Capítulo 5: El emperador
(Pareja Mu y Saga)
Definición de la carta: Es la carta del liderazgo y poder, nos insta a seguir nuestros impulsos e instintos. Representa también la capacidad de no dejarnos dominar y alcanzar nuestros objetivos. La autodeterminación y no rendirnos bajo ninguna circunstancia. Es reflexivo y de grandes ideas.
En el aspecto negativo esta la excesiva confianza, rigurosidad, severidad, desconfiado y miedo a perder el control. Dominante, agresivo, impulsivo y con mal genio.
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—Solo es una cita Mu.
—No me apetece Saga, ya te lo he dicho muchas veces.
—Pero ¿Por qué?
—Tengo muchas obligaciones, no puedo ocupar mi tiempo en interese amorosos, además mi maestro…
—Pero si puedes llevarme a la cama sin ningún remordimiento —dijo Saga molesto.
Mu suspiró por enésima vez ese día ante las palabras del gemelo.
—Eso es diferente y lo sabes, los dos accedimos a esa situación, no sé por qué te quejas.
—Porque te amo, ya te lo he dicho antes.
—Sabes que también siento algo por ti, pero…
—No quieres nada formal por ahora —murmuró fastidiado el gemelo. Saga se marchó del primer templo muy molesto, no era la primera negativa de Mu desde que quisiera invitarlo a salir, y es que desde comenzaron a compartir el lecho sumado a las muchas caricias y suspiros no había podido sacárselo de la cabeza, y era por eso que quería algo más serio con él, pero el lemuriano jamás accedía a ninguna de sus peticiones. Pero aquel chico de cabellos lavanda ya vería, como que se llamaba Saga de Géminis conseguiría algo más que su atención en la cama.
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—¿Por qué no quieres salir con él Mu? —preguntó Aioria con semblante de duda, llevaban meses con esa situación y no habían signos de que el ariano fuese a ceder.
—No es nada Aioria, solo no tengo deseos.
—Es porque cree que Saga no está siendo serio con él —dijo Milo acomodándose en el sillón de Aries.
Aioria parpadeó perplejo. —Pero si te ha dicho muchas veces que te ama y no solo eso en más de una ocasión te ha solicitado salir con él.
—No es nada Aioria, solo no creo que sea conveniente.
—Por mi parte creo que deberías darle una oportunidad Mu, sé que te es difícil dejar atrás aquel miedo de perder a las personas que amas, pero…
—Entiendo lo que quieres decirme Milo, sin embargo no creo que sea buena idea arriesgarme, ahora no estoy solo también tengo a Kiki, debo pensar en él.
—Como quieras —murmuró el escorpión, hacer cambiar de opinión a Mu era como querer detener el movimiento de los océanos.
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Varias semanas pasaron y los intentos de Saga para que Mu lo tomase en serio no cesaron, canciones a la entrada de su templo, regalos, cartas, flores y sobre todo estaba intentando ganarse el cariño de su discípulo. Si bien el gemelo era observado con miradas divertidas por el resto de sus compañeros eso no le importaba, ni siquiera su enorme orgullo, pues lo que sentía por el lemuriano era más fuerte que todo aquello.
Fue durante una noche días después de Kiki hubiese partido a Japón a visitar a Athena y a los caballeros de bronce, que Saga pilló a Mu desprevenido en su templo, desde la última conversación seria que tuvieron acerca de su futura relación que no se habían encontrado más íntimamente, y Saga ya no aguantaba un día más sin Mu a su lado, sin sus dulces labios y exquisita piel siendo rodeada y marcada por su propia boca.
—Hace mucho que no te tenía de esta manera —pronunció Saga mientras rodeaba al ariano con posesión.
—Saga… —Mu pegó un suspiro, no quería admitirlo, pero había extrañado el calor de Saga, lo necesitaba como el aire en su vida. Más le era complicado enfrentar sus miedos y dejar entrar al gemelo por completo a su corazón.
Saga le dio un beso demandante a Mu, este respondió con el mismo ímpetu y deseo, se habían anhelado y cada caricia desesperada era la prueba de aquello. De alguna manera llegaron a la habitación del lemuriano y con rapidez se desvistieron el uno al otro, no querían perder más tiempo. Saga besó toda la piel de Mu con ansiedad, entre las caricias y con algo de fuerza logró recostarlo sobre la cama y quedar encima de él, con algo de agresividad fue mordiendo la piel blanca del ariano dejando marcas rojizas prueba de su paso. Mu solo se dejaba hacer, cada encuentro con Saga era maravilloso y único. Este llegó al miembro del menor el cual con su boca comenzó a masturbarlo, Mu se perdía en un concierto de gemidos que no era capaz de retener, Saga estaba volviéndolo loco, se sentía cada vez más cerca, pero el gemelo no lo dejó culminar, apenas estaban comenzando, cuando Mu levantó la vista con reproche vio una sonrisa maliciosa en el rostro del gemelo, iba a hablar cuando este se apoderó de su boca en un beso de lascivia. Mu queriendo desquitarse por la jugarreta de Saga con sus manos tomó el miembro del mayor y comenzó a estimularlo, vio como Saga se estremecía como una gatito ante su toque, de sus sesiones de sexo eso era lo que más le gustaba, tener al poderoso Saga de Géminis a su merced, sometido a sus deseos, a su dominio.
—Eres un demonio Mu —gimió Saga cuando sintió la lengua de Mu pasarse a lo largo de su miembro. Y como lo hubo hecho el gemelo Mu se detuvo cuando Saga sentía con mayor fuerza los estímulos, solo pudo gruñir ante la acción del carnero.
Mu rio ante ello, pero aquella expresión no le duro mucho cuando se vio apresado entre los brazos del geminiano y era volteado sobre la cama quedando de espaldas a Saga.
Mu previo lo que vendría y era lo que más deseaba, su cuerpo ya estaba acostumbrado al tamaño de Saga, cuando este lo hubo penetrado lo hizo de una sola estocada sin mucha dificultad. Suspiro de satisfacción, sin esperar mucho tiempo el gemelo comenzó un vaivén contra el cuerpo de Mu, este se movía al ritmo de las caderas del gemelo, habían compartido tantas veces el mismo vinculo, pero en cada ocasión parecía que podía tocar el cielo en manos de aquel griego tan insistente, y ¡cielos! poco a poco había ido ganándose su corazón con cada una de sus palabras y acciones. Movimientos frenéticos, las ultimas estocadas del griego y este terminó de derramarse al interior del lemuriano seguidamente los unos últimos gemidos provenía también del muchacho de cabellos lavanda al sentir las habilidosas manos de Saga ayudándolo a culminar, y así una nueva noche había acabado para ellos dos.
En la mañana el primero en despertar fue Saga y como en cada ocasión se quedaba contemplando a un dormido Mu, que a su parecer era tan bello como un ángel. El lemuriano poco a poco abrió sus ojos y lo primero en ver fueron las dos esmeraldas de Saga, sonrió al reconocerlo, le gustaría poder despertar cada día con esa mirada, era evidente que su intento de escape no había resultado y había terminado irremediablemente enamorado de Saga.
—¿Me darás una oportunidad Mu?
Mu cerró los ojos mientras el miedo aún anidaba su corazón, pero también había otro sentimiento más fuerte haciéndose presente.
—No tengo opción entre todas las tonterías que has hecho has terminado ganándote mi corazón.
Saga sonrió para luego besarlo, le había costado esfuerzos y sudor poder convencer a Mu, y parecía que sus ruegos habían dado frutos, se encargaría de nunca dejarlo ir, pues al final fue gracias a su fuerza y determinación que Mu terminó aceptándolo.
—Como siempre dije, eres mío.
Mu sonrió, aunque no lo admitiese Saga tenía razón, su corazón siempre sería de él.
~FIN~