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Just One Day por venus

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Notas del fanfic:

Este fic va dedicado a Galaxy Diamond, por su cumpleaños que fue hace breve.

Es triste, aviso.

                La adrenalina recorría su cuerpo a una fascinante velocidad, estremeciendo cada mínimo rincón de su piel y haciendo que su corazón incrementara el ritmo de sus latidos. Y, todo ello, por la increíble emoción que lo asfixiaba en ese mismo instante.

                Era su primer día de trabajo después de una larga carrera universitaria de seis años, y se sentía tan eufórico que ni la más desagradable noticia podía borrarle la gran sonrisa que adornaba su rostro.

-Bienvenido a oncología, interno Park -dijo sonriendo el que a partir de ese momento iba a ser su superior- ¿Ansioso por comenzar?

-Demasiado, doctor Kim -respondió Jimin, sintiendo como su rostro empezaba a dolerle por tanto sonreír.

-Es bueno tener a trabajadores tan entusiastas -golpeándole el hombro amigablemente, el doctor Kim lo guió por la planta del hospital- Como es tu primera vez en un hospital, y concretamente en oncología, hoy solo me acompañarás a revisar a los pacientes. Me imagino que ya te habrás leído sus historiales, ¿no?

-Por supuesto que sí, doctor Kim -volvió a responder sonriendo ampliamente- A primera hora de la mañana la jefa de enfermería me prestó los historiales para que los estudiara. Me dijo que así te sorprendería.

-Y vaya que sí lo has hecho, interno Park.

-Ya que vamos a estar trabajando juntos por mucho tiempo, puedes llamarme Jimin, doctor Kim -añadió seguro, con un leve sonrojo dibujado en sus mejillas.

-Entonces, tú puedes llamarme Seokjin, Jimin -su superior le guiñó el ojo, sonriéndole encantadoramente- Bien, pues comencemos por la habitación doscientos tres -dijo, caminando por los pasillos.

-Paciente Ham Eunjung. Mujer de veinticinco años. Cáncer de útero no avanzado. Vino al hospital hace aproximadamente dos meses por sangrados vaginales acíclicos, dificultades para orinar y dolor pélvico -comenzó a decir Jimin mientras seguía al doctor Kim, con el historial de la paciente en las manos- La internaron en oncología a última hora de anoche debido a un insoportable dolor pélvico y un sangrado descontrolado tras mantener relaciones sexuales.

-Genial Jimin, se nota que te lo has estudiado -comentó su superior, deteniéndose frente a la puerta número doscientos tres, que se encontraba cerrada- Ahora dime las posibles causas por las que la paciente sufra de cáncer de útero.

-Usualmente el cáncer uterino ocurre después de la menopausia, en torno a los cincuenta o sesenta años. Pero la señorita Ham tiene tan solo veinticinco, por lo que otras causas pueden ser la obesidad o la sustitución hormonal con estrógeno.

-Nuestra paciente no llega ni a los cincuenta kilos, interno Park Jimin, y tampoco se somete a una terapia hormonal pues, como bien has dicho, aún no ha llegado a la menopausia -Seokjin se cruzó de brazos, mirándolo con una ceja alzada. Lo estaba poniendo a prueba.

-Pues entonces... -Jimin se mordió el labio, pensativo. Su sonrisa se había borrado por los nervios, pero él estaba seguro de sus conocimientos de medicina y se lo iba a demostrar- El uso prologando de anticonceptivos orales -dijo, y de repente una pequeña bombilla se encendió en su mente- En su historial se nombraba que, de entre los medicamentos que normalmente toma, se encuentra la píldora, pues la paciente padece de ovario poliquístico y aumento de testosterona en un dos por ciento, y ginecología la trató con anticonceptivos diarios. Lleva tomándolos desde los apenas diecinueve años, por lo tanto es evidente el uso prolongado de la píldora.

-Correcto -su nuevo jefe parecía complacido por la respuesta, y Jimin volvió a sonreír por ello, satisfecho- Ahora dime, ¿qué es lo que debemos hacer para parar esas células cancerígenas?

-El cáncer no está muy avanzado, por lo que lo más fácil es intervenirla con una histerectomía para extirparle el útero, los ovarios y las trompas de Falopio. Sin embargo, la paciente también tiene la opción de someterse a una terapia hormonal o a la radioterapia, aunque probablemente estos tratamientos no sean tan efectivos como la histerectomía. Por lo que lo más recomendable es intervenirla con cirugía.

-Muy bien, Jimin. Creo que va a ser todo un placer trabajar contigo durante los seis años que te esperan de residencia -y, después de guiñarle el ojo nuevamente, ambos entraron en la habitación de la paciente.

                Soltó un suspiro de alivio, mientras que, nuevamente, otra interminable sonrisa volvía a adornar su rostro. Empezaba bien, no solo su primer día, sino su primer año como cirujano interno en el Hospital HanGil Eye de Seúl. Solo esperaba que, con el paso de los años, cumpliera su sueño realidad, el de convertirse en uno de los mejores cirujanos oncólogos de toda Corea del Sur. Lo que Jimin no sabía, era que un pequeño obstáculo se cruzaría en su vida, un pequeño obstáculo que le haría dudar sobre si realmente estaba hecho para la medicina.

                Pasadas un par de horas, Jimin entró junto al doctor Kim en la habitación del último paciente de su lista. Estaba ansioso por finalizar la ronda de pacientes, pues su nuevo jefe le había prometido ir a ver una operación de trasplante de corazón cuando terminaran de comprobar el estado de los enfermos y comentarles el tratamiento que llevarían.

-Min Yoongi -comenzó a hablar Jimin una vez entraron en la habitación, ojeando el historial de la carpeta- Hombre de veintitres años. Hace aproximadamente cinco meses le diagnosticaron leucemia. Sus principales síntomas fueron el cansancio, la pérdida de apetito y de peso, fiebre y sangrado frecuente en nariz, dificultades respiratorias, etcétera. Además, padece de anemia, fruto de la disminución de glóbulos rojos y, por consiguiente, también de glóbulos blancos. Ingresó en el hospital a las dos de la madrugada de hoy debido a tener cuarenta y tres grados de fiebre, sangrados de nariz incontrolados y una sensación extrema de debilidad y cansancio, lo que provocó que se desmayara.

-Vaya, además de guapo, también es un doctor muy inteligente -comentó su paciente en voz baja y ronca. Jimin levantó la mirada del historial y la clavó en el muchacho de cabellos castaños, quien le sonreía desde la camilla.

-Bueno -carraspeó, sonrojándose por el comentario- A primera hora de la mañana recibimos los resultados de los análisis, que nos han mostrado una excesiva reducción de plaquetas y leucocitos, así como un aumento de células anormales que no permiten que los glóbulos rojos funcionen correctamente. Además, hemos comprobado que su sistema nervioso se está debilitando y puede suponer un peligro para su salud.

-Diagnóstico final, doctor Park -pidió su superior, más que afirmando, preguntando. Otra vez lo estaba poniendo a prueba.

-Los resultados de las pruebas del señor Min han confirmado que la progresión de la enfermedad es muy veloz. Así pues, el origen de la leucemia atiende a la estirpe celular de las células linfoides. Por lo tanto, y si no me equivoco, el paciente Min Yoongi padece de leucemia linfocítica aguda.

-¿Y cuál es el tratamiento que usted recomienda, doctor Park? -preguntó Seokjin, sonriendo levemente, enorgullecido de su nuevo interno.

-La quimioterapia es la más efectiva, pues destruye con seguridad las células leucémicas, a pesar de que sea la más dura de soportar. El tratamiento consta de tres etapas y en total dura tres años, puede que más o puede que menos, todo depende de cómo lo lleve su cuerpo, señor Min -Jimin miró a su paciente y le sonrió cordialmente.

-Si el doctor Park dice que la quimioterapia es la mejor elección para curarme, pues confiaré en sus conocimientos -intervino Yoongi, sin dejar de mirarlo con una débil sonrisa.

                De repente, al contemplar aquella esperanzada sonrisa que su paciente le mostraba y aquella radiante mirada puesta sobre él, el corazón de Jimin comenzó a latir descontroladamente, cada vez más fuerte, como si quisiera escaparse de la caja torácica que lo escondía. Confuso por las numerosas sensaciones que se agolpaban en su interior, todo a causa de ese paciente suyo que, para ser sincero, era increíblemente guapo; Jimin bajó la mirada hacia la carpeta que sus manos contenían. No solo le intimidaba, sino que también le ponía nervioso el mirar al tal Yoongi.

-Enseguida el doctor Park le traerá unos documentos que debe firmar para llevar a cabo la quimioterapia. Puede preguntarle cualquier duda que tenga, que lo informe sobre el procedimiento y los posibles efectos y resultados -habló el doctor Kim, dirigiéndose a la puerta- Nos vemos en una hora en la sala tres de cirugía, doctor Park -y dicho esto, su superior desapareció tras la puerta.

                Jimin, aún ligeramente conmocionado por las extrañas sensaciones que lo devoraban, se acercó a su paciente, intentando no mirarlo a los ojos. Se sentía completamente expuesto y transparente, lo que hacía que se convirtiera en un ser pequeño e intimidado.

-Voy a inyectarte un medicamento para que te baje la fiebre y no te sientas tan débil -murmuró introduciendo el catéter dentro de una de las venas del brazo de su paciente.

-No creo que me haga falta -respondió Yoongi, admirando cada movimiento que el doctor hacía- Si te soy sincero, tu presencia me ha hecho sentirme mucho mejor. Incluso creo que ya no tengo leucemia.

-Con eso no se bromea, señor Min -Jimin levantó la mirada, fijándola en los ojos de su paciente con reproche- Es un tema serio.

-Créeme que lo sé -suspiró, volviendo a sonreír sin preocupación alguna- No sé cuánto me queda de vida. ¿De verdad crees que vale la pena estar amargado por mi estado y, si ocurriera, morir sin haber vivido mis últimos días con esperanza y felicidad?

-Pero, señor Min...

-Llámame Yoongi -lo interrumpió, sonriendo aún más y acariciándole la mano sin vergüenza y con atrevimiento- ¿Y tú, cómo te llamas, doctor macizo Park?

-Para ti, señor Min, soy doctor Park a secas -Jimin apartó la mano, sonriendo y terminando de apuntar en la carpeta los datos tomados.

-Vale, vale, doctor Park a secas -su paciente soltó unas cuantas pequeñas carcajadas, ciertamente débiles, lo que hizo a Jimin sonreír estúpidamente.

-Espere aquí -dijo Jimin cerrando el historial y comprobando que el medicamente bajara de la bolsita y pasara por el catéter sin complicaciones- Enseguida regreso con los documentos y te explicaré el procedimiento de la quimioterapia.

-Que sepas, doctor Park a secas, que si espero no será porque no puedo escaparme de aquí, sino porque quiero volver a ver su deslumbrante sonrisa, tan deslumbrante como lo es usted.

                Jimin se sonrojó fuertemente, apretando la carpeta del historial contra su pecho y saliendo rápidamente de la habitación. El atrevimiento de aquel desconocido muchacho, le gustaba, y le gustaba por las sensaciones que provocaban en su interior, unas sensaciones que lo hacían sentir inexplicablemente eufórico, y también muy nervioso.

                Pasaron los días, y también los meses. Había pasado a ser el mejor interno del hospital, y, por su increíble esfuerzo, Seokjin lo había premiado dejándolo participar en algunas de sus operaciones. Su nuevo jefe hablaba tan bien de él y de su excelente trabajo, que inclusive muchos otros especialistas como los de neurología o cardio, habían requerido la presencia de Jimin en sus respectivas plantas. Eso hacía que Jimin se sintiera maravillosamente orgulloso de sí mismo, y sabía que, desde el cielo, su madre también lo estaba.

                Desde que era pequeño, su sueño siempre había sido ser arquitecto, un arquitecto que diseñara su propio palacio en el que vivir con su familia. Sin embargo, su madre cayó repentinamente enferma, padeciendo de leucemia. Cuando murió, las perspectivas de Jimin cambiaron radicalmente. Y, ahora, era un interno de cirujano que trabajaba su especialidad de oncología en uno de los hospitales más prestigiosos, no solo de Seúl, sino de toda Corea del Sur.

                Sin quererlo ni pretenderlo, había creado un valioso vínculo muy comprometedor con uno de sus pacientes, Min Yoongi. Era un paciente que tenía leucemia aguda, al igual que la había tenido su madre años atrás. Por ello, se había acercado en demasía a él, tanto, que incluso llegaba a preocuparse extremadamente por su estado. Era imposible que las enfermeras y médicos de su alrededor no se hubieran percatado del mucho tiempo que dedicaba a Yoongi, permaneciendo siempre que podía a su lado, apoyándolo en la quimioterapia que cada vez lo debilitaba más. Le recordaba a aquellos momentos en los que, con apenas trece años, se sentaba en una silla al lado de la camilla, contemplando como su madre moría poco a poco, sufriendo la pérdida del ser que más amaba y que siempre más amaría. Cuando esos recuerdos regresaban a su mente al estar con Yoongi, no podía evitar que todo pensamiento y sentimiento positivo se apagara, porque, inconscientemente, comenzaba a experimentar sensaciones demasiado arriesgadas por Yoongi, y, poco a poco, en un interior crecía el temor a volver a perder a alguien preciado, y, lo peor de todo, por la misma causa.

                Cuando no tenía más pacientes y Seokjin no requería su presencia en sus operaciones, Jimin siempre iba a la habitación de Yoongi. Hablaban sobre cualquier cosa, le leía libros o revistas, jugaban a juegos de mesa para que no se aburriera, incluso muchas veces lo había sacado a pasear al patio del hospital en la silla de ruedas para que no se estresara y agobiara por estar siempre encerrado en esa pesimista habitación. Y, para ser sincero, en algunas ocasiones le compraba pasteles o hamburguesas, o también le inyectaba más morfina de la que debía cuando Yoongi experimentaba demasiado dolor por el tratamiento; todo, saltándose la normativa del hospital.

                Poco a poco, Jimin iba conociendo cada vez más a su paciente, hasta saber el mínimo secreto que guardaba. Y también era exactamente igual a la viceversa. Ambos se conocían como las palmas de sus manos. Yoongi se había convertido en un compañero, en un hermano, en un mejor amigo, en el que confiar y desahogarse, con el que poder ser él mismo, una maravillosa persona con la que le encantaba estar y de la que, instintivamente, se había comenzado a enamorar.

                Adoraba a Yoongi, cada mínimo rincón de su físico y de su personalidad. Sus pequeños ojos que brillaban a pesar del sufrimiento, su sincera y esperanzada sonrisa aunque estuviera pasando por una complicada situación, sus suaves cabellos castaños que acariciaba hasta que se quedara dormido, sus inquietas manos que muchas veces cogían su mano. Su actitud bromista y risueña pese a que estuviera rodeado de enfermeras y doctores que no podían afirmarle si se iba a recuperar de su enfermedad, su comprensión y atención con la que lo escuchaba, su descaro y atrevimiento cuando intentaba seducirlo, cosa que había conseguido.

                De todo eso, y de mucho más, se había enamorado completa, irremediable y locamente Jimin, y sin poder rehuir de ello. El amor que sentía hacia Yoongi lo había transformado en una persona increíblemente sensible, tanto, que cuando Yoongi reaccionaba mal hacia la quimioterapia o sufría algún episodio de las consecuencias de la leucemia; después de atenderlo y conseguir relajarlo y dormirlo, Jimin siempre se encerraba en los baños del hospital para llorar desconsoladamente, agobiado por el sufrimiento de Yoongi y temeroso de que tal vez pronto tuviera que vestir de negro para asistir al funeral de una persona muy importante en su vida.

-Jimin, tenemos que hablar muy seriamente -Seokjin lo había llamado a su despacho. Sabía de lo que le iba a hablar, se había dado cuenta de todo lo que estaba ocurriendo y le iba a reprender- Sabes que no está bien que tengas algún tipo de relación con un paciente, eres su doctor, no su amigo ni su amante ni lo que sea -recriminó con voz firme.

-Pero...

-Sin embargo, no es eso lo que me preocupa -lo interrumpió su jefe, ahora mirándolo compresivamente y hablando con ternura- Lo estás pasando muy mal Jimin, y no me gusta verte así. Sabes que Yoongi está empeorando, que la quimioterapia ya no funciona, y eso te está atormentando. No quiero que uno de mis mejores y más valiosos internos sufra.

-Lo siento mucho, doctor Kim -y, sin poder aguantar más, Jimin comenzó a llorar, derrumbándose- H-Ha sido sin q-querer... -añadió inocentemente.

-Lo sé Jiminnie -Seokjin se levantó de su silla y abrazó al menor, pegándolo a su cuerpo y acariciando su espalda de manera paternal- El amor va por su lado sin estar atento a las consecuencias. Pero, lo que quería decirte, era que vayas asimilando lo que pasará. Eres médico, un gran médico, y si quieres ser uno de los mejores cirujanos oncólogos, tienes que tener una actitud más fría, y no establecer algún tipo de vínculos con tus pacientes. Aunque me duela muy en el alma decirte esto, lo de Yoongi te va a servir de experiencia en el futuro.

-Hyung... -dijo Jimin, separándose de Seokjin y mirándolo a los ojos- No creo que vaya a ser uno de los mejores cirujanos oncólogos, ni siquiera sé si voy a seguir siendo médico -soltó un pesado suspiro, bajando la mirada con tristeza- Puedo ser excelente en mi trabajo y tener muchos conocimientos, pero no soy lo suficientemente fuerte como para soportar todo lo que conlleva trabajar en un hospital. Creo que, cuando pase lo que tenga que pasar, abandonaré mi carrera de medicina.

                Yoongi estaba cada vez más débil, ni siquiera podía levantarse de la camilla y caminar para ir al baño. Su pelo había desaparecido casi por completo a causa de la quimioterapia, y su piel era más pálida y estaba llena de moretones como consecuencia de su enfermedad. Sin embargo, Yoongi seguía mostrando una débil, pero enorme y maravillosa sonrisa.

-Hola Yoongi-ah -Jimin entró en su habitación, sonriéndole dulcemente- Te he traído un pequeño regalo -comentó sentándose en el borde de la camilla a su lado.

-¿Otro? -preguntó, y Jimin ladeó la cabeza confuso, sin entender- Tu presencia ya es el mejor regalo que me das todos los días.

-No seas tonto -bajó la mirada tímido, sintiendo como su rostro enrojecía por la vergüenza y el nerviosismo- Anda, toma -le tendió un paquete envuelto en regalo, el cual su paciente intentó abrir, sin muchas fuerzas. Intentando controlar la intensa tristeza que lo asfixiaba, Jimin lo ayudó, hasta que por fin Yoongi sacó un gorro negro.

-Vaya, me gusta -sonrió Yoongi, poniéndoselo y ocultando aquella calva de la que muchas veces se había quejado porque le avergonzaba- Muchas gracias precioso, me encanta, aunque no tanto como me encantas tú.

-Después de más de un año, sigo sin acostumbrarme a esas cosas conquistadoras y monas que me dices -Jimin rió suavemente, tapándose los labios con la mano, ciertamente tímido.

-Pues mejor que no te acostumbres... -murmuró Yoongi, y Jimin, sabiendo perfectamente a lo que se refería, sintió como sus ojos se aguaban- ¿Qué tal te ha ido el día? -preguntó para cambiar de tema.

-B-Bien -respondió en un hilo de voz quebrado- S-Seokjin me dejó participar en u-una extirpación de unos pechos de u-una mujer con cáncer d-de mama -tartamudeó, tragándose la angustia que lo devoraba.

-Cariño, por favor, no me gusta que te pongas así... -dijo en un susurro Yoongi, cogiéndolo de la mano con las pocas fuerzas que le quedaban.

                Y, de repente, Jimin rompió a llorar descontroladamente. No le gustaba llorar delante de Yoongi, porque odiaba verse tan débil y sensible y también porque no quería preocupar al contrario. Sin embargo, no había podido controlarse, porque hasta el mismo Yoongi asimilaba que iba a morir. En cambio, él, luchaba con todas sus fuerzas por intentar que mejorara, administrándole nuevos medicamentos, donándole de su propia médula ósea, incluso rezando todas las noches cuando nunca había creído en Dios.

-N-No quiero que te vayas, p-por favor, n-no puedes dejarme t-tú también, p-por favor Yoongi... -suplicó entre sollozos, mientras más y más lágrimas caían de sus ojos.

                Yoongi no sabía qué decir, por lo que simplemente respondió estampando delicadamente sus labios contra los del menor, sobre los cuales bailó con ternura y dulzura. Momentáneamente, Jimin calló sus sollozos, y, abrazándose a su cuello, correspondió aquel beso que llevaba esperando durante mucho tiempo. Al principio con un poco de desesperación, pues la angustia y la intranquilidad que lo asfixiaba era incontrolable. Pero después, fueron el amor y la pasión los protagonistas de ese primer beso con el que se demostraban todas y cada una de las sensaciones y emociones que el uno sentía por el otro.

                Se separaron por la falta de aire, y Jimin se sonrojó al ver la mirada tan brillante y profunda que los ojos de Yoongi le estaban regalando. Una mirada que expresaba tantos sentimientos que lograban nublar su mente y sus sentidos.

-Te amo Jiminnie-ah -dijo en un susurro, contra sus labios, subiendo la mano y acariciándole la mejilla con suavidad- Tienes que ser fuerte, tienes que asimilarlo, tienes que superarlo. No quiero irme de ese mundo sabiendo que vas a estar triste y amargado por mi culpa, quiero que siempre sigas con esa hermosa sonrisa con la que entraste en mi habitación el primer día. Quiero que seas feliz Jimin, por favor. Tienes una larga y gran vida por delante, que debes disfrutar. Yo sé que nunca me olvidarás, que permaneceré siempre en tu corazón. Al igual que tú siempre permanecerás en el mío. Cuando yo ya no esté, tienes que superarlo, y eso no significa que deje de estar aquí -dijo poniendo la otra mano sobre su pectoral izquierdo- Te suplico por favor que seas feliz, que me sonrías sinceramente en lo poco que me queda de vida, y que cuando me vaya sigas siendo la persona con la sonrisa más maravillosa y más brillante de todo el mundo entero.

-Vale hyung -respondió en voz baja, a la vez que sus ojos volvían a dejar salir algunas lágrimas y que sus labios formaban poco a poco una dulce sonrisa- Lo haré por ti, porque también te amo con todo mi ser y no quiero q-que te vayas... p-pensando que me h-has amargado.

                Después de una amplia y bonita sonrisa, Yoongi acunó el rostro de Jimin entre sus manos y volvió a besarlo, intentando disfrutar de aquellos fascinantes labios mientras pudiera.

                Un día, cuando Jimin llegó al hospital, se encontró con la escena que más había temido durante todo ese tiempo. Justo frente a él, se hallaba el doctor Seokjin con algunas enfermeras suspirando derrotados y retirando el equipo de reanimación, mientras que en la camilla permanecía un Yoongi completamente estático. El único sonido que penetraba dolorosamente por los oídos de Jimin, era el del pitido continuo que confirmaba los inexistentes latidos de un corazón que ahora no vivía.

                Con los ojos aguados, observó como Seokjin se acercaba a él, también a punto de llorar por la reciente pérdida. Sin embargo, antes de que lo envolviera con los brazos, Jimin salió corriendo hacia los baños, como siempre hacía cuando necesitaba desahogarse. Nada más encerrarse en un cubículo, rompió a llorar y a sollozar desconsoladamente.

                Su vida se había derrumbado. Había perdido, por segunda vez, a una persona demasiado importante para él. La angustia y la exasperación se apoderaban de él, asfixiándolo y dejándolo sin respiración, agobiándolo hasta el punto de desear tener una chuchilla en sus manos para quitarse la vida. Tal vez exageraba, pero era lo que experimentaba al haber perdido al hombre del que estaba totalmente enamorado y al que amaba profundamente. En ese instante, sentía como su vida se apagaba poco a poco, invadida por una terrible tristeza difícil de curar.

                Jimin solo pedía un día, un solo día más para poder despedirse de Yoongi, decirle cuánto lo amaba y que nunca, absolutamente nunca, lo iba a olvidar. Solo un día para poder disfrutar una última vez de aquellos labios que lo maravillaban con cada beso y de aquellas manos que lo hacían temblar con cada caricia.

                Salió del cubículo y, apoyando las manos sobre el lavabo, se miró fijamente en el espejo. Inexplicablemente, sintió como si unas manos lo acariciaran, paseándose por sus brazos y su espalda, incluso por su rostro y sus cabellos. Cerró los ojos, disfrutando de la extraña sensación que lo estaba dominando. Y, repentinamente, las lágrimas y los sollozos cesaron. Su corazón comenzó a latir veloz y fuertemente, al igual que la primera vez que había visto a Yoongi, tumbado en aquella camilla en la que llevaba viviendo más de un año. Su piel se estremeció, consiguiendo que el vello que la adornaba se erizara. Volvió a abrir los ojos, y cuando miró su reflejo en el espejo, no vio absolutamente nada a su alrededor. Sin embargo, que no pudiera ver nada, no significaba que su presencia no estuviera allí, con él.

                Era Yoongi. Aunque su cuerpo hubiera abandonado el mundo, su alma y su corazón seguían estando a su lado, porque le pertenecían, porque, Yoongi, al entregarle todo su amor y su afecto, le había regalado también su vida. Yoongi estaba en su corazón, Yoongi estaba en su sangre, Yoongi estaba en su mente, Yoongi estaba en cada mínimo rincón de su cuerpo. Al amarse, al entregarse absolutamente todo, se habían fundido, se habían convertido en uno solo, y por ello, Yoongi estaba a su lado, estaba en él, él era Yoongi.

                Y, entonces, sonrió. Sonrió de felicidad, sonrió sinceramente, mientras que sus ojos volvían a aguarse, pero esta vez, de la emoción. Yoongi no se había ido, y nunca se iría, porque, tal y como había prometido, estaba ahí, Yoongi estaba en su corazón, y lo estaría por siempre.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, y, si es así, no olvidéis dejar vuestros reviews.


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