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Los Arcanos por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.


Hola, traigo una nuva historia, espero les guste. Hace tiempo lo tengo, pero tenía cierta renuencia a publicarlo, es algo diferente y mi estado de ánimo no ayudaba mucho.

Capítulo 11: La rueda de la fortuna

(Pareja Death Mask y Afrodita)

Definición de la carta: La rueda de la fortuna nos muestra el sucesivo subir y bajar de los acontecimientos, representando la vida. La pureza como las acciones justas y bien intencionadas pueden llevar al hombre hacia la cima, y a su vez es el mismo quien cae por su orgullo y debilidad. Es un símbolo antiguo que representa la fortuna y la desventura.

La interpretación más exacta que se puede hacer de la carta es acerca de nuestro camino en la vida, nosotros tomamos las decisiones, pero estas están sujetas a los designios de la fortuna. La rueda de la fortuna no nos entrega lo que queremos, sino lo que necesitamos. Pareciera que a veces perdemos el control y todo lo que pasamos no tiene sentido, pero es aquello que necesitamos para progresar.

En el aspecto negativo la obstinación hace que siempre nos enfrentemos a las mismas dificultades, también se nos indica que la paciencia es una de las virtudes más importantes durante la vida, pero la falta de esta nos lleva a vivir con prisas y excesos persiguiendo siempre la fortuna, sin llegar a alcanzarla.

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«La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino. Sino una forma de caminar por la vida»

Viktor Frankl.

No había podido evitar leer la frase varias veces y querer transportar aquella experiencia hacia su propia vida. Una llena de lujos y comodidades, pero también de frustración y una necesidad de cariño imperante que se le había negado desde siempre. No podía compararse con el autor de aquel libro que leía, aquel hombre, Viktor Frankl había pasado por horrores que él ni se imaginaba, los hechos de la segunda Guerra Mundial y la crueldad vivida en los campos de concentración como Auschwitz y Dachau era un abismo de diferencia con las dolencias de su corazón, pero no por ello el dolor era estaba menos presente y menos plausible, al contrario, lo sentía en cada palpitar vacío de su corazón, como lo desgarraba por dentro cuando fijaba su mirada hacia el mundo exterior. Las personas reían y lloraban por una misma causa, entregaban sus vidas a un sentimiento que él no alcanzaba a comprender. ¿Qué sería en verdad el amor?

Él estaba vacío, ni su apariencia agraciada, ni su sonrisa ensayada eran parte de su verdadero ser. Su destino había sido marcado en el destino de una familia acaudala, pero que jamás fue una realidad, sino más bien un teatro bien armado que ante los ojos de la sociedad era la familia perfecta. ¿Qué sentido tenía actuar en aquella farsa por el resto de su vida?

Su vanidad había sido la marca de su vida, al menos hasta alcanzar la madurez lejos de la turbulenta adolescencia, aquel había sido el pináculo de su desesperación. Con dieciochos años, con la apariencia delicada de sus finos cabellos y ojos celestes dignos de cualquier ángel había sido pretendido por muchos candidatos al matrimonio escogidos por sus padres. En aquel entonces creía ciegamente en ese mundo de ilusiones y banalidades, sin embargo cada día cavaba su propia tumba, dejando de ser él mismo. Entre lujos y desinterés perdió su propia esencia, no siendo más que un títere de esta abominable sociedad. Vacío y quebrado, una vida que no valía nada.

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Mala vida y rápida muerte, era lo que le decían sería de él, nada le interesaba, desde que tenía catorce años y había ido a parar desde un orfanato hasta una correccional. ¿Cómo podía importarle el mundo si la sociedad era una mierda? Su madre una prostituta con vicios y su padre un desgraciado al igual que él dedicado al mundo de las drogas, su infancia había sido todo menos benévola, al contrario, desde siempre tuvo que arreglárselas como pudo, teniendo como único a apoyo a su anciana abuela. Quizás la única figura que alguna vez le brindó cariño. Pero con su muerte a los diez años quedó a merced del despiadado bajo mundo donde el ser un niño poca importancia tiene. Comenzó a participar de pandillas y cambio su nombre de Ángelo por un seudónimo mucho más intimidante en las calles, con el pasó de los años únicamente era conocido como Death Mask por la brutalidad con la que solía atacar a sus enemigos. Aquello continuo hasta sus trece años, cuando la basura de padres que tenía murieron; su padre asesinó a su madre para luego quitarse la vida como todo el vil cobarde que era. Después de eso fue a parar a un orfanato, donde sus actos delictuales quedaron al descubierto por el gobierno local, enviándolo directamente a una correccional. Su odio por todo solo fue creciendo, nunca fue un niño y ahora el posible hombre que pudo llegar a ser se perdía entre los aciagos recuerdos de su funesto pasado.

La salida de aquel lugar de reclusión solo fue el comienzo, a los dieciocho años ya no era apto para permanecer en ese sitio, aunque si fuera por los guardias lo enviarían hacia la cárcel más cercana para evitar su presencia en el mundo. Para el resto de "los decentes" las personas como él no eran más que escoria, seres que no deberían vivir, independiente de que su niñez y su pasado no hubiera sido toda causa suya, pero como tal ellos terminaban viviendo de la manera en la que la visión de la sociedad los catalogaba. Si querían que fuera una escoria, lo sería, pero mantendría el dinero y el poder en sus manos. La droga era el medio más fácil y rápido, y él aún recordaba los viejos contactos de su padre, solo era cosa de saber ofrecer algo que interesara a los demás. Las cárceles son más que lugares de encierro.

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Dos mentes y vidas diferentes, unidas por razones que ambos desconocen, la casualidad no existe, solo la causalidad de los hechos, los cuales son únicos e inevitables.

Afrodita, como se llamaba el joven de agraciada apariencia y de sonrisa vacía tuvo un accidentado encuentro con aquel mundo, ¿Qué fue lo que lo impulsó?, ni siquiera él mismo lo sabe con certeza, quizás fue la necesidad de sentirse humano y vivo por primera vez, o tal vez el imperante deseo de deshacerse de la propia consciencia que lo atosigaba día y noche. Tenía los recursos y encontró el medio, las drogas son caras y solo unos pocos pueden permitírselas con regularidad sin perder todo lo que tienen. Afrodita siempre supo mantener las apariencias frente a los demás, pero su alma cada vez se quebraba más, a medida que los cocteles de éxtasis y LCD aumentaban su concentración lo hacía el desprecio por su propia vida.

Death Mask jamás comprendió la motivación de aquel muchacho que conoció aquel lluvioso día de hacía seis meses.

Estaba en un callejón oscuro, la lluvia caía sobre los tejados de los antiguos edificios y él estaba repantigado sobre una de las paredes más lejanas a la vía principal de peatones. Era como una sombra a la espera de provocar la decadencia en los más desafortunados, porque si, quienes buscaban sus servicios solían ser almas marchitas con ojos carente del más mínimo respeto por la vida. Podía escuchar con claridad la ruidosa música que provenía de aquel bar de mala muerte junto al callejón, el letrero de neón parecía que hace años no funcionaba y solo una escueta luz roja y brillante demostraba la existencia del lugar. El infierno apropiado para el negocio de decadencia que dirigía. Éll mismo estaba muerto por dentro. No esperaba nada de la vida y así continuaba cada día.

Más aquel día la presencia de aquel muchacho de cabellos celestes le dio una sorpresa, él no era como sus clientes habituales, sino más bien todo lo contrario, buena ropa y modales, apariencia pulcra, andar elegante, una sonrisa en el rostro. Un muchacho de alcurnia, quizás fue por eso que le extrañó que fuera en petición de sus servicios, cuando la gente como él solía consumir otro tipos de sustancias mucho más exclusivas.

—No tengo todo el día, ¿Me darás lo que te pido? —dijo con fastidio el joven de cabellos celestes. Death Mask sonrió jocosamente, tal parecía que aquella rosa tenía afiladas espinas. El comienzo no fue más que una tensa venta de producto ligero y normal de cocaína, algo común, pero solo era el inicio.

—¿Tienes nuevos productos? —una voz lo sacó de su ensoñación, no tenía que voltear para saber de quien se trataba, el trato de ambos era casi a diario. Él como siempre seguía en ese oscuro callejón, muchas ocasiones había pensado de cambiar su sitio de ventas, pero cierto deje de nostalgia no le permitía hacerlo.

Afrodita suspiró. Aquel callejón del bajo mundo se había convertido en su salvación y martirio, en un comienzo solo era la euforia de las drogas, pero ahora había algo más, aquel italiano de duras expresiones y soeces palabras le llamaba la atención de manera peligrosa, pero por sobre todo era el único modelo de lo que más se parecía a una verdadera relación, aunque esta solo fuera de vendedor y consumidor, de alguna manera era algo que sabía seguro dentro de su inestable mundo.

—Solo lo de siempre, pero… —Death Mask dudó, no es que le importara la integridad de quienes iban en busca de sus servicios, pero dentro de esa semana era la quinta vez que aquel muchacho iba a ese callejón.

—¿Qué sucede? —Afrodita se acercó dos pasos más hacia la zona más oscura, justo donde el único foco disponible parpadeaba esporádicamente emitiendo débiles haces de luz, Death Mask permaneció impasible, muchas ideas acerca del comportamiento del joven comprador, y aunque que quisiera expresar todas sus dudas e ideas se abstuvo, su lema por delante "Si no los conoces, no te importa", de esa forma parecía más sencillo.

—Nada —acotó severo Death Mask— te daré lo de siempre.

Afrodita asintió, sin embargo la duda de que es lo que quería decir el italiano seguiría por mucho más tiempo rondando en su mente.

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Cómo fue que lo que tenían como simple relación formal de proveedor y comprador había pasado a algo más?

Seis meses más de vínculo, un año de conocerse, primero fueron las dudas del joven sueco de cabellos celestes, luego las mordaces respuestas de Death Mask, escuetas sonrisas, y el inmenso anhelo de ambos de llenar el vacío que por muchos años ambos han cargado. El sexo, el alcohol y las drogas son el inhibidor principal de las vergüenzas de nuestra consciencia. Death Mask bebía, Afrodita se imbuía en el mundo de las drogas, no importa cuál de las dos fuera, el resultado era el mismo, ambos en una sucia cama de motel retozando salvajemente, hambrientos de la piel del otro. Algo sucedía en el corazón de ambos, y aunque lo negaran en cada ocasión los sentimientos se involucraban con más fuerza, una emoción que ambos no podían identificar, quizás sería necesidad, quizás amor, solo sabían que ambos se complementaban y eran capaces de hacer desaparecer aunque fuese por unas horas la abismante soledad y desdicha que los carcomía.

¿Podría ser que lo que estaba naciendo era una salida del mundo de las sombras hacia un futuro más luminoso?

Death Mask lo creía un cuento de fantasía, patrañas de los soñadores, pero de lo que si estaba seguro de que ahora que se hallaba junto a aquel joven de la misma edad no se alejaría, él lograba sacar más que el despiadado delincuente que todo el mundo lo creía, aquello en lo que solo su abuela creyó.

Afrodita disfrutaba de alejarse del mundo de cortesías y apariencias en el cual había nacido, en contra parte a su apariencia su naturaleza podía ser la más abominable del mundo, pero era parte de su verdadero yo, y como tal lograba apreciarlo.

Un camino con destino indefinido, atrapados en el ciclo sin fin del vacío y el placer, ¿Podría haber cabida para algo más? Solo las acciones dictarían el lado de la rueda que ambos tomarían, la cúspide o el abismo, y quizás también el amor.

~FIN~


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