11 de octubre del 2012
En este semestre mis compañeros la han tenido difíciles con las salidas ya que son una tras otra, no creo que hayan tenido mucho tiempo para descansar antes de salir a la siguiente, a lo mucho supongo que habrán tenido como máximo un par de horas para convivir con sus familiares, vaciar su maleta y prepararla de nuevo con las cosas necesarias, y partir para llegar antes de la hora citada por los maestros y evitar que los deje el camión.
Por mi parte en estos días en el hospital no he evitado recordar los conciertos a los que asistí con ella siempre en el circo volador frente a una de las salidas del metro “la viga”, cómo poco a poco el lugar se llenaban hasta el tope, por lo que terminar casi echas sándwich no era de sorprenderse, ni algo relevante, aun cuando te encontraras en la región más “vacía”, puedo asegurar que esos momentos eran los que más me gustaban, porque era el momento en el que más nos divertíamos, en el cual la veía sonreír más, con aquel brillo en los ojos que en raras ocasiones se le notaban.
Llegábamos temprano para poder ir rápido a comprar playeras, pulseras de tela u otro recuerdo traído por la banda. En nuestro primer concierto al que asistimos juntas fue al de An café y ella me compro a modo de regalo una playera, que aun guardo en el armario y que solo la use una vez muchos meces después, ahora me pregunto cuál será el destino de esa playera cuando yo ya no este. Que me enterraran con ella sería bueno, aunque pienso que sería un desperdicio.
Regresando a pensamientos más lindos, cuando finalizaban los conciertos nunca dude en tomar su mano, para no perdernos entre la multitud que salía como si fuera una estampida, para luego dirigirnos en las altas horas de la noche a su casa ya fuera en metro o que su familia nos fuera a recoger y donde siempre me ofrecían asilo, ya que su madre y hermano estaban conscientes de que por más que quisiera no encontraría transporte y en caso de conseguir algún taxi el costo sería elevado sin bajar de los doscientos pesos y el peligro que también representaba el encontrarme sola en las calles desiertas.
Así que si llegábamos a su casa a las diez de la noche, terminábamos durmiendo a la una o dos de la mañana viendo alguna película, para levantarme a las cinco o seis de la mañana, prepararme y regresar con mi familia.
Cualquiera diría que dormir 4 o cinco horas es muy poco o que era suficiente, aunque para mí era cuando sufría de insomnio y si lo lograba pegar el ojo lo más que dormía eran dos horas y lo sé porque cuando despertaba lo primero que miraba era la hora en el celular, el resto me la pasaba despierta mirando a cualquier punto, o removiéndome de un lado a otro ansiosa por que el día llegará lo más rápido posible, cuando me rendía terminaba levantándome minutos después de que su madre lo hiciera, porque no tenía tanta confianza como para pasarme libremente en una casa ajena cuando todos dormían, aparte así tenia alguien con quien hablar de cualquier cosa, incluso me preguntaba por mi madre, y cuando llegaba la hora de irme me despedía de ella mientras seguía dormida, el resto era un viaje en camión no tan largo en el cual siempre terminaba perdida en mis pensamientos hasta llegar a casa y volver a la realidad.
El último día en que la vi fue para asistir al concierto de X-japan también en el circo volador, para ese entonces yo ya me había mudado junto con mis padres, en esa ocasión, llegue directamente a su casa como a eso de las 3:00 de la tarde pero nadie me abrió, así que decidí vagar un rato por los lugares que más me agradaban, después me entere de que habían salido a comer al mercado, era miércoles.
Como a las 6 me fui al circo volador, recibí mi brazalete y platique con algunas chicas que también esperaban el concierto, casi al entrar recibí una llamada de ella preguntando donde me encontraba, después de responderle, la fila comenzó a moverse en este mi último concierto estaríamos separadas ella tenía un boleto general y yo uno preferente.
El concierto fue genial, aun cuando no lo pude disfrutar a su lado pero le espere a la salida mientras la buscaba con la mirada entre tanta gente, en esa ocasión no me importaba en donde terminara pasando la noche, que más daba si era en un hotel o en la casa de alguno de mis tíos, solo quería verla esa noche quería estar con ella, no sé cuánto tiempo estuve al pendiente de encontrarla, solo sé que al verla fui a su encuentro con una sonrisa en la cara, estaba alegre.
No recuerdo si hablamos, o que fue lo que dije, sé que recorrimos los puestos esperando que fueran a recogerla, yo llevaba mi mochila con mudas de ropa, tenía la intención de irme por un camino diferente, pero al final me convenció de pasar la noche en su casa, la última noche sin que yo estuviera consciente de ello, en esa ocasión hasta su padre fue a recogernos, también dormí en sola en su recamará como tantas veces en el pasado.
Las horas por primera vez se fueron volando, estaba consiente que tenía que tomar el autobús de regreso a casa a más tardar las siete de la mañana, me levante después de su madre, platique un poco de cómo era mi nueva casa, ella me ofreció un plato de cereal, el cual no rechace, eran como las cinco y media de la mañana cuando regrese a su cuarto, me cambie la piyama, peine mi cabello, recogí mis cosas tendí la cama, pase otro poco de tiempo en un platica amena. Cuando dieron las seis me dirigí a donde ella se encontraba dormía aun, la removí un poco ella no abrió los ojos solo protesto.
-ya me voy, quería despedirme- al parecer seguía dormida, seguí tratándola de despertar por un corto lapso de tiempo hasta que entre abrió los ojos.
-perdona que te despierte, pero ya me tengo que retirar.
-está bien, cuídate- me dijo a un adormilada, y luego volvió a dormir sin más, por mi parte tome mis cosas y salí de la casa despidiéndome de su madre, con rumbo a la central camionera.