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Snow Queen - Crystal Knight por QueenCrystal

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Notas del capitulo:

Espero les guste el capitulo no soy muy buena escribiendo pero espero mi intento sea de su agrado. 

Los personajes no me pertencen son de la creacion de Masami Kurumada. 

Agradezco de todo corazón a Yiskah-kun por animarse a leer esta historia, espero que mas personas se unan y le den una oportunidad a esta historia. 

Sus riviews son el alimento de mi inspiracion n.n. 

Algo mas en este capitulo coleque el nombre de Death Mask como el de Killian, no se convense el de angelo o valentino asi que decidi poner uno mas acertado con respecto a su nombre.

 

 

"Caricias añoradas, besos jamás dados, ellos eran tan opuestos, lejanos y eso era doloroso" 

Degel observó con los ojos excesivamente abiertos las ruinas de la cueva donde había dejado a Kardia. 

—KARDIA....No...!NOOOOO! —gritó Degel mientras caía de rodillas.

Miró el suelo en busca de su compañero, pero no había nada. Empezó a escarbar en la fría nieve buscando el cuerpo de su amigo pero sólo logró encontrar casi enterrada la pequeña cadena que Kardia y él habían intercambiado. 

"Degel, mira lo que conseguí en Rodorio para los dos" 

Apretó con fuerza aquel objeto tan significativo para ambos, podía sentir la rabia, el dolor correr por sus venas. Él continuaría buscando hasta encontrarlo, no lo volvería a dejar atrás. 

—Te encontrare, lo juro— murmuró enredando la cadena en su mano derecha — ¡KARDIA! ¡KARDIA!— gritó con frustración, mientras cavaba con más fuerza. 

"Podían pasar meses y días pero...lo buscaría...era una promesa estarían juntos hasta el final "

—Degel— el mencionado se giró hacia el recién llegado Shion, quien bajó la cabeza, negando lentamente. 

—Él eligió irse sin mí... por mí. Para que siga con vida, pero... ¿qué pasa con las promesas?, él nunca las rompe, él está aquí lo sé — dijo siguiendo la labor de escavar en la fría nieve. 

—Degel... ¡Basta! ¡Murió!, su llama en el templo se extinguió, por eso no sientes su cosmos. Tienes que parar, llevas 3 días aquí — Shion alzó sus ojos encontrándose con la mirada muerta del santo de acuario, que observaba la nieve entre sus manos. 

El santo del onceavo templo apretó la cadena que tenía entre sus manos, mirando hacia el cielo donde la constelación de escorpio brillaba con fuerza. 

—Déjame solo— El caballero de Aries suspiró ante la petición.

—Es hora de regresar Degel de Acuario— indicó alejándose a paso lento.

—Es inútil, no está, esto termino aquí. Yo lo abandoné, por eso pasó esto —aseguró poniéndose de pie para mirar con su habitual semblante a su acompañante. Aquella conversación ya no tenía sentido para él—. Ya no importa, no logré cumplir mi palabra, le mentí.

—No digas eso, los caballeros que asigne Athena lo encontraran, no tienes que rendirte, él volverá al santuario para que su cuerpo sea sepultado correctamente. Entones se encontraran nuevamente — dijo Shion haciendo que el peliverde le dirigiera una mirada gélida, mientras apretaba con más fuerza la cadena de Kardia casi haciendo sangrar su mano con el pequeño dije. 

—Mira lo que conseguí por rendirme, sólo pensé en mí y lo deje atrás — contestó siguiendo su camino hacia la sima del tumulto de nieve. Al llegar cerró sus ojos tratando una vez mas de encontrar algún rastro de él, pero de nuevo fue en vano, miró todo a su alrededor vestido de un pulcro blanco. Suspiró tratando de calmar todas las emociones que recorrían su cuerpo. De un salto bajó para encaminarse hacia donde Shion le esperaba.

"¿Te gusta Degel?, es tuyo, parece una esfera pero lo que me gusta es que tiene fuego dentro como mi corazón y es de oro como nuestras armaduras. Va contigo... elegante y místico"

Abrió su mano observando el pequeño dije en forma cristal de nieve que portaba en el centro un diamante. Era frio al tacto como él; en comparación con suyo, el cual le brindaba una extraña calidez como si el propio Kardia le tocara el pecho. 

"Cuando lo vi me recordó a ti, ves el diamante en el centro me recuerda a ti. Hermoso, frio". 

—Lo encontraran, sólo no te guardes todo ese dolor, los demás estamos contigo. Nos salvaron a todos y eso Athena se los agradecerá de por vida — le consoló Shion.

—Da igual, ninguno de ustedes es Kardia, así que no traten de ocupar un lugar que no les corresponde — respondió enrollando la cadena en su muñeca. 

—¿Qué pasa contigo?, trato de ser amable. Era tu mejor amigo, merece al menos algo más que unas cuantas palabras, él no querría que estés así encerrado en ti mismo — riñó algo molesto.

—Da lo mismo, esta muerto, eso que dices no me lo va a devolver. No me dejaré llevar por los ridículos sentimientos de nuevo, mira lo que causaron, perdí a mi compañero ¡No! yo perdí una parte de mi alma por un arrebato, nadie me conocía como él, nadie entiende mi dolor como él — repuso mirando con semblante duro.

—Es mejor irnos, hay que regresar al templo — respondió pasando al lado de Degel, que lo miró de reojo.

Suspiró con fuerza, no quería mirar atrás pero... no podía irse sin mirar aquel lugar que por última vez piso su otra mitad. Se giró decidido y la vio.

Una mujer de cabellos blancos, vestida con un traje de cristales y una capa que parecía haber sido bordada con estrellas, estaba sobre lo que antes era la cueva donde estaba seguramente el cuerpo de Kardia enterrado bajo miles de capas de nieve.

Buscó entre la hendidura de su armadura sus lentes, se los colocó lo más rápido que pudo y miró de nuevo el lugar ahora vacío. Confundido miró hacia todos lados buscando a la misteriosa mujer. No podía ser verdad, él apenas veía de lejos sin sus lentes.

—¡DEGEL!— gritó Shion llamando la atención del mencionado, quien se giró para seguir su camino.

—Adiós Kardia...— susurró mientras subiendo al barco que los esperaba. El largo camino hacia el puerto donde los esperaban lo había hecho reflexionar, si Kardia no había cumplido, él si lo haría, se lo debía.

"No quiero ir... es demasiado frio Siberia, me congelare" 

Aquellas palabras fueron las ultimas que escuchó de su amigo y amor, su ultimo berrinche de niño pequeño.

Sufrimiento....por favor libérame de el... 

Degel quédate conmigo hasta el fin.... 

Si estoy destinado a morir, quiero que seas tú, el que me libere... 

"Nunca haría algo que te lastime" 

Sin embargo el lento y frío invierno todavía no se desvanece, la posesión del frio en aquel caliente corazón y alma no están en sus planes, entonces me veo y me da miedo.

Lo puedo respirar, estaciones del año pasados, tanto tiempo viví esto, ¿será conocida tu oscuridad por fin?

¿Cómo sería la pelea entre el invierno y los protegidos de Athena?, es posible...

Siglo XX 

En este dulce tormento

En la que he pagado todas sus ofensas

Escuché lo inmenso que es mi corazón y el tuyo

Soy una niña en tu mundo, soy un varón del mundo.

—Camus hora de irnos — el mencionado suspiró con desgano por el comentario de su maestro. Se levantó de su asiento, el cual era una gran piedra de un abandonado parque donde se podía ver la Torre Eiffel. De pie sacó una foto de su abrigo, en ella tres niños sonreían en un paisaje todo blanco. La pegó fuerte en su pecho suspirando.

—Eso es Camus, nos espera un largo viaje al santuario. Debes estar emocionado, tu compañero te debe estar esperando ansioso — el pelirrojo bufó con molestia. Sus únicos amigos eran sus hermanos adoptivos que vivían con él en aquel orfanato de donde fue recogido por su maestro.

—Se supone que voy a entrenar para proteger a mi diosa, no a jugar a hacer amigos— respondió con expresión seria.

—Para tener 7 años, das miedo cuando hablas así— bromeó Khrest, ganándose un suspiro de su pupilo.

Caminaron por todo Paris hasta tomar un auto que los llevara a Nápoles, en todo el camino Camus se dedicó a leer el libro que su maestro le había regalado. 

—¿Crees en lo que dice el libro?— preguntó Khrest mirándolo de reojo.

—Me está hablando de una hermosa mujer de blancos cabellos que vive en Siberia raptando pobladores para quien sabe que cosas, no me lo creo, además es un libro de cuentos, por lo tanto son falsas, ¿no crees que ya hubieran hecho algo para controlarla los dioses? —respondió cerrando el libro fuertemente.

—Puede ser, pero hay veces que si esto no les afecta a ellos queda simplemente en segundo plano — Camus miró a su maestro detenidamente.

—Maestro dígame la verdad, me dio este libro no para que conociera cuentos de la región de Siberia, ¿pasa algo?— preguntó mirando fijamente el perfil de Khrest, esperando una respuesta.

—Llegamos— anunció el conductor interrumpiendo la conversación.

—Baja las maletas Camus, yo pagaré—dijo dándole la espalda.

Durante el viaje Khrest no se acercó a él, como si temiera que volviera a mencionar de nuevo algo con respecto a ese tema.

—¡PUERTO A LA VISTA!— gritó un hombre 

Camus sonrió al ver la gran vista del Santuario de Athena a lo lejos, su maestro por primera vez se acercó posando su mano en su hombro.

—Llegamos a casa— señaló mirándolo con una leve sonrisa.

El camino al templo fue algo largo, demasiado diría el pobre Camus, quien prácticamente respiraba por la boca.

—Estamos de suerte, mira quienes están ahí ¡Milo! ¡Killian! —exclamó su maestro haciendo que los dos niños corrieran hacia ellos. Camus repasó con su mirado a uno de los chicos, el de cabellos rubios, con la cara llena de tierra mezclada con sudor, la ropa rota y las rodillas raspadas e igualmente llenas de tierra y algo de sangre; el otro chico estaba casi en las mismas condiciones, estaban asquerosos. El pequeño santo de acuario hizo una mueca de desagrado que no pasó desapercibida por Milo, quien le miró fijamente.

—Milo, ¿dónde está tu maestro?— el mencionado despego su mirada del pelirojo para mirar a Khrest.

—No lo sé, debe estar persiguiendo a alguna amazona. Usted sabe cómo es él, pero quien...—antes de que formulara su pregunta Khrest lo interrumpió.

—Él es Camus, tu nuevo compañero de entrenamiento— la sonrisa que anteriormente adornaba el rostro despreocupado de Milo desapareció al instante. 

—¿¡QUÉ!?, pero si pensé que era niña, no puedo golpearlo sin pensar que estoy golpeando a una niña — Camus apretó la mandíbula con fuerza, quería golpear a ese vulgar, pero toda su rabia fue disuelta al sentir unas manos en sus partes íntimas.

—No creo que nadie sea más bella que la señorita Afrodita. Pero Milo él también tiene pene— habló Killian ejerciendo algo de fuerza en las partes íntimas del futuro santo de acuario con sus manos llenas de lodo.

—¿¡QUE HACES!?—exclamó Camus pegándole un manotazo a Killian. 

—¡JAJAJAJAAJAJA! no importa que tenga pene, si hasta chilla como niña —comentó entre risas Milo.

El pelirrojo se adelantó hacia donde estaba el rubio, el cual reía escandalosamente —¡TÚ SUCIO VULGAR ORDINARIO! —gritó dándole un puñetazo a Milo que lo dejó en el suelo con el labio roto y los ojos bien abiertos por la impresión.

—¡JAJAJAJA! mira tu cara Milo... dime, ¿pega como niña? —preguntó entre risas Killian, siendo inmediatamente callado por un golpe en su cabeza esta vez por parte de Khrest.

—Chicos eso fue muy descortés, luego hablaré con sus maestros y Milo no reniegues tanto— el mencionado apretó los dientes con rabia, ese tal Camus se las pagaría.

—¡Cállate!—exclamó tomando de mala gana la mano que le ofrecía su amigo, viendo de reojo como el pelirojo seguía su camino hacia el templo principal.

"Así se conocieron a principios de primavera, sus caminos se cruzaron esa vez no de la mejor manera... pasado, presente y futuro Acuario y Escorpio estarían juntos"

 

Notas finales:

Gracias por leer espero que mi loca historia sea de su total agrado, comentarios negativos y positivos son recibidos. 

Nos leemos pronto n.n


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