“Existe un sitio en el mundo para cada tipo de persona”
Una frase que se repetía constante el joven aristócrata Seung Hyun, considerándose a sí mismo ‘joven’, a pesar de que el número en su carnet de identificación pasaba de los treinta, era otro petulante millonario del nuevo siglo, que se vanagloriaba en la inmundicia de su dinero. Detestable para algunos varios, inalcanzable para muchos otros.
La verdad era que no había una verdad a ciencia cierta acerca de él.
Cada día de mi vida lo he pasado en la abundancia de los bienes, sin preocupaciones y/o ocupaciones, dedicando mi precioso tiempo al arte, al buen vino y a las mujeres hermosas, sin embargo hoy todo esto no me satisface, busco algo nuevo, un pasatiempo, una distracción que coloreé el tono gris de mi rutina, nueva inspiración, ¿emoción? no temo usar esa palabra.
Los ojos del pelinegro se habían posado en la vidriera de su gran habitación, la ciudad lucía demasiado pequeña ante su presencia, un hombre poderoso, galante, con el perfil digno de un príncipe, nariz recta, un mentón fino, un par de orbes oscuros que parecían perderte si te atrevías a mirarte en ellos y una lacia cabellera color negro azabache, atractivo sin duda, un hombre como el ¿por qué estaba solo después de todo?
-Te he dicho que no estoy interesado- reafirmaba molesto a través del teléfono móvil – Porque simplemente no entra en mis intereses, ¿cuántas veces más llamaras?- la voz ronca de SeungHyun daba un toque estricto al habla, cosa que no ponía nervioso al hombre detrás de aquella insistente llamada
-Vamos querías un pasatiempo nuevo, es lo que te ofrezco ¿Qué pierdes con venir a mirar un rato?-
-Mi tiempo- respondió por lo bajo haciendo un chasquido sobre la bocina -Vale, si así puedo librarme de ti- una sonrisa se formaba del otro lado de la línea y el mismo Seung sonreía al suponer aquello –Nos vemos entonces Bae- colgó al fin.
…
-¡Te he dicho que es la oportunidad que buscabas!- un acalorado Young Bae atendía una nueva llamada, esta vez el sujeto detrás era completamente diferente a Seung Hyun –Él mismo me ha asegurado que vendrá a la pista-
-De acuerdo manager, iré temprano por la mañana- el joven había colgado con premura, pues hablar con Young Bae siempre terminaba siendo un dolor de cabeza, lo mejor sería hacerle caso sin chistar.
Y es que así era Kwon Ji Yong, un joven a quién la palabra joven realmente le iba bien, con apenas 19 años era la obediencia y dedicación personificada. Un chico no tan alto, de cabellos platinados y rostro fino, más bien suave, de piel nívea y ojos avellana. Sus sueños de convertirse en piloto habían comenzado tiempo atrás, cuando su padre, um mecánico de oficio le llevaba a las carreras, aquella velocidad era más emocionante que cualquier otra cosa en el mundo para el pequeño Jiyong. A pesar del esfuerzo que ponía en ello, hasta aquel momento no había otra persona, además de Young Bae, que tuviera interés en apoyarle, el mismo Bae habiéndose convertido en su ‘manager’ buscaba la oportunidad de dar a conocer el talento de Kwon al mundo.
“Necesito un patrocinador adinerado” la mente de Jiyong divaga al máximo, después de la desesperada llamada de su manager, no podía evitar preguntarse de quién se trataba esta vez, Bae había llevado políticos, excéntricos, aficionados ricos y juniors a verlo correr, sin embargo ninguno de ellos ‘soltaba’ la pasta al hacer las cuentas, huían dejando por el suelo sus ilusiones, ya no se emocionaba al escuchar de un posible ‘padrino’ simplemente dejaba que la decepción lo llenase por completo.
-No será diferente- se dijo antes de quedarse completamente dormido sobre la cama.
…
Temprano por la mañana las ansias de Bae estaban descontroladas, a pesar de que el pelinegro jamás había mostrado un interés particular por los autos, tenía el presentimiento de que Seung Hyun quedaría atrapado por la tenacidad del joven amateur.
“G DRAGON” se leía en letras doradas al costado de un dragster rojo de tres llantas, llegaba entonces Jiyong montado sobre su orgullo más grande, aquel auto significa más que su propia vida para el mismo, lo había conseguido con esfuerzo sobrehumano y trabajado en él como si de un hijo se tratara.
-“G Dragon”- leyó con burla y un toque de desdén el pelinegro, que observaba la escena desde un palco lejano
-Arriba, en el palco está tu boleto al éxito Jiyong- animaba Bae al pequeño corredor, que trataba de enfocar al supuesto rayo de la esperanza –Hazlo como siempre,no, aún mejor-
– Ah, entonces haré lo mejor- dijo sin más arrancando el vehículo.
Dos, tres, seis vueltas contadas en un tiempo sorprendente, Bae incitaba al mayor a ver los tableros pero este no tenía ningún interés en ello, tampoco era lo más emocionante ver un auto dar vueltas en una pista, no para un sujeto como él, estaba aburrido y dispuesto a irse en cualquier momento. Seung miró el reloj en su muñeca y se levantó de la silla acojinada –He visto suficiente Bae, esto no es lo mío- dijo y acto seguido se marchó dejando solo al moreno.
-Lo siento Ji, pensé que está vez funcionaría- lamentaba Bae dando palmadas a la espalda de Ji
-Descuida Bae, ese hombre es como los otros idiotas- Jiyong río para ocultar su nueva decepción y tomo algo de aire –Lo lograré pronto, lo sé-
-¿Y cómo lo sabes? Pregunta el idiota- una voz desconocida para Ji irrumpió en la conversación, Bae sintió que el mundo se venía encima y no precisamente sobre él.