Capítulo 9: La justicia
(Pareja Kanon y Milo)
Definición de la carta: La justicia nos indica la ley de la equivalencia, "Para obtener algo hay que pagar por ello". Esta carta nos muestra que no obtendremos lo que deseamos, sino solo aquello que nos merezcamos de manera justa y equilibrada. La justica nos llama a respetar a los demás y la propiedad ajena, anteponiendo la misericordia al exceso de rigor.
Para entender a la justicia no solo hay que pensar en los bienes materiales, sino también a aquello que representan al mismo ser, tales como los sentimientos y pensamientos. Esta carta de la misma manera nos llama a aceptar nuestras acciones y consecuencias, y al tomar una decisión actuar con mesura analizando equilibradamente nuestro bien y al de quienes afecta nuestra decisión.
En el aspecto negativo nos habla de la culpabilidad y falta de sensibilidad hacia los demás. No considerar los sentimientos de otros es una forma de justicia ciega cuando lo único que se hace es intentar alcanzar un objetivo sin mediar nada más.
También destaca el exceso de rigor en castigar penalidades. La mesura es la clave del equilibrio.
~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
¿Qué era esa acidez vertiginosa que subía por su cuello y amenazaba todo su tracto respiratorio?, le quemaba y el sabor amargo le repugnaba, la sensación típica del vomito involuntario tras una gran gesta del alcohol, Kanon apenas podía su cuerpo y la sensación de nauseas continuas no ayudaban mucho. Saga al lado de su hermano hacia lo posible por sostenerlo en su lamentable estado, lo había llevado desde el pueblo hasta el tercer templo. La pena que cubría a Kanon debía ser lo suficientemente grande como baldearlo de esa manera, o al menos eso es lo que Saga concluyó. Kanon solía ser una persona burlona, de humor negro, palabras duras y pocas expresiones. Es por eso que aquella actitud lo tomó desprevenido. Kanon solo se dejaba hacer, estaba casi a borde del letargo, no quería seguir recordando, ya no más, todo en su vida había sido una miseria, aunque luchó por poder encontrar su lugar parecía no tener éxito en nada de lo que se proponía. En la guerra contra Hades no fue más un mero sustituto, y ahora con todo en paz su presencia no tenía cabida en el Santuario, pero todo aquello antes no le importaba, se mantenía estoico en su lugar contemplando todo lo que defendió con el único propósito de conocer más de aquel individuo que fue el primero en reconocerlo, en verlo como algo más que solo "la sombra de géminis". Pero todo aquello se había ido por la borda aquel día. Solo quería un poco de felicidad, solo una pequeña chispa, sin embargo parecía que la retribución de su castigo aún no terminaba, y el capricho de los dioses que era tomado por los mortales como justicia lo condenaría por el resto de su vida. Pensar que solo dos palabras lo condenaron ante el escorpión, un sincero "Te amo", que no fue tomado más que como una burla. Kanon vio el brillo en los ojos de Milo, creyendo que se estaba mofando de él, su rechazo fue cruel e intempestivo. La ira bullía en Milo, era obvio para Kanon que se sentía ofendido. ¿Tan malo era que él estuviese enamorado de su persona? ¿Acaso no valía como el resto de sus compañero?, al menos parecía que a los ojos de Milo no era tan sencillo.
Para Milo siempre era fácil mostrarse jovial y sonriente ante los demás, en especial para quien era su mejor amigo, Camus de Acuario. Kanon se corroía de celos cada vez que sucedía pues su corazón no entendía nada más allá. Pero con él, siempre era tan diferente, no habían sonrisas, al menos no de ese tipo, más bien eran expresiones burlonas y un goce en sus ojos por verlo sorprendido o hacerlo caer en alguna de sus bromas y trampas, cosa que por supuesto nunca lograba, y eso solo lograba fastidiar al escorpión
Todo había ido en picada desde hace unas horas, y la frase que escuchase tiempo atrás recorría con fuerza su mente. "Pagar por lo que se quiere", Kanon recordaba muy bien aquellas palabras que había estado viviendo en carne propia desde su traición con Poseidón, Athena le había dado al redención y Milo la purgación de sus pecados. Su deseo de venganza en esas épocas era tal que no había visto nada más que la necesidad de cumplir su objetivo. Realmente había sido muy ingenuo al creer que los dioses y el tiempo mismo no le pasarían la cuenta a sus pecados trayendo la justicia que merecían sus malignas acciones. Sin embargo con dolor y esfuerzo había podido salir de esa oscuridad, y el rostro de Milo fue el primer rostro familiar que vio recibiéndolo como un camarada y amigo. Le debía al escorpión quien era hoy en día.
Poseidón, Hades, Asgard, los dioses son caprichosos, y rigen las guerras y a los humanos con el egoísmo del deseo de su propia victoria, el poder era demasiado adictivo como para dejarlo, eso él lo conocía muy bien. Más esa sensación se había visto reemplazada por la calidez del amor, y ahora este se veía quebrado por una dolorosa verdad, no era correspondido. Se dice que el alcohol calma las penas, todo lo que había hecho con él era azuzar su dolor y denigrarlo como persona, dejándolo débil y en un lamentable estado, más su destrozado corazón exigía una cura, de la cual estaba seguro quizás nunca llegaría, pues por dentro estaba roto y ante los ojos de los demás solo era un poco más de justicia.
~FIN~