Las 18:00 en punto miro el reloj Sebastian, él y su amo estaban afuera de la residencia y como suponía esta lucia abandonada y sucia después de todo no había nadie más para que heredara más que el joven amo el cual no tenía ningún interés en reclamarla.
El sonido de unos caballos llama la atención de Sebastian – Bochan, mire – una carroza se estaciona a lado de la carroza de ellos. No tiene que preguntar ¿Quién era? ya que en la puerta de la carroza se muestra el logo de la casa a la que sirve y esto se confirma al ver a los choferes que la manejan Los trillizos los jovenes sirvientes de la Mansión Trancy – así que él es el invitado que decía en la carta – susurra Ciel con el ceño fruncido ante la noticia.
Alois también ve por la ventana la carroza de Phantomhive pero no hace ningún movimiento ante esto el solo quiere hablar con esa persona y confirmar lo que decía en la carta.
un chirrido de metal saca a todos de sus pensamientos, la reja de la mansión se abre sola permitiendo entrar a ambas carrozas, Ciel es el primero que sale del aturdimiento al ver lo que paso – rápido Sebastian, quiero ser el primero en llegar – grita Ciel.
-Chicos, vayan a paso déjenlo que se mate solo – la voz tranquila y calmada de Alois los saca de transe ante las palabras de su amo todos los demonios abren sus ojos de la impresion Alois normalmente les exigiría que llegaran antes que Phantomhive pero este día no parecía el mismo, la mirada de Hannah mostraba preocupación mientras que el rostro de Claude solo levantaba una ceja como interrogante ante la situación.
Ciel bajo de un salto de la carroza no podía esperar más mientras él estaba por abrir la puerta la carroza de Alois se detenía. La puerta se abrió revelando un lugar descuidado lleno de polvo Ciel entro junto a Sebastian ambos miraban el lugar los recuerdos inundaron sus mentes, el rubio se acercó a la puerta su paso era tranquilo y pausado no mostraba alteración alguna – Phantomhive tu sabes, ¿Quién vive en esta casa? – el ojiazul volteo a verlo la mirada de Alois no mostraba nada por un momento pensó que él tenía algo que ver con esa carta pero al parecer el otro estaba igual que el – Mi tía Angelina Dalles también conocida como Madam Red-
Alois siguió observando el lugar – y ¿dónde está ella?, me llego una carta pidiéndome venir a este lugar y aquí estoy, si ella es la dueña de esta casa, que me reciba – la voz de Alois iba subiendo conforme hablaba.
-No tienes por qué gritar, aquí estoy - ambos se sorprendieron cada uno por diferente motivo Alois por que no esperaba que le hablaran desde atrás y Ciel porque ante sus ojos se encontraba su querida tía Madam Red portando su típico vestido rojo para salir no el de fiesta con el que fue enterrada. En su cabello solo había una rosa, la misma rosa que él puso ahí.
-Por favor acompáñenme- los pasos de Madam eran pequeños y suaves como si no tocara el piso apenas se podían ver las pisadas que ella daba, los chicos la siguieron y detrás de ellos los venían los demás. El cuarto en el que entraron era una sala de estar con varios sillones o sillas para sentarse y platicar, dos mesas de café y una pequeña biblioteca para entretenerse con variedad de libros para todos los gustos además de cuadros finamente acomodados para dar alegría al salón, la luz natural entraba por las grandes ventanas que daban al patio donde se podía apreciar el inmenso jardín que descuidado no perdía su hermosura. Alois se acercó a la ventana todavía podía recordar las risas de aquellos días donde en un jardín como ese tuvo una familia.
Ciel varias veces había visto la habitación así que toda su mirada se la paso solo en Madam Red, miles de preguntas rodaban por su cabeza, pero no sabía cómo empezar y más al tener tanta gente alrededor.
Madam Red veía las caras de Ciel su concentración hacia que perdiera todavía el mundo que lo rodeaba luego dirigió su mirada al rubio ese pequeño que le habían mandado fuera a cuidar. – sé que tienes muchas dudas y preguntas Ciel las cuales contestare cuando haya terminado con nuestro invitado, Conde Alois Trancy – cuando escucho su nombre el rubio miro a la mujer era una mujer joven y guapa no lo podía negar su cabello rojo es lo que más le llamaba la atención le recordaba a Luka el cual en su cabello tenia tonos en rojo dando su color a caoba rojizo el cual resaltaba ante la vista de muchos pero a falta de buena alimentación ese hermoso cabello de su hermano se fue opacando, la suciedad y el no poderse bañar como correspondía había ocasionado eso.
-Hermosa casa Madam, pero me gustaría saber para que fui llamado ante esta reunión familiar por lo que veo aunque ¿es usted la persona que escribió esta carta?- con el papel doblado se acercó a ella, Madam Red tomo el papel y leyó la nota, asintiendo con la cabeza. -Dígame joven Trancy usted había visto antes esta mariposa – por la mente del rubio pasan muchas cosas pero en ese momento una risilla escapo de sus labios la vida era muy curiosa y caprichosa esa pregunta, claro que la había visto, su madre de la cual tiene pocos recuerdos la dibujaba mucho, le encantaba dibujarla en las cenizas de la chimenea o en sus cartas a la orilla de la hoja ya fuera arriba como inicio o abajo en la firma. -Eso que tiene que ver con el mensaje que me mando.- sabía que era mala educación contestar una pregunta con otra pero eso le importaba un rabano.
-Alois, sabes lo que representa ¿verdad?- Madam Red siguió insistiendo -deja de hablar de cosas inútiles no se a lo que te refieres ve al grano- no me interesa la palabrería barata de esa mujer -Cierra la boca no le hables a si a Madam Red-claro el estúpido de Phantomhive al rescate - no me interesa esa mujer ni tampoco lo que pueda decirme estoy aquí porque me dijeron que tenían algo para mí de alguien muy especial así que solo vengo por eso y me largare de este lugar- grite.
-Suficiente- los dos voltearon a verla – Alois Trancy o más bien Jim Macken ¿verdad?, solo contéstame eso ¿Es ese tu verdadero nombre? Conde Trancy- el pelirrubio se queda callado esa mujer sabe más de lo que aparenta se voltea y se dirige a un pared se recarga, cruza la pierna izquierda delante de la derecha mientras cruza sus brazos de igual forma en este momento está en posición de defensa ante esa mujer.
-Así es, es ese mi verdadero nombre ahora dime que es lo que tienes para mí de mi hermano Luka Macken- se había cansado del juego de vamos a ver cuánto aguantas, ahora es el que va directo por a los cuernos del toro y este toro era en color rojo.
-permíteme un momento y escucha una historia, una historia particular donde la vida de tres hermanas cambia de un día para otro- Madam Red se sentó en la silla más cercana de la habitación – Hace algún tiempo una familia vivía feliz y sin preocupaciones, la familia Dalles estaba integrada por tres hermosas hijas dos de ellas eran casi gemelas solo con algunas diferencias la mayor Cornelia era rubia como los narcisos en primavera su cabello largo y sedoso mientras sus ojos eran azul del cielo sin nubes como los tuyos siempre noble y justa con todos a su alrededor, Rachel la de en medio era rubia como el sol del verano cálido y brillante sus ojos azules como la profundidad del mar y su sonrisa tan clara como una laguna serena, Angelina la hermana más pequeña era peliroja como los colores del otoño trayendo tranquilidad y armonía a su entorno sus ojos de igual color solo reflejaban confianza ante el mundo, ella siendo tan tímida siempre estaba detrás de sus hermosas hermanas.
El tiempo paso y un buen día su hermana mayor había desaparecido nadie sabía nada de ella fue la peor tragedia para su familia la madre como las hermanas lloraron por ella, todos los días veían por las ventanas hacia el horizonte esperando que ella volviera a casa, pero eso jamás paso, no paso mucho tiempo cuando la hermana del medio se casó y de ahí tuvo un hijo con hermoso cabello azul oscuro pero heredando sus ojos y su sonrisa “Ciel”, la hermana pequeña también se casó la vida de ambas era ahora felicidad pero nunca dura para siempre tiene que pasar algo para opacarla de esto había pasado varios años la madre de ambas murió por una enfermedad la cual no tenía cura el padre de ellas jamás abandono a su mujer así que también contrajo la enfermedad pero antes de morir el padre le revelo un secreto a la hija menor.