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Los Arcanos por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Hola traigo otro capítulo, espero les guste.

Saludos!

Capítulo 12: La fuerza


(Pareja Aioria y Saga)


Definición de la carta: La fuerza es el arcano que representa literalmente "La fuerza infinita de tu espíritu".


En la vida trae el significado de la seguridad y autocontrol, representando a una persona de naturaleza fiel y con una gran convicción por lograr lo que se propone, sin embargo también actúa con generosidad, calidez y lealtad.


El autocontrol y la voluntad son una forma de fuerza, tanto en el ámbito personal como en la vida misma.


En lo pasional indica a una persona valerosa y seguro de alcanzar la victoria por lo que es él mismo.


En el aspecto negativo nos habla de que el exceso de la fuerza mal direccionada nos puede causar descontrol en las energías y la vida. El desborde de pasión puede dar paso a la brutalidad dejando de lado el amor. El exceso de confianza de confianza suscita a la vanidad.


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Nos hablan de juventud y falta de experiencia, pero no es la cantidad de años de vida lo que nos indica cual es la fuerza de nuestro corazón, sino más bien la voluntad que colocamos en cada acto que ejercemos. La vida misma es una ejecutora injusta, y las circunstancias no son las mismas para todos, nuestros males, miedos y sucesos son diferentes; la culpa y los pecados que nos agobian calan con diferente ímpetu, pero son solo los más fuertes y con la capacidad de dejar el dolor atrás como fuente de odio y agobio los que obtienen la victorias, siendo capaces de caminar hacia adelante con su propio orgullo y valerosa fuerza.


Se sentía miserable, más de lo que pudiera aceptar, ¿Cómo sentir amor por la persona que hizo de tu vida un infierno? Saga de Géminis le arrebató todo lo que tuvo durante su niñez, el amor y la vida de su hermano, el orgullo y su imagen como leal sirviente de Athena, por sus actos de ambición vivió años exilado en su propia soledad. Y ahora…, no podía creer como el engaño de la ilusión de Géminis había logrado engatusarlo haciendo latir frenético su corazón ante cada respiración que el mayor de los gemelos daba, cada sonrisa escueta que este le brindaba de manera desinteresada, en más de una ocasión le había escuchado a su hermano decir que esa era la verdadera cara de Saga, la gentil y bondadosa, la de un verdadero y leal caballero de Athena, y es aquella diatriba la que su mente no podía conjurar, pues su pasado seguía atormentándolo, los miedos seguían latentes, persistiendo en las sombras de su alma. ¿Escuchar al miedo o al corazón?, solo sabía que uno de ellos sería su perdición.


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Ruegos a su diosa hacía, ¿Cómo saldría bien parado de aquello?, había tomado una decisión, enfrentar a Saga desde la verdad de su corazón, no podía seguir negándolo, a pesar de todos los males, la otra mitad de su persona lo había encandilado, dando candidez a su alma, y despertando su propia fuerza de la convicción de tomar todo lo que el gemelo era. Podía ser que su juventud fuera tomada con falta de seriedad y fuera un motivo para descartar sus sentimientos, pero se encargaría de no dejarle salida alguna al gemelo, aquel día él era el cazador dispuesto a hacer lo que fuera por capturar a su presa.


Con paso calmo y expresión orgullosa Aioria entró al templo de Géminis, y como lo esperaba Saga se hallaba tranquilo leyendo en la biblioteca de su templo, desde hacía mucho tiempo había observado la rutina y las acciones del gemelo mayor. Una sonrisa adornó su rostro, Saga como una gacela tranquila estaba agazapado sobre el cómodo sofá disfrutando de su lectura sin prestar atención a los estímulos de su alrededor. Al menos en apariencia. Pues desde que Aioria hubo llegado a las inmediaciones de Géminis notó su presencia, y como no hacerlo, si desde hace un tiempo se había dado cuenta de la excesiva atención que aquel que alguna vez consideró un niño le estaba prestando, algo se traía entre manos, algo relacionado con su persona, su mirada penetrante solía seguirlo sin mucha sutileza, cualquier otra persona ya hubiera sucumbido ante la presión ejercida por el leonino, pero él no era cualquier persona, no por nada era reconocido como el más poderoso de todos los caballeros de Athena, su fuerte intuición y presteza para desentrañar los más intricado dilemas de las mente humanas le habían hecho valedero para ocupar el trono Patriarcal por más de trece años sin que ninguno de los presentes siquiera sospechara. No se enorgullecía de sus atroces actos, pero el simple hecho de haber engañado a todo el mundo sin generar grandes sospechas era una prueba fehaciente de lo que era capaz de lograr. No le temía a un muchacho con confianza desmedida, era capaz de cuidar efectivamente sus espaldas sin tener que preocuparse en demasía.


Aioria se aproximó sigilosamente, esperando su oportunidad para sorprender al gemelo, sin embargo.


—¿Sabes que es de mala educación entrar a un templo si pedir permiso y sin saludar? —dijo Saga sin bajar la vista de su lectura.


Aioria dio un respingo, sus intenciones se vieron truncadas y devueltas con fuerzas a su persona, siendo él el sorprendido.


—¿Cuándo…?


—Desde que diste el primer paso en el territorio del tercer templo, si hubiese querido pude haberte encerrado en el laberinto de Géminis —continuo hablando Saga mientras daba vuelta a una nueva página de su libro.


Aioria suspiró, quizás aquello no sería tan sencillo como se lo hubiese imaginado. Con la mirada penetrante observó al poco interesado Saga, el geminiano seguía prestando mayor atención al libro que tenía entre sus manos que a su persona, eso lo irritaba, sentía que no le estaba dando la importancia necesaria a su visita, a sus intenciones.


—¿Podrías al menos verme a la cara? —dijo Aioria irritado


—Yo no solicite tu presencia, fuiste tú mismo quien vino por voluntad propia, y no solo eso, sino que me has estado siguiendo sin motivo aparente durante las últimas semanas, más específicamente desde que volvimos de Asgard —habló como si nada Saga siguiendo con su lectura.


Aquello no hacía más que enfurecer a Aioria, la falta de atención, el verse ignorado le irritaba. Había ido con el propósito de sorprender a su compatriota, pero nada estaba saliendo como lo había planeado. Su orgullo y su fuerza se veían insultadas, él tenía un propósito y aunque fuera lo último que hiciera lograría someter al poderoso Saga de Géminis bajo su propia voluntad.


Sin medir sus acciones sucumbió a sus impulsos, de un tirón le quitó el libro a Saga, este le miró escéptico ante el arrebato. Ambas miradas se vieron enfrentadas, la de Aioria irritada y feroz, la de Saga calculadora e inescrutable. Más lo que Saga nunca vio venir fue el improvisado ataque hacia sus labios efectuado por el leonino, fue solo una milésima de segundo, cuando el griego menor se abalanzó sobre su persona robándose salvajemente su respiración. Su mente en esos momentos quedó en blanco, hubiera esperado cualquier otra cosa; que lo increpase, lo insultase, o que hasta intentara golpearlo por el infernal dolor provocado en su niñez, por el cual sabía no había pago viable, pero aquello ni siquiera lo había imaginado.


—Me debes mucho Saga de Géminis, y me pienso cobrar con cada hálito que des —dijo Aioria seguro de sí mismo cuando dejó de besar al griego mayor que seguía estupefacto.


—¿Qué demonios…?


Saga no alcanzó a protestar cuando Aioria volvió a aprisionar sus labios, esta vez con mucha más fuerza, debía admitir que aquel niño tenía una fuerte voluntad que no podía despreciar, y aunque no le gustase admitirlo, aquel forzado contacto estaba agradándole más de lo debido.


—Te quiero para mí de ahora en adelante.


Aioria presentaba una sonrisa de suficiencia, una sonrisa que le hizo creer a Saga que Aioria hablaba con toda la confianza de saberse victorioso, cosa que le hizo estremecerse. Tal parecía que estar entre las garras de aquel león era más peligroso de lo que hubo juzgado, y por alguna razón creyó que saldría perdedor de aquel juego.


~FIN~


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