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El vídeo de la discordia por Kaoru Himura

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- Sasu-chan, ¿te encuentras bien? - le preguntó Suigetsu al ver que el Uchiha se había quedado inmóvil y con la mirada perdida.

 

El moreno logró salir de su estupor y giró lentamente la cabeza para enfocar la vista en su compañero. Abrió la boca para contestarle pero ningún sonido salió de ella así que volvió a cerrarla, casi al segundo siguiente, la abrió de nuevo tratando de hablar pero era incapaz y acabó cerrándola otra vez mientras Suigetsu no le quitaba ojo de encima.

 

 - Sasu-chan, si sigues abriendo y cerrando esa apetitosa boca, voy a pensar que es una invitación para que la devore – se acercó hasta quedar casi pegado a Sasuke - me estás provocando con esos labios tan sensuales y no creo poder contenerme más – le susurró tan cerca de sus labios que casi los rozaba.

 

La cercanía del otro chico logró que por fin reaccionara. Sasuke le agarró con una mano la mandíbula a Suigetsu justo cuando estaba a punto de besarle. Una palpitante vena apareció en su frente.

 

 - ¿Se puede saber qué mierda pensabas hacer? - le preguntó con voz de ultratumba mientras el otro chico sentía sudor frío resbalar por su cuerpo.

 

Sasuke estaba muy cabreado, tanto con Suigetsu por aprovechar cualquier momento para hacer una de sus idioteces como consigo mismo por haber bajado la guardia delante de su compañero, quien casi conseguía borrarle todo el rastro que quedase de su beso con Naruto. Menos mal que despertó de su ensimismamiento a tiempo, no iba a permitir que nadie sustituyera el recuerdo del suave roce de los labios del rubio sobre los suyos ni que le hiciera olvidar las sensaciones que le había provocado.

 

 - Lo siento, Sasu-chan – le contestó Suigetsu como pudo ya que la mano de su amigo estaba apretando tanto sus mejillas que parecía un pez por la forma que había adquirido su boca.

 - Que no se vuelva a repetir – le advirtió dejándole libre.

 

El adolescente con el pelo teñido de blanco abrió y cerró su boca gesticulando de forma exagerada para aliviar el dolor y la presión que aún sentía en la cara a la vez que la masajeaba con sus manos.

 

 - Eres un bruto, Sasu-chan – le reprochó con unos pucheros.

 - Deja de llamarse así – le ordenó fulminándolo con la mirada.

 - Entonces, ¿me vas a echar una mano, Sasu-chan? - le preguntó ignorando lo que le acababa de decir.

 - ¿Por qué quieres salir con Naruto? - le interrogó con recelo.

 

Era muy sospechoso el reciente interés que mostraba Suigetsu por el rubio ya que nunca antes había dado ninguna señal que indicase que le gustaba.

 

 - No tiene mucho sentido que quieras ser su novio cuando acabas de intentar besarme – le recriminó.

 - Porque tú siempre serás el número uno en mi corazón – le guiñó un ojo – Y porque en realidad no quiero salir con él, al menos no mucho tiempo, sólo el necesario para probar su cuerpo hasta que me canse.

 

Con cada palabra que salía de la boca del adolescente frente a él, la rabia iba apoderándose de cada parte del cuerpo de Sasuke.

 

 - Ese rubio sexy y su trasero han estado en mi lista de conquistas desde hace un tiempo pero como os llevabais mal, no quería que me odiases. No podría vivir sin pegarme a tu cuerpo cada mañana – entonó la última frase con voz melosa a la vez que hacía un amago de lanzarse al moreno pero éste le advirtió con una gélida mirada que ni se le ocurriese.

 

Aquello fue la gota que colmó el vaso, el moreno estaba muy cabreado e indignado, Naruto no era ningún trofeo para que Suigetsu hablase así de él. Quería salir en defensa de su vecino pero no podía porque se suponía que el rubio y él no eran amigos, Suigetsu podría sospechar que pasaba algo raro entre ellos si lo hacía.

 

 - Ahora que ha roto con Ino es la ocasión perfecta para hacer mi movimiento y seducir a ese rubio sexy – terminó de explicarse sonriendo con malicia.

 

A Sasuke no le gustó nada esa sonrisa, le habían entrado unas ganas enormes de estamparle la cara contra la pared con tan sólo verla pero tampoco podía hacerlo, no podía pegarle sin ningún motivo aparente así que reunió toda su fuerza de voluntad para controlarse.

 

 - ¿Y para qué necesitas mi ayuda? - le preguntó claramente enojado.

 - Con toda la competencia que hay, he pensado que podía buscar una forma de tener ventaja así que se me ocurrió que como pasas mucho tiempo con Naru-chan, podrías hablarle bien de tu gran amigo del alma – le contestó con una amplia sonrisa que mostraba todos sus afilados dientes mientras se señalaba – Una vez que pruebe la mercancía hasta hartarme, lo dejaré para que los demás también puedan degustarle. Lástima que Ino haya sido la primera en tener a ese rubiales en su cama, me hubiese gustado quedarme con su virginidad.

 

El instinto asesino de Sasuke despertó con una fuerza extraordinaria por culpa de las barbaridades que estaba soltando ese imbécil y por los celos que le estaban invadiendo al imaginarse a Ino y Naruto juntos en una cama. De forma inconsciente, se echó hacia delante con la intención de asestarle un golpe al indeseable que tenía enfrente pero se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer justo a tiempo y se detuvo.

 

 - Entonces, ¿cuento con tu ayuda, Sasu-chan? - le preguntó sin percatarse de nada.

 

Sasuke volvió a su posición y trató de serenarse lo suficiente para darle una respuesta que no levantara ninguna sospecha.

 

 - ¿Por qué debería hacerlo? Si quieres conseguir algo, hazlo tú mismo. No me apetece que me metas en tus líos – le contestó Sasuke encaminándose hacia el exterior del aula, si seguía un minuto más cerca de Suigetsu su autocontrol acabaría cediendo y le daría una paliza a ese cretino.

 - Sasu-chan, eres un mal amigo – escuchó que el otro adolescente se quejaba a su espalda cuando ya estaba saliendo por la puerta.

 

El moreno caminó por los pasillos con aura de peligro a su alrededor para ahuyentar a cualquiera que se atreviese acercarse a él, hasta llegar a la azotea. Una vez allí, se tumbó bocarriba y cerró los ojos dejando que la suave brisa que soplaba se llevase todas las preocupaciones que le rondaban por la cabeza. Aquella mañana estaba siendo un completo desastre, primero Naruto no aparecía por clase, después descubría que posiblemente el motivo estuviese relacionado con el beso que se dieron y, por último, se enteraba que varias personas iban tras el rubio, entre ellas Suigetsu, encima para rematar, éste le pedía ayuda para llevarse a su rubio a la cama. ¡Parecía que todo se ponía en su contra! La única buena noticia que había tenido era que Naruto e Ino habían roto, aunque, por una parte, se sentía mal porque Naruto ahora debía estar pasándolo mal por su culpa ya que la ruptura se debía a que Ino creyó que su novio le había sido infiel al ver el chupetón que él le había dejado.

 

 - Estúpido dobe... - susurró cansado pensando en los quebraderos de cabeza que le provocaba ese rubio idiota.

 

 

Esa misma mañana, unas horas antes, el despertador de Naruto sonó con fuerza indicándole que era la hora de levantarse pero éste no pudo, no tenía la fuerza necesaria para hacerlo e ir a clases. Se sentía incapaz de enfrentarse a Sasuke, no estaba preparado aún para verle tan indiferente y ajeno al sufrimiento que le estaba causando sin saberlo. Lo que necesitaba era estar alejado de él durante una temporada hasta que pudiera encerrar de nuevo esos sentimientos que se habían escapado de su cárcel, pero sabía que eso era imposible, no podía huir eternamente. Aunque, por un día, se daría el lujo de quedarse en casa, así que permaneció escondido bajo las mantas, dejando únicamente una pequeña abertura para poder respirar e intentó descansar pero no pudo porque, a los pocos minutos, entró Minato por la puerta.

 

Su padre, al ver que no bajaba a desayunar, pensó que se le habían vuelto a pegar las sábanas y, como no quería que volviera a llegar tarde, subió a despertarle. Al pasar al interior de la habitación, fue directo a abrir las cortinas y contó mentalmente hasta tres con una sonrisa en su cara esperando a que su hijo se quejara de forma escandalosa, pero aquello no sucedió. Minato se sorprendió al no escuchar su grito de protesta por lo que se giró y vio que Naruto ni se había movido de la cama. Aquel comportamiento extrañó al adulto, quien se acercó preocupado hasta la cama y apartó parcialmente las sábanas para poder ver el rostro de su hijo.

 

 - ¿Te encuentras bien? - le preguntó al ver que se encontraba con los ojos abiertos.

 - No muy bien... creo que tengo fiebre – le contestó tras unos segundos.

 

Minato colocó su mano sobre la frente de Naruto y comprobó que no estaba caliente por lo que supo que su hijo mentía. Apartó la mano y observó el rostro decaído de su primogénito, al menos le había dicho la verdad en algo y era que no se encontraba bien, su habitual vitalidad había desparecido y eso no era buena señal. No sabía por qué se encontraba en aquel estado pero entendía que su pequeño quería y necesitaba quedarse en casa, por lo que se lo permitiría por ese día. Todo el mundo tenía sus días malos en los que necesitaba evadirse del mundo y hundirse para poder levantarse después con más fuerzas y, esa vez le había tocado a su hijo.

 

 - Está bien, te quedarás hoy en casa y descansarás para que esa fiebre baje – le contestó y Naruto miró a su padre con gratitud.

 

El rubio menor sabía que su padre le había pillado en la mentira, pero aun así, no le había regañado ni le había obligado a ir al instituto. Minato se sentó a su lado pasándole el brazo por encima de los hombros para acercarlo a su cuerpo y comenzó a acariciarle la cabeza con ternura.

 

 - Llamaré al trabajo y les diré que estoy enfermo así te haré compañía.

 - No te preocupes, papá, sólo es un poco de fiebre que pronto desaparecerá, podré apañármelas solo unas horas – le contestó tratando de evitar que se quedara - no quiero ser una molestia ni que tengas problemas en el trabajo por mi culpa.

 - Eres mi hijo, para mí nunca será una molestia cuidarte porque te quiero.

 

Minato depositó un tierno beso sobre la cabeza de Naruto y después apoyó su mejilla sobre ésta mientras le abrazaba fuertemente. El menor no pudo evitar emocionarse dejando caer las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos, intentó aguantarse los sollozos que peleaban por salir para que su padre no se diera cuenta. Pero el mayor se había percatado de que su hijo lloraba en silencio por los ligeros temblores que le provocaba el llanto pero no dijo nada, sólo se limitó a quedarse junto a su pequeño reconfortándole hasta que cayó preso del sueño.

 

 

Al día siguiente, Naruto se levantó de la cama y se fue a la ducha para prepararse para ir a clase. Aún no se sentía bien pero gracias a su padre, tenía la fuerza necesaria para enfrentarse al causante de sus problemas. Minato se había quedado todo el día anterior junto a él, cuidándolo y tratando de levantarle el ánimo y hacer que se olvidase de aquello que le tenía tan afectado. El rubio menor agradecía enormemente a su padre, no sólo por sus cuidados y su cariño, sino también por el respeto que había tenido hacia su privacidad. Era consciente de que Minato estaba deseando saber qué le ocurría realmente para poder ayudarle mejor pero, pese a ello, no le obligó a que se lo contara, sólo se quedó a su lado apoyándole. Su padre era el mejor del mundo y, cuando estuviese preparado, le contaría todo lo que tenía guardado en su interior.

 

Tras vestirse con el uniforme, bajó a la cocina donde se encontró a sus padres terminando de preparar el desayuno y le dieron los buenos días. El menor se acercó a su madre, le sonrió y la saludó con un beso en la mejilla sorprendiéndola, Minato observó aquella escena con cariño y sonrió ante ello, parecía que su hijo se encontraba de mejor humor. Todos se sobresaltaron cuando las tostadas salieron disparadas de la tostadora y Minato se dio la vuelta para colocar esos trozos de pan en un plato. Mientras lo hacía, sintió que unos brazos se aferraban con fuerza a su cintura y un cuerpo se pegaba a su espalda. Sonrió por el fuerte abrazo que Naruto le estaba regalando, dejó el plato con las tostadas encima de la encimera y se giró correspondiendo al abrazo de su hijo.

 

 - Gracias – le susurró el menor.

 - De nada – le respondió con el mismo tono sabiendo a lo que se refería.

 - Hey, ¿y yo qué? ¿A mí me dejáis de lado? - fingió Kushina estar ofendida.

 

Los dos rubios la miraron riéndose y le hicieron un gesto con el brazo para que se uniera. La pelirroja no tardó ni dos segundos en levantarse y unirse a ese abrazo familiar. Después de varios minutos, Kushina rompió ese hermoso momento.

 

 - Por mucho que me guste estar con mis dos hombres favoritos, será mejor que desayunemos. Tengo que estar pronto en el hospital, hoy tengo un día ajetreado y no puedo llegar tarde.

 - Sí, será mejor que desayunemos – coincidió Minato.

 

Se separaron ligeramente pero antes de que lo hicieran por completo, Naruto sorprendió aún más a sus padres.

 

 - Os quiero. Sé que a veces nos peleamos y quizás no lo diga las suficientes veces pero sois los mejores padres del mundo.

 

Naruto siempre había sabido que tenía unos padres extraordinarios y lo que hizo Minato por él el día anterior sólo se lo reafirmó, por lo que quiso demostrarles que él los quería y sabía cuán estupendos eran. Los dos adultos se emocionaron con las palabras que les había dedicado su hijo y no pudieron evitar volver atraparle entre sus brazos.

 

 - Nosotros también te queremos – le contestó Kushina con lágrimas en los ojos.

 - Eres un gran hijo – añadió Minato.

 - Soy el único que tenéis – les contestó con diversión y los tres se echaron a reír.

 

Después de aquel momento de felicidad, se pusieron a desayunar y, al terminar, se prepararon para irse. Los adultos se fueron a sus respectivos trabajos y Naruto a clase. El rubio no tardó demasiado en llegar a su destino, ya que hoy había ido en bicicleta y, tras asegurarla en la zona reservada para ellas, se dirigió a su aula. Fue caminando lentamente tratando de retrasar todo lo posible el momento de su reencuentro con Sasuke tras su beso, que se sintiese un poco mejor no quería decir que no le afectase su presencia. A cada paso que daba, más le costaba andar, parecía como si sus piernas pesasen cada vez más pero, al final, acabó frente a la puerta del aula.

 

No se lo pensó mucho antes de abrirla porque si lo hacía, sería incapaz de cruzarla y se quedaría en el pasillo. Nada más entrar, vio a Sasuke al fondo de la clase con cara de enfado y su bufanda alrededor del cuello. El rubio se encaminó hacia su lugar tratando de fingir indiferencia recordándose lo que había decidido la tarde anterior pero antes de que pudiera dar un solo paso más, un par de chicos se interpusieron en su camino.

 

 - Hola, rubito – le saludó Gaara con aquella sonrisa lasciva que le ponía los pelos de punta mientras le escudriñaba de arriba a abajo relamiéndose el labio.

 - Buenas días, Naru-chan – le saludó también Suigetsu con voz seductora guiñándole un ojo y lanzándole un beso.

 

Naruto se quedó de piedra sin saber qué decir o qué hacer, aquello le daba muy mala espina.


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