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Hechizo por Witty Witch

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Notas del fanfic:

Cuando una idea viene a mi cabeza, me es imposible no plasmarla al instante. Si no lo hago, pienso tanto en ello todo el día que me vuelvo loca y no puedo hacer nada más. Por suerte, esta vez el Word estuvo de mi lado y anduvo a la perfección para que pudiera escribir esto. Espero que siga así de ahora en adelante.

 

Como siempre, les escribí otro ChenMin. Simplemente no puedo dejar de escribir sobre ellos.

 

Espero que lo disfruten.

Notas del capitulo:

~El ChenMin es amor~

¡A leer!

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Kim Min Seok estaba cansado. Cansado de ocultarse, cansado de mentir, cansado de esconderse, cansado de tener que ocultar la razón de su felicidad. Pero más que cansado, estaba molesto, enojado consigo mismo por no tener las suficientes agallas para hacerle frente al problema y gritarle al mundo que, hacía más de un año y medio – ya casi dos –, tenía una relación con Kim Jong Dae.

 

Pero él sabía que había sido su culpa. Él fue el que quiso que su relación no viera la luz del sol. Él fue el que le había rogado a Chen que debía ser secreto, que nadie debía enterarse, que si se sabía lo único que conseguirían serían meterse en muchos problemas que afectarían a ellos dos y al grupo en general.

 

Y Jong Dae lo había aceptado, lo había entendido, porque pensaba exactamente igual que Xiu Min. La única diferencia era que a Jong Dae no le importaba arriesgarse y que Xiu Min se sentía aterrado por hacerlo.

 

Saber eso llevaba a Xiu Min a reconocer otro punto importante: Jong Dae y él eran muy diferentes. Eran como el sol y la luna, el día y la noche, el calor y el frío. El inmortal era todo lo que Min Seok no era: extrovertido, divertido, enérgico, sociable, risueño, hablador, mientras que él era introvertido, cerrado, poco sociable y no hablaba a menos que fuera necesario. Y muchas otras tantas diferencias que estaba seguro podía escribir una cuaderno de 500 páginas por completo y, quizás, hasta le faltarían hojas.

 

Min Seok miró a su reflejo en el espejo del baño, fulminándose a sí mismo con la mirada. Se notaban sus ojeras y sus ojos rojos. Había intentado dormir, pero había sido en vano. No podía dejar de pensar en la discusión, entre otras tantas, que había tenido con su novio hacía unas horas atrás, en la que dijo cosas que no quería decir.

 

Y Kim Min Seok lloró. Lloró por su relación, lloró por Jong Dae, lloró por sí mismo, lloró por todas las veces en que dañó y fue dañado, lloró por los momentos y oportunidades perdidos, lloró por mentir, lloró por ser un cobarde, lloró por no poder darle a su novio lo que necesitaba, lloró porque se estaba privando a sí mismo de la felicidad absoluta que estaba al alcance de su mano y que ahora, lentamente, estaba perdiendo.

 

Porque Jong Dae y él discutían más de lo que sonreían. Porque se alejaban más uno de otro en vez de abrazarse. Porque en vez de besos se decían palabras hirientes. Porque en vez de solucionarlo todo, preferían irse cada uno por su lado y aparentar que su relación estaba bien cuando, definitivamente, no lo estaba.

 

Hacía unas horas habían discutido y, como siempre que algo así ocurría, Chen había salido de la habitación que compartían de un portazo y aún no había regresado. Pero Xiu Min sabía que él seguía en la casa, seguramente durmiendo en la habitación de Park Chan Yeol y Byun Baek Hyun que se encontraban en un viaje y no regresarían dentro de unos días.

 

Y ya eran las 3:30 am y Min Seok no podía pegar un ojo y, lo peor, era que no podía dejar de llorar. Reconocía que todo había sido su culpa. Su culpa por poner a todos los demás antes que a Jong Dae, por pensar en el “qué dirán” que en lo que su novio sentía.  

 

Frustrado consigo mismo, se metió en la tina que había llenado con agua para intentar relajarse y alejar la nube negra que se cernía implacable sobre él.

 

Tenía que preguntarse ¿en qué carajos estaba pensando al aceptar salir con Chen? No es que no hubiera química o que no sintiera una conexión, ¡al contrario! Cuando estaban en el mismo cuarto, las chispas aparecían entre ellos como magia. Pero también tenía que ser sincero, jamás hubiese podido decir que no a la propuesta. Le gustaba Jong Dae, mucho, demasiado, tanto que con que solo el chico le dijera “hola” sentía que podía morirse de felicidad. Lástima que antes de que de su boca brotara el “¡¡¡sí!!!”, sin dudarlo ni pensarlo, no hubiese recordado sobre la realidad en la que ambos vivían.

 

Las cosas habrían sido tan diferentes si ellos no fueran famosos, si fueran solo dos personas más entre las millones y millones del mundo. Pero no, les había tocado ser reconocidos y nunca pensó que algún día se lamentaría por ello. Obviamente, sabía que si no fuesen famosos quizás nunca se habrían conocido, pero eso no borraba el hecho de que parecía que se ahogaba en secretos, en mentiras, y a él no le gustaba mentir, y menos a los miembros de EXO – porque si, a ellos también los tenían engañados porque cuanto menos supieran era mejor.

 

Y otra vez Min Seok lloraba, como un bebé, y eso le molestó aún más. Se suponía que era el mayor, el que debía mantenerse fuerte, centrado, tranquilo. Pero eso estaba lejos de su realidad en ese momento. No se sentía un adulto, se sentía como un niño que se había perdido entre los árboles de una gran plaza. Y lo peor era que no había una madre asustada y desesperada buscándolo sin descanso, gritando su nombre hasta quedarse afónica.

 

Xiu Min necesitaba a Chen como necesitaba respirar. Siempre fue así desde que lo conoció y seguiría así hasta que muriera porque su corazón y su mente le decían que ese chico era el correcto, el definitivo, el último, con el que pasaría el resto de su vida y más allá – si es que existía la vida luego de la muerte.

 

La sola idea de que Chen lo dejara era inaceptable. Quizás se lo merecía, pero no por eso debía simplemente aceptarlo. Y se asustó, se aterró ante la idea de que Jong Dae lo dejara, que se cansara de él por ser tan inseguro, que pensara que perdía su tiempo en una relación secreta que, por momentos, parecía llevarlos a ninguna parte.

 

Min Seok se imaginó varios escenarios y las dos mil y un razones por las que Chen podía dejarlo.

 

La angustia se apoderó de Xiu Min ¿qué sería de él sin los abrazos de Jong Dae? ¿Sin sus charlas hasta altas horas de la noche? ¿Sin sus besos y sus caricias? ¿Sin sus palabras de amor y sus sonrisas? ¿Sin su manera tan peculiar de hacerlo reír cuando se sentía sumamente triste?

 

No, no, no y no ¡Ya basta! No iba a perder a Jong Dae por su estupidez y sus miedos. Era hora de decir basta. Era hora de gritarle al mundo lo que sentía. Era hora de que le demostrara a su novio que lo amaba tanto como él lo hacía. Debía dejar de pensar demasiado, de meditar cada paso, era hora de actuar impulsivamente, así como su pareja lo hacía.

 

Y eso fue lo que hizo. Salió rápidamente de la bañera, se puso rápidamente su bata, sin molestarse en secarse, y corrió hacia la habitación en la que, seguramente, Chen se encontraba.

 

Abrió la puerta de golpe, asustando aún pensativo Jong Dae que, cuando se dio cuenta de quién era el responsable de sobresaltarlo, le dedicó una mirada sorprendida y algo confusa desde la cama de Chan Yeol.

 

 

 

— ¿Baozi?

 

— Lo siento, Chen, lo siento tanto— sollozó y corrió a abrazarlo— Por favor… no me dejes…

 

— ¿Dejarte? Por Dios, Min Seok, jamás se me cruzó por la mente— respondió al abrazo y le acarició suavemente la cabeza— Que tengamos una discusión, un desacuerdo, no es motivo para tirar lo nuestro por la ventana. Creo que nuestra relación es más fuerte que eso.

 

— Ya no quiero… Ya no quiero que nos ocultemos. Me lastima, nos lastima ambos ¡Ya es suficiente! Estoy cansado, Chen, tan cansado…

 

— Tranquilo, amor, no precipitemos las cosas— habló, mientras le secaba las lágrimas— No quiero que me malinterpretes, si fuera por mi saldría ya mismo a despertarlos a todos y decirles que eres todo mío para luego correr hacía el balcón y gritárselo al mundo. Pero sabes que tu motivo para ocultarnos está totalmente fundamentado. Quiero que lo pensemos bien, con calma. Luego, cuando estemos bien seguros, podemos empezar por contárselo al grupo y ver sus reacciones, conocer sus opiniones y, con suerte, ellos podrán darnos su punto de vista y ayudarnos.

 

— Se supone que el adulto aquí soy yo ¿no debería ser el que dijera todo eso?

 

— No, no lo creo. Que seas mayor no significa que debas saberlo todo o ser responsable siempre— aseguró— Minnie, debes relajarte más y no estás siempre preocupado. Si tienes ganas de actuar como un niño, hazlo, no te reprimas solo por ser adulto. Todos tenemos un niño interior, todos estamos algo locos, todos queremos ser un poquito traviesos alguna vez.

 

 

 

Aún entre lágrimas, Min Seok sonrió.

 

 

 

— ¿Me quieres?— preguntó, bajito.

 

— Sabes que si— le susurró.

 

— Yo también te quiero— murmuró.

 

— Lo sé— sonrió.

 

 

 

Un silencio agradable y tranquilo se instaló entre ambos.

 

 

 

— Seokie— lo llamó.

 

— ¿Mmm?— dijo, adormilado.

 

— ¿No tienes ropa interior debajo?— preguntó con una sonrisa felina en su cara porque ya conocía la obvia respuesta.

 

 

 

Min Seok se sonrojó violentamente y se alejó de su novio rápidamente, poniendo la mayor distancia posible.

 

Riendo, Jong Dae se paró y le dedicó a su Baozi una mirada penetrante.

 

 

 

— Vamos a nuestra habitación— sujetó su mano, obligándolo a ponerse de pie— Dios sabe que yo solo puedo hacerte algo tranquilo solo en la seguridad de nuestro cuarto.

 

— ¡¡¡Jong Dae!!!

 

— Shhh, no grites, despertarás a todos y si despiertas a todos ya no podré hacerte nada— pataleó.

 

— No digas eso— infló sus mejillas, sintiéndose avergonzado.

 

— Joder, eres tan lindo y adorable. Me dan ganas de comerte y voy a hacerlo en este mismo momento si no mueves esas lindas piernas hacia nuestra habitación.

 

— ¡No lo harías!— se escandalizó.

 

— ¿Quieres apostar?— le guiñó sugerentemente un ojo.

 

 

 

Y sin pensarlo dos veces, Xiu Min salió corriendo hacia el cuarto que compartían, escuchando claramente la risita de Jong Dae detrás de él.

 

Entrando en el cuarto que compartían, Min Seok se sentó al borde de la cama y espero a que Jong Dae entrara y cerrara la puerta para mirarlo con unos ojos que reflejaban todas sus inseguridades, todos sus miedos y culpas.

 

 

 

— ¿Crees…— murmuró— crees que algún día podamos tener una relación como cualquier otra?

 

— No lo sé, Min Seok— respondió honestamente, sentándose a su lado y sujetando la mano de su hyung con delicadeza.

 

 

 

Min Seok se mordió el labio inferior con fuerza y dirigió su mirada hacia el suelo porque no podía mirar a su novio a los ojos en ese momento. Se preguntaba si valía la pena seguir. Se cuestionaba si tenía la fuerza emocional suficiente para soportar que su relación estuviera debajo de la cama. Todo lo que pasaba ¿era justo para Jong Dae? ¿Era justo para sí mismo? ¿Estaba bien? ¿Por qué no podían tener una relación normal? ¿Por qué no podían salir a tomar un helado o pasear por la plaza tomados de la mano? Simplemente ¿por qué? ¿Por qué a ellos?

 

Y Min Seok inhalo aire con fuerza y soltó las dos preguntas que le estaban carcomiendo las entrañas, haciéndolo sentirse débil, inseguro y solo.

 

 

 

— Jong Dae… ¿te hago feliz? ¿Valgo la pena?

 

— Dime, Minnie ¿sabes para qué sirve una brújula?

 

 

 

Min Seok lo miró con una clara expresión de desconcierto. ¿Por qué le preguntaba eso? ¿Por qué evadió lo que dijo? ¿Era alguna clase de señal negativa?

 

 

 

— ¿Sabes o no?

 

— Claro que sé— respondió— Sirven para indicar el camino correcto, para guiarte hacia dónde debes o quieres ir…

 

— Para que la persona que lo tenga no se pierda ¿no?

 

— Si, Jong Dae ¿pero eso qué tiene…?

 

— Eres mi brújula, Min Seok— lo cortó— Eres lo que me mantiene en el camino correcto. Siempre sé a dónde ir cuando estás conmigo y no tengo miedo a perderme porque sé que estarás ahí para mí como yo contigo.

 

— Jong Dae…

 

— Se que hemos estado discutiendo mucho y que las cosas no van como quisiéramos, pero no me importa porque es algo que podemos manejar y solucionar. Siempre hemos resuelto todos nuestros problemas y lo seguiremos haciendo. ¿Y sabes qué? Puede que nuestra relación no sea normal, pero yo no quiero que lo sea. Me gusta lo que tenemos, Min Seok. Lo que tenemos no es monótono ni aburrido, es divertido y excitante ¿no lo crees? Y no quiero que lo nuestro sea como las de los demás. Sus relaciones no me interesan, me interesa la nuestra. Lo nuestro es especial para mí, hyung ¿no lo es para ti?

 

— Te amo, Jong Dae— sollozó mientras lo abrazaba con fuerza y cariño— Si es especial para mí porque tú eres especial.

 

— Solucionaremos todo con el tiempo, Min Seok. Hay que darle tiempo al tiempo y tarde o temprano podremos dejar de ocultarnos. No hay que perder las esperanzas porque…

 

— Es lo último que se pierde— completó, sonriendo.

 

— Hagamos una promesa, Minnie, ¿te gustaría?— Min Seok asintió— Prometamos que intentaremos no discutir demasiado, que hablaremos con calma y no nos ocultaremos ni lo que sentimos ni lo pensamos aunque sea difícil. ¿Promesa?

 

— Promesa— contestó y ambos besaron uno de sus dedos pulgares para luego juntarlos, sellando así la promesa.

 

— Lo nuestro es perfectamente imperfecto y eso está bien ¿de acuerdo?

 

— De acuerdo— dijo sonriendo— Ahora lo creo más que nunca.

 

 

 

Min Seok se sentía más tranquilo y relajado. Jong Dae siempre lograba eso en él con palabras o actos simples. Y Min Seok simplemente sabía que todo lo malo que ocurriera entre ellos no sería suficiente para hacer que se alejara de Jong Dae. Porque así como él era su brújula, Jong Dae era su ancla que lo sujetaba y lo amarraba a la felicidad y al amor. Y Min Seok no podría, jamás, abandonar a Jong Dae, ¡jamás! El solo hecho de pensarlo le dolía tanto que era como si su corazón fuera arrancado de su pecho cuando aún respiraba. Separarse de Jong Dae era como sufrir la muerte más lenta y dolorosa.

 

 

 

— ¿Por qué siento que moriría si algún día nos separamos?— preguntó, mirando a Jong Dae directamente a los ojos

 

— Porque te hechicé, hyung, ¿no lo recuerdas?— le dijo, dándole un beso lento, suave en los labios.

 

 

 

Min Seok, en ese instante – mientras su corazón golpeaba acelerado, su mente volaba lejos, sus manos se enredaban en los suaves cabellos del otro y los dedos de sus pies se curvaban al saborear esos dulces y adictivos labios –, recordó las palabras que Jong Dae le cantó cuando él le había dado el “sí” a la propuesta de ser novios:

 

“Puse un hechizo sobre ti, hyung, y ahora serás siempre mío”

 

Y Xiu Min rió en el beso porque, el hechizo, vaya que si había funcionado.

 

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Notas finales:

¿Qué les pareció? :)

 

Espero que les haya gustado.

 

Si encuentran algún error, no duden en hacermelo saber.

 

Y ya saben, un review es un chocolate *3*

 

Sin más, nos leemos en otra :D

 

XOXO


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