Recuerdo cada segundo de esta agonía que comenzaba a parecerme eterna, recuerdo el dolor punzante cual agujas clavándose en mi pecho, al escuchar de tus labios que te marchabas, me recuerdo a mi mismo abrazándote y diciéndote que lo entendía, porque realmente lo entiendo, tu cuerpo ya no soportaba ni un solo maltrato mas, pero eso no hacía que doliera menos, recuerdo morder mi lengua en un intento desesperado para no suplicarte que te quedases a mi lado, pues sin ti no creía poder vivir.
Recuerdo todos y cada uno de esos últimos días juntos, en los que nos parecía que los días no tenían suficientes horas y mi pecho dolía cada vez más, ante la proximidad de tu partida, siempre supe que eras demasiado bueno para ser permanente en mi vida, que algún día mi ángel se marcharía a otro lugar, pero aun así duele tanto saber que la oscuridad regresa, al irse tan lejos la única luz que tenía en mi vida, pero aun así fui fuerte y no te suplique, aun me pregunto si te habrías quedado de pedírtelo, seguro que sí, pero no podía verte sufrir más.
Recuerdo ese ultimo día, ese terrible momento de la despedida, ambos lloramos, sintiendo que algo increíble terminaba ese día, para ti seguro es el comienzo de algo nuevo, pero para mí fue el ultimo día real de vida, pues desde entonces ya no había felicidad real, solo falsas apariencias, y un dolor tan grande que parecía dispuesto a tragárselo todo.
Recuerdo aquellos primeros días, en los que el dolor lo nublaba todo, en los que por fin deje salir todo lo que guarde para que tu no sufrieras mas, recuerdo que era tan intenso que realmente pensé que me mataría, dudo que exista mayor dolor y peor agonía que la sentida en ese instante, en los cuales rogaba a los dioses, suplicándoles que acabasen con mi dolor, permitiéndome dormir y no despertar mas.
Recuerdo a todos mis amigos, preocupados por mí, intentando que dejara de llorar, suplicándome que comiera, diciendo las típicas frases hechas para consolar, pero que a mí solo me recordaban, que en mi vida volvía a haber solo oscuridad, recuerdo suplicarles que callaran, que me dejaran solo con mi dolor.
Recuerdo casi de manera difusa el pasar de los días y las semanas, donde comencé a levantarme otra vez, no porque el dolor fuera menos intenso, sino porque mis ojos se acostumbraron una vez más a la oscuridad y mi pecho se habituó al dolor, recuerdo ver la cruel realidad, sin ti nada tenía sentido, podría aprender a vivir sin ti, pero sería una vida sin sentido, una condena más cruel que cualquier otra.
Recuerdo cuando acepte que no quería sufrir más, que ya no quería mas oscuridad, que solo quería dormir y no despertar jamás, mentiría si dijera que fue una decisión poco meditada, pues estuvo conmigo desde el instante en que te marchaste, pero siempre intentaba soportar un día mas, buscando una manera menos drástica de callar este dolor, pero no la encontré.
Recuerdo prepararlo todo, casi de manera metódica, tiene cierta gracia, que hasta para suicidarme lo quisiera todo ordenado y limpio. Recuerdo el silencio que lo inundaba todo, pues no había nadie más que yo en la casa, recuerdo quitarme la ropa y doblarla con calma, meterme en la bañera, sintiendo las lagrimas caer y por primera vez sentir aquel terrible dolor aliviarse, como diciéndome que esta era la decisión correcta. Todo estaba preparado, la carta despidiéndome de todos, pidiéndoles perdón por ser débil, también otra para mi familia, pidiéndoles que no me odiaran, por no querer vivir mas, también la carta para ti, suplicándote que no te culpases, que tu no tenias culpa y que me perdonases por romper mi promesa.
No recuerdo sentir dolor al cortarme, pero sí recuerdo el rojo intenso de mi sangre al salir, me relaje, dispuesto a dejarme llevar, hundiendo mis brazos en el agua, recuerdo como el sueño venia, como todo comenzaba a hacerse lejano, recuerdo oír tu voz casi en la lejanía, llamarme, diciendo palabras que por más que me esforzara no podía entender, pues el sueño ya podía mas, luego llego la oscuridad total.
Recuerdo despertar en aquella habitación, sintiéndome confuso y desorientado, sintiendo como poco a poco los recuerdos volvían a mí, recuerdo que me dieron ganas de reír, pensando que ni para matarme estaba la suerte de mi parte.
Recuerdo cerrar los ojos y dejar que unas lagrimas cayeran por mis mejillas, luego sentí unas manos acariciar mi rostro, recuerdo mi miedo a abrir los ojos y no verte allí, después escuche tu voz.
- Baozi, mi amor, estoy aquí, por favor mírame- decías llorando
Y obedecí, porque pasara lo que pasara tú eras mi dueño, el único con poder sobre mi
- Luhan- fue cuanto pude decir mirándote, tenía miedo de que desaparecieses, miedo de que fueras solo producto de mi desesperación
- No vuelvas a hacer algo tan estúpido jamás, no te atrevas a volver a intentar dejarme solo Baozi- dijiste abrazándome con fuerza
Recuerdo corresponder a tu abrazo, aun confuso pero feliz, no entendía que había pasado.
- ¿Que paso?, ¿qué haces aquí?- pregunte aun con miedo a que solo fueras un sueño
- Vine a verte, tenía desde hacia días un mal presentimiento y necesitaba verte, fuimos Sehun y yo quienes te encontramos en la bañera- dijiste llorando- gracias a dios llegamos a tiempo
Recuerdo pensar entonces que volverías a irte, que el dolor y la oscuridad regresarían.
- No debiste venir Luhan, respete tu elección, debiste respetar la mía- dije mientras más lagrimas caían, sintiendo como el dolor regresaba poco a poco
Recuerdo sentir tu mano golpear con fuerza mi cara, esa era la primera vez que te veía reaccionar con tanta furia.
- Jamás digas semejante estupidez Minseok, te lo prohíbo- dijiste furioso- ¿no te das cuenta que yo tampoco puedo vivir sin ti?- dijiste y apoyando la cabeza en mi pecho lloraste como un niño pequeño
Recuerdo que ese día, en ese momento, ambos juramos pelear por nuestro amor, pues ambos entendimos que nuestra vida estaba en las manos del otro. No fue fácil, la vida no hizo fácil nuestra elección, el camino fue complicado, repleto de piedras con las que tropezábamos, pero a pesar de todo solo necesitábamos la cercanía del otro para recobrar fuerzas y volver a caminar.
Mirando hacia atrás, realmente fue una buena vida, una que aun con todo el dolor, volvería a vivir, solo por estar a tu lado, porque ambos entendimos que solo podríamos vivir si el otro estaba.
Han sido años de vivir el uno para el otro, años en su mayoría felices, poco nos importaba si el resto del mundo nos entendía o no, pero los años pasaron, ambos envejecimos y esta vez fue la muerte quien te alejo de mi.
Recuerdo tu sonrisa, cuando supimos que el momento se acercaba.
- Perdóname Baozi, una vez más te dejo solo- dijiste y yo igual que tantísimos años atrás quise suplicarte que no me dejaras, pero no lo hice
- Espérame en el otro lado, allí nos volveremos a encontrar Luhan- te dije sabiendo que cuando tus ojos se cerraran, que cuando tu vida acabara, la mía también terminaría
- Lo hare mi amor, te esperare, algo me dice que no tendré que esperar mucho- dijiste sonriendo y yo te sonreí, no tenía sentido mentir, ambos nos conocíamos bien, ambos sabíamos que tú eras toda mi vida
Soporte todo aquel dolor, pues al menos merecías que fuera fuerte, para estar en tu ultimo adiós.
Regrese a nuestra casa, ahora tan vacía sin ti, esta vez no hubo cartas de despedida, pues ya estaba demasiado viejo para dar explicaciones a nadie, con calma repetí el proceso que tantísimos años atrás hice, sabiendo que esta vez no aparecerías para impedírmelo, pues me esperabas en el otro lado.
Me sumergí en el agua, dejando que mi sangre tiñese el agua de rojo, cerrando mis ojos, dejando que la oscuridad me envolviese, feliz por saber que pronto volveríamos a estar juntos.