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Il Fuoco è la Vita por SirPsychoSexy

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Notas del capitulo:

Volví un miércoles a las 4 de la tarde. (Esa hora es acá xD)

Gracias a todos por dejarme rvws bonitos y de apoyo, diciéndome que no van a olvidar la historia a pesar de que ya no pueda actualizar semanalmente. :'( Me animan a seguir. Srsly.

Pues nada. A leer~.



El humano se sintió en peligro bajo aquella fija y seria mirada que le dedicaba aquel joven desconocido; le causaba temor y una total desconfianza. Quiso decir algo, pero su visión fue interrumpida por la espalda del demonio. SeungHyun se había puesto delante suyo, como si quisiera protegerle.

Sabía que habías sido tú... — Murmuró de manera gutural el más alto, lo cual alarmó aún más al rubio.

¿De qué hablaba? ¿Había sido él? ¿Qué era todo eso?... ¿Quién era él? Escuchó una risa floja salir de la boca de aquel desconocido, lo cual provocó en él un escalofrío terrible.

Si me conoces, sabes que no desobedeceré jamás a padre.

Tú quieres que te mate ¿Verdad, SeungRi?...

Hazlo; tu castigo será aún peor entonces.

— ¡¿Qué carajo está pasando?!
— Interrumpió el joven, temblando al borde de un colapso. — ¡¿Qué es todo esto?!.... Q-Quien... ¿Quién eres?...

JiYong por favor... No te acer-

La risa casi macabra del otro sujeto sonó, interrumpiendo el habla del mayor, el cual frunció el ceño. Aquel demonio menor había saltado de manera ágil a una de las ramas del árbol más cercano a JiYong, quedando a unos pocos metros de él, poniendo a SeungHyun aún más alerta, volviendo a cubrir al humano con su propio cuerpo al ponerse delante suyo.

Disculpa, pero no es mi interés que me conozcas. Sólo quiero que te alejes de SeungHyun antes de que te arrepientas. — Dijo casi con desinterés. — Lo que acaba de pasar... Fui yo. Y tan solo venía a darte una advertencia.

Tu problema es conmigo, no con JiYong. — Sentenció tajante el demonio mayor, con los ojos anaranjados. — No vuelvas a acercarte a él.

¡Tú eres el que debe alejarse de esa basura de humano! — Exclamó SeungRi, exaltado. — Así están las cosas, SeungHyun. O te alejas de él, o él también será lastimado.

¿P-Por qué?... — La voz del rubio volvió a sonar, quien hasta ese momento solo se había limitado a oír y analizar un poco aquella discusión que no comprendía. — ¿Por qué saldré lastimado? ¿Por qué no puedo estar cerca de SeungHyun? ¿Quién eres?

JiYong por favor...

Tu relación con él — Apuntó a SeungHyun. — está prohibida en nuestro mundo. Somos bestias, no seres que “aman”. Hemos sido creados a base de odio, no con ese supuesto “amor” al que ustedes están acostumbrados. Hacemos daño y no amamos. Somos demonios. ¿Te ha quedado claro?

JiYong tragó duro. Sintió algo romperse dentro de sí y se alejó un poco, con temor ante la frialdad de aquel demonio, y con temor de SeungHyun que solo sabía apretar sus puños, al punto en que sus marcados nudillos se ponían de color blanco, y morder con fuerza, marcando también su mandíbula, observando con odio al ser sobre aquella rama.

¿Por qué está prohibido?... ¿Por qué se privan de algo así?...

Somos bestias...

¡Basta ya!

El grito de SeungHyun heló completamente a JiYong, quien solo se quedó ahí estático, como si se hubiese vuelto de piedra de un momento a otro, tan solo al ver la escena. El mayor se había abalanzado, con furia y de un solo salto, sobre el otro, cayendo ambos al suelo de manera tan estrepitosa que mucha gente que ignoraban aquella discusión, voltearan a mirar lo que sucedía. Forcejearon unos cuantos momentos hasta que el mayor logró ganar la ventaja al quedar sobre el cuerpo adverso. Miró como su muy apretado puño se levantaba amenazando estrellarse en el rostro del otro demonio, mientras que su zurda lo sostenía con fuerza del cuello para impedir que este se moviera.

Cerró sus ojos sin querer comprobar nada, tan solo esperando oír aquel puñetazo, pero a cambio de eso, un grito ajeno interrumpió aquella acción.

¡SEUNGHYUN! ¡SEUNGRI! ¡DETÉNGANSE!

JiYong volvió a abrir sus ojos y observó al hombre que se acercaba, furioso, a los otros dos que estaban en el suelo aún, sin embargo ambos con un semblante algo preocupado.  SeungHyun, frustrado, terminó por golpear el cemento del suelo con fuerza y sin importarle hacerse daño a sí mismo, antes de soltar el cuello del menor y levantarse de mala gana, en lo que el recién llegado terminaba por acercarse lo suficiente como para mirarle seria y amenazantemente.

El humano no entendía. Se sentía totalmente perdido en aquellos momentos. ¿Y ahora? ¿Quién era él? No sabía qué decir, ni qué hacer. La gente los estaba mirando, entre curiosa y horrorizada, pues la escena que habían hecho no era para menos. No sería extraño que en unos cuantos minutos aparecieran los guardias del parque para “escoltarlos” a la salida. Después de todo aquel lugar era principalmente familiar.

De pronto el hombre que acababa de llegar lo miró a él, de la misma manera fija y amenazante. JiYong no supo por qué, pero se sentía terriblemente desprotegido, a pesar de que SeungHyun estuviese ahí.

El hombre se acercó lo suficiente como para poder hablarle a él, mientras que el humano retrocedía un poco, con miedo.

Así que tú eres el humano que trae de cabeza nuestro mundo...

JiYong frunció el ceño sin entender por qué decía eso. ¿Él también...? ¿Era uno de ellos? ¿Por qué de pronto todos aparecían? ¿Por qué de pronto decían esas cosas? ¿Qué sucedía? Su cabeza comenzó a dar vueltas ante tantas preguntas sin respuesta, se comenzó a sentir mareado, a la vez que sus piernas temblaban cual gelatina.

No lo hagas, DongWook... — La voz de SeungHyun sonó suave, casi como un murmuro. ¿Cuándo había llegado a su lado? No tenía fuerzas ni para decir algo. — Él no tiene la culpa...

¿No te das cuenta del peligro en que estas, SeungHyun? — El mayor de todos suspiró, mientras su mano viajaba hasta el tabique de su nariz, acariciándolo. — Debemos ir a Gehena...

Iré, pero déjame hablar con Ji-

No, SeungHyun. — Habló serio el castaño. — Él debe acompañarnos.

¡¿Qué?! — La voz de SeungRi sonó en ese momento. — Padre, es un humano... Los Humanos no pueden...

Puede, SeungRi... Lo difícil es salir, pero no pienso retenerlo allí, no es su hora todavía. —JiYong sintió un escalofrío recorrer la totalidad de su espalda al oír esas palabras, dichas como si no fuesen nada.

No, por favor, DongWook... — El murmullo de SeungHyun hizo que todos lo miraran con sorpresa. Él estaba pidiendo por favor... — No quiero que JiYong nos acompañe... Sabes que corre peligro en ese lugar...

DongWook miró en silencio el semblante preocupado de aquel pelinegro cabizbajo. Observó como el humano se había acercado un poco más a él y tomaba su brazo, en un mero intento por tratar de calmarlo. ¿Es que no se daba cuenta del problema en que estaba metido? No, realmente no se enteraba... Ese niño tan solo estaba preocupado por aquel anormal estado de ánimo del demonio... Y realmente eso solo empeoraba las cosas. No podía. La estabilidad del demonio estaba pendiendo de un débil hilo por culpa de él.

No dejaré que le hagan daño, y prometo que tampoco recordara nada...

¡No lo entiendes! — Los ojos del pelinegro se pusieron anaranjados de un momento a otro. — ¡No puedo permitir que alguien le haga algo!... Si alguien le toca un pelo... Yo realmente...

Padre... — SeungRi se acercó al demonio mayor que simplemente miraba el semblante del pelinegro, para poder hablarle. — Esto es más grave de lo que pensábamos... SeungHyun está siendo...

No voy a dejar que seas absorbido, SeungHyun... Esto es por tu bien.

Los ojos del aludido volvieron a la normalidad de modo paulatino. Su fuerte mano tomó aquella del humano, la calidez que éste transmitía le era acogedora y le causaba cierta paz. Lo reconfortaba.

JiYong miraba sin entender del todo lo que sucedía, pero de pronto sintió como el demonio ejercía más presión en el reciente agarre de sus manos. ¿A qué se referían con que sería absorbido?

Seung... — Susurró de manera suave, rompiendo con el corto silencio que se había creado luego de las palabras del otro demonio que, a su parecer, era el mayor de todos. Poco le importó que ambos demonios le miraran de modo amenazante, solo quería que el suyo, que SU demonio le mirara en esos momentos, pues permanecía todavía cabizbajo, sumido en sus pensamientos. — Seung, mírame...

Esas palabras fueron casi como una orden para el pelinegro, el cual levantó su cabeza para mirar al humano, el cual le dedicó una sonrisa. ¿Cómo podía sonreír en un momento así? Aunque fuese leve, fuese una sonrisa pequeña, y en su interior no entendiera y estuviese completamente nervioso... Él le sonreía.

No quiero que estés en peligro por mi culpa... — Susurró el rubio, mientras su voz temblaba un poco. — No sé qué está pasando... Y creo que explicarme sería casi imposible... Solo sé que... Debes hacer caso esta vez...

SeungRi iba a decir algo, pero la mano del demonio mayor lo hizo detenerse. Quería dejar hablar al humano, éste parecía ser más sensato que el mismo pelinegro, el cual lo miraba casi sumiso.

No quiero separarme de ti... — La voz de SeungHyun sonó con dificultad, casi arrastrando las palabras.

No nos separaremos. — Sonrió JiYong, un poco más, intentando de transmitirle confianza al mayor. Su mirada se desvió hasta la fija y seria de aquel castaño, y apretando un poco más el agarre que mantenía su mano con la de su demonio, el rubio habló. — Yo... Iré con ustedes si es necesario.

JiYong, no tienes que hacer esto... — Se apresuró en hablar Seung.

Si es necesario, y si puedo entender qué es todo lo que está ocurriendo, lo haré, SeungHyun... — Dijo decidido JiYong, para volver a mirar al par de demonios que lo observaban casi con sorpresa. — Es mi decisión, e iré con ustedes.

Tan solo eso bastó, para hacer que una sonrisa se dibujara en los labios de DongWook y asintiera, satisfecho con lo que oía. Tal parecía que aquel humano era más inteligente que el demonio.




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Los ojos del humano se abrieron con sorpresa cuando vio aquel cielo rojo. Hace unos cuantos minutos el joven había cortado la llamada que le había hecho a su madre, explicándole que no llegaría quizás esta noche. No quiso dar una explicación más aparte de esa, simplemente interrumpió con la llamada cuando dio el aviso, a pesar de que su madre en la otra línea comenzaba a bombardearle con preguntas. Ahora estaba bajo un cielo rojo, tan irreal que creía que estaba en alguna especie de pesadilla. Una muy real. No se dio cuenta de cómo ni cuándo, pero estaban ahí, ahora, los cuatro. Los tres demonios que lo acompañaban en ese momento, yacían con sus respectivas alas, mientras que SeungHyun se encargaba de sostenerlo en un abrazo un tanto fuerte y protector.

¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? — Le preguntó el pelinegro, mirándolo aún sin soltarlo.

JiYong se sentía perdido, observando el lugar. Mentiría si lo comparaba con algo, pero a lo lejos del árido lugar en que se encontraban, podía divisar algo parecido a un castillo. Y un poco más alejado se lograba apreciar la silueta de una ciudad... No podía ver claramente, pero podría jurar que aquellas prominentes sombras que se veían a lo lejos, eran edificios.

Miró entonces al demonio que seguía observándolo, expectante a su respuesta.

¿Este es tu mundo?... — Preguntó, a lo cual el maligno le asintió de manera leve, aun observándole. — Me siento un poco mareado...

Es normal. — Dijo de pronto SeungRi, observándole con desdén. — Eres un humano, tu cuerpo es débil y no está acostumbrado a estos viajes. — Escupió sus palabras.

La sonrisa burlona luego de decir aquello, que se situó en los labios de aquel demonio sólo hizo enfurecer más a JiYong. ¿Qué problema tenía con él?

Dejen de parlotear. Hay que ir al castillo.

Luego de aquellas palabras de DongWook, JiYong vio como el demonio se daba un leve impulso para poder utilizar sus enormes y oscuras alas, comenzando así a elevarse y alejarse, en dirección a aquella fortaleza a lo lejos. SeungRi no demoró en copiarle y seguirle, mientras que SeungHyun apretaba un poco más su cintura.

Afírmate de mí... — Musitó de modo suave el mayor.

JiYong volteó un poco para poder observarle de manera fija. Con sus brazos rodeó el cuello del demonio, sin cortar su mirada, para luego sentir las manos del otro elevarle un poco, pasando uno de sus brazos por sus piernas y otro por sus hombros. Le estaba cargando como a una chica.

El humano se sintió estúpido por sonrojar, se sintió estúpido por ponerse nervioso, no porque el mayor iba a volar con él en sus brazos (Lo cual era ridículamente peligroso), sino que se sentía nervioso por aquella cercanía que tenían el uno con el otro. Escondió su rostro en su cuello, evitando así la mirada del demonio, y que éste viese su rostro.

SeungHyun sin decir nada más, abrió sus alas y, sin soltar ni por un segundo al humano, se elevó, yendo hacia el mismo destino que los otros dos demonios.

El rubio se mantenía aferrado al cuello del alado, aún escondido en su cuello, con sus ojos fuertemente cerrados. Sentía el viento rozar contra su piel, haciendo que sus cabellos se desordenaran más de lo que ya estaban. De pronto sintió la necesidad de mirar al pelinegro. Sus ojos se abrieron de a poco, buscando acostumbrarse a la velocidad del viento que chocaba contra los mismos, el cual no le permitía abrir sus ojos de manera completa. Se alejó un poco de su cuello y al fin pudo mirarlo.

Su expresión estaba seria, sus ojos estaban oscuros como siempre, pero por alguna razón los encontraba distintos. Sus labios dibujaban una fina línea recta, los cuales de un modo inhumano se le hicieron tentadores, pero se iba a controlar, claramente no podía de la nada abalanzarse a ellos. Los ojos del demonio se desviaron hasta los del humano, encontrándose nuevamente en un modo fijo.

No mires abajo... — Susurró el demonio.

No lo haré... Porque dejaría de mirarte a ti... — Las palabras del humano llenaron algo dentro del demonio.

Sonrió.

Fue una sonrisa leve, pequeña y casi imperceptible, pero que para el rubio fue algo completamente glorioso de ver.

Si me hablas así, JiYong, me dan ganas de ir a cualquier parte menos al castillo...

¿Te vas a poner coqueto en un momento así? Contrólate... Por favor.

Creo que ya te está haciendo efecto... — JiYong lo miró curioso y sin entender a qué se refería. — Tu cuerpo me está llamando, JiYong...

¿Qué? ¿A qué se refería SeungHyun? Se sintió sonrojarse de manera estrepitosa, mientras que el aire comenzó a faltarle por aquel simple ronroneo que había escapado de la boca del demonio, muy cerca suyo, y de manera terriblemente sensual.

De pronto quería tener más contacto con él. Quería sentir sus besos recorrer su piel, como la noche anterior en su habitación. Quería sentir aquellas enormes manos acariciar cada rincón de su cuerpo, con fuerza, con lujuria y con esas ansias del puro deseo que el demonio le expresaba.

Y jadeó.

Jadeó del solo imaginarse aquella situación nuevamente, pero esta vez quería poder llegar más allá que solo esas caricias, que solo esos besos. Su boca se había secado de pronto. Sus ojos volvieron a encontrarse, pero esta vez ambos se miraban con ese fulgor de deseo que ninguno de los dos podía ocultar.

JiYong iba a decir algo, pero, en vez de ser su voz la que salió, fue la de SeungHyun.

Gehena... El aire de Gehena... Es como un afrodisíaco... Y uno muy fuerte para los primerizos... Es normal ver gente agonizando por no poder saciar su placer u otras saciándose sin pudor por las calles... — Susurró él, bajo aquella atenta mirada del humano. — Y yo ahora me siento agonizante... No por el aire de Gehena... Sino por el aroma que desprende tu cuerpo, JiYong...

La boca de JiYong se cerró, tragando con dificultad. No dijo nada, tan solo se mordió los labios y cerró sus ojos. Sentía que si hablaba tan solo gemiría o bien, jadearía. No quería. Aquello le daba vergüenza.

Pronto, cuando sus ojos se abrieron, vio la figura de DongWook, esperándolos. Ya habían llegado.

SeungHyun de manera suave, depositó con cuidado el tembloroso cuerpo de aquel sonrojado JiYong en el suelo, sin embargo no lo soltó, pues éste parecía que se caería en cualquier momento. Con su mirada buscó al demonio menor, y al no encontrarlo, miró interrogante al mayor.

Debes dejar a JiYong en el baño. Tú sabes por qué. SeungRi se encargará de él. Tú debes acompañarme. — El pelinegro iba a reclamar, pero antes de ello, DongWook le miró de manera seria. — No puedes hacerte cargo tú, es peligroso en estos momentos. Ahora ve.

¿Q..Qué...? — Fue todo lo que pudo decir JiYong tembloroso.

El gruñido en modo de protesta que había salido de la garganta de SeungHyun bastó para callarlo. No dijo nada y simplemente caminó con él, afirmándole fuertemente la cintura, al punto en que cierto dolor en la zona comenzaba a formarse en el cuerpo del rubio, pero aquello poco le importaba. Tan solo miraba embobado la figura del demonio. Casi como si estuviese drogado.

No quiso preguntar nada. No sabía por qué iban al baño, no sabía por qué ese tal SeungRi se tenía que hacer cargo de él. Estaba totalmente perdido en esos momentos y solo quería que el demonio lo azotara contra la pared y le besara de manera tan pasional y agresiva, que lo dejara sin aliento, pero al contrario de eso, solo estaban caminando por un largo y oscuro pasillo, tenuemente iluminado por las velas de los candelabros.

Mnh... ¿Por qué tengo que ir al baño? — Preguntó el rubio, mirando nuevamente al demonio que mantenía su mirada perdida en el camino.

Deben hacerte una sesión de limpieza. Para así quitar el rastro del afrodisíaco, y para que tu cuerpo vuelva a la normalidad.

¿Y si me haces volver a la normalidad tú?... — SeungHyun se detuvo y miró al humano fijamente, el cual le dedicó una sonrisa. — Ngh... Ya sabes...

Los ojos del demonio se abrieron de par en par. JiYong estaba insinuándole y de manera tan directa que se sentía morir en ese mismo instante.

Sus manos se aferraron un poco más a las caderas del humano, y de un solo empujón lo pegó a una de las tantas puertas que había en el pasillo. En el rostro sonrojado de JiYong se dibujó una sonrisa lujuriosa, mientras se pegaba a la fría madera, sintiéndose estremecer ante aquel cambio de temperatura. Las manos del pelinegro habían descendido un poco, tomando sus caderas mientras que él se le acercaba y pegaba por detrás, en lo que que una de sus piernas se escabullía por entremedio de las del humano, haciendo que éste las separara.

JiYong... — Jadeó el demonio de manera tan sensual en su oído, que sintió el cuerpo del aludido vibrar bajo él.

Sus manos elevaron un poco más su cadera y lo atrajo más a él, si es que aquello fuese posible, haciendo que el rubio se inclinara un poco en la puerta, apoyándose de ésta. Una de las enormes manos del demonio abandonó su cadera para deslizarse por su vientre, debajo de su camisa, subiendo por la misma y recorriendo su piel. JiYong jadeaba, hecho un total desastre. Sus piernas temblaban ante la excitación que su cuerpo tenía, y de un momento a otro, un gemido escapó, cuando sintió los dedos del demonio cerrarse con fuerza sobre uno de sus pezones, el cual rápidamente se endureció.

SeungHyun gozó ante aquel gemido que había escapado del humano, y sin más comenzó a frotar su prominente erección en el trasero de éste. Ambos estaban con ropa, lo cual era molesto, sin embargo el demonio no podía detener esos sugerentes movimientos detrás de aquel humano que casi se derretía en el placer que sentía.

Los gemidos de JiYong se volvieron más constantes, sobre todo al momento en que el mayor comenzó a simular estocadas, unas duras y agresivas, tanto que si no fuese por sus manos que estaban apoyadas en la puerta, hubiese terminado con la cara pegada a la madera.

Ambos estaban sumidos en el deleite del placer de tocarse, de acariciarse  y de jugar de aquella manera tan obscena y erótica, aunque solo fuese una “previa” a lo que realmente deseaban en ese momento.

JiYong pronto comenzó a desesperarse, quería más, quería sentirlo realmente. Y al momento en que sus labios se abrían, no solo para gemir, sino que para decir lo que deseaba, la puerta en la que ambos estaban apoyados se abrió de golpe, haciendo que los dos cayeran dentro de aquella blanca habitación.

SeungRi los miró con una ceja levantada. Estaban excitados y notoriamente frustrados. Miró al humano bajo el cuerpo de SeungHyun, el cual jadeaba. No sabía si por la excitación que se apoderaba cada vez más de su cuerpo, o por el hecho de tener encima el peso del mayor. Sus ojos rodaron.

¿En serio pensaban en follar en la puerta del baño, cuando yo los estaba esperando? — Les miró, con notoria diversión en su rostro al haberles arruinado el momento. — Vete, SeungHyun, necesito limpiar a JiYong.

SeungRi... — El demonio miró con ojos anaranjados al otro demonio. — Si haces algo más de lo debido con JiYong... Te juro que...

Sí, sí. — SeungRi empujó al mayor, quien recién se había puesto de pie, sacándole fuera de la habitación. — Tú ve donde padre, tienen cosas que hablar. — Y sin nada más, el menor cerró la puerta en las narices de él.

Volteó entonces a mirar a aquel humano que estaba sentado en el suelo, jadeando a más no poder, sonrojado hasta las orejas, mirándole con ojos llorosos por la frustración de haberle interrumpido e momento anterior.

Bufó. Los humanos eran tan débiles.

Bien, terminemos rápido con esto... — Dijo el demonio, en lo que comenzaba a desabotonar su camisa, bajo una mirada sorprendida de JiYong. — Quítate la ropa.

Notas finales:

... Pos sí. :u

No me maten. *Huye bien lejos*


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