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Min Seok miraba al techo de la habitación de Jong Dae como si este pudiera darle solución a todos sus problemas. Jong Dae se había enojado con la carta que recibió y Min Seok no tenía que ser ningún adivino para darse cuenta de ello. Ciertamente, había esperado una reacción así teniendo en cuenta por lo que su amigo estaba pasando. Solo debía ser paciente y seguir insistiendo hasta que Chen lo creyera.
Xiu Min observó la carta que se encontraba sobre la mesita de luz ubicada al lado de la cama. Jong Dae se la había mostrado y había dicho unas cuantas cosas mostrando que, bajo ningún motivo, creería que existía alguien que lo admirara.
Suspirando, entre frustrado y triste, Min Seok siguió jugando con el cabello de Jong Dae que estaba acostado a su lado en la cama. Chen dormía plácidamente cosa que Min Seok agradecía.
Otra vez, Jong Dae le había llamado para que fuera y, de nuevo, se había llorado todo. Había momentos en los que Xiu Min quería gritar de pura rabia y darle a su amigo una buena trompada para que se diera cuenta de que lo que hacía solo estaba consiguiendo que se hundiera aún más en una horrible depresión y una tremenda crisis de identidad. Pero era más fácil pensarlo que hacerlo.
Con cuidado para no despertar a un dormido Chen, Min Seok se levantó de la cama y salió del cuarto sin mirar atrás. Era hora de regresar a su casa para intentar conseguir, esperaba que con éxito, algo del sueño que le estaba haciendo tanta falta últimamente.
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¡Hola, de nuevo!
Me recuerdas ¿no?
Me enteré que te disgustó que te escribiera. Supongo que pensaste que era una especie de broma. Pues ¡te puedo asegurar que no es así!
No sé cómo convencerte de que no estoy jugando contigo, pero seguiré escribiéndote hasta que te lo creas. Me pondré un poco cargoso y, si te molesta, pues lo siento, seguiré haciéndolo hasta que creas que lo que te digo es real.
Eres una gran persona Kim Jong Dae y deberías empezar a creerlo porque yo lo creo y sé que tus amigos también lo creen, aunque los hayas alejado un poco. Habrás tenido tus motivos para hacerlo, pero ¿no puedes arreglarlo? Estoy seguro de que te extrañan, puedo notarlo en cómo te miran o cuando se juntan a comer en la cafetería. Simplemente piénsalo.
¿Me volví a meter en donde no me llamaste? Perdón, es algo que no puedo evitar. Soy una especie de metiche que quiere solucionar los problemas de los demás. ¿Eso me hace ser una mala persona? ¿Qué crees?
Bueno, será mejor que termine aquí o nunca más terminaré esto.
Cuídate mucho, Jong Dae. ¡Hasta la próxima!
XOXO
Jong Dae leyó la segunda carta, que su admirador había dejado en su casillero, por tercera vez y soltó un audible suspiro. ¿Su admirador secreto tendría razón? ¿Realmente sus amigos lo extrañaban? Sabía que haberlos alejado no había sido una buena idea, pero fue algo que no pudo evitar. Hablaban demasiado, se metían en todo y querían arreglar lo que le pasaba como si supieran cómo se sentía. Y llegó un punto en el que no pudo soportar a sus amigos diciéndole qué hacer y cómo hacerlo, y los mandó a parlotear a otra parte sin delicadeza alguna.
Ahora que lo pensaba detenidamente, él también los extrañaba. Extrañaba bromear con Chan Yeol y Baek Hyun. Extrañaba ver las cursilerías que Lu Han y Se Hun se decían. Extrañaba observar como Su Ho cuidaba de Lay como si este fuera de cristal. Extrañaba reírse de Kris cuando este caía siempre ante los encantos de Tao. Extrañaba escuchar la emoción en la voz de Kai y ver el interés de D.O. cuando hablaban entre ellos. En fin, extrañaba a sus amigos y los quería de regreso, pero ¿perdonarían su estupidez? ¿Las cosas hirientes que les dijo?
Mordiéndose el labio inferior con fuerza, Jong Dae se levantó de su silla y salió del aula, rumbo a la cafetería. No perdía nada con intentar sentarse de nuevo con ellos, sin decirles palabra alguna, y ver si lo aceptaban. Rogaba para que sí lo recibieran porque eso lo haría un poco más feliz. Él sentía que ya lo había perdido todo y quería sentirse querido aunque fuera solo por un instante.
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— Se los digo, la profesora de química me odia— lloriqueó Baek Hyun.
— Vamos, Baek, ¿no crees que estás exagerando?
— No, Xiu Min, no exagero.
— ¿Qué has hecho para que te odiara?
— ¡Lulu! Yo no he hecho nada, se los aseguro.
— ¡Baek Hyun!— dijeron los diez chicos al unísono.
— Esta bien, está bien— se resignó— Puede que haya mezclado algo que no debía.
Las risas no tardaron en ocupar lugar. Era bien sabido que Baek Hyun metía la pata cada cinco segundos y, la mayoría de las veces, lo hacía a propósito. Era porque tenía “un espíritu aventurero e incomprensible”, según decía él todo el tiempo.
El jadeo de sorpresa que salió, repentinamente, de la boca de Tao, hizo sobresaltarlos a todos. Lo miraron sin comprender por qué había hecho ese sonido, hasta que Tao señaló, sin hablar, hacia la entrada de la cafetería.
Min Seok no cabía en sí mismo del asombro. Vio a Jong Dae entrando y, verlo, era como mirar alguna especie de ser irreal, algo o alguien que desaparecería si llegaras a parpadear. Ninguno de los chicos dijo ni una palabra, la sorpresa era demasiada y se notaba por completo en sus expresiones faciales.
Min Seok miro interrogante a Jong Dae cuando este se sentó a su lado sin dirigirle la palabra o la mirada a alguno de los presentes.
— ¿Jong Dae? ¿Qué pa…?
Min Seok se cortó sus propias palabras al darse cuenta que las manos de su mejor amigo temblaban. Y Xiu Min lo entendió. Chen estaba intentando integrarse de nuevo al grupo, estaba intentando a su inusual manera pedirles perdón y, silenciosamente, preguntando si aún tenía una oportunidad.
Xiu Min miró a sus amigos para poder transmitirles lo que Chen estaba intentando hacer. Pero no hubo necesidad de hacerlo porque ellos habían captado la intención de Jong Dae a la perfección.
— Lo vuelvo a repetir, la profesora de química me odia— habló Baek Hyun, retomando el tema anterior— Y no es solo por el desastre que hice en la clase, ella me ha odiado desde siempre.
— Pues ve a un campo a llorar— dijo Kyung Soo— Porque si es tan así como dices, no importa lo que hagas, te va a seguir odiando.
— Tu forma de consolarme me ha llegado al alma— dijo sarcásticamente, haciendo reír a casi todos.
Y Min Seok sonrió feliz al ver que, si bien no había reído con los demás, Jong Dae había sonreído sutilmente. Y ese era un gran paso para empezar a sanar.
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Jong Dae iba caminando tranquilamente, solo, hacia su casa después de la escuela. Maravillosamente, se sentía en paz consigo mismo como hacía bastante que no se sentía. Sus amigos lo habían aceptado, lo habían perdonando, sin necesidad de que él pidiera disculpas verbalmente. Y él lo había entendido sin que los demás le dijeran que lo perdonaban. Se alegraba de aún tener esa conexión tan rara que tenía con sus amigos. Le hacía sentir que pertenecía a algo grande, a una familia, a una hermandad inquebrantable.
Tarareando una pegajosa melodía, pensó en la carta que había recibido y decidió darle una oportunidad y creer que lo que estaba plasmado en el papel era cierto. Se permitiría a sí mismo tener una pequeña esperanza.
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¡Hello! (es “hola” en inglés –aclaración tonta, lo sé-)
Hoy estoy muy animado y feliz ¿sabes por qué? Porque te vi sentado con tus amigos en la cafetería ¡casi muero de la impresión! Aunque estoy seguro que más de uno de tus amigos se quedo sin habla. ¡Fue tan genial! Me alegra mucho que hayas dado ese paso. Espero que de ahora en más, a pasitos de bebé, te animes a volver a ser el que eras. Podrías empezar quitándote esos anteojos ¿no te parece? No te quedan para nada mal, pero me desespera ver que te los acomodes todo el tiempo. No sé, pero me molesta tanto que hasta siento que soy yo el que los lleva puesto (sí, también creo que estoy exagerando un poco).
Bueno, solo eso quería decirte. No aguantaba esconder la emoción por tu progreso. Hasta doy saltitos de la felicidad.
¡Espero que tengas un excelente día!
XOXO
Una sonrisa de pura felicidad se instaló en su cara. No sabía por qué, pero que su admirador lo felicitara le hizo sentir que era importante para alguien. Cerrando su casillero, caminó a pasos apresurados hacia su salón mientras cantaba en voz baja.
Min Seok observó todo desde lejos y sonrió. Hasta ahora, haber decidido escribirle a Chen anónimamente estaba dando muy buenos resultados. Solo esperaba, y rezaba, para que eso no se volviera en su contra.
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