by Amaterasu_1
Yuki Eiri despertó en mitad de la noche sin saber por qué. Miró el reloj: 4:00 am. Se levantó con dificultad y fue al baño. Pero el regresar, se quedó parado en el marco de la puerta, observando a Shuichi.
Plegaria para un niño dormido
Quizás tenga flores en su ombligo
Y además… en sus dedos que se vuelven pan
Barcos de papel sin altamar…
El rubio sacudió un poco la cabeza, para alejar esos versos de su mente. Siguió mirando los ojos cerrados del pelirrosa, que al abrirse de par en par brillaban como dos amatistas, su expresión serena…
Plegaria para el sueño del niño
Donde el mundo es un chocolatín
A dónde van… mil niños dormidos que no están
Entre bicicletas de cristal…
¡Otra vez esa canción! ¿Dónde la había escuchado? De cualquier modo, tenía sentido que la recordara, justamente veía a SU niño dormido… Era tan angelical, tan bonito… Claro que nunca se lo diría a él… En ese momento, el muchacho sonrió.
Se ríe el niño dormido
Quizás se sienta gorrión esta vez
Jugueteando inquieto en los jardines de un lugar
Que jamás despierto encontrará…
Yuki se acercó a Shuichi, acarició sus cabellos, besó sus párpados cerrados. El rostro del pelirrosa mostraba solo paz y felicidad.
Que nadie, nadie despierte al niño
Déjenlo que siga soñando
Felicidad… destruyendo trapos de lustrar
Alejándose de todo mal…
El chico permanecía con una sonrisa. “Qué estará soñando, el muy pervertido” pensó el rubio. Hizo una mueca y se volteó para ir a la cocina, cuando escuchó que murmuraba entre sueños.
- Nee, Yuki… Yuki…
El escritor se dio vuelta otra vez, fue hacia la cama y abrazó a su koi por detrás.
- Aquí estoy, Shu-chan… - le susurró al oído.
Y el niño, sin decir más, abrazó el cuello del rubio y continuó soñando plácidamente en su pecho.
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A la mañana siguiente Yuki despertó por el ir y venir de Shuichi.
- ¿Podrías hacer menos ruido, estúpido? – murmuró sentándose y frotándose la cabeza.
- ¡¡BUENOS DÍAS YUKIII!! ^o^ - saltó hacia él, que se corrió, dejando que su cara golpeara de lleno contra la pared.
- ; o ; ¡¡YUKI MALOOO!! ; o ;
- ¡Deja de gritar!
- Nee, nee, Yuki – dijo recomponiéndose. – Ayer escuché una canción muy bonita… ¡Quiero que la oigas tú también!
Insertó un minidisc en el equipo. Empezó a sonar una dulce melodía. Y luego una voz muy suave…
Plegaria para un niño dormido…
Fin