estaba cerca.

-No… no aguantaré mucho más –jadeó

-Yo tampoco

Shin hundió su rostro en mi cuello, podía sentir su aliento caliente sobre mi piel húmeda por el sudor mientras que su pelo me hacía cosquillas en la zona de la oreja, entonces fue cuando sentí como sus dientes se hundían en mi piel mientras un líquido tibio manchó mi estómago, su interior se apretó aprisionándome de una forma deliciosa provocando que me corriera en su interior sin poder evitarlo.

Los jadeos de Shin aún se escuchaban mezclados con los míos, de repente noté un agudo dolor en mi cuello y entonces percibí un líquido rojizo en sus labios, Shin llevó sus dedos a sus propios labios manchándolo de lo que yo creía que era mi sangre, sus ojos se abrieron como agujeros negros llenos de pánico.

-No, no cariño, no te preocupes –sonreí- No pasa nada, es normal, sólo es la pasión del momento

Él asintió no muy convencido pero yo sí lo estaba, no pasaba nada.

-Te quiero –susurré sobre su oído

-Yo te quiero mucho más, créeme

Sus dedos se entrelazaron en mi pelo y sus labios besaron los míos, noté el sabor a hierro de mi propia sangre y no me gustó, pero lo ignoré.

-Y para siempre –sonrió

Entonces, con esa sonrisa y ese brillo en sus ojos, supe que Shin era la persona con la que había destinado a estar toda mi vida y por ello bendecí mi locura.

¿Quién dijo que es malo estar loco? ¿Acaso no dijo el Sombrerero Loco que las mejores personas son las que están como una cabra?

 

Notas finales:

Las mejores personas están locas

Viva Cross Gene 

Viva el TakuShin


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