2 de noviembre de 2012
Es triste pero es mi realidad, hoy es mi último día y no es que los doctores me lo hayan dicho, simplemente yo lo sé, es irónico moriré en el mismo día que en mi país se celebran a los muerto mediante altares con ofrendas y visitas al panteón con el fin de engalanar la última morada de los seres queridos, me pregunto que tendrá la ofrenda de este año, como la abran adornado ahora que no estoy, preguntarme todo esto creo que no sirve de todas formas hoy la veré al anochecer.
Mis padres no vendrán supongo que solo recogerán mi cadáver en la morgue el día de mañana o tal vez vengan cuando el doctor les informe de mi deceso, me pregunto qué tan destrozado se encontrara mi querido hermano menor cuando me vea dentro de una caja de madera y no viva como hubiese querido?, por cuanto tiempo lloraran mi partida?.
Creo que mi mayor desgracia es que no pude verla a ella, por lo que morir de esta forma olvidada en una habitación vacía no era mi mejor opción para mi propio final… me hubiera gustado cerrar mis ojos viendo los cerros cubiertos de árboles, bajo un cielo azul con nubes tan ligeras que parecieran pintadas, de alguna forma siento en mi cabeza como los aneurismas van estallando y como la sangre se va esparciendo por mi cabeza, haciendo una gran hemorragia que afectara mi cerebro de forma irreparable.
Estoy en mi limite, no falta mucho para que mis sistemas se apaguen por completo, escucho el sonido en los pasillos, y oigo como unos pasos se acercan a mi habitación, al tiempo que es precedido por el girar de la manija, quiero voltear pero ya es imposible para mí, alguien se acerca a mi cama… para terminar a mi lado asomando su rostro para que pueda verle, de mis ojos unas lágrimas se escapan, no puedo creer que sea verdad, sus manos acarician mis mejillas, mientras me dedica aquella sonrisa que tanto anhele, ¿por qué… por qué tenía que ser hasta este momento?
Ya no puedo moverme para regresarle su caricia, tampoco puedo hablar, para decirle que la extrañe y que en verdad la amo… pero también creo que es mejor así, porque ella no sufrirá por el hecho de que ya no exista; mis ojos se cierran no puedo evitarlo pero quiero ver por un poco más de tiempo su rostro, con gran esfuerzo logro abrir de nuevo mis ojos, solo para que la realidad me golpee fuertemente y me destroce.
La persona que está en la habitación no es ella solo es una enfermera que pasaba por el pasillos y que entro al escuchar la disminución de mis signos vitales, las caricias que creí ver solo fueron una alucinación, un juego cruel de mi cerebro.
Mi felicidad se ha esfumado en segundos, mis lágrimas no han dejado de correr y la enfermera ha abandonado el cuarto un tanto alterada pidiendo ayuda al doctor encargado he ir por equipo de reanimación, sé que no llegarán a tiempo para salvarme, mientras todo se vuelve negro, frio, tranquilo y silencioso para mí, en mi mente les dedico a todos un “SAYONARA”.