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Snow Queen - Crystal Knight por QueenCrystal

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Notas del capitulo:

Hola mis queridos lectores espero esten bien, de nuevo les pido mil disculpas por tardar tanto aveces no me inpiro tan rapido como quiero :/  

Debo agradecer a Lini mi beta :) que me ayuda a que este fic venga corregido y decente aqui para ustedes, segundo tambien le dedico este fic acuariusescorpio no sabes lo contenta que estoy que comentaras. 

No olviden dejar sus comentarios en verdad me inspiran a seguir adelante. 

Sin mas espero les guste el capitulo, espero actualizar esta vez mas pronto besos. 

 

Same Sky, Different Time

 

“No es ningún problema correr en medio de la oscuridad.  

Mi alma siempre estuvo corriendo en la oscuridad…siempre...  

Desde ese día... hasta ahora...  

Dentro de la oscuridad a la oscuridad”

                                                                                       −Ciel Phantomhive

 

 —Regresaste… tú regresaste. Volviste, como lo prometiste…Kar…dia — dijo dejando correr gruesas lágrimas por su rostro —¿Dónde estabas?— preguntó Degel acortando el espacio que los separaba.

 

—Lo siento por hacerte sentir miedo — respondió con una pequeña sonrisa mientras caminaba en dirección contraria a la del antiguo caballero de acuario.

 

—¿Por qué te alejas? ¿Dónde estabas? ¿Por qué dejaste el collar atrás? ¿Por qué desapareciste? ¿Donde haz estado?  — Kardia giró su rostro sonriente ante la lluvia de preguntas, pero no detuvo su camino.

 

—Ya no tienes que seguir esperando nunca más, no es necesario llorar  ¡Vamos! —respondió extendiendo su mano a Degel, quien la tomo, aferrándose a ella con fuerza.

 

—Están frías — dijo el peliverde ignorando como era arrastrado fuera de la calle principal.

 

—Me hiciste esperar demasiado — señaló el antiguo caballero de escorpio sonriendo mientras soltaba la mano del acuariano, quien se negaba a dejarlo. Con cierto tono bromista en su voz le volvió a hacer la misma pregunta — ¿No crees que espere demasiado? te extrañe mucho — dijo haciendo que el apuesto joven de cabellos verdes elevará la comisura de sus labios dejando aflorar una mueca que el caballero de escorpio siempre considero una sonrisa.

 

 Su mente era un caos, se encontraba preguntándose si era que él también estaba tan borracho que alucinaba con volver a tenerlo junto a él, se preguntaba también si este le reprocharía porque no fue por él antes, porque lo arruino todo y porque no cumplió su promesa de siempre estar juntos.

 

—¿Cómo pude hacerte esto? Ya no puedo ser capaz de seguir sin volver a verte. Ahora sé que incluso eso es un lujo, eres lo único intacto en mi memoria, mi castigo y mi más grande deseo — aseguró sonriendo amargamente mientras dejaba fluir su inmensa tristeza y felicidad en pequeñas gotas salinas.

 

Él no respondió nada, sólo se limitó a estirar su mano para que la tomara de nuevo. No sonreía, simplemente tendía sus brazos como siempre lo hacía para él. Para envolverlo entre sus cálidos brazos, aquellos brazos que eran como los cálidos rayos del sol. 

 

“Si tengo un deseo final, seria recordarte, en este mundo donde los recuerdos se pierden como los granos de arena en el océano”   

 

Lo estrechó entre sus brazos con fuerza mientras dejaba salir su dolor, arrepentimiento y felicidad; podía sentir que el aire abandonaba su cuerpo causándole violentos espasmos, ¿acaso era lo que siempre leyó en sus libros? ¿Acaso así se sentía morir de amor? Ya no podía ocultar tantos sentimientos guardados en su ser.

 

—¡Todo esto fue tu culpa!— aseguró por fin separándose un poco de Degel, quien se dejó caer a sus pies mientras lloraba desconsoladamente.

 

—L...LO LAMENTO……LO SIENTO…. PERDON...!PERDONAME! — gritó, entre lágrimas bajó la mirada dura del guerrero de escorpio.

 

—Tu sangre es un buen pago mi querido Degel— respondió, dejando a su acompañante  en shock al sentir esas frías manos encerrarse en su cuello.

 

—¡Tú no eres Kardia!— dijo tratando de separarse de aquel sujeto con mirada oscura. No era su compañero, hermano, ni mucho menos su más grande amor, aquella persona no era su eterna primavera, sino que era algo así como su más grande pesadilla.

 

—Claro que no lo soy Degel de Acuario — afirmó Aracne rompiendo la ilusión en la que estaba preso el caballero, quien abrió sus ojos al máximo al ver como el rostro de Kardia desaparecía para dar lugar al de una mujer extremadamente pálida de ojos y cabello como el ébano. —Bienvenido al Infierno —anunció mientras le clavaba sus filosas uñas cargadas de veneno en el cuello. El santo cayó al suelo inconsciente. 

 

“Ven a mis sueños y dame un abrazo”

 

—Milo… ¡MILO! — gritó Athena al pie del caballero, quien reaccionó dando un salto.

 

—¡Por los dioses Saori! — exclamó Milo llevándose la mano a su pecho, donde su acelerado corazón latía con fuerza.

 

—Lo siento, es que te vi aquí solo mirando a la nada, ¿dónde dejaste a Degel y Death Mask? — el caballero miró de nuevo hacia donde  minutos antes estaba la mujer y los niños, para luego caer en cuenta en las palabras de su diosa.  Abrió sus ojos al máximo, se había olvidado de Killian.

 

—¡Oh mierda! Kill, él fue a los baños, los que están cerca de la taberna… tengo que ir por él, debe estar muerto en vida — respondió mientras se pegaba en la frente con la mano derecha —.Ustedes vayan por Degel al café frente a la plaza —indicó girándose; pero antes de dar un paso, fue detenido por la mano  de Camus que lo jalo con algo de fuerza, haciéndolo girar hacia ellos.

 

—Él no está ahí — aseguró soltando de forma brusca la mano del santo, al ver que este miraba su mano envuelta en su muñeca. — Que no está, venimos de ahí y no esta, lo mejor es que lo busques. Nosotros nos encargamos de Death Mask —comentó. Saori bajó la mirada y afirmó con la cabeza.

 

—Entonces nos reuniremos aquí — dijo Milo emprendiendo su camino, perdiéndose entre la multitud de personas que empezaban a llenar más las calles;  todo bajo la atenta mirada de Athena que planeaba de una u otra forma salvar la noche.  

 

Mientras que Milo recorría las abarrotadas calles de Rodorio, Athena se giraba hacia sus caballeros con una pequeña sonrisa que no prometía cosas buenas para ninguno de los dos.

 

—Bueno ahora que estamos solos… Camus vamos al café de aquí enfrente, Afrodita se encargará de ir por Death Mask— dijo la diosa caminando hacia el café. Este solo la siguió como si nada, mientras que el santo de piscis miraba espantado.

 

—¿¡Qué!? ¿Por qué yo? ¡Camus también puede ir! — recriminó, haciendo que tanto el pelirrojo como Saori se giraran a la misma vez para dirigirle una mirada llena de reproche.

 

—Es una orden —aseguró calmadamente Saori, volviendo a su andar hacia el café.

 

—A mi no me mires… ella manda ¡suerte! — exclamó antes de seguir a su diosa, quien ya se acomodaba en una de las sillas en la terraza del café. 

 

—¡Malditos!—masculló el guerrero emprendiendo su camino hacia los baños. Durante todo el trayecto recibo las miradas coquetas y lujuriosas de hombres y mujeres, quienes susurraban lo hermoso que era el santo —. ¡Maldito Camus! por tu culpa estoy metido entre esta gentuza — comentó para sí mismo apresurando el paso, llegando al fin frente a los baños.

 

 —¡Ahh! pensé que no llegaría a tiempo ¡Aggg! mi estómago — soltó en quejido el canceriano mientras masajeaba su adolorido estómago — Gracias a los dioses que no fue delante de Afrodi… ¡ohh! ¡ohh! ¡Por los dioses! ¡ahhh! ¡uhh! ¡Mi estómago!…¡ahhh!  — exclamó expulsando un gran gas fétido en todo el baño — Que suerte que estoy solo… Bueno parece que ya paso, puedo superar esto ¡uhh! — dijo abaniqueando sus manos, tratando de espantar el mal olor.

 

—¡Ohh! por Athena ¿qué es ese olor? — preguntó  una voz extremadamente conocida.

 

—¡Ay! no ¡nooo! ¡nooo! — exclamó girándose para tomar un pedazo de papel de baño, del cual saco sólo un pequeño cuadro — ¿Qué es esto? ¿Qué se supone que haga con esto? ¡Ay! ¡noo! ¡nooooo!

—¡Hey! ¿Death Mask están ahí? — preguntó Afrodita mientras que se recostaba en uno de los lavados y se cubría la nariz con una de sus manos.  

 

—Dita… pu…pu…pue… ¿puedes darme un poco de papel higiénico? — preguntó cubriendo su rostro con sus manos, como si el caballero de piscis lo pudiera ver.

 

—¿Qué?— preguntó al no escuchar bien la petición, haciendo que él mismo cerrara con fuerza sus ojos por la vergüenza.

 

—¡Que me des un poco de papel higiénico! — dijo de nuevo con las manos en su rostro.

 

—¿Qué? ¿Puedes hablar más alto y claro?, el ruido de las personas de afuera no ayuda — se quejó levantándose de su lugar.

 

—Dame un poco de papel higiénico ¡NO HAY PAPEL HIGIÉNICO! ¡PAPEL HIGIÉNICO! — gritó aun cubriendo su rostro rojo de la vergüenza —¿Porque a mí? Es enserio… ¿Por qué a mí? — se preguntó casi pataleando.

 

—¡Aaaahh! papel higiénico — dijo de forma despreocupada y caminó al siguiente baño para tomar un poco del esperado papel.

 

—¡Está bien Kill! ¡Está bien!, nada puede ser peor, todo está bien. Respira hondo, todo está bien — se dijo a si mismo mientras se peinaba sus rebeldes cabellos.

 

—Death aquí está —señaló tirando por arriba de la puerta el cuadrado de papel, el cual fue atrapado enseguida por el caballero —¿Estas bien? — Preguntó al ver que el caballero no salía —Emm oye… ¿puedes apresurarte?, esto apesta… pareciera que algo se murió aquí adentro — comento entre quejidos.

 

—¡Oh no! por los dioses no, ¿por qué no baja? — se cuestionaba a si mismo intentando hacer que bajara el agua del inodoro—. ¡Ok Killian!, sólo dile que salga y cuando se aleje sales corriendo — respiró hondo y volvió a hablar para poner en marcha su plan — Dita… podrías esperar afuera si te molesta el olor, ya salgo — comentó aun sentado en el inodoro.

 

—No te tardes, Athena me ordenó llevarte completo con ella — respondió de mala gana saliendo del pequeño cuarto de baño; dándole por fin un respiro al canceriano, quien enseguida se levantó y salió del baño, llegando al lavado donde lavo con ahínco sus manos. — Sólo a mí me pasa esto — indicó mientras veía su reflejo en el espejo.

 

—Al fin sales — comentó Afrodita entrando de nuevo al baño —. Déjame ir al baño un momento — dijo dirigiéndose al mismo baño donde Killian había salido.

 

—¡Nooooo! — gritó el santo de cáncer poniendo la mano en la puerta del baño.

—¡Estás loco! ¡Quítate! el otro esta fuera de servicio, así que ¡APARTATE! —gritó empujando con fuerza al peliazul, quien soltó un grito aterrador cuando su acompañante abrió el baño con fuerza y enseguida cubrió su nariz con sus manos.

 

—Está bien Kill te puedes recuperar, ¡tú puedes! ¡No! No puedes… esto es demasiado embarazoso —dijo saliendo corriendo del baño, tropezando casi en la salida.

 

—Oye, ¿estás bien? — preguntó Afrodita mientras salía del baño pasando  a su lado sin inmutarse en ayudarle a levantarse.

 

—No fui yo, ya estaba así cuando llegue — se defendió al sentir la mirada asqueada del pisciano.

 

—Ok si como sea, entiendo. Sólo levántate — dijo caminando hacia un redondel cerca de un puesto de flores. 

 

Con toda la vergüenza del mundo se levanto del suelo y empezó a caminar a paso lento hacia donde estaba  el santo de piscis, quien trataba de ignorar por completo su presencia; pero antes de llegar hacia donde estaba  esperándole, se quedó deslumbrado con el brillo de sus recuerdos. Al lado de Afrodita había un pequeño puesto de flores, en un pequeño ramo había tres pequeñas rosas acompañadas de un hermoso lirio blanco. Sin pensarlo dos veces, se acercó al pequeño puesto donde una hermosa chica que le recordó a su hermana mayor lo recibió con una gran sonrisa. Todo esto bajo la mirada atenta del santo de piscis.

 

—¿Te gusta?— preguntó la chica tomando el pequeño ramo de rosas —. Ten, regálaselo a tu novia — comento bajito mirando de reojo a Afrodita, quien sólo enarcó una ceja al ver la forma tan íntima como la chica le susurraba cosas cerca del  rostro de su compañero.

 

—No es mi novia, es el caballero de piscis — aclaró tomando el pequeño ramo —, Pero sólo me interesa esta — comento sacando el lirio.

 

—Entonces es todo tuyo, un regalo de mi parte por su ayuda y protección — dijo la chica extendiendo el arreglo, ignorando lo antes dicho por el santo.

 

—Gracias… por cierto soy Killian —comentó inclinándose un poco en señal de respeto.

 

—Helena— respondió la chica  sacando el lirio blanco del pequeño arreglo.

 

—Muchas gracias señorita —agradeció tomando la flor.

 

—Sé que le gustará. No se preocupe… él corresponde tus sentimientos, lo veo en sus ojos — afirmó la mujer sonriéndole a un muy apenado Killian, quien agacho un poco su cabeza en señal de despedida — Adiós caballero.

 

—¡Tardaste! ¿Terminaste de coquetear? —preguntó el caballero alzando la mirada, topándose con un sonrojado santo de cáncer que le extendía una flor blanca.

 

—Para ti. Dicen que la misma diosa Venus tuvo envidia de ella por su gran belleza, para los enamorados significa: te reto a que me ames y eso es lo que espero en esta vida. Lograr que me ames por fin — indicó colando con cuidado la flor en los celestes  cabellos del santo, quien lo miraba con los ojos muy abiertos. Pero la magia se acabó al sentir la mano de caballero de cáncer en su delicado rostro.

 

—¡No me toques con tus asquerosas manos! —exigió apartando de un manotazo la mano —. Es mejor volver y que no te acerques — pidió levantándose de su lugar, dejando atrás a un cabizbajo Killian —. No te quedes parado ahí como idiota y camina… la señorita Athena nos espera — señaló a una gran distancia de él.

 

 

—¡Ya voy! — respondió con voz queda el santo de cáncer mirando al cielo, donde la constelación de piscis era notoria —. Te seguiré esperando… — susurró  extendiendo su mano al cielo con una pequeña sonrisa, la cual desapareció al escuchar un nuevo grito del peliceleste . Miró por última vez el cielo para seguir su camino junto a un azorado Afrodita que le dirigía ahora miradas de puro odio.

 

“Una y otra vez sigo soñando. Sueño triste, que él me ama…” 

 

 

 —Por fin te encuentro, ¿dónde estabas? — preguntó Milo tocando el hombro de Degel,  el cual estaba parado mirando a la nada en el pequeño muelle del lugar. —¿Estas bien? — cuestionó parándose frente al antiguo santo — ¡Oye! ¿Sucede algo?— susurró tocando con sus manos las húmedas mejillas de su padre —¿Por qué lloras? — volvió a preguntar quitando con sus pulgares el rastro húmedo.

 

— Koliso —dijo haciendo que el caballero de escorpio abriera sus ojos al máximo, sintiéndose apresado entre los anillos de aire frio.

 

—¿Qué haces? — preguntó paralizado Milo, al ver que Degel se separaba de su ahora inmóvil cuerpo.

 

—Tienes que morir — respondió mirándolo con sus vacíos ojos violetas. —, Tu sangre es la clave — dijo con una gran sonrisa en su rostro.

 

—¿De que estas hablando? ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás haciendo esto?— cuestionó desesperado el escorpio — .Degel no me obligues a hacerte daño—advirtió mirándolo fijamente, buscando una reacción ante su comentario.

—Como si fuera eso posible. En unos momentos empezaras a sentir ardor en tus extremidades, y dejaras de moverte… ¿por qué te preocupas por mi cuando deberías preocuparte por ti ya que vas a morir? — cuestionó  rozando su fría mano en el rostro de Milo, quien lo miró horrorizado al recordar a los demás —. No te preocupes no dolerá… o quizás un poco — comentó riendo.

 

—¿Quién eres? — preguntó mirando con resentimiento a aquella persona que hasta ahora le había brindado el amor maternal que le había faltado en la vida.

 

— Tu peor pesadilla — susurró cerca de su oído mientras apretaba con fuerza el cuello del caballero.

  

—Lo siento Degel —masculló Milo encendiendo su cosmos al máximo, rompiendo con éxito la barrera que lo paralizaba, para propinarle al antiguo santo de acuario una fuerte patada en el tórax, ayudando a liberarse de las manos que lo estrangulaban.

 

—¡Milo! —  llamó Saori levantándose de su lugar —Ay que buscarlo, está en peligro— informó mirando hacia el océano de donde provenía un aura maligna. 

 

—¡Por fin llegan! ¡Cuiden de Saori! ¡Iré por Milo! — indicó Camus pasando a toda velocidad al lado de los caballeros.

 

—¡Espera voy contigo!— exclamó Killian haciendo que Camus detuviera su andar.

 

—¡No! Sea lo que sea que esta llegando al pueblo… es peligroso y un caballero no podrá proteger a Athena y a todo el pueblo, quédate  — pidió retomando su andar hacia el lugar más cercano al mar —El puerto —se dijo así mismo.

 

—¿Ya duele?, pero si aún no te tocado —comentó con sorna Degel mientras sonría viendo jadear a Milo frente a él —. Veo que un lado de tu cuerpo está completamente paralizado — su sonrisa se intensificó —¿Qué? ¿Ni siquiera has notado que está congelado?— preguntó haciendo que Milo mirara su brazo.

 

—¡No es posible! golpeé tu pecho con mi aguja escarlata, deberías sentir dolor — dijo al tiempo que retrocedía ante su oponente, quien rió al señal los dos pequeños orificios que había en su camisa. 

 

—¿Esto? debes estar bromeando. Fue como la picadura de una torpe e inútil hormiga — dijo colocándose de nuevo en posición de ataque, lo que preocupó a Milo, quien ya se encontraba muy adolorido y comenzaba a sentir como su mano derecha también se empezaba a entumecer.

 

—¡Polvo de Diamantes! — gritó Degel, haciendo que escorpión por instinto tratara de cubrir su pecho con su hombro aun móvil.

 —¿Estas bien? — escuchó Milo girándose para ver a Camus frente a él con sus manos extendidas creando una gruesa capa de hielo frente a ellos como barrera.

 

—Sí, pero te pasara lo mismo que a mí — aseguró  con voz entrecortada cayendo de rodillas al suelo.

 

—¿De que estas hablando? — preguntó acercándose a él, para ayudar a levantarlo.

 

—Las bebidas tenían algo que paraliza tu cuerpo, por eso él no tomo nada del lugar, él lo sabía — comentó el escorpión arrugando el entrecejo por el fuerte ardor en su pecho.

 

—¡Maldición! ¡Lo sabía! —dijo el caballero de acuario dándose la vuelta para enfrentar a su antecesor, quien había logrado con éxito romper en pedazos la barrera —. Sabía que tu repentino despertar no era algo bueno. Todo ese patético discurso de padre preocupado era para engañarnos a todos — indicó parándose frente a un mal herido Milo.

 

—Nadie creerá lo que dices Camus de Acuario, todos saben que me odias —aseguró lanzándose de nuevo al ataque.

 

—¡Quédate atrás de mí! —dijo el actual caballero de acuario  mientras imitaba la misma postura de su atacante, el cual gritó a la misma vez que él:  ¡Ejecución Aurora! creando una fuerte ventisca que los arrastro hacia tras —.¿Estas bien?— preguntó de nuevo al ver de reojo a Milo con el ceño más fruncido por el dolor.

 

—Mejor no puedo estar — respondió tratando de ponerse de pie —¡Por favor no le hagas daño! — pidió apretando con fuerza su adormecido brazo izquierdo.

 

—Claro cómo no, como él quiere no se… matarnos, ¿eres idiota o qué? —cuestionó mirando de nuevo adelante esperando que la fuerte neblina que ahora los cubría desapareciera.

 

—Esto no me gusta, no lo veo frente a nosotros — dijo Milo pegándose a la espalda de Camus que lo miro de mala gana —¡Oye! no lo hago por querer estar invadiendo tu espacio. Si quieres que te apuñale por la espalda ¡adelante! —comentó el rubio mirando hacia todos lados, deteniendo su mirada a un costado de ellos  —¡Aguja Escarlata!— gritó con dificultad, usando de apoyo la espalda del acuariano que se giro en posición de ataque hacia donde había atacado su compañero.

 

—¿Le diste? —preguntó mirando hacia todos lados, posando por fin su mirada a una silueta frente a ellos.

 

—Creo que no — respondió una tercera voz —¡Ejecución Aurora! — exclamó aquella voz dándolo poco tiempo a Camus de crear una muralla lo suficientemente gruesa frente a ellos, la cual se rompió en pedazos lanzando gruesos pedazos contra ellos.

 

—¡Mierda!—insulto el actual santo de acuario pasando la mano por su mejilla herida —. Tendremos que atacar juntos —propuso mientras creaba otra barrera.

 

—¿Estás loco? lo mataremos!—aseguró parándose con dificultad al lado del pelirrojo.

 

—Es que parece que no entiendes — dijo aumentando el grosor de la barrera —. Es él o nosotros — advirtió ya algo cabreado.

 

—¡Tú no entiendes que no es él! — señaló Milo mirando hacia atrás de donde había sentido ya una energía extraña — ¡Ay no! — susurró mirando fijamente el rostro de una mujer emergiendo del agua —Camus… hay sirenas en el agua —comentó viendo como  la mujer sonreía.

 

—¡Poseidón! ¡Lo sabía! —susurró el pelirrojo dejando de lado su tarea de hacer una barrera que aguantara los contaste golpes del antiguo santo.

 

—¿Por qué huyen? No tienen a donde ir. Si retroceden… las sirenas se comerán sus viseras, ¿¡tienen miedo caballeros de Athena!? —gritó Degel rompiendo por fin la barrera de hielo.

 

—¡Jamás¡ hace mucho dejé de temerle a la muerte — afirmó el pelirrojo, juntando sus manos para darle el golpe final al traidor. Todo bajo la mirada dolida de Milo que se colocó igual en posición de ataque.

 

—Lo siento — susurró —¡Aguja Escarlata!— exclamó seguido de Camus que gritó a la misma vez que Degel — ¡Ejecución Aurora!

 

—Mantente firme —aconsejó Camus a Milo, quien se tambaleaba mientras observaba como el ataque de ambos extinguía poco a poco el de Degel —. Este es el destino de los traidores Degel — aseguró haciendo que el peliverde soltara una gran risotada.

 

—Tú y yo… sabes que si hablamos de traidores, los dos nos damos la mano —indicó con burla haciendo que el caballero de acuario frunciera el ceño —, no importa lo que hagas, siempre volveré para matarlos a ambos — dijo aumentando el poder de su ataque.

 

—¡Por Athena! — gritaron los dos caballeros, traspasando el ataque de Degel, quien abrió sus ojos al máximo ante la fuerte luz que se aproximó hacia él, creando una fuerte explosión, de la cual Milo fue protegido para su sorpresa por el cuerpo de Camus que enseguida se colocó frente suyo.  

 

“He recorrido este camino por un sólo propósito, protegerte con mi ultimo aliento de vida”

 

—¡Ahhh! — chilló Aracne al ver el ataque siendo reflejado hacia ella, pero que para su fortuna jamás llegó, ya que un portal negro la arrastró lejos del lugar.

 

Podía ver una fuerte luz a su alrededor que le obligaba a abrir los ojos, podía sentir unas cálidas manos tocar su rostro con delicadeza, él conocía esas manos. —Kardia…— susurró abriendo sus ojos, topándose con los azul cielo de su leal amigo,  que estaban algo entrecerrados por la tierna sonrisa que se formaba en sus labios.  

—Despierta Degel… tengo tantas cosas que decirte —susurró acariciando aun su rostro.

 

Saori  miró aterrada hacia el lugar de la explosión, con las manos unidas rezaba por sus cinco caballeros que ahora luchaban. El pueblo había sido evacuado por Afrodita y Killian, quienes al terminar de resguardar al ultimo poblador, fueron atacados por hermosas mujeres con armaduras de plata con detalles en conchas, pero que para sorpresa ellos, esas misma guerreras huyeron al escuchar la explosión, lo que los dejó completamente confundidos.

 

Lejos de ahí tres cuerpos yacían tendidos en el suelo manchados de sangre e inconscientes, permitiendo a su enemigo estar cerca de ellos sin problemas.

 

—¿A sí que esta cosa es capaz de eso? — preguntó en un susurró Antares levantando con el filo de su espada la cadena del ahora oscuro collar de Degel—Sigues estorbando ¿cierto?— preguntó con rencor arrancándolo del cuello blanquecino, que quedó marcado por el fuerte tirón —.Esta será la última vez que te entrometas —comentó pisando con fuerza el delicado objeto, el cual tras el golpe se abrió dejando a relucir la pequeña piedra apenas encendida —¿A sí que era esto? — con fuerza partió la pequeña piedra en la mitad, por fin logrando extinguir la llama

—¡MILO! ¡DEGEL! ¡CAMUS! — gritó Killian entrando al callejón, haciendo que Antares enseguida desapareciera junto a la niebla que aun cubría el lugar —. Hasta pronto Milo — susurró mientras era llevado por el viento.

 

Siberia, Palacio del Invierno.

 

—Fuiste muy oportuno —comentó Kalte mirando en el espejo a un inconsciente Milo que iba cargando por Killian —. No sabía que fueras tan compasivo — dijo mirando de reojo a su caballero que sonrió negando.

 

—Si vuelve a fallar… le cercenaré la cabeza. Ya les expliqué a todos como trabajamos. Aquí no aceptamos errores, ella salvó su vida porque cumplió nuestro cometido; logramos desviar la atención de Athena hacia el rey de los mares, además no creo que sea favorable quedarnos tan pronto sin peones — señaló riendo, al ver a una muy preocupada Athena mirar el ancho mar frente a ella. 

 

—¿Solucionaste el problema? —Cuestionó a Antares con el ceño fruncido, quien miraba detenidamente la palma de su mano derecha, la cual estaba quemada dejando expuesta sus sangrantes músculos. 

 

—Jamás pensé que aquel collar pudiera hacer una barrera de ese tipo, pero si lo rompí, para al fin terminar con aquel incordio — dijo tapando con un guante blanco su mano lastimada.

 

—Entonces estoy más que satisfecha —señaló la mujer siguiendo su camino dejando a un enfadado Antares, que aun apretaba su mano lastimada recordando como aquel brillo había quemado su mano, que reposaba en las aguas del ojo de Hera, dándole sólo milésimas de segundos para enviar un portal para sacar a Aracne de aquel lugar.

 

—¡Eres un estúpido Kardia! — susurró mirando la resplandeciente luz de la luna.

Que resuene por los montones desde la ermita hasta el bosque helado  pues la muerte abre su boca y tú eres manzana roja.    

 

—Mi señor Antares, nos informa que están alerta en el templo de Athena en este momento y que el antiguo caballero de acuario a sido encerrado en el templo principal —comentó la mujer sacándole una leve sonrisa al general.

 

—Todo va como lo planeamos… Athena ya mordió el anzuelo, puedo sentir el olor de la sangre en el aire — aseguró en un susurró.

 

—Que mejor… que duden de ellos mismos, no puedes ser fuerte si no hay unión en tus tropas — comento Hydra mirando las aguas oscuras del ojo de Hera.

 

 —Pronto él vendrá a nosotros, entonces él cruzara la barrera a la que temen muchos dioses, él será como el equinoccio de otoño luz y la oscuridad en un balance. Pronto la tierra renacerá del frio hielo — dijo extendiendo sus manos en las oscuras aguas, mostrándole a un inconsciente Degel siendo observado por Shion y Saori — .Reúnelos a todo en la sala principal, esto apenas comienza — señaló moviendo su mano derecha, dejando posarse en ella a un cuervo blanco como la nieve de ojos color plata como canicas de hierro.

 

—¿Que noticias me traes Muninn?— preguntó el general mirando fijamente al ave, haciendo que sus ojos brillaran en ambos como la misma luna, dejándolo en un corto trance ante las imágenes que llegaban a su mente con valiosa información.

 

 —¿Así que Athena planea visitar a Zeus para convocar a una reunión de paz? —cuestionó mirando el reflejo de Saori que miraba con preocupación el horizonte —, Hydra avisa a las furias que tienen una misión, nuestra señoría debe saber de antemano esto —comunicó comenzado a caminar hacia las profundidades del castillo donde descansaba Kalte.  

 

—¿Quién le informará a nuestro señor Hades? — preguntó la chica, la cual esquivó con éxito un cuervo negro que paso casi arañando su rostro.

 

—Él ya lo sabe… — indicó extendiendo su otra mano libre al cuervo de brillante plumaje negro que le miró fijamente haciendo que al igual que con el anterior cuervo sus pupilas se tornaran  ahora de un intenso color rojo, al igual que las del ave, la cual le mostraba la conversación del dios del inframundo con sus subordinados al enterarse de la nueva noticia y un nuevo mensaje para su reina.  

 

“Quiero ver las plumas de Pegaso de negro como la noche, negro como el carbón” 

 —Que empiece el juego-dijo batiendo ambas manos para que las aves alzaran vuelo.

Notas finales:

Recuerden dejar sus hermosos comentarios :)  


"Kardia recuerda siempre protegerme con tu abrazo" 


 


Hasta la proxima actualización... 


Imagen de Portada del Capitulo :)  


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