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El vídeo de la discordia por Kaoru Himura

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Ambos adolescentes se habían quedado con la boca abierta de la impresión, estaban completamente anonadados.

 

 - Eso debe ser ilegal, no puedes esposarnos – habló Sasuke indignado.

 - ¡¿Se puede saber por qué tiene unas esposas en su despacho?! - chilló el rubio señalándole con el dedo.

 - Eso no es asunto tuyo – contestó el director.

 

Una sonrisa traviesa apareció en el rostro del mayor al recordar el uso que le había dado a esas esposas y con quién pero, debido a que tenía la cara tapada por la bufanda, los dos jóvenes no pudieron verla, aunque se imaginaron que el hombre sentado frente a ellos estaba sonriendo por la forma que habían adquirido sus ojos. Sospecharon que a su director le gustaba jugar con el objeto que tenía entre sus manos a juegos nada inocentes.

 

Un escalofrío les recorrió la espalda al pensar que Kakashi quería obligarles a usar unas esposas que habían participado en sus encuentros sexuales.

 

 - ¡Ni de coña voy a ponerme eso en mi muñeca! - gritó escandalizado el rubio.

 - No estoy dispuesto a usar esas esposas – dijo el moreno – además limitarían nuestros movimientos y no podríamos tomar apuntes en clase, lo que interferiría en nuestra formación académica – analizó de forma inteligente – Deberá buscar otro castigo – intentó librarse de la situación.

 - No habrá otro castigo, sólo hay dos opciones: estar atados o llamar a vuestros padres informándoles de vuestra expulsión – sentenció el mayor – vosotros elegís.

 

Los dos chicos se volvieron a poner nerviosos con la mera mención de sus padres. Se imaginaron la tremenda reprimenda que recibirían de parte de sus progenitores si se enteraban de que les habían echado del instituto por pelearse.

 

Naruto sintió sudor frío resbalar por su nuca al pensar en lo histérica que se pondría su madre, era temible cuando se cabreaba. Sasuke, por su parte, podía ver la mirada de reproche y decepción de su padre y no le gustó la sensación que tuvo al pensar en ello.

 

 - Y, ¿bien? - instó Kakashi a que le dieran una respuesta.

 - De acuerdo – murmuró Sasuke con cara de fastidio.

 - ¿Naruto? - se dirigió hacia el rubio para que le contestara.

 - ¡Arrrg! Vale, ¿contento? Pero tendrá que unir nuestras manos con otra cosa, no quiero usar uno de sus juguetes sexuales – se negó el rubio.

 - Uzumaki, muestre más respeto – le avisó el director.

 - Pero si le hemos visto la cara de pervertido que ha puesto cuando ha dicho que no era asunto nuestro – le comentó molesto.

 - Uzumaki, ¿quiere que le expulse además de esposarle a su compañero? - le amenazó Kakashi.

 

Sintió de nuevo el sudor frío al oír la palabra ''expulsión'' y pensar en lo que conllevaba así que desvió la vista enfurruñado cruzándose de brazos.

 

 - No, ya es suficiente tener que aguantar a la niñita delicada – contestó.

 

Sasuke le miró molesto por el apodo con el que le había llamado pero decidió no replicarle, no quería que el director terminara expulsándolo.

 

 - Aunque no entiendo de qué va a servir estar unido a éste, terminaremos matándonos – expresó el rubio sus dudas sobre el castigo.

 - Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con este idiota. Creo que sólo servirá para empeorar la situación – coincidió con Naruto.

 - Es la única solución que veo para que empecéis a llevaros bien... o, al menos, toleraros – explicó Kakashi – cuanto más tiempo estéis uno al lado del otro sin poder huir, más aguantaréis la presencia del otro y, al hacer todo juntos, deberéis empezar a entenderos y a llegar a acuerdos para poder trabajar juntos. Os ayudará a crear un lazo entre vosotros...

 

Ambos estudiantes se quedaron observando cómo el director se había quedado mirando al vacío. Se llevó una mano a su barbilla pensativo, parecía que una idea había acudido a su mente.

 

 - Un lazo... – susurró mirando a su alrededor buscando algo – Ahí está – dijo entusiasmado.

 

El hombre se levantó de su sillón, pasó al lado de sus alumnos y fue hasta el fondo del despacho. Allí cogió una caja mediana cerrada y precintada con una cinta adhesiva amplia. Volvió hasta su sitio con ella en sus manos y la colocó encima de la mesa.

 

 - Bien, como no queréis usar mis adoradas esposas, utilizaréis esto – comentó señalando la caja.

 - ¿Una caja? - interrogó Naruto - ¿Cómo se supone que...?

 - Eres más idiota de lo que pensaba – le interrumpió el moreno – Se refiere a lo que hay dentro de ella – le aclaró irritado.

 - Ya lo sabía, sólo os estaba tomando el pelo – intentó disimular el rubio - ¿Qué hay dentro? - preguntó curioso.

 

Kakashi cogió unas tijeras, pasó una de las puntas sobre la cinta adhesiva para rajarla y, una vez hecho, las colocó en su sitio. Abrió la caja sacando de su interior varias cuerdas largas, no demasiado gruesas y de distintos colores y se las mostró a los dos adolescentes.

 

 - Cortaré un trozo lo suficientemente largo como para que tengáis más movilidad que con las esposas pero no tanto como para que podáis alejaros demasiado el uno del otro – les explicó – así no tendré que desprenderme de mis adoradas esposas – comentó con su sonrisa lasciva.

 

''Pervertido'', pensaron ambos chicos mirando con los ojos entrecerrados a Kakashi.

 

 - El material del que están hechas las cuerdas no os causará ningún roce o herida así que no tenéis nada de qué preocuparos – les informó.

 - ¿Por qué tiene una caja llena de cuerdas en su despacho? - interrogó el rubio un poco asustado por creer que les daba la misma utilidad que a las esposas.

 - Es material de la escuela – contestó ofendido el mayor – se van a usar como combas en las clases de gimnasia. No soy un depravado.

 

Los dos muchachos observaron con cara de incredulidad a Kakashi al darse cuenta de que mientras les hablaba, intentaba esconder una de las cuerdas en su bolsillo.

 

 - Voy a ser considerado y os dejaré libres hoy, pero a partir de mañana empezaréis vuestro castigo. Os vigilaré para que no os desatéis y también avisaré a todos los profesores de vuestra situación así que si intentáis desatar, cortar, quemar o libraros de cualquier forma de la cuerda, ellos me informarán e, inmediatamente, llamaré a vuestros padres y quedaréis expulsados, ¿entendido? - les aclaró con un brillo tenebroso en sus ojos.

 

Ambos chicos tragaron saliva y asintieron con la cabeza lentamente.

 

 - ¿Cuánto tiempo va a durar el castigo? - preguntó Naruto con precaución.

 - Todo el tiempo que yo quiera. ¿Algún problema con ello?

 

Los dos estudiantes negaron con la cabeza asustados.

 

 - Bien – dijo con una sonrisa animada – podéis regresar a clases ahora.

 

Naruto y Sasuke se levantaron de sus asientos y caminaron hasta la puerta para salir del despacho. En cuanto estuvieron fuera, pudieron escuchar cómo el director hablaba en voz alta alegrándose de no tener que haber tenido que separarse de sus adoradas esposas. Ambos se imaginaron que en ese momento el adulto de pelo gris estaba abrazando al objeto de metal.

 

Los dos chicos se encaminaron hacia su aula en completo silencio, lamentándose cada uno en su interior por la injusta situación que empezarían a vivir a partir de la mañana del día siguiente. Al llegar, cada uno se encaminó hacia su sitio.

 

Naruto hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa tranquilizadora al pasar junto a Ino y le susurró que ya le explicaría luego lo que había pasado. Ambos se sentaron en sus sillas y pasaron el resto de clases desanimados sin prestar atención a las lecciones.

 

 

Horas más tarde, Sasuke se hallaba en su dormitorio con un secador en la mano y su móvil abierto con la batería fuera proporcionando aire caliente a todas las piezas con la esperanza de secarlas por completo y hacer funcionar el teléfono.

 

 - ¿Qué haces? - preguntó Itachi elevando la voz para que su hermano le escuchase por encima del ruido que hacía el aparato.

 

Sasuke dio un respingo en su sitio por el susto que le había dado el moreno mayor y apagó el secador mientras miraba a su hermano irritado.

 

 - Toca a la puerta antes de entrar en mi cuarto – le dijo enfadado.

 - Lo he hecho pero, con el escándalo que tienes aquí montado, dudo que me hayas oído – le comentó apoyado en el marco de la puerta.

 

Itachi se acercó hasta su hermano para ver qué se traía entre manos y se quedó extrañado al observar el teléfono de Sasuke desmontado en su cama.

 

 - ¿Qué demonios le ha pasado a tu smartphone? - se sorprendió - Papá te va a matar como se entere de esto, sabes cuánto le costó – le advirtió Itachi.

 - Lo sé por eso él no quería comprármelo pero insistí hasta que le convencí y mira ahora... - le dijo abatido – necesito arreglarlo.

 - Cálmate, sólo exageraba, puede que papá se cabree pero no te va a matar. Ya te comprará otro aunque dudo mucho que sea otro tan caro como éste – intentó tranquilizarle.

 - No es sólo por eso, necesito recuperar algo.

 

Eso llamó la atención del mayor que se acercó aún más a su hermano colocándose a su lado.

 

 - Hermanito picarón, ¿se puede saber qué has estado haciendo con tu teléfono? - se burló con una sonrisa traviesa en los labios.

 - Estúpido pervertido... sólo quiero recuperar algunas canciones y fotos que hice en clase – intentó disimular.

 - Sí, ya... lo que tú digas – le respondió incrédulo aún sonriendo.

 

Sasuke le fulminó con la mirada, Itachi rodó los ojos y resopló. Decidió que era mejor cambiar de tema.

 

 - ¿Pero cómo demonios ha llegado a ese estado? - le preguntó señalando a las piezas que formaban su smartphone - Eres muy cuidadoso con tus pertenencias. A veces diría que demasiado... - murmuró la última parte.

 - Naruto lo tiró dentro de una fuente – le explicó irritado.

 - ¿Sin ningún motivo? - sospechó Itachi.

 

Sasuke no respondió, cogió la batería de su móvil fingiendo que la estaba revisando.

 

 - ¿Sasuke? - le llamó con su tono de voz de ''no me creo ni una palabra de lo que me estás contando''.

 - Puede que me abalanzase sobre él porque amenazó con tirarlo al agua y al hacerlo, es posible que le empujase tan fuerte o le pillase tan desprevenido que provocó que se le escapase cayendo dentro de la fuente – contó quitándole importancia al asunto.

 - Lo sabía – dijo aburrido – no vais a cambiar.

 - Si me vas a sermonear ya sabes dónde está la puerta – le insinuó.

 - Si quieres que me vaya, lo haré pero entonces te quedarás sin saber un truco mejor para sacar toda la humedad de tu móvil – le comentó mientras se aproximaba a la puerta para salir de allí.

 

El moreno menor se debatió internamente. Necesitaba arreglar su teléfono pero no quería tener que pedirle ayuda a Itachi, sabía que se burlaría de él por no saber lo que fuese a decirle o lo usaría en su contra en el futuro, aparte de que era un golpe bajo para su orgullo.

 

Después de cavilar durante varios minutos, mientras los cuales su hermano mayor le daba la espalda y lo observaba de reojo con una sonrisa de burla en su rostro, Sasuke decidió que aceptaría el consejo de Itachi pues realmente necesitaba recuperar el maldito vídeo para vengarse del idiota que lo grabó.

 

 - Espera – le detuvo - ¿podrías... - le costaba decir aquellas palabras.

 - ¿Sí? - le dijo con falsa inocencia Itachi.

 - Tsk... ¿podrías ayudarme? - le pidió malhumorado y con su orgullo herido.

 - Sasu-chan, ¿cómo se piden las cosas? - fingió regañarle.

 - Por... favor – dijo apretando los dientes aguantándose las ganas de soltarle algún insulto.

 - Está bien, como me lo has pedido tan amablemente, te haré el favor de contarte un secreto – hablaba mientras se volvía a posicionar al lado de Sasuke – Si lo metes en un recipiente lleno de arroz seco y lo mantienes cerrado, los granos de arroz absorberán toda la humedad que aún quede en su interior.

 

Terminada la explicación, Sasuke salió disparado hacia la cocina para coger los materiales y utensilios necesarios sin ni siquiera darle las gracias a su hermano mayor.

 

 - De nada, tonto hermanito – dijo cuando ya no estaba presente.

 

Suspiró saliendo de la habitación de Sasuke para ir a la suya propia. En cuanto el menor regresó a su dormitorio ni se preocupó por no encontrar allí a su hermano mayor. Tomó cada una de las piezas, las metió en un bote con arroz y lo cerró. Lo dejaría así toda la tarde y toda la noche, esperando que por la mañana funcionase su móvil.

 

 

A la mañana siguiente, Sasuke se despertó media hora antes de lo normal para comprobar los resultados del truco de su hermano. Abrió el bote sacando la parte del contenido que le interesaba y volvió a armar su teléfono. Cuando estuvo listo, apretó el botón de encendido rezando para que funcionase pero después de varios segundos la pantalla no brillaba.

 

 - Mierda – maldijo irritado.

 

Pero el moreno no se rindió. Continuó apretando el botón y, tras varios intentos, su smartphone se encendió sacando una sonrisa de satisfacción de los labios de Sasuke. Al terminar de cargarse, comprobó que funcionase correctamente y revisó si sus archivos seguían ahí o los había perdido, sobre todo el estúpido vídeo.

 

 - Te tengo, cabronazo pervertido – dijo al comprobar que seguía teniendo el vídeo y se reproducía con normalidad – pienso averiguar quién eres.

 

 


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