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Il Fuoco è la Vita por SirPsychoSexy

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Notas del capitulo:

PERDÓOOOOOON ;-----; ME DEMORÉ UN MONTÓN EN ACTUALIZAR. 

No tengo más razón que me había quedado sin inspiración y con un tremendo bloqueo. Ah. u_u

Pero bueno, aqui les dejo el capitulo cuatro.

¡Prometo que aunque demore siempre actualizaré! xD

Habían pasado los días, incluso un par de semanas ya, y JiYong no había vuelto a ver al demonio. Se había encerrado en una burbuja de la cual no quería salir por mero miedo a volver a enfrentársele. No había ido a visitar a su hermana, a pesar de los regaños que había recibido por parte de sus padres.

Ellos no podían entender su situación.

Se negaba a salir con su mejor amigo a cualquier lado, por temor a encontrarse con el ave que sí había vuelto a ver y que sólo sabía ponerle temeroso. En una ocasión el rubio se atrevió a acercarse a aquel emplumado animal, atraído ante la sumisa docilidad que mostraba a pesar de la cercanía. No entendía por qué lo hacía a pesar del miedo que el ave le simbolizaba. Sin embargo, cuando estuvo a pocos metros, aquella desconfianza le hizo reaccionar y simplemente se alejó, casi huyendo de él.

Se sentía ridículo ante toda esta situación.

Pero tenía miedo, y nada podría quitárselo jamás.

Más de una vez, entre los soliloquios que lo atormentaban por la noche, se preguntaba si había sido una buena idea. Se había arrepentido. Hubiese deseado no ser caprichoso con lo que quizás era el destino que aquel ser superior que los otros creyentes llamaban Dios había decidido para su hermana. Sin embargo, no lo pensó antes. No pensó lo terrible que sería para él su realidad.

Pero es mi hermana...” Se dijo a sí mismo, mientras estaba en su cama, dando vuelta por una quinceava vez en la noche.


No supo cuando se quedó dormido, tan solo sus ojos se habían abierto con cierta dificultad ante su mala noche. La alarma de su celular atravesaba en su cabeza. Realmente agradecería poder dormir, aunque fuese una noche, tranquilo. Su cuerpo estaba fatigado y realmente se notaba en su rostro lo exhausto que estaba, necesitaba dormir aunque fuese solo una miserable noche, sin ningún tipo de remordimiento o malestar alguno.

Se sentó de mala gana en la cama y talló sus ojos con dificultad. El cuerpo le pesaba. Sus ojos querían cerrarse para poder seguir durmiendo, sin embargo sabía que no podía porque era viernes y tenía la última clase de la semana. Se puso de pie y se dirigió al baño para poder ir a darse una ducha y así comenzar con su rutinaria mañana.

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JiYong... — La voz de su madre, detrás de la puerta, le había sacado de sus pensamientos.

Estaba abrochándose la camisa del uniforme, alistándose para salir pronto. No era normal que su madre le hablara al cuarto.

Con un simple “Pasa” bastó para que la mujer entrara a la desordenada alcoba de su hijo menor. Frunció su nariz, como un gesto de desaprobación ante aquello, cosa que hizo sonreír levemente al rubio. Él había heredado ese gesto de ella.

Deberías ordenar tu cuarto...  — Dijo la mujer, mas el joven tan solo ignoró el comentario, volviendo su vista a la corrida de botones de la camisa. — No has visto a tu hermana estos últimos días... ¿Por qué? — El rubio miró hacia la ventana, sin saber realmente qué decir. — Tampoco has salido de tu cuarto... Hijo... ¿Qué tienes? Deberías estar más animado, pero desde la noticia del nuevo doctor de Dami...

No quiero hablar de eso, mamá. — Dijo tajante el rubio, terminando con su camisa.

Quiero que vayas hoy al hospital. — El chico frunció su nariz, mirándola. — Quiero que busques al doctor Choi y lo invites a la casa. ¡Quiero prepararle una cena!

El rubio sintió su cuerpo helarse totalmente. ¿Era en serio? ¿Realmente tenía que ir a ver a ese demonio e invitarlo a casa? Sí, su madre más de una vez había hablado de su “maravillosa” idea de invitar al doctor milagroso de su hermana, sin embargo, solo eran ideas dichas al aire que comentaba a su padre cuando estaban reunidos en la mesa a la hora de comer. ¿Por qué tenía que venir? Y para colmo, ¿Por qué tenía que ser él quien fuese a buscarlo, cuando lo único que quería era evitarlo?

Me rehúso. — Dijo el menor, recibiendo una mirada desaprobatoria por parte de su madre. — Mamá... Es... No sé, es ridículo que quieras hacerle una cena a un sujeto que apenas conoces, que dice que va a sanar a Dami cuando no ha habido avances y...

Dami ha estado mejorando. Los doctores no saben cómo lo ha hecho, pero Dami ha respondido positivamente a su nuevo tratamiento, a pesar de que sea solo un par de semanas. — Interrumpió su madre, como si entre líneas quisiera decirle algo más al rubio quien se había encogido. — Quiero que vayas hoy al hospital. Veas a tu hermana y hables con el doctor Choi.

¿No puedes ir tú?... — Balbuceó el joven.

Tengo que preparar la comida ¿O acaso vas a cocinar tú?

El menor suspiró con resignación. Se frotó el rostro de manera cansada, antes de tomar su mochila y colgársela en su hombro. Asintió ante lo que su madre pedía y sin más, salió de la habitación para ir al colegio.

¡Sabré si no fuiste a buscarlo, JiYong! ¡Así que más te vale que lo hagas!

Ya estaba. Era lo último que le podría faltar y es que su madre se hiciera “amiga” de ese ser, mientras que él lo único que quería era alejársele lo más posible, para intentar aprovechar el poco tiempo que le quedaba... Aunque estar encerrado en una habitación, no era una muy buena manera de aprovechar el tiempo.

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La hora avanzaba más rápido de lo normal para el joven. Siendo una de las pocas veces en que su percepción del tiempo hacía que no fuese extenuantemente lento en su jornada de clases. Sin embargo ahí estaban en el último bloque de la clase, a unos cuántos minutos para salir.

Le había contado a su mejor amigo un poco lo que sucedía (Claramente dejando de lado el hecho de que el nuevo doctor de su hermana era realmente un demonio al cual él le había vendido su alma), tan solo le explicó que ese sujeto no le causaba confianza y que realmente estaba de malas por el mero hecho de que su madre hiciera buenas migas con él.

YoungBae, por su parte, no comprendía del todo la actitud de su mejor amigo. ¿No estaba su hermana mejorando a pesar del diagnóstico que habían dicho los otros médicos? Debería estar un poco más alegre, y mostrarse más amigable con aquel experto. Aunque por otro lado, también encontraba algo extraño que ese sujeto hubiese llegado de la nada, con la mera intención de sanarla. Le era sospechoso.

YoungBae... — La voz de su mejor amigo le había sacado un poco de sus pensamientos, por lo que el moreno lo miró. — ¿Quieres acompañarnos hoy?, realmente no quiero estar con ese sujeto...

Una sonrisa leve se formó en los carnosos labios de su mejor amigo. Llevó una de sus manos hasta sus rubios cabellos y con ternura los revolvió, como si se tratara de un niño pequeño. JiYong para él siempre había sido como su hermano menor.

No creo que pueda ir a cenar a tu casa, pero te acompañaré al hospital ¿Vale?

El rubio suspiró un poco, sin embargo el tener su compañía al menos cuando fuese al hospital lo dejaba más tranquilo. Le regaló una sonrisa sincera por su parte, antes de que el timbre rompiera con la pequeña tranquilidad en la que se sentía en esos momentos.

La clase había finalizado.

Miró a su profesor que les recordaba estudiar arduamente para el examen que se les avecinaba, para luego desearles un excelente fin de semana a todos, en lo que aquel hombre de avanzada edad guardaba sus cosas para poder salir, luego de cada alumno dejase la sala.

El rubio y su mejor amigo guardaron con calma sus cosas, mientras sus compañeros se abalanzaban a la puerta como verdaderos animales en cautiverio que estaban siendo liberados. Aquello hizo reír al menor, mientras acomodaba su mochila en el hombro y se disponía a caminar con el moreno hasta el estacionamiento.

YoungBae conducía, tal vez no un auto último modelo, de hecho era uno usado, heredado por su padre. Pero tenía auto al fin y al cabo, razón por la que ir al hospital con él al menos sería un camino mucho más corto que en autobús.

Durante el trayecto hablaron trivialidades, como sobre el examen de biología que sería la próxima semana. El mayor insistía en decirle al rubio que debía estudiar, mientras éste solo sabía mirar por la ventana y preguntar por cualquier otra cosa para evadir el tema.

En esos momentos a JiYong, la escuela, era lo que menos le importaba.

¡Pero JiYong! Si sigues así vas a repetir año... ¿No crees que eso afectará tu futuro? — El rubio simplemente suspiro, mientras apoyaba su frente en el cristal de la ventana, observando el camino.

Su futuro, a estas alturas, era lo que menos le importaba.

Su vista se nubló un poco cuando los almendrados ojos del menor lograron divisar a lo lejos el enorme edificio del hospital general de Seúl. Apretó el puño con fuerza, al punto en que sus nudillos quedaron blancos, y a su vez, se mordía el labio inferior con cierta impotencia.

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Caminaba impasible por los pasillos del concurrido hospital, revisando por mera curiosidad los nombres de los pacientes de cada habitación. Lo que fuese que tuviesen no era de su importancia, simplemente leía los nombres de cada persona que ahí estuviese, notando como uno que otro nombre cambiaba. Tal vez por el hecho de que la gente perecía, o porque simplemente los cambiaban de habitaciones. Estaba cansado de tener que deambular por aquel lugar. No le gustaba mucho la idea de rodearse de humanos moribundos, de quienes su vida para él no valía.

De pronto, un olor conocido inundó sus fosas nasales, lo sabía, lo reconocía. No estaba lejos, no... A tan solo unos metros de su lugar. Era el aroma de ese muchachito... Ese humano que solo significaba caos para él y su mundo, cosa que casi no le daba importancia a pesar de las constantes advertencias de su líder... Casi. Seguía atrayéndole de manera disparatada. Porque sí, para él era algo completamente irracional, ya que aunque en su raza la atracción sexual era casi pan de cada día, no era común en él sentir tal cantidad.

No era simple deseo el poseer a ese pequeño humano. Era necesidad.

Sus ojos se hicieron más negros, mientras que una sonrisa ladina se dibujaba en sus labios. ¿Hace cuánto que no se veían? ¿Semanas? Bueno, aunque realmente él se había encargado de espiarlo durante todo ese tiempo, casi como una sombra, lo cual realmente era algo preocupante para él mismo...

Doctor Choi... — Una aguda voz sonó, lo cual le sacó de su trance. Miró a la delgada y menuda chica frente a él, que se sonrojaba de manera notoria al sentir la penetrante e intimidante mirada del pelinegro. — L-Lo necesitan en la sala de la paciente Kwon...

¿Quién me necesita? — Lo sabía, sabía que ese niño lo estaba buscando, pero solo quería escucharlo de alguien más...

Un familiar de la paciente. Su hermano, JiYong.

Voy enseguida. — Su sonrisa cordial de modo de despedida hizo que la joven se sonrojara aún más si es que aquello fuese posible.

Su estado de ánimo había cambiado de manera notoria. Sí, le había gustado saber que el humanito ese había llegado al hospital, pero el hecho de que lo buscara hizo un gran cambio. Solo se metió las manos a los bolsillos de su blanca bata que contrastaba con la negra tenida que usaba debajo y comenzaba a andar en dirección a la habitación de Dami, mientras su sonrisa no desaparecía.

Era estúpido. Sabía que el joven le temía y que prácticamente lo aborrecía, y que por eso lo había evitado todo ese tiempo, sin embargo no podía sentirse ansioso por hablarle, aunque sea para discutir por su trato. Ese maldito trato que tenía su mundo vuelto loco por lo peligroso que era, pero que a él no le interesaba. Solo quería poseer a JiYong.

Antes de llegar a la habitación correspondiente a Dami, el pelinegro se acomodó mejor el cabello, el cual estaba acomodado de manera casi perfecta, si no fuese por su flequillo que caía ondulado y levemente desordenado por el lado derecho de su rostro. Acomodó mejor su bata para que estuviese impecable, y es que siempre había tenido una manía por lucir todo extremadamente bien. La perfección en él era algo intachable.

Al abrir la puerta de la habitación, aquella sonrisa se borró por una expresión que se había endurecido al ver que el rubio no estaba solo, no. Estaba con ese moreno que al parecer era su amigo. Ambos hablando alegremente con la chica sobre la camilla.

Tuvo que controlarse para que el enojo no lo invadiera y así sus ojos no cambiaran de color.

Buenas tardes...  — Su voz sonó grave, haciendo que los tres miraran hacia su dirección.

B-Buenas... — Sonó la tímida voz de Dami Kwon, la cual había bajado su mirada hacia la sabana, la cual era arrugada por sus manos temblorosas.

Aquello no pasó desapercibido por su hermano, el cual frunció levemente el entrecejo, para ponerse de pie y voltear a mirar mejor al sujeto que seguía de pie en el umbral de la puerta, mirándole de manera fija.

Un silencio incómodo se había formado en la sala.

Por fin le conozco, doctor Choi... Soy YoungBae. — Habló el moreno, en un vago intento por aminorar la tensión. — Soy compañero de JiYong... Y su mejor amigo.

El pelinegro miró al moreno casi con desdén, para luego acercarse a éste y saludarle de manera “educada” con un apretón de manos.

¿A qué se debe ésta visita, jóvenes? — Habló, mirando nuevamente a JiYong que solo lo miraba de manera fija, con recelo. — La hora de visitas casi termina...

Lo sabemos. — Habló el rubio, desviando su mirada a su hermana, la cual le dedicó una cálida sonrisa. — Perdóname por no haber venido en estos días, hermana...

No te preocupes, Yongie... Tienes más cosas que hacer, no puede venir todas las tardes a visitarme. Tus estudios también son importantes, cariño. — La voz serena de su hermana le hizo sacar una sonrisa sincera.

Bueno... Vinimos porque JiYong también tiene un leve encargo. — Volvió a hablar YoungBae, en lo que miraba al doctor nuevamente.

¿Un encargo? — El pelinegro no entendía.

Mi madre, doctor Choi, quiere que vaya a casa con JiYong para cenar. — La melodiosa voz de Dami volvió a sonar, en lo que el demonio miraba al rubio, quien solo agachaba la mirada, notoriamente incómodo. — Es una forma de agradecer todo lo que hace por mí... Realmente me gustaría poder asistir para compartir con ustedes.

C-Cuando salgas de aquí, haremos una cena enorme en celebración a tu salud, Dami... Lo prometo... — Se apresuró en hablar JiYong, tomando una de las manos de su hermana. — Sabes cómo es mamá... Se le metió esta idea a la cabeza y bueno...

JiYong, no seas mal educado. — Le regañó su hermana, antes de sonreír y acariciar su mejilla. — La idea de mamá me parece perfecta, así también el doctor puede conocer a papá ya que él nunca puede venir. — La chica hizo una leve pausa, para mirar el reloj un momento, y volver su vista a su hermano. — Ya es hora... Mándales mis saludos a todos, diles que los extraño... ¿Sí? ¡Y ven a visitarme pronto!

El rubio miró unos segundos en silencio a su hermana, para luego asentir. Besó la mano de ella y se alejó para poder dejar que YoungBae se despidiera como era correspondiente. Por otro lado, SungHyun se había mantenido en silencio, mirando aquella escena, aún sin entender del todo lo que tenía que hacer. No estaba acostumbrado a la calidez que los humanos siempre representaban. Ese tipo de “amor” simplemente era desconocido para él.

Cuando los tres estuvieron fuera de la habitación, el joven con mohicano se acercó a su mejor amigo, para rodear sus hombros en un abrazo, mientras le daba ánimos. Nuevamente el pelinegro se molestó.

Bien... ¿Qué tal si me explican un poco mejor? — Les interrumpió el demonio, mirándoles fijamente.

Lo que pasa es que mi madre te ha invitado a cenar... Para hoy... A la casa... — Dijo el rubio, mirando el piso.

¿Iremos todos? — Inquirió, mirando ahora a YoungBae, quien solo había sonreído de medio lado. Se refería a él, y lo sabía.

Para mí mala suerte, yo solo vine a acompañar a mi amigo. No iré a la cena... No me correspondería estar ahí.

Ah... ¿Eres algo así como su escolta? ¿Debes protegerlo? — Las palabras del pelinegro habían sonado casi con burla, casi, y es que incluso una sonrisa socarrona se había dibujado en esos labios que dejaban ver aquella perfecta hilera de dientes.

No. No es mi deber. Pero ¿Y qué si lo cuido? Cuido a los que quiero... Y a JiYong lo quiero como a mi hermano. — Ladró el moreno, tensándose un poco, cosa que el menor no pasó por desapercibido.

¿Puedes venir sí o no, SeungHyun? — Interrumpió JiYong, en un intento por detener la estúpida discusión entre los dos. Sin darse ni la menor cuenta de que había llamado al demonio por su nombre y no por su apellido, como correspondía al ser “doctor”, supuestamente respetable.

Bajo una mirada sorprendida y confundida de su amigo, el rubio solo supo observar de manera fija y casi desafiante al tercero que estaba frente a ellos, el cual estaba con un porte impasible. Sus manos descansaban tranquilas en los bolillos de su bata, y miraba el techo como si meditara un poco las cosas.

¿A qué hora dijiste que era?

Tendríamos que irnos ahora...

El pelinegro observó un momento al moreno, que le miraba con el entrecejo levemente fruncido. Una sonrisa divertida se volvió a dibujar en sus labios, ignorándolo, para luego observar a ese menudo humano que insistía en sostenerle una mirada casi desafiante.

Encantado iré a tu casa a cenar, Yongie.

Notas finales:

De nuevo quedó algo lento, pero como han de imaginarse el proximo capítulo se viene bueno. [?] <33

Gracias a todas las personitas que han pasado a leer el fanfic, así como gracias a todas las que me dejan comentarios. Me ayudan mucho a animarme a continuar, y aunque me bloquee, leer sus comentarios me inspiran. :( <3 Así que deben dejarme muchos comentarios. [???]

Ocsno.


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