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Presagio por The Writing Soul

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Notas del capitulo:

De autoría propia que espero disfruten.

La lluvia caía con parsimonia en aquel campo; recinto de los muertos.

Una historia cuyo inicio fue su final.

Una lágrima que se evapora.

Una historia que la muerte forjo y creo.

Una flor en su tumba se marchita.

Una historia que el tiempo olvidó.

Una mano que se aferra a la mía.

Un recuerdo que evocó.

Una voz que se rompe en el silencio, el viento que le abraza, el alma que se levanta…

La muerte que cuenta una historia sin fin.

h      

En unas horas el universo entero comenzará de nuevo, a la vez que desde cero, desde el inicio absoluto.

-No está respirando.-

-Lo estamos perdiendo…-

-Apliquen cien mililitros de…-

La gente corría y se aglomeraba a su entorno, las puertas y pasillos pasaban tan rápido que apenas podía distinguir tenues sombras.

Al menos el dolor había pasado (lo que agradecía infinitamente ya que nunca fue bueno para aguantar el dolor, es más le huía) y poco a poco dejaba de percibir lo que ocurría a su alrededor para dar paso a la oscuridad absoluta.

Al cabo de un rato vuelve en sí, encontrándose  desorientado y su visión un tanto borrosa. Cuando el mundo cobra nitidez finalmente se percata de la presencia del médico que le brinda una leve sonrisa.

Hace un esfuerzo descomunal para incorporarse, en vano, y adelantándose a las preguntas obvias (valla pues, para evitar perder el tiempo con el mismo cliché de siempre) el doctor le extiende un sobre cerrado de color amarillo manila.

Un sobre  cerrado es un enigma que contiene otro enigma en su interior.

En realidad, conocía ya el contenido del sobre, o como descubrió más tarde, creyó conocerlo. Quizá por eso no sintió nada especial cuando extrajo su contenido.

-¡No! ¡No quiero!- Era la voz de un pequeño el que retumbaba en el silencio de aquel lugar captando la atención de todos.

-Pero sin tus medicinas no podrás curarte- angustiada y un tanto cansada una joven enfermera perseguía al infante.

-¡No! ¡No puedes obligarme!- agacha su cabeza- ¡Quiero a mis padres!- comienza a llorar.

Fue cuando un joven intervino.

-Venga vamos, no hay porqué llorar- poza su mano gentilmente en la cabellera del menor- Tus padres pronto vendrán y no querrás que te vean llorar- con ello el infante cesa su llanto. Y dirigiéndose a la enfermera toma el dicho medicamento, causante de tal comisión, fingiendo comerlo- Ves, hasta yo las tomo. No solo para sentirme mejor si no que me ayudan a hacer más fuerte. Anda vamos- Le regala una sonrisa a la vez que le entrega la pastilla.

En la pequeña cara del contrario se refleja otra sonrisa y toma finalmente el medicamento.

-M-Muchas gracias- dice toda apenada la enfermera.

-No hay porque- le sonríe igualmente para a continuación dirigirse al chaval.-Nos vemos pronto- y con ello se marcha.

<> Pensaba mientras miraba a su paso las habitaciones, alguna de ellas abiertas dejando ver en  su interior a sus respectivos ocupantes  <>

Hacía poco más de cuatro días que le habían internado en aquel hospital. Su diagnóstico dejaba sin lugar a dudas que ya no había esperanzas para él, mas sin embargo corrió el riesgo de someterse a experimentos y otras tantas cosas que cada día que pasaba le obligaban a prolongar su estadía. Es más poco ello importaba, razones sobraban para encontrarse ahí así que, llegado a ése punto, sin miramientos  acepta su confinamiento en aquél sitio.

Sus pasos y pensamientos lo llevaron a través de diversos y recónditos pasillos y niveles.

<<-Sí, tenían que ser escuchadas->>

 Sin embargo, de todas ellas había una en particular que más anhelaba escuchar.

Finalmente su andar le lleva a entrar a uno de tantos cuartos, aunque para ser más precisos éste se encontraba al límite y en la parte más alta de la estructura.

-Así que hoy es “Romeo y Julieta”- pasando el umbral se dirige con ironía a un mozo de cabellos azabaches y mirada platina cuya atención estaba puesta en un libro de hermosa solapa.

-Entrar sin permiso. Sin previo aviso a la habitación de alguien demuestra tu insensatez y falta de tacto, Ethen.- le recrimina el otro con voz monocorde sin apartar la vista del libro.

-Esos dramas no me roban la calma, Kaleb- se mofa infantilmente el peli castaño de mirada de jade, tomando asiento contiguo al lecho del mencionado.

Desde el primer día de su estancia en el hospital y de su “singular” encuentro Ethen no hacía más que sentarse a un lado del morocho sin pronunciar palabra alguna; pasando largas horas observándole leyendo o en su caso escribiendo.

Así es, la historia que tanto anhelaba oír provenía de aquella persona. Y es que aunque la mente le gritara que tuviera más juicio, él simplemente no escuchaba a la razón.

-Es extraño- de la nada comenzó a hablar Ethen- No me había percatado de…-

-Si estas tratando de llenar el espacio entre nosotros con tus inútiles cursilerías, pierdes tu tiempo- le interrumpe Kaleb, cerrando con un solo y sonoro movimiento el libro, para mirarle- Podríamos jugar a ése juego enteramente si tú quieres y aun así no conseguirás nada.

Una vida dedicada a engañarte a ti mismo con mezquinas fantasías…. ¡Abre los ojos y vuelve a la realidad!-

-Sí pero aun estando al límite de la vida. Incluso si no quieres, el silencio cuenta tu historia- su voz no se había inmutado ni un ápice mientras se ponía de pie- De lo contrario no te dolería y recordarías… De lo contrario no estaría aquí- se marcha.

Notas finales:

Estoy, una vez más de vuelta.

Lamento mucho la demora -.-U 

Simplemente espero que el materiar que traigo compense el retrazo.

QUE LO DISFRUTEN x3


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