A los pocos días de ese incidente, en uno de mis raros días libres, salí de compras. Me habían llegado unos catálogos de las mejores tiendas de moda y habían cosas que no podía no tener en mi armario. Después de recorrer las dos primeras, ya me estaba quedando sin brazos para cargar tanta bolsa, además pesaban demasiado. Para descansar un poco, me senté en la pileta en el medio del centro comercial a tomar un batido, eso era el paraíso. Disfrutando el delicioso sabor a uva y fresa y pensando en los conjuntos que podría armar con mis nuevas adquisiciones fue que noté al niño a mi lado dándole de comer a un gato negro. El pequeño se me hacía familiar y a la vez no, era más como que me recordaba a alguien porque nunca lo había visto en mi vida. De repente el gato se metió en una de mis bolsas haciéndome arrojar el batido al piso para sacarlo de ahí, teniéndolo entre mis manos lo miré enojado, pero a él poco le importó y simplemente intentaba llegar a tocar mi gorro, llegando a jalar un hilo lo que me hizo bajarlo y notar el agujero que ahora estaba ahí. Apreté mi puño derecho y pasé mi mano izquierda por mi cabello decolorado ¡Este gato quería sacarme de quicio! Nuevamente se había metido en otra bolsa y había convertido un fabuloso y carísimo suéter en cama, por lo menos tenía buen gusto. El niño rio y yo lo miré incrédulo.
- Te agradecería que sacaras a tu gato de allí – le dije señalando la bolsa
- Lo haría pero no es mi gato – me respondió el mocoso – ahora es su problema, señorita
- ¡¿Qué acabas de decirme?! – algunas personas que lo escucharon y probablemente estaban viendo toda la escena se rieron – ¡Soy un hombre!
- ¿Es así? – sonrió divertido – No lo pareces… llevas aretes… tu ropa parece de mujer… y tu cabello está muy largo
- Perdona por estar a la moda – giré los ojos – pero estos son piercings, muchos hombres los usan ahora, mi ropa es la última tendencia de este verano y los hombres también podemos usar el cabello largo
- Mi padre dice que ese tipo de personas son metrosexuales – indignación era lo único que sentía en este momento – y ese tipo de personas son muy superficiales y se creen mejor que los demás sólo por sus apariencias
- ¡Eso no es del todo cierto! – cerré los ojos y puse mi mano en mi frente tratando de calmarme – ¿Dónde está tu padre? Hay un par de cosas que debo decirle
- Casualmente – se apoyó en las puntillas de sus pies y luego en sus plantas nuevamente – aquí viene
- ¡Kael! ¡¿Dónde te habías metido?! ¡Te he estado….! – era imposible que nos volviéramos a encontrar… y de esta manera – ¿Chris?
- Así que esté pequeño monstruo es tuyo – sonreí completamente enojado – Debí imaginármelo
- ¿Es que paso algo? – preguntó totalmente confundido después de mirarme de pies a cabeza
- Este tío sólo está molesto porque le dije que parece mujer – estaba seguro de que alguna vena se me iba a reventar del coraje – pero es verdad ¿no papi? Él parece una chica...
- He tenido suficiente – suspiré cogiendo mis bolsas – gracias por amenizarme la tarde, ahora si no les molesta, me voy
- Espera Chris – me tomó del brazo para evitar que me fuera – lamento mucho que Kael te haya molestado… es sólo que eres demasiado bello para ser un chico
- ¿En serio? – fingí estar alagado, después volví a mi expresión de enojo – pues gracias, pero lo que más me molesto no fue eso – me miró confundido – Sino que dijeras que las personas metrosexuales, y sí, reconozco que lo soy, tenemos un complejo de superioridad cuando bien sabes que no es así. Ahora déjame, aún tengo un par de tiendas que visitar
Dejándolo completamente boquiabierto, me alejé y regresé a mi día de compras. Pero no pude ir a varias tiendas después de que me echaran por llevar a mi mascota. El gato ni siquiera era mío, pero de todas maneras terminé quedándomelo y llevándolo a casa. De entonces en adelante Peppermint sería mi nuevo compañero.