Una pareja se encontraba en el vehículo rumbo a su hogar, ambos se encontraban platicando sobre sus actividades en el día, cosas triviales que les gustaba hacer cada día cuando salían del trabajo y se reencontraban para irse juntos con su pequeño. Todo parecía ir bien, todo parecía estar en su lugar, todo excepto aquel vehículo que iba en sentido contrario, invadiendo su carril e impactando contra ellos.
POV. MINHO
Tenía a mi pequeño conmigo, abrazándome sin dejar de llorar, con sus ojitos totalmente rojos e hinchados su cabello desmarañado. Tardé un minuto en reaccionar y me agaché a su altura para cogerlo en mis brazos y estrecharlo contra mi cuerpo en un abrazo.
Un abrazo que esperó años para volver a repetirse.
- Kibum… - fue lo que dije mientras aspiraba su cabello, su olor infantil no había cambiado. La misma fragancia de siempre.
- Hyung mi… mis papás… - dijo alejándose un poco de mí sin dejar de llorar.
¿Sus papás? ¿Se refería a la señora Choi y a su pareja?
Cuando Kibum se fue, mi padre me explico muchas cosas, en parte para que entendiera un poco la situación, pero ni eso logró sacarme de la depresión en la que me encontraba en ese momento. Me contó el porqué del compromiso con su esposa, que fue todo un arreglo hecho por mis abuelos para incrementar sus negocios.
De nuevo la codicia predominaba.
- ¿Qué pasó Kibum? – pregunté mientras con mis dedos secaba las lágrimas que mojaban su rostro. ÉL me miró con sus ojitos aguados y me volvió a abrazar, incrementando aún más la fuerza de sus sollozos.
Como pude me levanté con él en mis brazos, enredando sus piernas a mi cintura y sus bracitos seguían alrededor de mi cuello, aunque siguiera igual de delgado había crecido y ya no era tan pequeño como cuando se fue. Me estabilicé y subí al auto con él aun en brazos. Le avisé que nos llevara a casa y emprendimos la marcha.
Cuando llegamos, ingresé con la ayuda del chofer, ya que Kibum se había quedado dormido en el camino de tanto llorar. Me dolía, me dolía demasiado verlo llorar. Nana nos recibió con una sonrisa, y me pidió que le entregara a Kibum para llevarlo a su habitación, pero me negué, sería yo quien lo llevara y solo le pedí que llevara mi mochila a mii habitación.
Recosté a Kibum con cuidado en la cama, su cama, la que quedó vacía al igual que su habitación cuando él se fue. Acomodé unas almohadas a un lado y me recosté al contrario. Con mis dedos limpié un poco más su rostro húmedo, lo observé a detalle notando que no había cambiado mucho desde la última vez que lo vi. Sus ojitos rasgados y sus labios pequeñitos, sus suave piel… mi niño seguía siendo igual de hermoso.
Sin darme cuenta me había quedado dormido con Kibum aferrado a mi cuerpo al igual que yo al suyo, pero tuve que despertar porque nana subió a avisarme que mi padre había llegado y solicitaba mi presencia en su despacho. Asentí y con cuidado me separé de mi pequeño, pidiéndole a nana que se quede con él mientras yo iba a hablar con mi padre.
- Minho – me saludó apenas entré – nana me dijo que estabas con Kibum –asentí – imagino que ya sabes lo que pasó ¿verdad? – ladeé el rostro y negué
- Desde que estoy con Kibum solo ha llorado, no me ha podido explicar nada. Ahora está dormido – le informé
- Ya veo – dio un largo suspiro y prosiguió – No sé cómo decirlo ¿sabes? Sé que nunca fuiste muy apegado a tu madre y cuanto la odiaste luego de que ella se llevara a Kibum de aquí – desvié la mirada, después de todo, sus palabras eran ciertas – pero también sé que serías incapaz de desearle un mal, por lo que aún se me hace difícil asimilar esto – ¿Qué estaba sucediendo? – Hace unos días ella y su actual pareja iban de regreso a su casa, todo estaba bien pero al parecer un conductor que se encontraba ebrio invadió su carril yendo en sentido contrario, impactando su vehículo contra el de ellos – abrí mis ojos desmesuradamente.
- Pero… ¿Ella está bien? – al diablo todo, seguía siendo mi madre.
- No Minho – me miró directo – ambos murieron.
“Ambos murieron”
Después de escucharlo, sentí como algo se rompía en mi interior. Sí, lo admito, mi madre nunca fue lo que debió conmigo, pero a pesar de eso aún quedan pequeñas cosas que puedo rescatar de ella.
FLASHBAK:
El pequeño Minho se encontraba llorando en silencio en el interior de su habitación, su padre se encontraba fuera por asuntos de negocios y su nana había ido a visitar a unos familiares. El niño de ojos grandes y sonrisa perdida se encontraba más triste que otras veces, se sentía solo. De pronto la puerta fue abierta dejando ver una figura ingresar. Minho creyó que lo regañaría por ser tan llorón o porque se había encerrado durante la reunión que ella había realizado, pero para su sorpresa, su madre se acercó a él en su rincón y como pudo lo tomó en brazos para calmarlo, mecerlo y susurrarle cosas que el pequeño en ese entonces no comprendía, pero que logró calmarlo hasta el punto de quedar dormido.
El niño despertó creyendo haber tenido el más hermoso sueño, pero cuando sintió un cuerpo descansando a su lado y la suave respiración del mismo, sonrió inconscientemente, cerrando de nuevo sus ojitos para conservar por más tiempo aquella acogedora sensación.
- Kibum sigue teniendo mi apellido – habló mi padre sacándome de mis pensamientos –por lo que estará bajo mi custodia y se quedará a vivir acá.
Quería alegrarme, saltar de felicidad por qué de nuevo tendría a mi pequeño conmigo, pero no podía, no después de saber cuál era la razón detrás de todo esto. Escuché la silla moverse y luego la mano de mi padre sobre mi hombro.
- Esto llegó para ti en tu cumpleaños número último cumpleaños – levanté la mirada y vi que sostenía un sobre – en ese entonces me negué a que tuvieras algo que venía de ella pero, ahora la situación es otra y quizá quieras leerlo. Es de tu madre.
“Es de tu madre”
Sin esperar mucho se la arrebaté y salí del despacho. Seguía impactado por la noticia, pero ahora en mis manos se encontraba una carta de aquella mujer a la que amaba pero de la que tanto renegué. La que con sus acciones me alejó de ella, pero que aun así, seguía siendo mi madre y por ende nunca la pude dejar de querer.
Respiré hondo mientras me debatía entre abrirla o no. Una parte de mí no quería hacerlo, total, nuestra relación fue demasiado mala, pero la otra me decía que debía hacerlo ya que siquiera se tomó el tiempo de escribirla para mí.
Minho:
Mi querido hijo, hoy cumples 18 años ¡Ya eres todo un hombre! ¿Qué se siente llegar a la mayoría de edad? Seguro que tienes a tu padre detrás de ti para evitar que causes problemas y a nana consintiéndote como siempre ¿No? Sabes, una parte de mí siempre la envidió por la buena relación que tuvo contigo.
Debes preguntarte porqué esta mujer que durante toda tu vida te menospreció e ignoró, ahora se toma el tiempo de escribirte una carta por tu cumpleaños, de ser así, te entiendo. Sé que me porté como la peor madre del mundo, y fue por eso que luego de que cumpliste ocho años dejaste de llamarme mamá y fue entonces que comprendí que nunca fui digna para recibir ese título, y entendí entonces todos tenían razón. Sé que siempre te reclamé por cosas que jamás hiciste, que en más de una oportunidad te golpeé solo porque era yo quién no podía controlar su furia, que incluso cuando mi padre me vio y estuvo a punto de golpearme, fuiste tú quien se intervino y lo alejó para que no me lastimara ¿Tanto me querías mi pequeño? Recuerdo aquella vez en la que salimos de vacaciones los tres y tú rogaste porque te acompañáramos a nadar, pero ninguno lo hizo y fuiste solo. Ese día casi mueres ahogado y créeme, yo iba a morir contigo si pasaba.
No sé cómo expresar todo el arrepentimiento que siento por haber sido así contigo, con mi hermoso niño que nunca tuvo culpa de nada. Fui una completa tonta por llevar hacia ti todo el odio que llegué a sentir por mi familia y a la de tu padre, el más inocente de todos terminó por ser el más afectado. Perdóname por eso amor, por favor perdóname.
Cada que te trataba mal, estaba haciéndome el doble daño a mí ¿sabes? Porque mientras que tú sufrías, yo también lo hacía al ver que aquello era resultado de mi incoherente forma de ser. Cuánto daño te hice durante todo este tiempo… mi inconsciente creía erradamente que si me desquitaba contigo, me ayudaría a alivianar mi carga interior, pero luego de presenciar tu llanto, ese que siempre era yo quien provocaba, noté cuan equivocada estaba y aun así, decidí seguir. Lo sé, debería ganarme el premio a la más idiota del mundo ¿verdad?
Cuando Kibum llegó a nuestras vidas ustedes se volvieron tan unidos y eso me hacía feliz, el volver a verte sonreír, el verte tan feliz como siempre quise que fueras pero que por puro egoísmo no te dejé. Sin que lo notaras, comentarios maliciosos salieron. No sé cómo la sociedad se enteró que tu pequeño, como siempre lo llamabas, no era hijo legítimo del gran Choi Siwon, si no de otro hombre, uno que no podría llegarle ni a los talones a tu padre según todos. Eso llegó a oídos de tu abuelo y fue cuando quiso alejarme para siempre de ustedes y si eso sucedía, yo me moría. No pensé demasiado cuando firmé en los documentos de divorcio y me llevé conmigo a Kibum en tu cumpleaños, eso también ¿crees que me lo podrías perdonar? En ese momento solo quise pensar en ustedes, tu padre no sabía la clase de amenazas que en más de una ocasión recibí por ser una “zorra infiel” como en más de una ocasión me llamaron. Yo no quería que tú o Bummie salieran lastimados, algo así jamás me lo perdonaría. Jamás.
Durante años me estuve culpando por el infierno que te hice vivir, mi felicidad nunca estuvo completa por no tenerte a mi lado ¿sabes? pero era imposible que te llevara conmigo, tu padre jamás me lo iba a permitir como con Kibum, después de todo, tú eres un legítimo Choi.
Ahora con 18 años, me gustaría volver a verte, 5 años después de desaparecer de tu vida, quiero que me permitas regresar y volver a formar parte de ella pero, esta vez de la forma correcta. Nana siempre me mantuvo al tanto de lo que hacía, y ahí la razón por la que escribo que tu padre debe andar detrás de ti. Jonghyun y Joon ¿verdad? De ellos también me platicó y de cuanto bien te hicieron al aparecer en tu vida luego de que yo me encargara de destruirla. Perdóname de nuevo, solo un poco siquiera…
Quizá no me creas, quizá el odio que yo misma hice crecer en tu interior hacia mí sea más fuerte, pero me gustaría intentarlo.
Solo pido una oportunidad para ser parte de tu vida. Solo una.
El otro día imaginé que te volvía a ver, que junto a Kibum nos volvíamos inseparables los tres y comenzábamos a narrar nuestras propias historias. Que junto a tu pequeño espantábamos a las chiquillas que osen alejarte de nuestro lado. Porque sí mi amor, si me permites regresar, te prometo no alejarme nunca más, ni permitir que alguien lo haga.
En fin, creo que me voy excediendo demasiado y nana me contó cuanto detesta las largas lecturas, eso sin duda lo sacaste de mí, tu padre es un ratón de biblioteca, pero no le digas que yo te lo dije. Que sea nuestro secreto ¿sí?
Para finalizar, si llegaste hasta aquí significa que leíste la carta completa, por lo tanto gracias, de por sí ya significa muchísimo para mí.
Junto a Kibum, son mis tesoros más preciados, lo que yo más amo en esta vida, por favor, aunque tengas un mal recuerdo de mí, esto jamás lo olvides:
TE AMO MI PEQUEÑO LLORÓN DE HERMOSOS OJOS NEGROS, TE AMO MÁS QUE A MI VIDA ♥
Con el doble de amor, incluyendo el que no te pude demostrar y el que siempre tendré para ti.
Mamá ♥
Las lágrimas resbalaban por mis mejillas hasta desaparecer en la hoja de papel, corriendo un poco la tinta del lapicero, siéndome imposible siquiera querer detenerlas.
- ¿Por qué? – hablé entre el llanto - ¿Por qué jamás me lo dijiste?
Amargas lágrimas seguían recorriendo mis mejillas y sentía como mi corazón no terminaba de romperse en mil pedazos. Como pude me levanté de la escalera que daba a la entrada, y con toda la fuerza que tenía comencé a patear todo lo que estaba a mi alrededor, maldiciendo en voz alta, gritando de pura frustración y dolor.
- ¿¡Por qué te fuiste!? ¿¡Por qué!? – grité desgarrándome la garganta -¡Te hubiera dicho que los enfrentemos juntos! – pateé lo primero que encontré en mi camino – ¡No me hubiera importado nada si tú seguías aquí! – cada vez mi visión disminuía debido a las lágrimas – No debiste permitir que nos separaran… - alcancé a decir en apenas un susurro.
Mi cuerpo no pudo más y cayó de rodillas, haciendo que dolieran un poco por el impacto, pero lamentablemente ese dolor no era nada, ni de cerca, similar al que ahora sentía con todo lo que pasaba.
Abracé como pude el papel, llorando cada vez más fuerte, haciéndome un pequeño ovillo en el suelo sintiendo cada vez más roto mi interior. Las palabras de mi madre me hacían sentir de alguna forma bien, se sentía muy bien saber que después de todo, aquella mujer si me amó.
Mamá. Mi mamá.
Los pensamientos en mi cabeza se atropellaban entre ellos, no dejándome pensar con claridad y logrando que me empezara a doler. En este momento quería ir a buscarla, decirle que le perdonaba por todo, que no me importaba todo lo que hizo, todo lo que me dijo con tal de que pudiera abrazarme a ella, aferrarme a su cuerpo y nunca alejarme. Que acariciara mis cabellos y me susurre de cosas para que me tranquilice, que duerma junto a mí y vele mi sueño. Que nunca más se aleje de mí, que ya no lo hiciera…
FIN POV MINHO.
Minho seguía echado sobre el suelo de su patio trasero bajo un cielo nocturno sin estrellas. Aferrado como podía aquella carta, hecho un ovillo y temblando aun por el casi inexistente llanto más que por el propio frío, llanto que poco a poco terminó por extinguirse como sus fuerzas.
Siwon observaba con pena a su único hijo, él había leído ese mismo día la carta que ahora reposaba arrugada entre las manos del moreno menor y se dio cuenta, de que él también había contribuido a su sufrimiento, no tanto como otros, pero el escondérsela e impedirle que la leyera, creyendo que le ahorraría más penas, terminó por crearle un mayor dolor. Y al igual que su madre en la carta, era algo de lo que tampoco se perdonaría, no al menos de que volviera a ver la reluciente sonrisa de su hijo, no hasta entonces.
- Sabes, Liu – habló recostado sobre la pared al lado de la ventana que daba al patio trasero, mirando inconscientemente al techo, perdiéndose en sus pensamientos, sonriendo tristemente – en mis manos queda que nuestro hijo vuelva a ser feliz – una lágrima se deslizó por su mejilla sin notarlo – por mi cuenta corre el que Minho ya no vuelva a sufrir por la culpa de otros. De nadie.
“Mi pequeño niño, quizá nunca puedas comprender el mundo ni la codicia que en él existe, solo espero que cuando pueda ser valiente y le reclame al mundo por ti, puedas perdonar a esta tonta mujer que a pesar de todo, te ama más que a su propia vida”