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Avenida 746 por aleii

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La verdad

 

ALEX

Andrés no había cambiado ni un poco; en todo el tiempo que Alex lo había conocido, él siempre había sido igual, empezando por su ropa y su obsesión con el color negro, además estaba aquella expresión, cargada de apatía, aburrición y nostalgia.

 

Alex había llegado a pensar en algún momento que quizás el distanciamiento entre ambos terminaría cambiando algo en él, pero Andrés había continuado como siempre, aún en aquella situación.

 

Aunque ahora quizás las cosas podrían cambiar, tal vez la noticia terminaría alterando aquella estabilidad en la que se encontraba tan cómodo. 

 

Una chica de cabello rosa llamada Sofía camino con alegría hacía Andrés, rodeándolo con sus pálidos brazos por detrás, este se giró sonriendo, y la abrazo con fuerza. Luego, ella volteó hacía donde se encontraba un chico de lentes, besándolo. 

 

Aquel pequeño grupo al que pertenecía Andrés durante los recesos estaba constituido por los "freakys" de la escuela; un puñado de 5 chicos a los que no les importaba lo que pensaran los demás y se mostraban tal y como eran: los otakus, nerds, gamers, etc.

 

A Alex le gustaba pensar que Andrés se sentía cómodo con ellos, que de algún modo ahí, en medio de aquel grupo de extraños unidos únicamente por sus diferencias, ese chico impasible siempre vestido de negro, se sentía bien.

 

Las personas solían ser una mezcla de sentimientos indefinidos; en un momento podían sentir simpatía, y al siguiente envidia, más tarde, enojo. 

 

Eso pasaba justamente con Andrés.

 

Alex siempre había pensado que era demasiado lindo como para ser un chico, y también pensaba que probablemente esa era la razón de porque no tenía muchos amigos. 

Las chicas solían sentirse irritadas con lo "bonito" que era, lo era más que ellas, y había escuchado cientos de comentarios alrededor de ese tema. 

 

Por otro lado, los chicos solían sentirse irritados por otra razón, porque él no era una chica, y las cosas eran demasiado estrictas como para permitirse estar cerca de él, se veían presionados y por su mente pasaba que si estaban cerca de él, su sexualidad podría verse cuestionada. 

 

La vida estaba demasiado llena de etiquetas, y juicios anticipados.

 

-¿Que miras bebé?-preguntó una rubia, sentándose a un lado de Alex

 

-Amm...-pero no hizo falta contestar, la chica siguió su mirada, encontrándose con Andrés

 

-Ah, ves al chico ese ¿no?, supongo que ya sabes el nuevo chisme de la escuela

 

Alex se encogió de hombros

 

-Solo he oído un par de cosas-murmuró, encogiéndose de hombros

 

-¿Te cuento?-preguntó con emoción la chica, girándose hacía él y olvidándose por un momento de su almuerzo

 

-Bueno…-Alex quiso encogerse de hombros una vez más, realmente con lo que había escuchado era suficiente

 

-Alguien lo vio saliendo de un bar gay-afirmó la rubia, como si aquello más que un chisme fuera la verdad absoluta

 

-¿Y quién se supone que lo vio?

 

-Nadie lo sabe con exactitud, se han dicho muchos nombres pero... bueno, eso no es lo importante, el punto es que lo vieron salir de un bar gay con un chico, y ya sabes... creo que todos ya nos habíamos imaginado que a Andrés podrían gustarle los niños y ahora por fin queda confirmado

 

-Mmm

 

-¿Qué piensas?

 

-No me lo termino de creer

 

-Probablemente alguien se lo haya inventado, pero quién sabe-la rubia se encogió de hombros-mi amor, ¿vamos a ver una peli hoy en la tarde?

 

-Claro-Alex contestó por inercia

 

Pronto comenzaron a llegar los demás chicos, Julián, acompañado de Cristi, y segundos después apareció Esteban, Joshua y Gabriela; todos hablaban de lo mismo; por experiencia, Alex sabía que aquel "pequeño" rumor pronto se volvería un gran chisme. Y no habría persona en la escuela que no supiera de él. 

 

-¿Lo puedes creer, hombre? ¡Aunque era algo demasiado obvio!-preguntó entusiasmado Joshua, golpeando su hombro, Alex sonrió y asintió, no necesitaba mucho más, todos continuaron comentando el tema. 

 

Alex ya sabía todo eso. En realidad, él desde hace mucho se había enterado que era gay, se había enterado por el mismo Andrés. 

 

Lo supo cuando le termino confesó que estaba enamorado de él. 

Luego de eso, Alex no supo la manera de manejar la situación, se vinieron demasiadas emociones seguidas a aquella declaración, además, sumado a eso, vino el cambio de escuela, comenzar la preparatoria era un gran peso y... realmente lo arruinó. Él lo sabía. 

 

Dejó de hablarle varios meses al que se suponía era su mejor amigo, intentando pensar en qué hacer, en la mejor manera de decirle que no, sin terminar lastimándolo.

 

Todo quedo en un intento, era más que obvio que lo había herido. Y así fue como termino su amistad.

Ahora, con todo lo que estaba sucediendo, se veía en la misma situación.

 

La cafetería pronto comenzó a volverse un caos, las miradas, los susurros, los gritos contenidos, aquella palabra "homosexual" empezó a pasar de boca a boca, de mesa en mesa; los ojos estaban puestos sobre él. 

 

La tensión contenida se podía palpar aún entre todo aquel exagerado ruido.

Alex quiso reír, los adolescentes eran torpes, tontos, exagerados, dramáticos, hacían un escándalo de nada. ¿Cuantos homosexuales había por el mundo?, eso no era nada, Andrés solo era un chico más, uno al que le gustaban los hombres ¡vaya, que sorpresa!

Nada fuera de lo normal. 

 

-Estupideces-masculló

 

Joshua y Natalia, su novia, se giraron hacía él.

 

-¿Qué?-preguntaron al unísono

 

-Todo esto, parece que es la primera vez que ven a alguien que es gay ¡por Dios!, ¿no se dan cuenta de que lucen como unos idiotas?

 

Pronto todo la mesa se giró hacía él. 

 

-¿Qué?-preguntó toscamente

 

Alex estaba por añadir algo más, pero entonces las miradas se concentraron en algo más, más específicamente, en alguien más.

 

-Alejandro ¿podemos hablar?-solo había dos personas en el mundo, aparte de su madre, que le dijeran Alejandro. 

 

-¿Andrés?

 

-¡Sorpresa, sorpresa!-exclamó con fingido entusiasmo- necesito hablar

 

Y sí, "sorpresa, sorpresa" era la mejor definición de lo que sintió Alex en aquel épico momento. 

 

 

ÁNGELA

Odiaba verlo caminar con aquella patética actitud, ¿acaso estaba sordo?; Ángela, en cambio, podía escuchar las estúpidas risitas a kilómetros de distancia, notando como cada pequeño músculo de su cuerpo se sacudía en violentas oleadas de odio.

Odio hacia las docenas de chicos que parecían estar más atentos de la vida de los otros que de las suyas propias. Y también odiaba a su hermano, a ese tonto chico delgado, pálido, y pequeño que siempre había podido sonreír. Pese a todo.

Ahora, pasadas las semanas, podía ver como se hundía más y más.

Odiaba verlo de esa forma, prefería tener que aguantar aquella fastidiosa sonrisita suya.

-Oye idiota-masculló Ángela, tomando del brazo a un chico de lentes y fleco grasoso-¿si sabes lo que se llama vida propia?

-¡Hey, pero si eres la hermana de ese maric…!

Ángela no aguanto un segundo más, por inercia su puño se dirigió directo hacía la base de la nariz de aquel molesto chico de fleco grasoso

-¡Oye, que haces!-gritó la chica que acompañaba al de lentes-¿estás loca?

Ángela espero a que un pequeño grupo de curiosos se reuniera a su alrededor, antes de poder decir las mismas palabras de siempre.

-Espero no volverlos a escuchar diciendo esa clase de estupideces, lo que deje o no de hacer mi hermano es cosa suya ¿entendido?, si quiere montarse a un hombre o una mujer no les incumbe a ustedes

Las cosas más importantes, son las más difíciles de decir. Eso lo sabía Ángela por experiencia propia, a veces, aún pese a todo, se sentía demasiado pequeña, vulnerable y cobarde. Demasiado cobarde.

Luego de la muerte de su padre, ella había pasado un largo, largo duelo. Paso casi año y medio antes de que pudiera volver a hablar de él, ver alguna fotografía suya o ir de visita al panteón.

Aun así, en el fondo, seguía culpándolo. Y probablemente, nunca podría perdonarlo.

En cambio, para Andrés, su hermano, las cosas habían sido ligeramente diferentes. Él se había vuelto el apoyo de su madre, la había consolado en los momentos más difíciles, y nunca había dejado de sonreír. Incluso había aprendido a cocinar, encargándose él solo de las labores del hogar.

En algún punto, Ángela había comenzado a pasar parte de su resentimiento hacía su hermano menor, molestándolo, fastidiándolo día y noche, acusándolo y amenazándolo con contar que Andrés, el favorito de mamá, era gay.

La verdad, es que a ella le daba exactamente lo mismo, si a su hermano le gustaban los chicos, estaba bien. En el fondo siempre lo había sabido, así que cuando se había enterado, realmente no había habido gran diferencia.

Pero molestarlo se había vuelto parte de su papel. Y era difícil cambiarlo de un día para otro; por eso cuando aquellos rumores habían comenzado a regarse por toda la escuela, una escuela que parecía llena de jóvenes mojigatos y de mente cerrada, las cosas se habían puesto mal.

Entre los rumores de Andrés con Alex, y el chisme del antro gay, Ángela ya no sabía qué hacer para ayudarlo.

Así que, en vez de hablar con él, se había dedicado a perseguir a los chicos que lo molestaban. Ella era una excelente alumna en karate, así que no había sido tarea difícil.

-¡Hey, tú!-Ángela escucho una molesta voz a sus espaldas-la salvaje esa, que va con el uniforme todo desarreglado

La castaña se giró de golpe al escuchar aquello, encontrándose de frente con la estrella de toda aquella amarga historia.

-Oh Andrés ¿Qué quieres?-murmuro “fastidiada”, realmente estaba extrañada con su visita; su hermano solía evitarla a toda costa durante su estancia en la escuela, y viceversa

-Ya me entere

Ángela fingió sorpresa

-¿De qué me hablas?

-Dime ¿tú qué sabes si yo me monto o no a un chico, eh?

Ángela de pronto se sintió acalorada. Él lo sabía.

-¿Puedo saber porque andas golpeando gente ahí dónde vas?

-Pues… pues porque me molesta que la gente ande por ahí de chismosa, diciendo tonterías…

-¿Ah sí?

Ángela podía ver como su hermano tomaba aquella actitud de diva que tanto la enojaba.

-Oye, que lo hice por defenderte, me cabrea que esos imbéciles digan cosas sobre ti sin saber nada y… se metan donde no deben

Andrés miró sorprendido a su hermana; para él era complicado escuchar que ella se preocupaba por él, pero eso parecía. Hacía unas semanas que había escuchado rumores acerca de que una chica andaba por ahí golpeando a los chicos que hablaban mal de él, gracias a eso, en parte, los problemas con sus compañeros habían disminuido un poco.

Su hermana nunca había sido tan sincera con él, y eso de algún modo lo dejaba shockeado.

-Bueno, pues… gracias

Ángela jale y soltó aire con fuerza

-No es nada, eres mi hermano y es normal que haga algo como esto

-De todas formas, gracias

Su hermano le dedico una pequeña sonrisa, luego dio media vuelta caminando por el pasillo.

-¡Flacucho!-gritó Ángela, deteniendo a Andrés-ya deja esa actitud, no dejes que los comentarios de las personas te afecten tanto, ¿ok?

El flacucho, de grandes ojos, y mirada apagada, sonrió. Por un breve momento, pero lo hizo.

 

Andrés sabía que su hermana tenía razón, pero, una pequeña parte de él, se aferraba a aquel dolor. 

 


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